por Omar Cid
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¿Cuál es la evaluación histórica que usted hace de la crítica literaria chilena?
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Dudo que la crítica se pueda ver aislada del contexto—histórico, social, cultural, institucional—, la crítica es una especie de registro de tendencias y preferencias culturales de periodos sucesivos, de las ideas vigentes, de las tendencias en la misma crítica, de los valores y gustos vigentes, de las condiciones políticas, de las vicisitudes del mercado del libro, etc., de ahí que creo que más bien se tendría que hacer un estimado en su correlación con otras instancias de la vida social, cultural e institucional. Así, no podría evaluar a ‘la crítica’ separada y personalizada, que de por sí no tiene mucho campo de maniobra y que en general tiene el papel de refrendar o reafirmar la institución literaria vigente, en definitiva ligada a la institucionalidad nacional, que manifiesta y configura un estado de cosas dado. No es algo que dependa de esta persona o la otra—aunque así les parezca incluso a ellas—y que pudieran por así decirlo condenarse o absolverse.
.Ante la crisis de discurso y de referentes, donde pareciera que todo lo media el mercado. ¿Qué función cumple el crítico literario en la sociedad pos-moderna?
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Tengo la impresión que, excepción hecha de sus instancias más marginales, el crítico publicita desde un medio un bien de consumo, una mercancía que es el libro, no creo que la postmodernidad haya cambiado eso para nada, pero de alguna manera—por ejemplo en el caso de la expresión virtual, que es también un fenómeno cronológicamente postmoderno—ya existe por lo menos la probabilidad de llegar con textos literarios a vastos públicos desde fuera del mercado, si no es por el gasto en servidores, confecciones de páginas y libros electrónicos, a veces el puro esfuerzo de conseguir listas de direcciones. Ahora, por otro lado la mercancía libro existe como tal sólo porque conlleva un sentido reflejo, un significado, un valor agregado significativo, y así se inscribe en el gran friso de la serie de objetos significativos mediados que en definitiva posibilitan el conocimiento. En la postmodernidad el crítico sigue conectando esa mercadería sui géneris con la historia de la literatura, lo estético, lo valórico, para así otorgarle su valor como mercancía. Yo diría que en el post modernismo ese mecanismo se hace más patente: el espectro de la difusión masiva gratuita de sentido/significado alerta por igual a los gobiernos y a los empresarios del conocimiento, ya que la circulación comercial del objeto libro pasa a convertirse potencial aunque remotamente en una posibilidad de distribución/circulación entre otras. Hasta ahora, el modo preponderante de circulación de la literatura había sido, se quiera o no, a través del mercado, y eso no es culpa de nadie.
.¿Cree usted que existe una deuda de la crítica chilena, con los escritores de la diáspora?
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Eso es bastante complejo y yo diría básicamente que no. En la medida en que hay una mirada de escritores chilenos, ya no tan sólo exilados, en el exterior, y que la crítica no da abasto ni siquiera para los autores nacionales—yo mismo desde ‘afuera’ he comentado libros de gente ‘de adentro’ que carecía o casi de ‘crítica’ en el país—, no sé hasta qué punto se le puede pedir cuentas a ‘la crítica chilena’, parte de la cual por otro lado se hace ‘afuera’. Gran parte de la ansiedad que muchos escritores chilenos de afuera tienen respecto a esto tiene que ver con la identidad aleatoria y problemática de la vida del transplantado en general, de la necesidad de reconocimiento y validación de una literatura que ya en muchos casos ha dejado de ser completamente ‘chilena’ en todo menos en su intención o denominación, que se abre a posibilidades de escritura o contenido ya no totalmente traducibles hacia ‘el interior’. El establecimiento de instituciones literarias al exterior, o el acceso de los escritores ‘chilenos’ a las locales o a otras aleatorias, puede focalizarlos en esa dirección, distrayéndolos de la orientación hacia Chile. Pienso en el caso de Canadá, principalmente y al fenómeno de la desigual, pluridimensional y pluricanónica “literatura hispanocanadiense” en gestación. Por otro lado, el éxito y reconocimiento a todo trapo de escritores chilenos afuera tiende a cambiar un poco el norte de la brújula, y en algunos círculos se empiezan a murmurar mitos nacientes de que la posibilidad de triunfar o ser reconocidos afuera es mayor que serlo en Chile, cuyo famoso pago ya es un lugar común. Por otro lado, aparte de los clásicos y una que otra figura, mucha literatura chilena no es muy traducible al exterior y más bien se la enfoca como conjunto de muestras de sectores y circunstancias generacionales, genéricas, étnicas, políticas, regionales, etc., criterio cada vez más prevaleciente en todos lados, que por otra parte tiende a verse reflejado en algunas muestras antológicas producidas afuera. En fin, es un temazo...
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En la búsqueda de referencias, ¿Qué función cumple la crítica a libros y ediciones extranjeras?
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Creo que si se quiere hacer cualquier trabajo serio en crítica, desde la nota periodística hasta la investigación bajo el alero universitario, y no sólo en lo de referencias, hay que ver todo lo que se pueda, en papel y electrónico a veces las ediciones en idioma original son mejor fuente, si se entiende ese lenguaje. Claro que desde el punto de vista de la crítica destinada al lector potencial de un mercado determinado, en este caso el chileno, la crítica del libro producido afuera no se justificaría porque no circula, no se puede comprar o pedir en la biblioteca y es atendible que a veces los medios ignoren estos libros cuando no son de autores ya con renombre. En caso de autores individuales y de grupos, tendencias, etc. no creo que las fronteras puedan determinar un criterio para la referencia o el estudio.
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A su juicio, más allá de los escritores favorecidos por el mercado y en su labor de diagnóstico literario, ¿Qué voces o discursos nuevos, atrevidos o simplemente rescatables ha podido encontrar en la literatura chilena contemporánea ?
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Mi conocimiento de lo que se produce actualmente en Chile es limitado, no estoy en el país y no recibo toda la información, pero tengo la impresión muy personal de que es entre los escritores existentes y que escriben hace décadas donde está todavía lo más interesante. Creo que la dictadura sin destape posterior y la rápida entrada de Chile a la globalización, significó una especie de marasmo de décadas que hace que haya menos sofisticación o experimentalismo o renovación. Además se hace sentir cierta demanda de material que sea representativo de grupos, tendencias, etc., en vez de literaturas con una estimativa centrada en la obra individual, cosa que pasa en todas partes, y se ha producido también la simplificación y facilitación de la lectura, con un papel cada vez mayor de la entretención—que se reflejan en los productos literarios que responden a esa demanda—acceso que conlleva la globalización, o el capitalismo desarrollado, el imperio de los medios masivos y la simultaneidad y rapidez de la comunicación electrónica. Pero en cambio hay mucha más accesibilidad por ese mismo proceso de globalización y por la Internet. Creo advertir sin embargo, a la distancia y a ojo de buen cubero que la proliferación de auto-publicaciones y editoriales pequeñas es siempre indicativo de fermento y renovación, habría resultado en obras bastante interesantes de autores jóvenes, o relativamente, sobre a todo a nivel de la poesía.
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Desde la aparición de Internet, ¿Es posible elaborar una antología en el ámbito literario, sin considerar el texto virtual?
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No es posible, además de que las antologías no se basan en las fuentes, en papel o electrónicas, sino en autores individuales, o tratan de representar muestras de corrientes, tendencias, generaciones, regiones, etc., si son más serías, entonces es irrelevante si van a encontrar y usar el material en papel o en fuentes electrónicas. Muchas veces uno encuentra material en línea y no en papel, y de hecho hay antologadores que recurren al Internet para material, crítica, etc., y en varios casos ponen esos textos luego en antologías impresas.
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Dónde radica el peso de la literatura chilena: en la poesía o en la narrativa en cualquiera de sus variantes. ¿Cuál es su posición?
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Tengo la convicción que la poesía chilena tomada en su conjunto se cuenta todavía entre las mejores. Porque creo que el español es un idioma privilegiado para la literatura y sobre todo para la poesía, entre otras cosas por su flexibilidad y sus discursos múltiples, la posibilidad de acogerlo todo y su abanico de versiones etnoculturales y tradiciones, y que la chilena es la poesía más rica y variada en castellano, sea o no esta riqueza y variedad reconocida en toda su gama por la crítica o las ediciones más institucionales. Casos teratógicos como el uniquísimo e intraducible Obsceno pájaro de la noche, obra sin igual en la literatura, o el tremendo éxito de Bolaño, no sacan a la prosa chilena de su carácter secundario respecto a su poesía.
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¿Cuáles son los silencios y las culpas de la crítica literaria chilena en los últimos cincuenta años?
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Como decía en la pregunta inicial sobre la valoración de la crítica, ni un crítico ni un grupo van a tomar decisiones, y si lo hacen y son públicas o publicitadas será porque de alguna manera concitan o representan contextos, estimaciones, ideologías, influencias, ‘estados de cosas’ socio culturales vigentes, sea eso de manera conciente o no.
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El crítico es un personaje por así decir social. Aunque Chile por tradición tiene un sólo periódico y en él un crítico, que concita la aquiescencia de la izquierda y la derecha—que como dijo Parra, unidas jamás serán vencidas—, no significa que Díaz o Ibáñez fueran ‘individuales’ en sus estimativas y orientaciones críticas.
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A la hora del juicio literario qué referencias estéticas propondría o es la pura intuición y talento.
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Diría que es necesario tomar factores objetivos y subjetivos, el origen del texto, su representatividad, su contexto, pero además el cómo el yo lector—situado a lo Ortega, en sus circunstancias, siempre más particulares que generales—recibe y se deja ir por el texto, los arranques de ira, emoción, placer, exaltación o risa que le provoquen. Ambos factores debieran idealmente ir de la mano, en este tiempo en que ya no hay un solo canon, sino múltiples estimativas, algunas nacientes y en busca de validación.
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¿Juega algún papel el contexto histórico en la elaboración de la crítica literaria o se trata del juicio del texto en sí mismo?
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Creo que la referencia a Ortega, en la respuesta anterior es suficiente.
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.* Jorge Etcheverry, Chile 1945. Reside en Canadá. Doctor en Literatura, escritor, poeta, traductor, crítico literario, co-editor de Split Quotation y creador de la virtual La Cita Trunca. Fue miembro del Grupo América y la Escuela de Santiago. Poemarios publicados: "The Escape Artist/El evacionista" (bilin. 1981), The Witch. Split Quotation. Ottawa, Canadá, 1984/85. "La calle" (1986; en inglés, 1997), "A vuelo de pájaro" (1998), "Vitral con pájaros" (2002), Reflexión hacia el sur (2004). ..