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Aprendimos con dolor, las verdades y la injusticia. A veces
tan sutilmente que cuando esta realidad se acercaba a
nuestras vidas, no extrañaba para nada.
Pasaba otro día y seguíamos caminando, meses y
años.
Un día despertamos del sueño, había un nuevo aire,
respiramos y volvimos
a soñar.
Todavía seguimos soñando.
Aquel día, que cambió el concepto que se
tenía de Chile; "Un oasis de paz en Latinoamérica". Me levanté
temprano para ir a clases en la Universidad Técnica del Estado (UTE) de La
Serena. Curiosamente, ya que yo no era bueno para los mandados, fui a comprar
el pan (más extraño para otros) en el local que me quedaba a cuadra y media de
mi casa. La fila, que no tenía más de 20 personas, avanzó rápidamente y tras de
mí un par de señoras conversaban:
- ¿Escuchó vecina lo que pasó en
Valparaíso? Se amotinaron los marinos y escuché que el presidente estaba
hablando algo en la radio. La señora respondió que no tenía idea de nada y la otra, insistía que la cosa estaba fregada.
Volví a casa y pregunté a mi madre si había
escuchado algo en la radio. Como ella no estaba informada, tomé mis libros y me
dirigí a la Universidad. Vivía yo en el centro de Coquimbo, tomaba fácilmente
el microbús en el Empalme. Mientras viajaba rumbo a La Serena, la mente
divagaba con mis problemas cotidianos y de los estudiantiles, casi olvidando las
conversaciones de las señoras en la panadería.
Las cosas cambiaron al entrar a La
Serena, subiendo por la Avenida Francisco de Aguirre. Todo despejado, pocos
vehículos, ya eran cerca de las 9 de la mañana. Totalmente ignorante de los
hechos en desarrollo, me llamó la atención una “Cuca” o “Juanita”, como apodaba
aquellos tiempos a los furgones de carabineros, venía bajando por calle Colo
Colo frente a la Plazuela Buenos Aires. Las puertas traseras del furgón venían abiertas,
haciendo que volviera la vista para mirar atrás. Apenas se cruzó con el microbús
en el que viajaba, divisé tendido sobre el piso interior del vehículo un policía
con casco de combate, su ametralladora con trípode, posiblemente una punto 30.
El microbús se acercaba al paradero donde debía bajar. Llegando a la
Universidad me encontré con todo el revuelo.
Por parlantes, se escuchaban los
acontecimientos narrados por la radio. Los dirigentes estudiantiles llamaban a
asamblea. La radio trasmitiendo los primeros bandos militares. Los estudiantes
llamando a defender la Universidad: —La universidad es autónoma, no la
entregaremos— decían.
El golpe militar era un hecho. No me
encontré con mis compañeros de cursos, estaba solo. No podía comentar nada con
nadie, como pollo en corral ajeno deambulaba por pasillos y patios de la
universidad. Tenía pocos meses estrenando mis 18 años y los parlantes repetían
bandos militares.
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Felicitaciones Luis Danilo Macaya, buenísimo como todo lo que escribe. Saludos
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