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Martínez, Silva,
Gómez-Rogers, Etcheverry, Evans, Araya
Franklin Martínez
Richards
Quedo recostado en silencio
con los ojos muy abiertos
hipnotizado por la enrarecida
atmósfera de mi cuarto subterráneo
mientras, dentro de mi cráneo,
un furioso reloj
parece acelerar su inmenso
sonido de metal
y olvidado mi cuerpo navega
insensible en la obscuridad
después que un frío
electrizado
fue dibujado en la espiral de
mis. ojos
por demonios que acechaban en
mi recuerdo
tengo ahora ese frío en mi
espalda
diciéndome entre danzas
agitadas
"No lo has visto todo
aún, amigo,
te llevaremos algún día por
sendas iluminadas
para mostrarte el hacha de
nuestro verdugo".
***
Fulgente abrasador centro de
la luz infinita de soles
que hunden destructores sus
brazos en la geometría diversa de la materia
haciendo girar aceleradamente
el horizonte
cuando como un grito
desmesurado
rueda en carruaje crepuscular
luminoso convertido
dibujando el abismo y la profundidad
tenebrosa del abismo
y extendiendo una ebriedad
desintegradora
una rabiosa necesidad de la
absoluta música
que guarda sumergido en las
honduras extendidas
secreto perturbador de la roca
ancestral
hasta donde cae sumido en el
vértigo el auriga
en obscura, demencial carrera
sin fin.-
Con el silencio en los oídos
muy alterados por la falta de
oxígeno,
Vemos alejarse los fanales en
el mar, relucientes,
y pensamos que sería bueno
hablarles cariñosamente
hasta que de pronto se llenan
de sangre
y alguien se ahoga entre sus
últimas visiones,
mirando hacia un horizonte
brillante al mediodía
queriendo romper los muros
transparentes
alzar un vuelo que lo lleve
al centro incendiado de los
mares,
y no más ahogos y no más
sollozos
pero se hunden lentamente
las naves de vidrio como
sólidas burbujas
en el petróleo espeso que
refleja un cielo claro,
sin nubes.-
Jaime Silva Iriarte
El habitante y los recuerdos
Niña que te empecinas en ser
madre
escucha entre los fríos rieles
el consejo del habitante
a la pasada de los trenes
Un día
exactamente uno de los tantos
el cuadro de la vieja casa
nuestra
sacudida por los temblores
dejó caer lo prohibido
como una manzana roja,
harinosa de pecado
aleteante e indiferente como
el pleno corazón tuyo
El cuadro de la vieja casa
nuestra
cubre los recuerdos de los
años de mi infancia
la cama de mis padres a la
distancia de los males
perfilando el negro botón de
mi marrueco
abierto entre mudanzas de
ciudades
en medio de los hombros de mi
padre
anchos y lejanos como el
cascarón de los fieles
Siempre enmudecido de miedo
sin explicación ninguna por
entonces
lo que se entrega en cada
noche
en honor a la mujer que se
escurre por los sueños
poniendo orden y sentido al
placer más extraño
en la soledad de los
desórdenes
en botellas mal bebidas por
los tíos
en medio de jaulas de pájaros
desesperados
que revolotean siempre lo que
dejan los pecados
y el hermano mayor que no se
conoce,
de piernas largas y velludas
y bigotes de padre ferroviario
El árbol más largo de la
memoria
cubre el estado de mis ojos
puestos entre dos rieles
definitivos
alargándose hasta ti por las
confesiones
del niño empecinado en ser
padre
Los internos
Los caminos en que los
perdimos los trató de unir los juegos de la inocencia
sabiendo por mi parte que todo
era una jugada de los sueños
Hoy atraviesa el bullicio de
los internos
el aullido de los pisos
en las noches tiradas por las
ventanas
en persecución del beso de una
colegiala
los juegos peligrosos de los
internos eran nuestra común atención
de cama en cama había un
recuento de vejez
éramos los testigos de los
males
que después fueron virtudes
para unos cuantos licenciados
Tratábamos de emprender la
búsqueda de las mujeres por parques adyacentes
dejamos en la portería los
avisos del insomnio
por temor a la venganza de los
perros
que son empujados por estas
cosas del pecado
íbamos seguro de encontrarlas
volvíamos tiritando de placer
había un entrecruzamiento de
senos
y los pasos del inspector eran
los pasos del infierno
tumbas llenas de sangre nos
salían al encuentro
las ahuyentábamos con miradas
espantosas
que permanecían hasta entrada
la mañana
y eran el gozo de todos los
compañeros
las andanzas tuvieron como
refugio algunos baños
donde vomitar en el recuento
de un día más
cada día era un manotazo en la
mejilla
fuimos pocos nosotros los
débiles
cada mañana era un
acercamiento de los ojos a la tierra
el toque de las campanas
adquiría las dimensiones opacas de los velorios
por cada muerte había un día
más de vida.
Jaime Gómez-Rogers
Sólo los árboles
Los árboles se quedarán de pie
para contarlo
o se sucederán de rama en raíz
de tierra en nebulosa,
escribirán la historia
- tu historia -
para los hijos del tiempo.
Toda la soledad
la angustia derramada
toda la sombra
en las estrías profundas del
Alerce
en la madera húmeda del álamo
- tus manos -
para cuando la tierra se llame
mañana
En el perfil de la copa el
labio
dejó marcada su. pregunta,
eso fue todo, o casi todo,
aquella vez
el diálogo que alcanzaron con
sus gestos.
Él es el último ser sobre la
tierra
ella fue la última semilla
La historia se llama Desafío
las lágrimas se llaman
Infinito
El hombre-la mujer
se miran por primera vez a los
ojos.
Pero por qué? por qué?
dónde?
dónde el hombre podía
encontrar
la respuesta de su camino?
dónde el espejo que lo
contuviera?
El hombre buscó la imagen de
su soledad.
De profundidad
océano
montaña -su voz-
como un lagarto sin ojos
derramada .
A la caída última del sol
el vuelo diagonal de una
gaviota
marcaba el ritmo del tiempo.
El péndulo de metal
dio siete gritos negros
la luz
la luz
los huesos de la tierra
el mar
el mar
la sangre que se apaga.
El hongo que nace se agiganta
entre tus dedos
y te agrieta las venas con
cuchillos
Dentro de ti la piedra
dentro de ti la noche los
tambores.
II
Los ángeles de la noche
vinieron
de dos en dos
de espada en espada
arando con ortiga los latidos
oscureciendo el cielo con sus
alas.
El viento pasó detuvo su brazo
transparente
su enorme corazón abierto por
las calles
a sangre y fuego
cemento y fuego golpeando
con espuelas de hierro la
ceniza
hiriendo
silbando entre las rocas
con un ritmo de siglos
atrapados.
Volverán
te llamarán por tu
nombre un día
te buscarán con
linternas azules
en la frente
y tú estarás gimiendo en
las raíces
la última palabra del
otoño.
Escucharás de lejos
volver a tus hermanos
armados de insultos y
rechazos
con un murmullo de
fulgores
avanzarán rompiendo las
aldabas.
Y esa red de calles paralelas
la ciudad del silencio
sostenido
con su índice quebrado hacia
la altura
con su huella de sangre
coagulada
con su acusadora preñez de
hierros y de bombas
donde el dinosaurio se detuvo
se cubrirá de pasos
otra vez
de voces que suben del abismo
y será como si los
recuerdos volviesen de las sombras
a buscar su identidad en
el camino.
Sólo tú no estarás cuando te
llamen.
Pero por qué?
dónde?
en qué punto exacto de la
esfera?
perdiste la última sonrisa?
dónde tu soledad?
tu llanto de animal herido y
solitario
dónde cabe?
Sólo tú no estarás cuando te
llamen
y la modulación de los
insectos
recobre su artificio de
violines,
el mar ilumine sus pupilas
en la cóncava oscuridad que le
dejaste
entre piedra y piedra
entre sol y piedra
irán germinando los metales.
Y de la fuente
ribera
mar un día
el vegetal recobre su semilla.
Entonces, tal vez, los árboles
los árboles
volverán por sus raíces a la
tierra.
Jorge Etcheverry Arcaya
Salgan mensajeros anunciando la
nueva de puerta en
puerta
Palomas surquen raudas de amplias alas inmóviles, amenazando caer sobre la
nuca de los herejes.
Ha vuelto
de los sotos sombríos de las
taperas donde yacía con morenos
Hijos del sol. Sin palabras de los cuartos de pensión de los hoteles de oprobio
adornados en su desnudez porágiles baratas
de las plazas sucias alfombra de hojas y periódicos viejos.
De las esquinas cálidas hijas del claroscuro y la sangre
De sus manos a mí; no ya la carne que no la tuvo nunca, no
ya los labios de violeta
enfermos
Rescató el cielo de sus ojos de la cloaca
los lavó con sangre puliéndolos con lágrimas.
Sus canas sólo para mí brillan sólo para mí Los
vitrales de Ravena
Sólo para Teodora la casta hierática.
De la sombra de las catedrales góticas,
Su carne se quemaba entre los espinos
Al calor de las hermanas provincianas en los tangos.
Para las venas de los hombres que fracasan por las calles, en las oficinas y
obras públicas. Vueltos hacia dentro; gárrulos preocupados de su vestimenta.
O para los jóvenes de llamativas chombas que corren apenas tocando con los pies
de la necesidad lo que tocamos, es decir, el suelo gastado
pero no sigo en este tren que me llevará muy lejos hacia los montes del viento
y las rocas grises, extáticas dearistas, hacia profundidades arqueológicas
O futuros brillantes de metal incorpóreo que late filigrana contra el fondo del
espacio. No al orco, no a los cielos
en que piensan los huérfanos del mundo ...
Yo no tengo castigo para ti, que no sabes
yo no tengo sino mi palabra
anuncida por viejos libros de
gastadas portadas de cuero y cierres de
herrumbre Con
selvas de hongosfloreciendo entre sus páginas
Y por viejos sueños de infancia pintados de acuarela con colores primarios
No la hermana de carne que se quedó lejos. Juda, para ti no hay redención de
sus pupilas
para ti los becerros de oro en la dispersión de tus restos por los cuatro
puntos cardinales
y tus harapos bajo las ruedas de los coches último modelo
No resuelvas el nudo gordiano
No interpeles a la esfinge con tus chistes de mal gusto
No invoques a Balo en los fortines palestinos
No deshojes la rosa de Martín
No te quemes la mano ni te cortes la oreja
No estudies filosofía en Heidelberg
No vayas a Italia, a quemarte el cerebro, Federico
No revolotéis en la luz, polillas, noctilucas, fuegos fatuos de la estepa,
vizcaínos pascuenses, judíos en la diáspora
Ella es luz y fuego. No toméis sus cabellos ni miréis sus ojos
Dios os manda que os vistáis
de negro, os castréis con vuestras propias manos.
Que hagáis clases en un liceo de provincia
Que trabajéis en una repartición pública
Celebráis los onomásticos
familiares en casa de las tías viejas
Como un perrazo negro por años
al calor parejo de las cosas.
Oscar Evans
Cómo olvidar
Ay aquel corso con su carruaje
estatuado de inmóviles reinas y dichosos de ágiles serpentinas,
mientras los fuegos
artificiales tragaban a rebanadas la oscuridad con sus luces juveniles
Cómo olvidarlo hoy entre estos
académicos embalsamados en filosofías ya petrificadas;
con diploma en forma de
lápidas en las paredes.
y aquella piscina de aguas
nerviosas como con cosquillas
cuando desde un tablón, mi
cuerpo igual que un cometa se zambullía
Cómo olvidarla hoy entre
estos artificiosos intelectuales de ojos con lagañas
como excrementos de ratón.
y uñas sucias
"enlutadas" por su falsa angustia .
y cuando me entubaron con
pantalones largos mis libres piernas imberbes
bajo esa risa buena de mis
parientes
felices
Cómo olvidarlo entre estos
intelectuales muertos
vistiendo el smocking de su
teoría!
Y aquellos vívidos bailes de
disfraces,
con el rostro amuñecado por el
maquillaje
y ojos nerviosos como
brincando tras el antifaz
Cómo olvidarlo entre estos
blues de mayonesa
y aquellos scouts verdes y
delgados como una rama de álamo
pero serios en su duro ánimo
de concreto
y en su marchar que era un
sólo latido de cemento,
mientras las madres aplaudían
con el sonido de las palomas al sacudirse las alas
Cómo olvidarlo entre estos
trasnochados con cuerpos angostos y oxidados
igual que navajas viejas
y aquellas bicicletas con
rayos en sus dos ruedas
como dos gigantescas espuelas
que nos acercaba a un macizo
estadio que bufaba un gol
Como olvidarla, entre estos
poetas con ojos angustiados
igual que dos coágulos
y de caminar tan lento, tan
lento
como asistiendo a un funeral
y aquel retraído silencio del
escritorio solemne de su padre
en cuyo ceñudo sillón
encuadernado de cuero
le aplasté sus labios con un
beso,
sí, aquel ceñudo sillón en que
la inundé con mi sangre .
Cómo olvidarlo hoy entre estas
señoritas
Cepilladas entre los lechos
insípidos de cancerosos hoteles
Cómo olvidarla si era una
época que no estaba embetunada por un falso negror de angustia.
Cómo olvidarla si era una
época luminosa como una polca al sol
Como olvidarla
Las sombras del crimen
Sobre un áspero caballo café
color de tronco
va un jinete delgado y duro
como un puñal desnudo,
va hundiéndose en el
crepúsculo
como en un pétalo moribundo;
pero lo va quemando su
corazón,
lo va quemando su rencor
porque lo encabrita una
venganza
que lo punza con sus espuelas
afiladas,
en esta noche con color a
sangre coagulada,
su corazón da hachazo en su
duro pecho de cemento,
mientras la lluvia cae con su
pedrada de agua
Y el toro lanza su duro y
lamentoso mugido
de héroe vencido
y entonces el jinete con sus
ágiles músculos de puma
detiene su caballo
clava su puñal en el pecho
ajeno,
ni un alarido de muerte se
oye:
Mi corazón como un ciego ve
sombras,
mi corazón como un sordo sólo
escucha sombras.-
Bernardo Araya
I
No es que no quiera seguir
hablando ya del Acero
Sucede simplemente que busco
el tiempo perdido,
Y vengo de otra ciudad- de Las
Catorce Luces de la Madera.
Sin embargo, soy el hombre de
todos los días,
Aún más,
Mi palabra limita contigo
desde el Norte Grande a la Provincia Blanca.
Y va siendo escrita sobre
cuero
tejas-vivientes
y papeles...
II
Que de cualquier manera la
Palabra me parece venir
de un país del Océano como del
fondo mismo de la memoria -sobresaltada, ardiendo, germinativa
por no sé qué visión de un
Pueblo Negro tendido allá en mis
brumas interiores
Se transfigura y duele a
sabores marinos,
en pleno crecimiento de un
contacto sonoro
y sufro ese cansancio de los
metales terribles: el carbón, el diamante,
el basalto, la brea, el
instinto y la montaña.
Cerradas hoy están todas las
puertas
y hay un silencio grande por
las cosas que se aman.
III
Que además vengo de lejos,
de una cierta desventura cada
día. . .
Es gruesa ya la marea que
arrastra el corazón.
Arco
iris
Parece ser que un día
a imagen y semejanza de lo
niño que fuimos
debí sufrir contigo
una cierta sensación de
contra-tiempo.
Algo así como saber, no sé de
donde
que la tierra tiene forma de
naranja,
y no existe la región del
arco-iris
en el sueño que dibuja la
mirada .
Porque entonces
vi caer por la ventana de los
días
como un agua azul-morada el
desencanto.
Y a pasar de que más tarde fue
el verano.
Y los meses. Y los años...
una lisa superficie del olvido
ya no pude ser llamado por mi
madre
ni siquiera estando solo
con el héroe de mi padre
Pero yo no fui culpable
de que el tiempo trabajara
en nuestra contra
y debiéramos jugar entre los
grandes.
castigados patio adentro de la
vida.-
***
I
Mucho después
se adelantaba el tiempo
y de nosotros
se adueñaban los días ...
II
Era la Edad del Hielo
Penetrando las calles
Y la aldea
III
Sólo que entonces
todo se había de dormir
primero
el molinero hambriento
y el gritar de los niños en la
escuela..
IV
Nunca lo supe verdaderamente:
viejo reloj
sustancia de madera.
V
Que ya nada bastaba
del pan
a la tristeza.
VI
En eso que recuerdo
dos veces primavera
una mirada verde
volvía de febrero.
VII
Y el patio de la casa
donde nació la tierra
sigue siendo la noche
el país de los perros. -