sábado, 26 de junio de 2010

Carolina Quinteros. Nicho 56, Sudor Editorial, Tiltil, Región Metropolitana, Chile.

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En libros recibidos, Carolina Quinteros nos llega como hojas entre dos muertes. Versos de vida libre que riman en el canto del prólogo de Polentzi Uriarte García De Cortázar Ámsterdam/Santiago, Abril del 2010. Que la recrea así: Ella lo ha descubierto, ella la encontró “sentada en las cuatro esquinas del universo” y nos avisa que "la muerte brinca dulcemente, letal y casi incipiente en el alma y en el agua de la vid.”

Y la poeta elige para su primer publicado, un selecto de otra gran chilena:

“Había sufrido la muerte de los vivos. Ahora anhelaba la inmersión total, la segunda muerte: La muerte de los muertos.”
“La Amortajada” María Luisa Bombal



Sombras

Sólo sombras.
Soles invernales en los ojos que se nublan por la concavidad del éxtasis…
Sólo sombras.
Lunas mutiladas por el talle de los miedos.
Oblicua gestación de un nuevo mundo,
vislumbrado como una calle parecida al infierno,
al paraíso o al limbo
en el desconocido sitio que gime en la alborada de los días…

Sólo súplicas.
Espasmos que se quiebran en los espejos de la noche…
Sólo agujeros en el viento…
Sólo silencios en mi boca y tu boca,
en mi palabra que te lleva quieto por la inmensidad oscura.
Dulce himno.
Vaso de misterios que no deja huella en el camino de los días.
Sólo manchas de un momento grácil en el vientre de los miedos.
Pinceles que se agitan al vaivén de los reflejos de tu casa y mi casa.
Una lámpara que alumbra el camino del desvelo,
cuando en la avenida se pierdan nuestros pasos.


Desde mi aliento

Desde mi aliento, quiero invocar una plegaria, un rezo absoluto.
Y a través del crucifijo, quiero contemplar esta tristeza
que atraviesa por la intemperie y la soledad del alma.

Desde el rincón de mi catarsis, tal vez un preámbulo
deje un hálito calado en mi padrenuestro,
porque el viento, de tarde en tarde dibujará una sonrisa,
una caricia o un dolor ajeno.
Las noches verterán sus luces, opacas en las sombras,
claras en la búsqueda perpetua.

La huella será guía del camino,
entre el cansancio y el vigor de la sorpresa.
Toda la tormenta de mis huesos se hará invierno en esta espera,
serpenteando el gélido espanto de los momentos
y como terrores absurdos serán los miedos,
declinando el comienzo y el fin de la vida


Confesiones
I


El día de tu muerte,
vi la llovizna caer en tus ojos de fuego.
Luego supe que la inmensidad se hizo cargo de tus fuerzas
y un vigor violáceo quedó indómito,
entre el crucifijo y el plenilunio del silencio…

Vi que las hojas caían de los árboles y que el cielo se oscurecía
cuando fenecías dentro de las sábanas de nuestro amoroso lecho.
¡Y tan gélida fue la intemperie de los vientos!
que la tormenta dibujó en la ventana, la brisa que aquietó las lágrimas.
Una oración voló de pronto silenciando los suspiros,
cuando lentamente varios hálitos vistieron tu cuerpo
de guirnaldas y escarchas de colores dentro de universos gélidos…

Entonces se escapó el tiempo
como inmortal heredero del sollozo,
erigiendo una excusa sin nombre ni apellido dentro de mi alma.
La habitación se hizo mustia,
porque más tarde, la muerte – me dijo- “cubriría con estepas tus mejillas”,
aún cuando las sombras del infierno, ensombrecieron tu propia sombra.
Y así, alrededor de tu lecho se quebró la magia
y no hubo más que soledad y uno que otro recuerdo ajeno.


Llueve

Esta tarde,
llueve quieto, llueve amargo,
llueve a cristales escarlatas,
a girasoles, a noruegas tardes de otoño…

Llueve viento, llueve cóncava tu mano.
Estás lejos…Hueles muerto.
Y la lluvia también huele a fantasía,
a dolor eterno.
Y la lluvia cae, gime garúa, gime mío.
Gime el viento, gime la lluvia.
Llueve en la catedral y en la iglesia allá del campo.
Llueve a cemento, a mármol de tu risa, de tu llanto mudo.
Y gime como entonces, emancipada mi templanza
Y la lluvia, llueve a jirones de mortaja,
de locura y sinrazón de esperanzas…
…Llueve mi alma y mi entraña…
Llueve como entonces, la tarde aquella.


Epílogo

A mí me gusta oler a lágrimas y a tiernos llantos.
Oler a tristezas y a flores de los tiempos.
Acariciar los espasmos absolutos de los cementerios.

A mí me gustan las coronas que se yerguen como gotas de claveles
entre los pasos y el silencio de la vida.
A mí me gusta saborear el aroma de las aguas y de los días
dentro de las penas y superar con mi nostalgia,
la caricia entre formas y montañas.
A mí me gustan los epitafios que se enfilan como mármoles sagrados
alrededor del escondrijo de una risa
y la lluvia es más tormenta en los templos de las almas de los muertos.
Espirales que se enredan como lirios, como formas indeleblesde las tumbas.


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viernes, 25 de junio de 2010

Nancy Molina Vargas

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El Molio
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Cada vez que aparecía en la esquina de mi casa, corríamos despavoridas. El cuerpo amorfo, su vaivén al caminar, nos hacía reír y el enorme saco que cargaba en la espalda nos asustaba. Al punto de gritar si nos pillaba de improviso.
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Marcela un día contó que era El Viejo del Saco en persona. Relato que me causó mucha curiosidad y más cuando Paola confirmó la versión de Marcela; argumentando que su propio padre la amenazaba con entregarla al Molio. Si no se comía toda la comida.
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Asustada e inquieta, pregunté a mi padre. Explicó que el Molio era un hombre que tenía la gran desventura de ser muy chiquito, tener una gran joroba y ser medio lentito. Pero, que eso del Viejo del Saco no era verdad y que no debíamos temer ni molestar ese hombre.
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Pero, al oir al Molio cada tarde retar a los niños, escuchar las amenazas de meterlos en su saco; sinceramente dudé y opté por correr despavorida junto a mis amigas antes que nos alcanzara.
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Una tarde, estaba apoyada en la reja de la casa junto a mi hermano mayor, sentimos un alboroto, era el Molio que doblaba la esquina con su típico vaivén, garabateando entre balbuceos, amenazando a los niños que lo molestaban y tiraban piedras. Todos esperaban que se acercara bastante para salir corriendo. Reconocí entre ellos a mis amigas Marcela y Paola. Corrían tan fuerte que terminaron en el suelo al enredarse entre ellas, mientras el Juan y el Loro juntaban piedras para tirar al Hombre del Saco. Se acercaba y todos corrían y cada vez más cerca de mi casa.
Yo observaba a mi hermano que miraba sin inmutarse. Esperaba la señal del mayor y estaba lista para salir corriendo. Pero, parecía no darse cuenta de lo que pasaba y sólo sonreía, a pesar del peligroso acontecimiento. El estómago se me heló cuando El Hombre del Saco llegó al extremo de la reja, quise salir despavorida, pero sentí la mano fraterna en el hombro, en señal y orden de quedar quieta. En ese momento, empecé a recordar las últimas acciones cometidas y busqué en el miedo, las grandes desobediencias que podrían condenar a caer a la enorme bolsa que cargaba Molio. Mis piernas temblaron cuando llegó a nuestro lado, se quedó observando a mi hermano, miró directamente a los ojos y sentí que la respiración se me detenía.
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Molio bajo lentamente el saco de su hombro y una vez más tuve la intención de correr. Fue un acto reflejo de supervivencia, pero nuevamente la mano firme del hermano me obligó a quedar quieta y resignada a observar.
Abrió su saco y con una lentitud eterna, observó dentro del saco, como buscando el castigo. Metió su extraña mano hasta el fondo, sacó dos enormes manzanas, dos de sus tesoros y nos los obsequió. Miró a mi hermano y le dijo que yo era bonita, que no arrancaba. Él respondió con una sonrisa.
Molio me fijó a los ojos, levantó su saco poniéndolo en su hombro, me dijo chao y se fue como todos los días, con su vaivén perdiéndose por la calle Rubén Darío. Allá en el Sur, en Valdivia.
Nunca antes había probado manzana tan dulce y jugosa. Desde ese día vi pasar muchas veces al Molio y nunca más corrí.


LA LAVADORA NO FUNCIONA
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Cuando llegó tan orgulloso con la lavadora automática, supe que no resultaría. Era usada, la habían desechado por vieja y lo dije. Me acusó de ser una mal agradecida por lo de no comprar cosas roídas. Estaba segura que era un gasto inútil. Pero insistió, recalcó que era una mal agradecida y además soberbia.
Sentí su competitivo entusiasmo al instalarla, su orgullo por tener una automática en casa y su alegría por el magnífico negocio. Sólo le habían cobrado diez mil pesos. Era el negocio del año.

- Los vecinos rusos son ricos y cambian de lavadora porque está pasada de moda.

No dije nada, observé con calma, traté de compartir la alegría y rogué que tuviera razón. Dos años sin lavadora era suficiente para desear que todo estuviera bien y sería la primera lavadora automática de mi vida.
Fue una tarde eterna, recuerdo que intentaba hacerla funcionar, pero se dilataba el momento por cualquier razón y no quería insistir con el tema. Así que lo dejé solo para que pudiera concentrarse en la reparación del artefacto. Al rato llamó para indicarme lo equivocada que estaba. La lavadora funcionaba, giraba y giraba con una carga de ropa que él mismo había seleccionado del tambor que rebalsaba a simple vista. A pesar de ello, me alegré y sentí entusiasmo. Satisfecho de su compra, de la instalación, se retiró a seguir con sus actividades acostumbradas y su trabajo. Mientras en el baño la lavadora seguía con su arrítmica labor.
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Pasó bastante tiempo y llamó mi atención que la lavadora no descargara agua, no cambiara la frecuencia de su girar y lo llamé. Al inspeccionar, dijo que todo estaba bien y molesto volvió a sus quehaceres. Pero nada cambió, la “automática” siguió girando sin expulsar agua, sin cambiar el ritmo y volví a pedir que la revisara, pues la máquina me asustaba. Me retó, me dijo alharaca y no fue a verla.
Observé por algunos minutos su rostro contrariado y me fui al baño a ver qué podía hacer con el problema que tenía en ese momento. La examiné, traté de leer en las desgastadas teclas de funciones e intenté encontrar el antes molesto Stop. Fue inútil, así que simplemente la desenchufé.
En ese minuto entró y me miró en forma muy desafiante, la volvió a enchufar y se puso a mover todo lo que pudo encontrar. Luego, se acordó de lo principal; el catálogo. Su rostro volvió a la vida y pude respirar con algo de tranquilidad. Había esperanzas de terminar bien el día. Llegó con el catálogo, pero era en ruso.
Todo igual, la lavadora con una carga de ropa y llena de agua sucia. En un forcejeo con la pobre máquina se abrió la puerta y el agua empezó a correr por el baño mientras intentábamos evitar que se mojara el resto de la casa. De pronto, simplemente se detuvo dejando que todo se inundara.
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Como hipnotizado retrocedió hacia el dormitorio, cogió un bolso, empezó a echar ropa, lo seguí y cuidé silencio. No supe que decir, miraba con odio que no podría describir. Me animé y pedí que no se fuera, pero dijo que no soportaba mi mal genio, la soberbia, el egoísmo y que estaba harto.
Lo vi caminar con el bolso en bandolera hacia la puerta, pregunté si estaba seguro, miró con una mezcla de ese algo que no funciona y partió de la casa.
Me senté en una mesita al lado de la puerta, para observar cómo se alejaba sin voltear, mientras los latidos de mis cuatro meses de embarazo llegaban hasta mi garganta y mis manos frotaban el vientre. Acunando, para evitarle lo que estaba pasando.


Nancy Molina Vargas. Valdivia, Chile. Escritora del mundo virtual. Amante de las letras, la música y toda expresión artística. Coleccionista de vivencias y se define soñadora. Publica sus textos en "Los cuentos net" y seleccionada para la "Antología Poética Víctor Jara" del Centro Chileno Bernardo O´higgins de Argentina. Colabora en la revista literaria
La Mancha.
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miércoles, 23 de junio de 2010

José Saramago: Nos quedan sus libros y ejemplo

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por Ruth González-Vergara
Escritora y biógrafa

José Saramago. Azinhaga, Portugal, 16 nov.1922- Lanzarote, España, 18 junio 2010. Su viaje ha terminado. Ha dejado un gran vacío en las letras y el mundo de los desfavorecidos. La cultura de luto y la sociedad lo llora. Pero nos quedan sus libros.

Saramago que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998, escribió novelas, poesía y ensayos, entre los que cabe recordar "Tierra de pecado" (1947), "Levantado del suelo" (1982), "El año de la muerte de Ricardo Reis" (1984), El evangelio según Jesucristo" (1991), o Caín" (2009).

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Perseguido por la dictadura y los fácticos poderes, SARAMAGO fue un hombre consecuente y de firmes ideales, participando en la Revolución de los Claveles, que trajo la Democracia a Portugal (1974) tras larga y tenebrosa dictadura militar del general Salazar. En la década del noventa se autoexilió en España, Islas Canarias (Lanzarote), por discrepancias con el poder de turno, Cavaco da Silva, que con despótica ceguera desconoció su nombre para foros, tribunas y premios. Hijos de campesinos ejerció humildes oficios. Fue autodidacta hasta que un día se decidió a escribir y publicó su primera novela (Tierra de pecado), 1947, elogiada por la crítica. Una segunda novela "Clarabóia" (Claraboya, 1948) permaneció inédita y luego un parón sin publicar por veinte años... Muy comprometido con los Derechos Humanos y con las causas humanitarias, el escritor SARAMAGO es una de las personas más honestas y apreciadas en el siglo actual.
Siempre junto a los humildes y las causas justas, estuvo presente en la Puerta del Sol en Madrid donde escuché su discurso y le oí decir una y otra vez: "¡NO A LA GUERRA, NO A LA GUERRA!", guerra que había declarado USA y Gran Bretaña a Irak con la complicidad del Gobierno de España, J.M.Aznar - (Recuérdese la foto de las Azores)... El gran SARAMAGO, que fuera confundido por... mujer (Sara Mago) por una ministra de Aznar cuando obtuvo el Nobel de Literatura, deja una herencia literaria excepcional y un hueco en el espectro de los derechos humanos. Porque SARAMAGO supo transformar el pesimismo del mundo deshumanizado en una actitud combativa.
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Su gran preocupación por la crisis económica actual se refleja en estas palabras: "El sistema financiero mundial se ha hundido por sí mismo"... “Espero que la situación se recomponga y que la gente que ha perdido su trabajo vuelva a tenerlo. Es una crisis para llorar y que va a perdurar mucho, muchísimo". Más de una vez dijo "Estamos ciegos", tal cual se advierte en su extraordinario ensayo sobre "La Ceguera" (1995), obra en la que hace planteamientos éticos, advirtiendo sobre "La responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron"; donde "la dignidad del ser humano es insultada cada día por los poderosos de nuestro mundo"; "donde la mentira se impone a menudo sobre la verdad". "El ser humano dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto por los demás".

* De visita en Madrid saludan la partida de José Saramago los escritores chilenos: ADRIANA ARRIAGADA de LASSEL y RONNIE MUÑOZ MARTINEAUX.

ADRIANA de LASSEL, escritora chilena, reside en Argelia desde hace años. Viene a Madrid para preparar la edición y publicación de un nuevo libro, invitada por su editorial. Adriana de LASSEL es autora de varias novelas una de las recientes es "Lucas El Morisco", cuyo tema es la emigración y la marginación. Hay en esta narrativa un trasfondo histórico que se desarrolla en un amplio contexto y plurales itinerarios que abarcan España (Toledo, Sevilla, etc.), Francia, el Mediterráneo musulmán e incluso el Nuevo Mundo de la América Hispana (Puebla, Veracruz, Baja California, Valparaíso). Es la historia del emigrante Lucas, "escapado de las persecuciones de su tiempo" (p.272), un hombre de dos culturas, Lucas El Morisco, un "llovido", un clandestino, un "sin papeles" y sus descendientes. Como él, tantos emigrantes que recorren un sinfín de lugares para buscar mejores horizontes. La respuesta en todas partes es persecución y castigo, entre ellos el Santo Oficio, la delación, la discriminación, la violencia gringa cuando los buscadores de oro en la Baja California, etc. El emigrante "sufrimiento de una vida sin libertad de fe, sin costumbres propias, sin valor alguno" (p.91). Tiempo y espacio se concatenan en una búsqueda y explicación de la vida: "El tiempo no se detiene, es como una ola de viento que nos envuelve, nos cambia, nos gasta... El tiempo es nuestra nodriza y nuestro sepulturero" (p.145). Es el tema del exilio universal que se reitera a través de la historia y la época a actual. Son los emigrantes "sin papeles": mexicanos perseguidos en las fronteras de EEUU, los africanos del Magreb que huyen de la pobreza para acudir en pateras a las riberas de la rica Europa, a España, donde generalmente encuentran la muerte en el mar, la prisión o la deportación.

RONNIE MUÑOZ MARTINEAUX, poeta y periodista, ha publicado cinco libros de poesía y un ensayo sobre la novela ecuatoriana, entre ellos: "Acuario Literario", "Poemas a Barranco". En Ecuador escribió su poemario "La piel del regreso" en que vierte la nostalgia por el Chile libre, creador y democrático que hubo de abandonar por presiones de la Dictadura pinochetista. Filebo, Luis Sánchez Latorre, ese gran presidente que tuvo la Sociedad de Escritores, dijo de su poesía que " mezcla la juventud pureza alegre de Romeo Murga, o sea la juventud, y la pasión solidaria de Andrés Sabella, la ternura". Ahora presentará en Madrid su poemario "Juego Crepuscular" de la Editorial Valladolid.
A Ronnie Muñoz lo conocí años ha cuando yo era estudiante de la Universidad de Chile y compaginaba estudios con trabajo, en la Central de Talleres del Servicio Nacional de Salud. Hijo de la jefa de uno de los Talleres, María Martineaux, de origen francés, mujer de muy buen trato, Ronnie era un joven rubio, desgarbado que hacía trabajos temporales en la Lavandería de la CT para procurarse su veraneo. Lo veía deslizarse por los pasillos con un carro lleno de ropa para los hospitales de Santiago y en la otra mano un libro de poesía que acaparaba sus ojos.... Ya prometía como poeta.

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Cecilia Palma: Poeta chilena

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por Alfredo Lavergne


Lluvia tras la piel

A pasos breves me
entrego a su boca
a su aliento de bruja envenenada
el viento rasga los
muros
alucina lluvia ácida
cierro los ojos que me duelen
porque con ellos
hiero a la muerte
la soledad atrapa el conjuro
y encierra el vértigo del
invierno, ese
que juzga a la sangre
a la montaña de rocas encantadas.
El agua arremete en mi contra
baña a la historia y a mis entrañas
salva al cuento
al paso que doy entre charcos
a la boca que bebe de su poción
y la seduce.
No es cierto que la lluvia sana
hay que volar más alto
arriba de los cirros amoratados
allí donde habita la que
cose el alma a los cuerpos
la que sabe qué fue
de aquellos que
cargo a mis espaldas.

La lluvia siente mi sueño
indaga a mis demonios
hay un pecho abierto en
la esquina
soy libre de volverme
la piel.


Una noche de lluvia

De calle en calle
una esquina encuentra su
vértice
noche de lluvia
negra noche de ciudad vacía
el asfalto sonríe húmedo
al lúcido guiño de un reflejo
el viento, inconsciente
guarda en su memoria
años de amores grises
de muros acechando víctimas
de gotas que besan las
huellas de un náufrago silencioso
y ausente
una noche de lluvia
detiene un reloj
pulsa un encuentro de collares falsos
ama a un vidrio prisionero en
cuatro varillas de aluminio
esa noche
guarda una lengua fresca
y abraza racimos de notas
que cantan
ella balbucea por las rendijas
otra historia de arcas.


Enamoramiento de la lluvia

Siento respirar la lluvia
atrás del vidrio que la espanta
un par de ojos vigilan el
paisaje
al árbol que se esconde de
la mañana
al paso de un ave que emigra.
El agua escurre silenciosa
ajena de la miseria
de la sed de un viejo triste
una gota transparente deja que
la empuje hasta el límite
me embriaga su tacto húmedo
y frío
hay un cisne agitando celoso
sus alas
maldice con un grito a mis
manos.
La lluvia es un beso libre
le digo, pero agrede a los
cantos de libélulas nocturnas
creyéndose el dios de un
imperio de agua y sangre
el cisne en secreto
guarda un pedazo de la
tormenta
y resentido golpetea el vidrio
al otro lado de mi conciencia.


EL CIEGO

El ciego golpea su marcha
toques suaves
precisos golpes de
bastón en Braille
no conoce el ciego su rumbo
lo pulsa
secretea con la bruja
le pregunta por ti
las piedras las rubrica con
su estela de toqueteo, el ciego.
Anónimo su andar y
negra
negra
su línea de fuga
pero avanza.


Cecilia Palma. Santiago, 1962. Pertenece a la llamada generación NN o de los “sobrevivientes”, como se menta a aquellos escritores que comenzaron su actividad literaria en los ochenta o inicios de los noventa; en el periodo de la dictadura militar chilena. Fue durante dos periodos, miembro del Directorio de la Sociedad de Escritores de Chile. Sus textos han sido traducidos al italiano, inglés, ucraniano, alemán, francés y noruego. Ha participado de varios congresos de escritores tanto en Chile como en el extranjero.
SUS LIBROS: -A pesar del azul 1992. Autoedición; -Asirme de tus hombros 2002. (Colección La Estocada Sorpresiva) Editorial Mosquito; -Piano Bar. (2007) Subway Ediciones. (Beca Fondo Bicentenario, Municipalidad de Maipú); -Central Los Molles. Ediciones privadas, Endesa Chile (2009); -Amanecer en Cipreses. Ediciones privadas, Endesa Chile (2010), -Baldomero Lillo. Obra Reunida, Editorial RIL (Beca Fondo del Libro); Vuelvo de Siberia esta tarde. (Inédito – mención honrosa concurso nacional Eduardo Anguita); El Beso de Judas. (Inédito).
ANTOLOGÍAS: -1997, Antología Cien poemas de amor y de lucha; -2005, Antología Poesía de los 80; -2006, Panorámica de la Poesía de Maipú; -2007, Antología El Lugar de la Memoria; -2008, Antología “Presencia Femenina en la Literatura Nacional”. (Chile 1750-2005); -2009, Antología Fin de Siglo. Nueva Poesía chilena años 80; -2009, Chile Fértil Provincia, Antología de la Poesía chilena. Casa de las Américas. Cuba.
RECONOCIMIENTOS (últimos) -1995, Beca Fondo Nacional del Libro y la Lectura, -2007, Beca Bicentenario, Municipalidad de Maipú. Libro Piano Bar; -2009, 2ª Mención Honrosa, concurso Nacional Eduardo Anguita -2009, Beca Fondo del libro, apoyo a Ediciones Especiales. Baldomero Lillo. Obra Reunida.

Más de la labor de la poeta:
Vistazos Poéticos
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domingo, 20 de junio de 2010

Selectos del poeta colombiano Raúl Henao


Por Jorge Alberto Dipré


EL OLVIDO

Cerca al desposeído al desamparado
El olvido pasea sus muertos
Insepultos entre la niebla
Cruza el sordo la calle
A brincos la sangre le hace señas
En el espejo de la mañana.

Y no hay un árbol a la redonda
Donde poner un nido de pájaros
Una sola nube donde acampar al sol.

El olvido pasea sus muertos insepultos
Cerca al desposeído al desamparado.
El sordo cruza la calle.

Entre la niebla acampan los pájaros
Porque no hay un sol donde poner una nube
Un árbol donde borrar
La sangre a cántaros de la madrugada.

(de El Partido del Diablo)

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LA REALIDAD Y EL DESEO

La tarde arrastra una banda de música
Tras los faldones del viento.

Súbitamente delante de mi vista
Una alada pareja de baile
Persigue las notas otoñales
Del acordeonista solitario
Al fondo de la alameda
Un ciego trastabillante
Bajo la lluvia
Aparece en el parque dominical
Al paso que la estatua
De mármol de mi pensamiento
Pierde su última hoja de parra
Al avecinarse el anochecer.

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(de El Partido del Diablo)

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DAMAS DE LUTO

La noche del sábado arrimaban a mi mesa
una botella de brandy y dos mujeres de luto.


Era muy negra, muy negra ese día mi estrella.
fuímos a un teatro de pacotilla


Donde había la escalera a la luna de un pintor
que sacudió un tarro de pintura
en mi solapa.

El villano que paseaba en escena
las narices puestas en el escote
de las damas de luto,
me miraba a la salida
desde el espejo empañado de la taquilla.

Se hicieron gárgaras mis palabras de amor
y tomé el primer taxi a la vuelta del teatro,
mientras la luna escupía huesos de fruta a mi paso
y el viento en las esquinas, pasaba lista a la aurora.

(de Sol Negro)

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ALBORADA

¿Es una fuente o una muchacha
desnuda
la que ese viejo alcornoquero
persigue en el descampado
del parque?

Un tribunal de helechos
parece agolparse

en la galería al aire libre.

Mientras alrededor
del ruinoso estanque.

Algún visitante ocasional


Cae en los hermosos brazos
de la bruja albina
siempre a horcajadas
de la ventisca mañanera.

Yo soy ese arrobado comedor de opio,
la sal en la taza de té.

(de Sol Negro)

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EL AZAR DE TUS PASOS

El azar de tus pasos por el que tomas
cada vez mis caminos

Cada vez que vuelves el rostro
hecho de un fino hilo de agua

Endulzas tus palabras guardadas
para los días de fiesta

Corteses como damas de compañía
en el mirador de un hotel

Cuyas escaleras mareadas jamás prestaron
su mano a otra boca más roja

Ramas con azulejos tus cejas
bajo las que corres
una armadura de cota de malla

He visto como olvidabas tus ojos
en la porcelana de sol:
Leche derramada en la mesa de noche

Pero nunca dejabas de preguntarle
a una rosa abandonada en tu escote

Parte de su encanto consiste en borrar
de tu mirada otro paisaje

Vueltas a encontrar tus horas
en un reloj de arena

La ceguera tiene salas para jurar
en vano que mientes

Si dices que despiertas para los que sólo
sueñan que despiertan.

(de la Parte del León)

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Raúl Henao. Poeta y ensayista colombiano residente en Medellín desde 1951. Ha vivido en EE.UU, Venezuela y México; y representado a Colombia en numerosos Congresos y Festivales Internacionales, entre ellos en el Segundo congreso de escritores de lengua española (Caracas, 1981). Festival Internacional "Noptile de Poezie" de la Curtea de Arges (Rumania, 2001). Primer Festival Internacional de poesía de San Salvador (El Salvador, 2002). Primer Festival Mundial de Poesía de Venezuela (Caracas, 2004). Cuarto Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua. Y en el Festival Internacional de Poesía en Medellín ( I, IV, VI, XIII ).

Libros publicados: Combate del Carnaval y la Cuaresma (Editorial Gamma, Medellín, 1973); La Parte del León (Ed. Monte Ávila, Venezuela, 1978); El Bebedor Nocturno (Ed. Instituto de Cultura y Bellas Artes, Cúcuta, Colombia, 1978); El Dado Virgen (Ed. Fundarte, Caracas, Venezuela, 1980); Sol Negro (Ed. Unicornio, Medellín, 1985); El Partido del Diablo / Poesía y Crítica (Ed. Lealón, Medellín, 1989); El Virrey de los Espejos (El Oso Hormiguero, Editor, Medellín, 1996); La Vida a la Carta / Life a la Carte (Antología bilingüe Ediciones del Festival Internacional de Poesía en Medellín, 1998). La Belleza del Diablo (Madrid, España, 1999) Sol Negro (Reedición en la “Colección de poesía” de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2006.) La Doble estrella: El Surrealismo en Iberoamerérica / Notas y Entrevistas Poéticas ( Editorial Endymión. Medellín 2008).

Su obra poética en el género del haikú ha sido publicada en dos libros: Antología do haikai Latino-Americano (Alinca Cultural Brasil-Japao/ Massao Ohno / Editores. Sao Paulo, 1993). Y en Haiku international Anthology: The Leaves are Back on the Tree (Atenas, Grecia, 2002).

Es actualmente “miembro honorario” de la World Haiku Associations con sede en Japón. Su poesía se ha traducido parcialmente al inglés, francés, alemán, portugués, italiano, rumano y griego.

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viernes, 18 de junio de 2010

Leo Lobos: “La poesía parece estar más del lado de la música y de las artes plásticas y visuales que de la literatura…”

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Leo Lobos (Santiago de Chile, 1966) es poeta, ensayista, traductor y artista visual. Laureado UNESCO-Aschberg de Literatura 2002. En 2003 recibe la beca artística del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes del Ministerio de Educación de Chile y el 2008 la beca de creación para escritores profesionales del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile.
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domingo, 13 de junio de 2010

Tópicos o Lugares Comunes en la Creación Literaria Aisenina

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Por Ana Iris Salgado G.

Hablar de tópicos en la literatura de Aisén es una tarea interesante, aunque no exenta de delicadeza y minuciosidad. No basta con haber convivido con esta geografía durante muchos años. Tampoco basta con saber o vislumbrar algo del origen y desarrollo de la literatura en Aisén. Es necesario, sobre todo, tener y manejar un conocimiento lo más amplío posible de la producción literaria en la región. Es vital necesidad el haber leído a los creadores locales. Es ahí en donde la tarea se vuelve un tanto difícil. No por un desconocimiento voluntario, sino porque la fuentes son escasas y dispares. No olvidemos que gran parte de esos creadores no cuentan con libros propios y, en general, sólo se pueden encontrar algunas obras en antología o en diversas producciones de circulación esporádica o sistemática (sin dejar de lado lo importantes encuentros, reuniones y tertulias literarias y , hoy en día, la web que nos brinda nuevas oportunidades). Lo que sí está claro es que en Aisén existe un gran número de personas que no ha permanecido indolente ante ese llamado persistente que lleva al ser humano a escribir.

La creación literaria en Aysén, desde los primeros colonizadores que registra la historia, surge, sobre todo, como un llamado imperioso de la naturaleza y el paisaje. Un grito que se hace eco para volar lejos y luego regresar, emprendiendo un nuevo vuelo que manifiesta, en el papel, ese ser que está presente en este peculiar lugar.

La historia de Aisén es relativamente joven. Aún así no podemos dejar de soñar en un pasado lejano. Una ruta en donde estuvieron pueblos ancestrales, ya desaparecidos. Responsables de ello fueron las cascadas de hombres homicidas que ignoraban el valor de esas culturas. Por causa de ello, son pocos los vestigios que tenemos, aunque quisiéramos soñar que también hubo en ellos una vena literaria, porque tampoco pudieron permanecer ajenos a la necesidad de vaciar sus secretos (aquéllos que nunca conoceremos). Los hombres posteriores tuvieron mejor suerte y la magia de escritura nos ha permitido conocerlos a través de libreta de apuntes o canciones de antaño. Todo eso no quita el deseo de tener un conocimiento mucho más acabado de sus obras.

Siendo una región nueva y despoblada, su literatura es también incipiente en cuanto tiempo o duración, aunque febril y vertiginosa en cuanto a producción. Esta noble actividad también ha encontrado lugares comunes y temas que parecen decirnos que la misma avidez de expresión y los mismos motivos han llevado a muchos a tomar la pluma. No para escribir lo mismo, sino para identificarse y expresar lo divino que, la realidad o irrealidad, nos pueden parecer en un momento determinado.
Surge, de este modo, la inquietud por reflexionar sobre aquellos tópicos literarios que de algún modo unen esas creaciones. Pensamos en los tópicos como tema recurrente, pese que los escritores puedan mostrar diferentes corrientes o influencias literarias. Los tópicos no son nada nuevo en el estudio literario. Además, no solamente existen en literatura, también se pueden dar en la música y hasta la pintura e incluso en el análisis de un pueblo. Los escritores de Aisén han reiterado, de algún modo, distintas temáticas que han sido desarrolladas según el particular estilo de cada uno. Eso es lo que significa también recoger lugares que luego pasan a ser fórmulas que toman un real significado en la conceptualización de imágenes, situaciones o esquemas temáticos. Los tópicos son parte de las modalidades retóricas de una tradición literaria, aunque actualmente puedan estar tomando distintas formas o matices.

En la literatura aisenina confluyen varios tópicos fundamentales de esa tradición cultural. Todos ellos directamente relacionados con el encuentro directo con la vida en este rincón del mundo y las añoranzas ante un pasado que va quedando cada vez más lejos.
Los temas recurrentes que se plantean, tanto en lírica como en narrativa, no son necesariamente semejantes. Específicamente en los cuentos no es posible una agrupación temática similar. En el caso de los relatos rescatados de la tradición oral, se da preferentemente la alabanza o demostración de la vida campesina y gauchesca o la nostalgia por esa vida en tiempos mejores. Por otro lado, también está la imaginaria y la oralidad, recopilada en mitos y leyendas que diferentes narradores han llevado al papel.
En muchos cuentos y relatos existe la exaltación de las faenas del campo, las mentiras alrededor del fogón y hasta un cierto grado de mitología y/o superstición. Otras veces anécdotas del campo, acompañadas de las artes culinarias propias o el disfrute por las costumbres y tradiciones gastronómicas. En todos estos temas, el protagonista infaltable es siempre el hombre, por razones “obvias”. A pesar de que la mujer también ha llegado a ser compañera del trabajo en las tareas del campo, el rey indiscutido sigue siendo el hombre, experto en el caballo, en el truco, en las jineteadas, en el asado, la lechería y la caza. Desde luego que tampoco está ausente un poco o harto de machismo o exagerado amor por las virtudes del “macho” que surge en medio de un paisaje selvático y agreste.
Aun cuando estos temas acompañan fundamentalmente la narrativa de carácter criollista, otros narradores han optado por una visión mucho más universal y vanguardista, tanto en los contenidos como en la técnica narrativa. No obstante, hay otra faceta de escritores, que ha ahondado en la literatura que se extasía con el espíritu del hombre de Aisén. La lejanía con el resto del país, la mirada de un ser que está inmerso en un mundo distinto, profundamente diferente.
Con respecto a la dramaturgia es difícil identificar los temas que se repiten. Probablemente sea porque en este género la cantidad de dramaturgos es ostensiblemente menor que otros géneros y las publicaciones por ello son totalmente escasas. De lo poco que se conoce, se vislumbra una intención común de rescatar también al hombre y su cultura para que reflexione, vuelva a sus raíces, valore su tierra y luche por descubrir y/o fortalecer su identidad sociocultural.

Respecto a la creación poética, mucho más fructífera y divulgada, es posible descubrir en ella, algunos ejemplos que pueden graficar con claridad las variadas temáticas que han congregado a sus autores, no obstante, hayan coincidido en algunas.

Tierra de Cascada o El lugar de la Abundancia

Por lo anterior, en poesía resulta más fácil avizorar distintos tópicos o ejes temáticos comunes. Algunos se manifiestan muy similares a los estudiados a través de la tradición literaria o retórica tradicional. Otros, en cambio, adquieren ribetes que hacen de Aisén un lugar en donde la literatura tiene un encanto propio. No en vano es una de las zonas más deshabitada del planeta; no en vano es posible ver aún en ella los cielos azules, sin que los pájaros mueran y caigan a pedazos sobre nuestras cabezas.
Uno de los tópicos que más se destaca es el de “la tierra de la abundancia”. Es aquél que nos habla de una tierra pletórica de múltiples beneficios para el hombre, de campos fecundos, árboles y aire fresco. En estos tópicos, la tierra es motivo de elogio y alabanza de su bondad, belleza y fecundidad. Es el lugar ideal. Un clásico ejemplo de este tópico es cuando Pedro de Valdivia hace una presentación de nuestro territorio chileno. Lo mismo ocurre en nuestra literatura de Aisén. Pensamos en aquellos poetas de la época de la colonización. La figura de Antolín Silva Ormeño surge poderosa en sus versos de poeta popular:
"El territorio de Aisén
Se está poniendo nombrado,
De sus cerros muy nevados
Bajan ríos en tropel
Como copia del Edén.”

O cuando directamente menciona las bondades del lugar:
“Este territorio nombrado
Tiene bosques muy frondosos
Y también valles hermosos.”

También nos expresa de las riquezas que existen, de lo prodigios que son la hacienda y el ganado (aunque no deja de reconocer algunas falencias):
“Aquí sólo falta una cosa,
La mujercita querida
Que alegre pase la vida
Aseadita y generosa.”

Si un poeta hablara de las bondades de hoy en día ya no podría señalar esa carencia. Es bien sabido que ahora hay más mujeres que hombres y, al parecer, entre otros aspectos sigue siendo para muchos la tierra de la abundancia.

Otros poetas también han hecho lo propio. Es el caso se Miguel Arteche, poeta Premio Nacional que en una visita a esta tierra en 1991 no pudo estar ajeno a sus maravillas en su poema “Cascada”.
“Tanto resplandor que llega
Tanta lumbre, tanta patina,
Tanta tersura radiante
Cuando cae el agua blanca”

Lo mismo ocurre cuando nuestro Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda nos deleita con los atributos de la Patagonia.
“Hay un cementerio de abejas
Allá en mi tierra, en Patagonia,
Y vuelven con su miel a cuentas
A morir con tanta dulzura.”

Mucho antes ya Eusebio Ibar había descubierto la tierra de la abundancia en su poema “Aisén”:
“Cerros imponentes,
Que desde la cumbre,
Descuelgan sus clara,
Graciosas cascadas.”

Ocurre también este clamor por lo magnífico de estos suelos cuando una poetisa popular como Rosa Gómez, con una expresión clara de la corriente folclórica, nos trae la voz de un hablante lírico, peón de campo.
“Podrás comprender ahora
Por qué yo amo este suelo
En que corre libre el río
Y el huemul se hace Señor”.

Enrique Valdés nos habla de una tierra de virtudes sin parangones, pese que en otros lugares puede haber menos frío y más oportunidades:
“Y ahora no te quejes
Te recibe tu tierra y su
Fragancia.”
Y en otros versos:
“Esta en tu Patagonia de nostalgias
Cicatrices que dejan huellas
Pero es tu patria grande,
Tu morada
De todo lo que la tierra y recuerda.”

El sur nunca deja de ser un primoroso y de presagios de bondad. Así lo manifiesta Oscar Aleuy en “Visita autorizada”:
“Este es el lugar que tú buscaste,
La amapola bella de los enredos de la tarde,
Este es el sur, gigante atropellado”.

Esta misma visión del paisaje la tiene un poeta que habitó por estas tierras hace muchos años y nos dejó canciones y poesías. René Rojas López escribe un poema a Ciriaco Álvarez, el Rey del Ciprés y de paso nos habla de esta Patagonia:
“Fecunda, exuberante, la selva y el hachero;
Cuando grito te salen las lloicas y los treiles
Igual que ramalazos por el cielo.
En tu agreste dominio, la totora y el notro,
El mañío ermitaño, el junquillo y la tepa…”

En general, son muchos los poetas que tratan en sus escritos de esta “tierra de la abundancia”. Abundancia que algunas veces transforma en aserradero, mate, fogón, casas brujas, arrieros, ovejas, campo….mucho campo.

Feliz Aquél
Este tópico se conoce más comúnmente como el Beatus ille y hace alusión a aquellos que optan por una vida retirada, lejos del mundanal ruido (como en “Oda a la vida retirada” de Fray Luis de León). En Aysén, al igual que en la tradición literaria española, este tópico toma un camino distinto y más que nada destaca a aquél que disfruta con los placeres de la sencilla vida del campo.
Miguel Arteche también hace alusión a este episodio de éxtasis que significa el estar en el campo y escuchar la voz de la naturaleza en su poema “Cascada”:
“Y aunque nadie oye esa voz
Que sale de la cascada
Yo la escucho, yo la escucho
Cuando sube el agua blanca.”

O cuando en “Balada del Silencio” el temple de ánimo del hablante lírico se exalta ante la maravillosa vida descubierta en silencio:
“Hay un silencio no usado
Que me saca de mi mismo.
Tengo en las manos mis ojos y tengo tiempo de río,
Espacio que me levantan
Y me descienden furtivo.”

Lo mismo ocurre con Edith Ruiz en uno de sus poemas:
“El viajero
Hacia la tierra va
Junto conmigo”.

Y luego en otra estrofa:
“La platabanda de helechos
Ancestrales,
Se adueña del camino
Y de los ojos…”

Marco Paredes en “Palomas de lluvia” nos devuelve la alegría de un lugar feliz:
“En mi Aisén
También se regalan flores
Que crecen en brazo
Con la escarcha.”

Y Víctor Flavio Vargas en su “Sinfonía de Bosque”:
“Hoy vine al bosque
A entrinarme
A encantarme
Vine con la esperanza
De conversar con las aves
Y así lo hice.”

Luego de dar a conocer las cualidades de ese paisaje y ambiente sin igual, Víctor Flavio nos remece con:
“Quería huir del hombre deshumanizado
Del ruido de los infiernos citadinos
Quería huir de mí mismo
Bestia interior que nunca
Aquieta sus nervios.”

Guillermo Vas Naranjo tampoco está lejos de este tópico. En su “Bitácora de Banco Errante” nos deleita con una variada expresión de Beatus ille en “Cristal y hechizo”:
“Entre ñires, tantas veces jugueteó el amor,
Y las aves sufriendo poesía embelesaban
Fugaz coloquio de besos esmeralda
Al reflejo cerril agua turquesa.”

En este punto es cuando este tópico parece metamorfosearse y nos lleva a otro: el “locus amoenus” (el lugar ameno, deleitoso). Es la descripción de un paisaje ideal o perfecto, sin carencias. Ahí están los árboles, el prado verde, el arroyo cristalino, las flores, el canto de las aves y la suave brisa.
“Pulsa el céfiro, las aguas permanentes, misteriosa
Y templan sus laúdes en los bosques los duendes invisibles.
Allá donde los patos vuelan, viaja el espíritu;
Y al andar, pretencioso, quise brindarle poesía
A la belleza profunda, etérea y núbil de tus aguas
En dimensiones ignotas, elevaré mi feliz canto.”

Ya Mario Miranda Soussi nos da registro cabal, de este “lugar deleitoso y ameno”. El verso sale decidor en una maravillosa imagen de su poema “Patagonia”:
“Esta es la Patagonia de la Tierra y el agua infinita
Despedazada en un torrente de amor.”

Lo propio hace Félix Elías cuando nos permite viajar por paisajes llenos de recovecos y maravillas en su “Poema”:
“Olor a tierra mojada
Y a fangos de los senderos,
Flotando en el aire puro
Con el aroma del trébol
Silencioso acompasado
Por los cascos del pilchero
Rancheras de juncos verdes
Bailada en brazos de viento”.

Y se suman a este tópico poetisas jóvenes y multifacéticas como Ivonne Coñuecar .Sus versos sentidos y elocuentes, pletóricos de “Humedad Sureña”:
“He recorrido calles solitarias llenas de gente:
El cemento triturando los pies.
Y he vivido en la humedad sureña
Del fin ilimitado del mundo.
De aquí soy.
De suaves y dulces aguas,
Descendiendo sensuales ceñidas en mil formas”

Luego remata su poema con la expresión cabal y segura de que se está en el lugar adecuado:
“No más miedos ni más días perdidos,
Mientras pueda disfrutar
La belleza de cada rincón
En mi inacabable humedad sureña”
.
El Ubí Sunt: Tópico de la existencia
¿Dónde están? Esa era la duda, reflexión o interrogante existencial que tenían los poetas ante las cosas que un día fueron y ya no están.
La problemática de la fugacidad o fragilidad de todo aquello que un día nos parece eterno o indestructible, pero que al otro día puede no ser, quitándonos la felicidad de su existencia. En los poetas medievales y renacentista esta estructura se presentaba directamente como una pregunta reiterativa y existencial.
En Aisén no se da de esa forma .Sin duda lleva otros matices, pero de todos modos se presenta teniendo como fondo las imágenes de la tierra y, otras veces, con perspectivas más generales. Este “¿Dónde están o que fue de…? ”Se manifiesta a través de distintos modos .Tal vez en una forma más discreta, pero que en definitiva refleja nostalgia, cansancio y un aumentado pesimismo ante la duda de lo existente o existencial. También un gran temor ante las terribles amenazas que ha sufrido y que hoy, con mayor ímpetu, hacen de esta tierra un lugar afligido, afrentado y temeroso de perder su gran privilegio planetario: “Aisén, reserva de vida”.
Otras veces es la interrogante acerca del propio hombre, ese ser humano que ya no está o aquél que ha perdido su esencia.

Entre aquellos escritores dedicados más a conciencia o al estudio concerniente al tema de los ancestros aborígenes, se da una postura reflexiva, denunciante y a ratos interrogativa respecto a lo ya desaparecido, pero no olvidado. Las voces ancestrales de aquéllos que quedaron en el pasado, aún sin morir en las conciencias y corazones.
José Mansilla en “Sueños Chonos” nos hace caer en la reflexión en su poema “Aonikenk dormido”:
“Yaces extendido,
Con miras al sol.
Ningún pensador habría elegido una mejor postura.
Y, en ese túmulo
Que convoca tu karma,
Se diseminan piedras
De variada forma”

En versos siguientes manifiesta su deseo y añoranza:
Ni los fatuos fuegos
Ni las falsas cruces,
Impedirán que seas invitado espiritual
De Kooch, ocioso de todos
Los espacios.”

Idania Yáñez, pionera también en esta mirada, hurga en el pasado ceremonioso de las culturas que partieron en “Imágenes ancestrales”:
“Siguiendo la ruta de Quinchamal
Y de sus tolderías.
Intento danzas ancestrales.
Los cazadores tehuelches
Duermen la pampa helada.
De este universo de coirones y ñandúes
Solo encuentro signos
En la roca milenaria”

El tópico avanza ahora hacia la nostalgia o el desaliento ante lo que ya no es, con las estrofas de Ricardo Altamirano en “Colonización de Aisén”:
“No hay rezo ni invocación
Los cielos que detenga
La hoguera de coigüe y lenga,
De mañío y de ciprés.”

En versos en que continúa, podemos inferir la pena ante los colosales incendios del pasado:
“¿Dónde quedaron los pájaros y los árboles frondosos?

Se suma la otra nostalgia de Manuel Mauricio Zúñiga en su “Lancheros del Baker”:
“De los Ángeles
De Temuco a Chiloé
Los hombres vinieron
Y los bajaron cebando mates
Las humeantes balsas
Llevándose a la sirga
Olorosos cuerpos
De ciprés”.

O cuando Carmen Gloria Parés, incesante mujer del arte y la cultura; comprometida con su país y las luchas sociales, escribe “Carmen y Lihn”, y en otro contexto también humano y profundamente presente , nos hace preguntarnos y remecernos por tantas cosas y tantos seres que faltan aquí , allá, en tantas partes…
“La apátrida, la colorada, lee y respira hombres.
En su acolchado Enrique Lihn le cuenta el destino impersonal de sus líneas.
Ella se sabe cómplice de las matanzas.”

También Sandra Bórquez en sus versos femeninos termina dándose cuenta de lo que ya no es en “sólo por ser mujer”:
“Ser capaz de cambiarle el pañal
a un niño que no es el mío
Hacer que nos alcance la comida
Llevarte de viaje con un beso
Reparar en que ya no se ven.”

Más elocuente aun es Alexis Molinet, cuando en “Que ganas de llorar” nos expresa:
“¿Quién robó
La nostalgia de las cosas
Y se escondió la vida en el bolsillo
A veces
A la hora del mate y del cigarro
Veo en fotos
Las manchas del pasado
Y me andan trenes
En las líneas de las manos.”

Otras veces surge el hablante lírico que lanza directamente la pregunta cuando percibe el cambio de las cosas que, paulatinamente, van muriendo:
“¿Dónde está la Patagonia que un día
me contaron?
¿Dónde el aire puro que bendijo pulmones
al nacer?” O en otros pasajes:
“Miro la angustia del valle que agoniza
Y que la gente borda con papeles de desecho
o con negras torres de billetes sucios
- Mortajas que caen a puñados”.

Y en este afán de nostalgia, desagrado, pesimismo y reclamo, alza el vuelo para gritar desgarradoramente ante un mundo actual que le asusta:
“Las luciérnagas saldrán a buscar sus pesares
(La ciudad perdió su recato o fue violada.)…”

Leo Sanhueza, en algunos de sus poemas, también expresa esos sentimientos. Sutiles, aunque marcados de elocuencia. No pregunta directamente por el paso fugaz de las cosas, pero sí manifiesta el pesar y pesimismo hacia la existencia. Un mundo impersonal, en donde cada uno vive su propio dolor.
“Y que más si me deprimo
Cuando cae la noche
¿A quién molesto si todos duermen?
Y escucho una canción en silencio
Parecido al respirar de tu cuerpo
Húmeda y anónima”

Gustavo Adolfo Cáceres nos da conocer un dejo de angustia existencial en “Un hombre es algo invisible”:
“El aire pasa entre las flores
Y la lluvia en el camino va deshojando.
Mil años, ante mí,
Como una pequeña huella, sin escuchar
Al hombre que va recorriendo los pueblos
Que jamás lograremos conocer.”

A pesar que Óscar Ziehlmann sitúa su producción en otra variante, en un tiempo más seguro y promisorio, su voz de poeta inquieto y reflexivo, vislumbra en algunos de sus versos, un dejo de desazón ante lo que tarde o temprano ya no será:
“La carne irremediablemente
Se cae de los huesos”

También este grito callado ante las cosas que ya no están, surge de la voz León Ocqueteaux (fallecido recientemente), en su poema “Cuento de invierno”.
“…Alguna vez en el camino, andando nos pertenecimos
Como al aire
el humo ,o la selva al pájaro.
Luego, todo desapareció como el mal
tiempo en la
primavera…”.

Aunque en los poemas de Antonio Mera, en general, no se muestra una intención de reclamo, en “Casas brujas" sí se manifiesta una gran nostalgia por el pasado emprendedor. A pesar de ello hay optimismo en el poeta:
“… Aprenderé de esos madereros
La audacia del anochecido martillo,
Del ataviado serrucho del alba;
El amor hecho abrigo
Del enmohecido clavo unido a la madera
Juan techador
Juan labrador
Juan aserrador…”

Pedro Guillermo Jara, destacado narrador, hace un análisis laudatorio de las décimas de Ricardo Altamirano, incluidas en la obra de éste “Los Parlamentarios Debatiendo por la Tele el Caso de Drogas”. En esas décimas, el hablante lírico también siente que las cosas ya no son iguales y eso invade de una velada tristeza sus versos; aunque lo manifieste a través de terceras personas:
“Vengo llegando recién
Después de pegarme un viaje;
Harto lindos los paisajes
Que por el sur de Aysén,
Pero les cuento también,
No todo es maravilloso
Pues se aprecian los destrozos
Que el hombre está provocando
Mientras anda visitando
Esos paisajes hermosos”.

Enrique Valdés también trabaja una variante de este tópico. Eso ocurre cuando en “La noche” refleja el dolor ante lo que no vuelve a ser como antes:
“… Nadie quedó en el patio
Cesó el viento y crecimos
Ya no están las manzanas
Tiradas en el huerto,
Y la noche esta botada
En el río
Como un muerto.”

En los poetas de creaciones más recientes se advierten de igual modo algunos nuevos matices, indefinibles todavía, buscando su cauce, indudablemente. Aun así, en la poesía de Mauricio Osorio también se aprecia algo de nostalgia .Como ejemplo de sus poemas “Estaciones”:
“…El color de la nostalgia se instala,
Imperceptible, entre los extensos pastizales.
Acompaña amarilleando, el rumiar de la
Vacas
Y nos confunde con una falsa felicidad
Que disfrutamos de manera urgente
Porque sabemos, es el alimento de la
Espera”

Y la posición comprometida del escritor del sur austral que ve amenazado el pulmón del planeta, a través del progreso que desea instalarse, aun a costa de que la naturaleza verdadera que aún queda, sea acabada y devorada. Que los miles de pájaros, habitantes errantes y, paradójicamente, dueños de estos soles y verdes amaneceres – azules, escapen buscando una mejor morada, tranquila y lejana, más allá del cielo. O que los huemules, casi extinguidos, vuelvan a creer que esta tierra nunca les ha pertenecido.

Mauricio Osorio en su poema “Gotas” nos habla claramente de ese tesoro milenario que puede ser visto, soñado y seducido, pero que debe permanecer intacto. Como compromiso de hombres y mujeres por este don que aún queda en el planeta tierra.
“A la gota solitaria le digo
Gárgaras haría con tu sonido que se pierde
Para siempre
TAC, TAC, TAC PLAP, PLAP, PLAP
A la gota loca de agua amoratada
Le canto su canción, su ritmo
Le lloro encima su dolor
A la gota impávida
Le digo teme
A los que sonríen
Y sueñan con tu extinción
Aborréceles, denúnciales la artimaña
Impídeles el muro sobre tu pecho diamante
Anégate de hielos en estertores
Y avalanchas
Demuéstrales oh! gota milenaria
Que eres río eterno
Que eres poderoso flujo ancestral”.

Y los versos reflexivos e inmensamente dudosos respecto a la tierra, al cosmos, a lo que hubo, a lo que queda y el porqué de tanta destrucción. Poetas como S. Atilano González Orellana, con una mirada profunda y hasta desesperada, ponen en evidencia esas interrogantes.

“Si eso eres. ¿Qué o quién rompió tu equilibrio? ¿Fue un nuevo elemento que afloró de millones de combinaciones? ¿Fue un teléfono rojo en el fruto de una justicia infinita? Sabes, si fuiste un planeta... o esfereta? ...llena de vida, de oxigeno, nitrógeno, carbono, energía, de ríos, mares y océanos, selvas, cordilleras, valles, y cuanta estructura de forma te permitiste. con flores, insectos, mamíferos y seres humanos. ¿Por qué te permitiste destruir? ¿Por qué no inventaste un virus, bacteria, alga o protozoo; para eliminar tus enemigos? Aunque siempre supiste que eran tus hijos. ¿Por eso no actuaste?

Es tal vez ese ciclo del que nos habla el que nos lleve a revivir otros tópicos, a caminar por otras aguas o beber de otras fuentes. El tema de los tópicos no es un estudio acabado. Mientras se construya la historia literaria surgirán otras facetas, se retomarán o morirán otras. Así es la literatura, igual que la conciencia humana: mudable, inconstante y hasta impredecible. Tal vez llegue el momento en que se retomen con más fuerza otros tópicos como el del “Carpe diem” el “Collige, virgo, rosas”, alguna variante de “El ciervo herido”, “El mundo al revés” o algún otro más vanguardista aún.

Lo que también se quiere destacar en este análisis es que hacen falta más publicaciones individuales que nos permitan conocer en profundidad a cada creador. Eso nos podría llevar a una real visión literaria de Aisén tendiente a determinar una teoría sobre ella.
Aunque tal vez parezca que se está cayendo en el tópico de la “falsa modestia”, es necesario agregar que este sencillo escrito puede incluso tomarse como un esbozo de algo que permita motivar posteriormente a un análisis más profundo. Aún así se trató de incluir el máximo de creadores, aunque hubiese bastado con unos cuantos ejemplos. Sigue estando presente el deseo de aglutinar a todas aquellas voces que de alguna u otra manera forma están construyendo la historia de la literatura de Aisén en tiempos en que el ser humano parece vivir más de lo material y deja poco tiempo para recrear el espíritu. En este análisis se trata de valorar el hecho de que estamos hablando de una literatura que se enmarca en tópicos conocidos que , no obstante los poetas y/o escritores tomen muchas veces el paisaje, la vida, las costumbres u otros aspectos de su vida común y única en estas latitudes australes, igual están siendo inmensamente universales.
Ojalá fueran muchos los que entraran en este oficio de escribir: ojalá fueran muchos los que lo asumieran como algo imposible de abandonar. Para ello se necesitan más oportunidades para el arte, muchos más libros y, necesariamente, más lectores que sepan apreciar este torrente que escapa del alma de quienes escribimos, en medio del sonido de las cascadas, de las montañas y este verdor que nos inspira aún más.


ANA IRIS SALGADO GODOY, nacida en Coyhaique. Profesora de Lengua Castellana y Comunicación de la Universidad de la Frontera. Especialista en Literatura y licenciada en educación en la Universidad Católica del Norte. Actualmente trabaja en el Liceo josefina Aguirre montenegro de Coyhaique.
El 2002 obtiene la Beca literaria del consejo nacional del libro y la lectura (Área teatro) y el 2007 el premio de la Editorial Magisterio a su obra de dramaturgia “Juicio a Ñancupel”. Se ha destacado desde sus años de estudiante en el arte del teatro y la literatura. Actividades que desarrolla hasta hoy en día, principalmente con jóvenes.
Tiene dos libros publicados: “EL MISÓGINO” (cuentos) y “JUICIO A ÑANCUPEL” (Teatro). Además ha publicado escritos , análisis literarios y creaciones en diferentes libros y revistas.

Concurso Alba volante de poesía de vanguardia en castellano


A partir del 5 de junio de 2010 y hasta el 24 de octubre del mismo año a las 12:00 PM se recibirán los textos de quienes deseen participar en este concurso, que tiene las siguientes bases:

Podrán concursar textos inéditos provenientes de cualquier parte del mundo de entre 30 y 200 versos o líneas, contando las líneas en blanco.

Los concursantes enviarán dos correos electrónicos a esta dirección electrónica
jorgeetcheverry@rogers.com. El primero contendrá en adjunto el texto concursante y llevará en la línea de asunto la frase siguiente: Concurso de poesía de vanguardia Alba volante. El texto deberá ser firmado al final con pseudónimo. El segundo correo electrónico llevará en la línea de asunto la misma frase que el primero y su contenido serán dos frases en dos líneas. Primera línea: título del texto concursante
Segunda línea: Nombre y apellido de la persona concursante.

La persona ganadora será notificada mediante correo electrónico y en esa ocasión se le pedirán sus datos.

El único premio será de 500 dólares estadounidenses y la publicación virtual del texto ganador en los medios virtuales disponibles.
Más información: Alba Volante
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jueves, 10 de junio de 2010

Poesía: Casa Café Fawaz

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Se presentarán tres ediciones
hechas a mano de libros objeto-poéticos
de las poetas
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Lila Calderón
Amanda Espejo
Grandchester
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Elisa Lichazul
María Alicia Pino
Cristhian Tellez
Alejandro Wasiliew
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Undergrond de Café Casa Fawaz
Galería San Antonio 580, 17 E
Metro Plaza de Armas
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