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In aere edificare
San Agustín
La carta elaborada por un grupo de escritores chilenos (Omar Pérez, Andrea Jeftanovic, Carmen Gloria Berríos, Teresa Calderón, Sergio Badilla, Mario Artigas, Fesal Chain y Malú Sierra) y enviada al actual ministro de cultura, donde se insiste en solicitar una nueva institucionalidad para el libro, porque la existente no favorece a los literatos, es compartida de manera generalizada, por el mundo de las letras.
Lo que en ningún caso podemos compartir, al menos quienes estamos inscritos en la Sociedad de Escritores de Chile y cumplimos algún tipo de función dentro de dicho organismo, es el juicio que se tiene sobre su labor y representación dentro del Consejo del Libro y la Lectura.
Tenemos conciencia que los consejeros nombrados por el directorio de la SECH, desde el nacimiento del Consejo del Libro, en su mayoría, han defendido dentro de sus posibilidades los intereses no sólo del gremio, sino de los escritores en general, incluso, siendo ellos mismos afectados, esto bajo el total desconocimiento de la “comunidad literaria”.
Estos consejeros, tan cuestionados, han propuesto innumerables veces, a personas que no pertenecen a la SECH, para cumplir algunas labores pagadas, como ser jurado.
La Sociedad de Escritores con su personalidad jurídica, ha avalado cientos de proyectos, a personas que no tienen filiación gremial, sin exigir a cambio ningún tipo de compromiso y con el único fin de prestar un servicio.
Resulta muy difícil comprender, desde nuestra perspectiva de socios y escritores, el ataque a un organismo gremial, sin pertenecer a él, como es el caso de la mayoría de los firmantes de la llamada carta al Ministro Luciano Cruz –Coke.
Absolutamente distinta, es la evaluación pública o privada que se tenga sobre tal o cual dirigente de la institución, pero ustedes nos disculparán, de eso debemos dar cuenta los propios asociados con derecho a voz y voto.
El desprestigio gratuito hacia una organización gremial, esconde el PRE-juicio, de quiénes suponen que el poder de la letra puede alterar un céntimo la realidad. Podríamos juntar mil firmas de escritores chilenos, si los hubiera. Para no lograr absolutamente nada.
Cuando los llamados “intelectuales de las letras” comprendan que la posibilidad de transformar la realidad, se encuentra a una cierta distancia de su ombligo. Podrán concordar junto a nosotros que los cambios institucionales que se han logrado en Chile, salvo excepciones que tienden a confirmar la regla, se han hecho con gremios fuertes, trabajando de manera mancomunada a favor de una idea. Edificar en el aire, no cuesta nada, asevera San Agustín y los escritores chilenos son especialistas en fundar castillos en el aire.
Nosotros francamente, no estamos por construir fabulas o metáforas de organización, ya la presión del mercado, la atomización social, la cobardía y el silencio como herederos perdurables de la dictadura y post-dictadura hicieron lo suyo y de eso estimados colegas, no es culpable una organización, a lo más, es el simple reflejo de lo que son los escritores chilenos hoy.
Desde nuestra dignidad de asociados y responsables del Blog de la institución.
Gregorio Angelcos
Omar Cid
Alfredo Lavergne
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