jueves, 9 de enero de 2014

¿Cuándo se murió Aristóteles España?

.



Por José O. Paredes





¿Cuándo tuvo diecisiete años, o a los cincuenta y seis años?

Mucha muerte para esperar la hora de partir. Se estuvo muriendo, el pobre A. E., o NN, todos estos decenios; desde sus 17 hasta sus 56. Leo la noticia en El Mostrador, y lo creo. No me digo ‘no lo puedo creer’. Lo sabíamos: se moría a pasos lentos, a pena lenta, a angustia lentísima. ¿Cómo sobrevivió tanto?, nos habremos preguntado. Sí; cómo. A punta de sobrevivir en el infierno que le dieron a los 17 años. Era un niño, ¿no?      

¿Por qué le temió la fuerza armada de Chile que lo enterró en el infierno de Dawson desde el día de su muerte hasta el fin de su calvario? Tal vez hoy que se me murió al leer la noticia, triste, – como toda mala noticia de este tipo – empieza a vivir. ¿Quién sabe?

17 años canta Lluis Llach a la muerte que le dio el dictador Franco en 1975 a dos jóvenes vascos, empalados. Y a nosotros nos mataban a AE en la Isla Dawson, con 17 años nomás. Desde ese día… desde esos días crueles, de asesinos, mataron su niñez, pero sobrevivió al frío de esa muerte a punta de poesía. Su poesía le fue como el pan del poema de Roque Dalton, de Otto René Castillo; lo alimentó por todos estos años que anduvo de sobreviviente.

No sé qué le habrán hecho en Dawson pero ya tenerlo allí apenas niño fue suficiente para matarlo, no una vez sino tantas veces como las tantas que se levantó de su ‘locura’. Por cierto ya no fue el mismo desde esa experiencia mortífera por más que debe haber tratado de huir de ella. ¿Quién no se vuelve loco después de eso? No amigos/compañeros: no hay que tirar ninguna piedra; solo entender, ponerse triste: no hay nada que juzgar. Los sobrevivientes no dejan de serlo nunca, como tampoco los deja de acompañar la culpa: es una de las tantas secuelas que deja la tortura en los que empiezan a vivir una segunda muerte al andar de nuevo por el mundo. Nunca más libres.

¿Pero no estaba loco?; preguntará algún inocente. Quién no lo está en el país; en un país que deja que esto le pase a una persona de solo 17 años. Dentro de su mal estaba lúcido como para entender que no era de este mundo.

Hoy 29 de julio de 2011 leo la noticia. Ayer se habrá muerto me digo, y me muerdo un dedo, me muerdo los labios y me sorprende la noticia doblemente. Justamente ayer, o el día anterior revisé unas fotografías y lo vi a nuestro AE. Son fotografías de hace dos o tres años, no recuerdo bien. Pero ahí está, muerto en vida y vivo en la imagen dentro de la celda donde lo visitamos con los poetas Gonzalo Contreras y Roberto Molina en el hospital u hospicio de Playa Ancha.

Lo fuimos a visitar a instancias mías porque quería verlo en persona, y por una cosa de cariño, y porque de hacía tiempo no lo veía y porque estaba en su Purgatorio. AE era/es el Purgatorio y el Infierno, su ejemplo vivo. Y la culpa no era de AE, como muchos habrán pensado. Tenía diecisiete años cuando le dieron su primera muerte; desde ese acto vil no dejó de morir el niño y por esas cosas de la vida, (tal vez la cuestión de los instintos de vida desde su muerte temprana, ‘tan temprana’ como lo escribió MH en su elegía a la muerte de su amigo Ramón Sijé), AE nació a la vida a través de los poemas que escribió mientras lo mataban los militares chilenos en el Campo de Concentración Isla Dawson.

En la clínica donde lo estaban limpiando era el único ‘loco’ cuerdo.

Estaba listo para salir de nuevo al mundo, aunque tenía para rato. El veneno que tenía en su cuerpo – y en su mente –  no se iba todavía. Sabía el por qué, como también que no tenía salida. Su ‘vida’ entre los vivos era cuestión de tiempo; tarde o temprano habría punto final. Éste le empezó en Dawson y le continuó en el país durante y después de la dictadura.

A pesar de su larga ‘temporada en el infierno’ – infierno real, no poético – hizo que este le sea llevadero y se abocó a caminar por el lado de la vida, como pudo. Pero ya estaba cojo, con un ala herida como Alsino, o como el Ícaro que no llegó a ser por los demonios que lo fueron enfermando desde su situación de prisionero de guerra primero, y de ex-prisionero después. AE fue víctima de una guerra que existió en la imaginación de los bárbaros y que, sin embargo, la llevaron a cabo con toda la crueldad posible. Seguro que sabía que la Isla Dawson era una gota en medio del Estrecho de Magallanes o golfo de Penas, porque todo Chile era un gran campo de concentración del extremo sur al extremo norte. Prisión que duró largos años, casi dos decenios, y que nos sigue castigando con sus coletazos, después incluso, hasta hoy día, en la democracia de pata coja que tenemos en el país.

Participó como miles de nosotros en la lucha en contra de la dictadura, con las herramientas que teníamos a mano: el arte, en todas sus formas de lucha. Recordemos – como ejemplo, dentro de tantos que podemos dar – el Colectivo de escritores Jóvenes (CEJ), organización que funcionó al alero de la Sociedad de Escritores de Chile, donde fue miembro activo; si no me equivoco, desde sus inicios por ahí en el otoño o invierno de 1982. El CEJ hizo un trabajo de base y estuvo participando en las movilizaciones y protestas que se hicieron en esos años, como tantos de nosotros en Santiago y de otras ciudades del país. AE hizo su parte en el Colectivo – fuera de todo elitismo, reitero, en la base, no desde la elite – en la lucha desigual que teníamos los que nos quedamos en Chile para hacer lo que teníamos que hacer: dar la pelea y luchar por la vida en contra de tanta muerte que nos caía encima.

¿Alguien recuerda cuántas veces nos mataron?

Recordarán al menos el poema/canción de la poeta argentina María Elena Walsh: Tantas veces me mataron/ tantas veces me morí/ sin embargo estoy aquí/ resucitando/.

A pesar de su enfermedad, que no era de vida, siguió hasta ahora entre nosotros.

Descansa en paz, querido poeta; la paz que te dieron tus amigos, los que te amaron; la que no te dieron, o más bien la que te robaron los que te hicieron prisionero de guerra – con todas sus consecuencias – cuando apenas tenías 17 años. En ese instante de asesinos comenzó tu muerte, el calvario que terminó hace unas horas cuando diste tu último suspiro, que también es el nuestro, compañero: ‘Compañero del alma, muerto tan temprano’.

No quisiera terminar con el viejo cliché… para decirte en un segundo ‘descansa en paz, querido Tote’… Igual lo haré: En tu muerte temprana también he muerto, ha muerto una parte de mí, de ese tiempo que a pesar que nos lo robaron lo rescatamos desde las cenizas haciéndonos Ave Fénix, con nuestras propias uñas y hojas de poesía, de cuentos; con nuestros trípticos y revistas precarias; palabras y cantos; en los sindicatos, en la SECH, en las iglesias; en las barricadas y las balaceras todos esos años con que nos cargaron con estado de sitio y toque de queda la derecha política y militar.

Los que han olvidado, recuerden que desde ese tiempo de locos salimos con vida, porque luchamos a manos limpias y a pecho descubierto, con todas las formas de lucha para acabar con la dictadura y sus acólitos de la derecha política y económica chilena… Aunque una gran parte de nuestra juventud fue cortada de raíz, renacimos como el árbol de la esperanza/ al borde del abismo/mantente firme del poeta Gonzalo Millán – de su libro Seudónimos de la muerte publicado en Santiago a la vuelta de su exilio, en 1984 – nos sosteníamos al borde de la vida, firmes, y más libres que nunca.

No nos morimos en ese entonces.

Tampoco se murió Aristóteles España en ese entonces, pero se estaba muriendo y no lo sabíamos. Más que nosotros, los que lo sobrevivimos ayer y en este momento. Está bien recordar los que estuvimos a su lado en los ochenta. No se quedó con los brazos cruzados en ese tiempo de la peste. No lo derrotaron, sin embargo. Tal vez su juventud lo ayudó, quién sabe; o la sabiduría de viejo que habrá adquirido en esa situación límite. Horrendamente al límite. Hizo lo que teníamos que hacer y se metió de lleno a luchar con la fuerza de un sobreviviente del campo de concentración de Isla Dawson. Seguro que el paso del tiempo le iría minando la resistencia, el existir, el sentido de estar entre los vivos siendo uno que tuvo la muerte caminando a su lado como si fuera su sombra. No dejó de serlo nunca, para mala suerte de todos nosotros.

Tiempos de muerte vivíamos, seguimos viviendo: muchos, demasiados asesinos andan aún sueltos por las calles del país y sin ningún remordimiento; también los ideólogos que nos vendieron al mejor postor e hicieron las leyes que nos gobiernan: dejaron todo amarrado, bien amarrado, para que no haya vuelta a la libertad que tuvimos antes del golpe de estado.

Tu muerte me llenó de tristeza, Aristóteles España.

Una lágrima, un sollozo a solas… Tan lejos estoy para decirte adiós en la misa de tu responso antes de que te lleven a tu Punta Arenas rodeado de los amigos sinceros que te cuidaron como si fueras su hermano. Lo eres.


martes, 7 de enero de 2014

ASEDIOS A LA “ANTOLOGÍA DE POESÍA CHILENA II / LA GENERACIÓN NN O LA VOZ DE LOS 80”. Por Omar Cid

.



Una propuesta de crítica supone indagar, en una especie de búsqueda frenética hasta los límites del texto como lo expondría Giorgio Agamben (1).  Lo común sin embargo,  es ingresar al laberinto donde los prejuicios y las sentencias sesgadas se miden desde el propio ombligo.   En ese escenario,  se agolpan los dictámenes sobre los que faltan o sobran, dependiendo del particular estilo de cada escritor.  En este punto exacto del asedio al texto, por ningún motivo se debe olvidar a los  eruditos de la “cotidianeidad literaria” cuyos sutiles comentarios, acerca de las amistades o distancias que tienen los propios antologadores, termina por instalarnos en el sitio de mayor visibilidad de los escritores chilenos, el ninguneo.
 
Resulta entonces que al detenerse en la voluminosa “Antología de poesía chilena II / La generación NN o la voz de los 80”  el lector experimentado y el partisano de las artes literarias, desde mi punto de vista debe sentirse agradecido,  por el esfuerzo conjunto de La Editorial Catalonia y de los responsables del trabajo de seleccionar,  a cada uno de los autores presentes, es así que Lila y Teresa Calderón, junto a Thomas Harris, dejan para la evaluación de la historia,  un material valioso, de consulta para las nuevas generaciones de escritores nacionales.
 
El texto consta de 528 páginas, donde se entremezclan  49 autores,  si se buscara un corte de género, se diría que existen 16 poetas mujeres, más 33 hombres y un prólogo extenso a modo de ensayo.
 
Un primer aspecto particular, es encontrarse frente a una antología, anómala, en el sentido de un cuestionamiento, todavía débil sobre el tipo de abordaje metodológico,  puesto que la organización taxonómica, como la de generación aceptada formalmente, en otros momentos, hoy no pareciera responder de la mejor forma.  En ese sentido entonces, los autores de manera consciente o incluso a contra pelo de ellos mismos, se han percatado que lo existente, no solo no era apto, sino que en muchos casos,  posee dificultades en su pretensión de abordaje del  “proceso histórico” que se pretende encapsular, como generación NN o voz de los ochenta.
 
Esa incomodidad, ese malestar, desde mi perspectiva no tensionado hasta sus últimas consecuencias, es epistemológico, porque de uno u otro modo se comienza a tomar una somera consciencia de que el discurso literario, en sí mismo, no basta, ni sirve para dar cuenta de un complejo panorama estético que comienza a gestarse de modo retorcido e imbricado, en los rincones del propio aparato cultural autoritario, ya sea por resistencia, por la necesidad de decir y sobrevivir a la censura -o simplemente- porque se ocupó ese espacio artístico específico, como un pequeño refugio, un descanso, un opio, ante la realidad existente.
 

Los límites de la palabra  
 

Lo recién expuesto, sin embargo tiene por lo pronto un límite,  al leer los trabajos enviados por los poetas para su selección,  tiendo a pensar que el prólogo, es bastante más generoso, en cuanto a las claves histórico-estéticas que se pretenden acuñar, tanto así que incluso por momentos se contrapone a los  trabajos enviados,  por la mayoría de los poetas,  salvo por supuesto algunas excepciones.
 
Me llama poderosamente la atención el vocablo “promoción” al titular el prólogo, cuyo origen latino (promotio, promovere, promoví, promotum) apuntan a un mismo sentido mover hacia adelante. El verbo ocupado por los romanos, en especial en tiempos de guerra,  supone un gran esfuerzo.  En ese sentido ser parte de la “promoción de los 80” presume una especie de reconocimiento,  aunque pareciera que algunos nacieron pintados con la marraqueta bajo el brazo y todavía no se han percatado, que en la propia puerta del horno, a veces, se quema el pan.
 
Un paréntesis,   para no generar dudas ni confusiones, en cualquier academia que se precie de tal, cuando se habla de poesía, se dice que es un tipo de discurso especial, cuya materialidad principal es el lenguaje, es decir, es un fenómeno que trabaja con la palabra, alejándose de su uso común. Porque dice las cosas de otra manera, por medio de imágenes visuales o simbólicas. Los vocablos tienen resonancia, un eco que nos conduce hacia otro concepto más profundo, por medio de la metáfora, esa es la definición más clásica de lo que llamamos poesía.
 
 Pero este tipo de discurso, también dice algo sobre el sujeto, porque estamos en un espacio social, hablamos de cierta manera, es decir, la poesía da cuenta del malestar del hombre con las condiciones que lo limitan.  El sujeto está en una tirantez entre el deseo y la realidad.
 
Por otro lado y esta es la principal contradicción, la poesía no alcanza,  para decir lo que necesitamos, las palabras tienen su límite y fracasan en su intento por nombrar, y sin embargo, son capaces por momentos de conectarnos con ciertos límites del lenguaje,  logrando vínculos humanos, muchas veces imposibles,  pero que consiguen en su contradicción, la armonía.
 
La lírica de los ochenta, es una mezcla de intentos discursivos, marcados por el ambiente dictatorial, en ese escenario, algunos quisieron redescubrirse, bajo las  banderas de una neo-vanguardia, ineficiente y trasnochada, donde el ejercicio de fregar pisos o masturbarse antes de una lectura,  no alcanza para llenar el anecdotario de un diario de vida adolescente, frente al ejercicio de instalación, expuesto en los Hornos de Lonquen el año 1978 o la acción artístico-política del 14 de diciembre del año 1983, cuando la oscuridad, se volvió un descanso antes de la parrilla, un manto, un muro, contra el ojo de la muerte.
 

Literatura y Estado de Excepción
 

Una de las situaciones más terribles que relata Primo Levi, sobre los campos de concentración Nazi, es un partido de fútbol, entre los integrantes del Sonderkommando (2) y unos soldados de la SS.
 
“Al encuentro asisten otros soldados de las SS y el resto de la escuadra, muestran sus preferencias, apuestan, aplauden, animan a los jugadores, como si, en lugar de a las puertas del infierno, el partido se estuviera celebrando en el campo de un pueblo” (Levi, Primo. Trilogía de Auschwitz. Pág.515).
 
Se puede hablar de normalidad en ese infierno, se puede jugar un partido de fútbol así sin más, ahí donde la obscenidad del mal, se ha vuelto costumbre. Pareciera ser que ese es uno de los peores pecados del Nacionalsocialismo.
 
En paralelo y teniendo en cuenta las consecuencias de la pregunta, se podía hacer literatura en Chile, de la manera más tranquila, sin considerar la situación de excepción que se vivía a nivel nacional, cuando el país entero era un gran campo de concentración, era posible disfrutar de una bella normalidad, de convivencia entre víctimas y victimarios y si eso era de ese modo, entonces la dictadura con sus autores y cómplices, civiles y militares, tanto activos como pasivos, fueron capaces de reproducir de la manera más espantosa uno de sus peores crímenes, el suponer que se podía vivir y crear, bajo esta normalidad y llamar a eso además, alta literatura.
 
Uno de los lugares más siniestros,  donde el ejercicio del terror no tenía límites,  fue Villa Grimaldi.  ¿Es posible una antología poética del periodo de los 80 que guarde silencio, frente a este espacio de tortura y exterminio?
 
 “El día comienza con el desayuno: té hirviendo en un pocillo de metal y medio pan. Se almuerza al mediodía, una sopa con cáscaras de papas flotando y zanahoria. Otras veces comemos el resto de los platos de los agentes, salpicados de cuescos de aceitunas, trozos de pescado, espinas. Casi imposible tragar. Gritos y lamentos en el ambiente quitan el apetito. Pero estamos obligados. Entretanto, no cesan lo llamados a la parrilla, a interminables interrogatorios….Es un mundo de contrastes. De guardias que tocan guitarra al son de los lamentos, mientras en un rincón, tirado en el suelo, se muere de a poco Manuel Díaz…”  (De La Guerra Oculta: Detenidos-Desaparecidos, Capítulo 3. Recintos Secretos, por Carmen Ortúzar y Marcela Otero, en Revista Hoy, No. 445, 27 enero – 2 febrero 1986)
 
 Es posible explicar el silencio desde los límites de la palabra, desde el temor o será que la normalidad del estado de excepción, indujo a los llamados y llamadas poetas de los 80, a  suponer que el espacio interior; el cuarto propio, el pincel deslizándose en el párpado, la cola de una lagartija, las piedras del norte, las manzanas del sur o los espacios líquidos de la tierra, desembocan finalmente en esa masa etérea que llamamos belleza, tan virginal e inmaculada que no roza, ni con la punta de su vestido, nuestra machucada geografía.
 
Si bien, el espacio de tortura no era el único lugar posible, para referirse  a la totalidad de la experiencia de los años setenta y ochenta, lo que no se puede hacer bajo ningún punto de vista es obviarlo, mantenerlo al margen, como una conexión bajo tierra.
 
En el caso de la antología, es posible rescatar algunos textos que se hacen cargo de lo central del momento histórico:
 

“La venda es un trozo de oscuridad
 que oprime,
 un rayo negro que golpea las tinieblas,
 los íntimos gemidos de la mente,
 penetra como una aguja enloquecida,
 la venda”.  (Aristóteles España. La Venda. Pág.203)
 
La sociedad chilena, vive bajo una venda,  porque vivir bajo su peso, no es propio de los prisioneros, es parte del andamiaje cotidiano, del proceso disciplinario de la sociedad, y por lo tanto de sus códigos culturales, porque sería de presumidos pensar en la revolución cívico-militar  de 1973, desligándose de su responsabilidad de reproducción, tanto en lo bio-político, como en los espacios académicos o de todo tipo de producción cultural. Aristóteles España, palpó con su lucidez, el vendaje instalado, desde donde incluso, era posible auto-engañarse, encontrando supuestos resquicios lingüísticos, movimientos o carambolas de todo tipo. 

La instalación del modelo  

 “cae un Rocket pasa un Mirage
 los ventanales quedaron temblando
 Estamos en el siglo de las neuras y las siglas
 y las siglas
 son los nervios, son los nervios
El vigor verdadero reside en el bolsillo
es la chequera

 El músculo se vende en paquetes por Correos”.  (Rodrigo Lira. Arte poética. Pág. 281)
 

La modernidad neoliberal instalada a sangra y fuego, el cambio de rumbo de un Estado presente, a la impotencia del mismo frente a las decisiones globales, la constatación de la derrota colectiva y la fundación, de una especie de sentido individual, donde la capacidad de emprendimiento, es la cualidad más valorada, donde el núcleo fundante del nuevo paradigma, es la idea que todas las actividades humanas, están sometidas a la ley de la oferta y la demanda, por tanto los restos de educación pública, la cultura como búsqueda de identidad,  pasarán a un plano inferior de influencia.   El discurso de la modernidad extrañamente, viene a sustentar, los cambios impulsados por la dictadura, Brunner, lo precisa del siguiente modo.
 
 “Quisiera argumentar que las sociedades latinoamericanas han llegado a ser modernas porque, al igual que el resto de Occidente y de parte importante de la humanidad no occidental, viven en la época de la escuela, los mercados y las hegemonías como modo de configurar el poder y el control” (Cartografías.Pág.125)
 
Esta lectura asumida por la mayoría de los intelectuales de finales de los ochenta y principios de los noventa, explica en parte, el dispositivo creativo de los poetas de la época, porque una de las cosas que se pretendía impedir, era el re-surgir de una discursividad conflictiva, centrada en temas de identidad o atrapada en fragmentos de testimonios, francamente molestos, cuando lo relevante del momento, es el abanico de posibilidades, producto de la diversidad. 
De ahí que un texto como “Bello Barrio” de Mauricio Redolés, golpee todavía, los rincones de las consciencias: 

“Descubrí un bello barrio en Santiago de Chile.
 Es un barrio en que los camaradas no han desaparecido aún
 y los bares son color anilina que puede leerse al revés igual.
 Descubrí un bello barrio de luces antiguas y gente amable,
 las mujeres son bellas ánimas aún más que una madre
 y atraviesan las calles en aeroplanos”.  (Ibíd. Pág.423) 

La sensación de extravío, la cancelación de la memoria,  el despojo como herida abierta, son las secuelas  del giro discursivo, donde el silencio, pesado, acomodaticio y cómplice queda al desnudo. 
 
El año 2013 fecha de la publicación de esta antología, se cumplían cuarenta años del golpe de Estado, fue un momento de constricción y liberación, un momento de exposición cruda y veraz de los crímenes y vejaciones más atroces de nuestra historia, los medios de comunicación cumplieron con su tarea,  la justicia hizo su mea culpa, los civiles de la dictadura activos y pasivos fueron encarados,  por un presidente de derecha,   pero la poesía parece seguir guardando silencio, amparada en la excusa de lo literario y trascendente, de ahí entonces que me permita rescatar a autores de esta compilación como:  Jorge Montealegre, Mauricio Redolés, Elvira Hernández, Teresa Calderón,  Rodrigo Lira, Aristóteles España, Eduardo Llanos y Bruno Vidal. Seguro existen más, no los NN de Jorge, esos tienen nombre y apellido, otros,  los versos perdidos en la fosa común, en los allanamientos de la Villa Portales o la San Gregorio.  Esos que el terror y la auto-censura todavía no son capaces de desclasificar. 

Santiago de Chile 07 de Enero 2013 

 

(1) “Crítica significa más bien indagación sobre los límites de la conciencia, es decir sobre aquello que no es posible ni asentar ni asir”. (Estancias.  Las palabras y el fantasma de la cultura occidental. Editorial Pre-textos. Pág. 9. 2006). 
(2) “Eran los que tenían que conducir a los prisioneros desnudos a la muerte en las cámaras de gas y mantener el orden entre ellos; sacar después los cadáveres con sus manchas rosas y verdes por efecto del ácido cianhídrico, y lavarlos con chorros de agua; comprobar que no hubiera objetos preciosos escondidos en los orificios corporales; arrancar los dientes de oro de las mandíbulas; cortar el pelo de las mujeres y lavarlo con cloruro de amoníaco; transportar los cadáveres a los crematorios y asegurarse de su combustión y, por último, limpiar los hornos de los restos de ceniza. (Agamben Giorgio.  “Lo que queda de Auschwitz”. PRETEXTOS. 2000)



Más de la Antología chilena de poesía de Catalonia
 
.

Sociedad de Escritores de Chile y Ediciones Arttegrama invitan

.
.

viernes, 3 de enero de 2014

JORGE TEILLIER: VIVIR Y MORIR EN LA POESÍA. Por Rodrigo Jara Reyes





 
 
 
 
 
Óleo: R. Calderón Martínez

La poesía es uno de los caminos para llegar al conocimiento humano y en este sentido, todas las realidades del hombre por igual son posibles de ser conocidas a través del lente poético. Teniendo en cuenta lo anterior, han surgido poetas especializados en nuestras sociedades citadinas, modernas, poetas que se sitúan en ellas con la pretensión de ahondar en sus imágenes externas, en su psicología o en su porvenir, poetas que se llaman a sí mismos los verdaderos intérpretes del presente. Pero existen otros igualmente válidos, que se ubican en el sueño, en la pesadilla, en la locura y nos develan aquellas realidades remotas. Hay también los que se revuelven en el puro vacío, en la belleza fría de los juegos del lenguaje y allí se quedan, están en su derecho. Sin embargo, un poco más allá, tenemos a los creadores instalados en la utopía de un pasado ideal, un paraíso perdido que estalla en el poema con toda su magia remota y su nostalgia. A este grupo pertenece Jorge Teillier, el poeta de Lautaro, uno de los grandes del siglo XX en Chile. 
Partiremos recogiendo y comentando versos que identificarían en cualquier parte al reconocido bardo de los lares: “Y en el pueblo no tendré nada que hacer,/ si no echarme luciérnagas a los bolsillos/ o caminar a orillas de rieles oxidados/ o sentarme en el roído mostrador de un almacén/ para hablar con antiguos compañeros de escuela…”, extracto del poema “Cuando todos se vayan”, recogido en el libro “El árbol de la memoria” (1961). El primer verso nos sitúa en el pueblo de origen, en lo mágico de unos bolsillos iluminados, en lo emotivo del tiempo que pasa sin piedad y oxida y roe no solo las cosas materiales, también el alma. Es notable el lenguaje sencillo, sin giros efectistas, pero que alberga imágenes cargadas de profundidad y belleza. 
Más adelante, en 1963, publica “Poemas del país de nunca jamás” y en este libro, destaca el texto “Los dominios perdidos”, otro de los poemas que ejemplifican con exactitud su visión del mundo y su manera de poetizar: “Pues lo que importa no es la luz que encendemos día a día/ sino la que alguna vez apagamos/ para guardar la memoria secreta de la luz./ Lo que importa no es la casa de todos los días/ sino aquella oculta en un recodo de los sueños./ Lo que importa no es el carruaje/ sino las huellas descubiertas por azar en el barro./ Lo que importa no es la lluvia/ sino sus recuerdos tras los ventanales del pleno verano…”.  Aquí, nuestro bate repite una y otra vez su predilección por el pasado, por un tiempo de arraigo y por la capacidad del poeta de mitificar los recuerdos más importantes, de extraer lo mágico de lo real-cotidiano y de esta manera, ir más allá. 
Lo de Jorge Teillier, además de un conjunto de obras notables, es la consecuencia, su fidelidad a muerte para con la poesía. No solo es el poeta que escribe buenos versos, el que logra con creces el vínculo entre palabra, imagen y emoción; también es el que apuesta a vivir como bate: “porque no importa ser buen o mal poeta, escribir buenos o malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano…”(1) En este sentido, sería provechoso recordar las palabras del recientemente fallecido Ernesto Sábato, quien señalaba en “El escritor y sus fantasmas” que un gran escritor es “un gran hombre que escribe”. Teillier fue ese gran hombre, poeta las veinticuatro horas del día, humilde como las hojas que una a una colorean el otoño, fiel a sí mismo y a su manera de ver el mundo, vivió y murió en su añorado “país de nunca jamás”. 
Según Teillier, un poeta es el “guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores…”(2) Además, debiera ser un observador, un cronista. Él mismo se esmeró en cumplir ese papel, pero un poeta no está por sobre las cosas del mundo o del resto de los hombres, “es hermano de los seres y las cosas…”(3). Por lo mismo, no busca “palabras brillantes y efectistas, emplea frases y giros corrientes”(4) y en eso está en el camino abierto por Nicanor Parra, aunque no pretende igualarse, al contrario, se diferencia de sus congéneres en algunos aspectos señalados en aquel poema dedicado a  René-Guy Cadou, en el que critica algunas formas de poetizar:  la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender a los mercados a la moda,/ que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas/ ni el pobre humor de los que quieren llamar la atención/ con bromas de payasos pretenciosos/ y que de nada sirven.(5) En rigor, la poesía de Teillier es celebratoria de una edad mítica, no humorística.
No solo vivió como poeta, sino que defendió su postura ante los críticos, sobre todo su decisión de vivir en el origen, en la infancia, en la primera juventud, en el paraíso perdido en algún giro del tiempo. No por nada pasó sus últimos años en “El molino del Ingenio”, en las cercanías de La Ligua, lejos del agobio de las metrópolis. Explica en el programa televisivo “La belleza de pensar”, en una entrevista realizada por Cristian Warken, el por qué decide quedarse allí: “vivo en la utopía… vivo en un mundo que me construyo” y aquella utopía es “vivir en el presente como si viviera en el pasado, tener nostalgia del futuro… pensar que hay un futuro mejor de todas maneras”.  Ante el caos de la vida en las metrópolis, ante la mecanización y la estupidización, los poetas como Teillier oponen “el orden inmemorial de las aldeas y de los campos en donde siempre  se produce la misma segura rotación de siembras y cosechas, de sepultación y resurrección…” (6) 
Después de rumiar su obra en los últimos meses, me atrevo a recomendar su lectura, me atrevo a señalar la vigencia plena de aquel lenguaje tenue, pero vivo, muy vivo, pues nos invita a resucitar las humaredas de trenes desaparecidos, una explosión sorpresiva en medio del llano o el balanceo de un columpio que cuelga en la rama de un árbol muerto. Me atrevo en fin, a remarcar la alegría sencilla y profunda de sus versos, a sugerir los pueblos fantasmas y a pedirles que confíen en las higueras, en los molinos, en las muertes y maravillas del Lautaro imaginario, del Lautaro mítico del poeta Jorge Teillier.
 
(1), (2) “Sobre el mundo donde verdaderamente habito o la experiencia poética”, Jorge Teillier, ensayo publicado en la “Antología de la poesía chilena contemporánea”, de Alfonso Calderón, 1970.
(3), (4), (6) “Los poetas de los lares, nueva visión de la realidad en la poesía chilena.”, Jorge Teillier, Boletín de la Universidad de Chile N°56, de 1965.
(5) “El poeta de este mundo”, Jorge Teillier, del libro “Muertes y maravillas”, 1971

 

 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

7ª Furia del Libro: Feria de Editoriales independientes. Centro GAM Gabriela Mistral, del 20 al 23 de diciembre. Metro U. Católica.

.

 
 

La navaja de Bolaño. Por Omar Cid, escritor y poeta

.

“Escribiendo hasta que cae la noche
con un estruendo de los mil demonios.
Los demonios que han de llevarme al infierno, pero escribiendo.”
R.B.  Octubre 1990
 

Roberto Bolaño,  dejó de existir el 14 de julio del año 2003.  Su propuesta  literaria se encontraba en la cima de sus posibilidades. Así lo sorprendió la muerte.  Sin embargo el mito del último escritor maldito crece, sus libros obtienen mayor número de traducciones, los trabajos académicos sobre su producción, poco a poco se incrementan.   En Hispanoamérica es hoy,  un referente indiscutible y obligado.

El factor Bolaño

En Chile, a pesar de la admiración por su trabajo, es uno de los tantos escritores a mi juicio incomprendidos, para no decir mal leído.  Se habla en general de dos claves posibles de lectura, su sintonía con la propuesta de Nicanor Parra y cierta intertextualidad con la obra de Borges; uso el concepto de intertextual bajo las ópticas  de Bajtin y Genette, para el primero “la estructura literaria no existe sino que es generada en relación a otra estructura”  y para el segundo se trata de la  “presencia efectiva de un texto en otro”.  Si bien ambas percepciones de ningún modo son equivocadas,  carecen de otros elementos de interpretación, no se trata de academizarlo todo.  Se trata más bien de leer con ciertos requerimientos específicos a algunos autores.

Si hay algo que caracteriza el ejercicio literario de Roberto,  es el desafío constante lanzado contra sus lectores, las dobles y triples lecturas, las referencias literarias como pequeñas llaves maestras.  “A menudo veía la silueta de Farewell, negra y rotunda, recortada en el quicio de una puerta muy grande. Tenía las manos en los bolsillos y parecía observar con detenimiento el paso del tiempo. También veía a Farewell sentado en un sillón de su club, con las piernas cruzadas, hablando de la inmortalidad literaria”.  (Nocturno de Chile, 2000)

 En Bolaño, existe un proyecto donde la de-construcción de historias es  muy notable, sus personajes en general, hombres y mujeres mediocres, vendiéndose en pequeñas cosas, atiborrados de experiencias fallidas. Incluso la exaltación misma del tema literario, en su libro La Literatura Nazi en América Latina (1996)  trae consigo una singular ecuación perceptiva, donde cada uno de los personajes, no se construye sino que se aplica a sí mismo el símbolo arcano, de la torre desmontada. Otro elemento inquietante de esta obra, es la relación efectiva entre la búsqueda de la belleza a través de la literatura y su relación con la maldad, expresada en los fascismos de distinta índole, el racismo y los fanatismos religiosos.

Con Roberto, los protagonistas sufren vuelcos inesperados.  La pista de hielo (1993) su primera ficción publicada, tiene la estructura de una novela policial, confeccionada desde tres voces narrativas: Remo Morán, Gaspar Heredia y Enric Rosquelles. Este último, enamorado de una patinadora.  “ADMITO QUE EN MAYO di trabajo a Gaspar Heredia, Gasparín para los amigos, mexicano, poeta, indigente. Aunque no quería confesármelo, en el fondo aguardaba su llegada con impaciencia y nerviosismo. Sin embargo, cuando apareció en la puerta del Cartago a duras penas lo reconocí. Los años no habían pasado en balde. Nos dimos un abrazo y allí acabó todo”. (Remo Morán)

Para muchos especialistas  Los detectives salvajes (1998) son su ópera prima, con ella obtuvo el premio Herralde, acompañado de sus páginas volvió a Chile después de veinticinco años.   La novela se divide en tres partes: “Mexicanos perdidos en México”, “Los detectives salvajes” y “Los desiertos de Sonora”.  Los personajes son unos  muchachos pertenecientes al movimiento realvisceralista, liderado por una tal Cesárea Tinajero. Los protagonistas viven en la pobreza real y espiritual, armando felonías, sus logros no son otra cosa que la terrible derrota de lo momentáneo; se trata de un ir y venir incansable, donde la literatura como viaje es la excusa, para hablar de la mediocridad, como si el absurdo se posesionara de cada una de esas pobres vidas,  no existe un solo verso que de testimonio de su poesía, y sin embargo, están dispuestos a caminar sin rumbo, como una opción ante el desencanto.

“Antes no tenía tiempo para nada, ahora tengo tiempo para todo. Vivía montado en camiones y metros, obligado a recorrer la ciudad de norte a sur por lo menos dos veces al día. Ahora me desplazo a pie, leo mucho, escribo mucho, hago el amor cada día. En nuestro cuarto de vecindad ya comienza a crecer una pequeña biblioteca producto de mis hurtos y visitas a librerías” (Los detectives Salvajes, pag 104)

El hijo ilegítimo

El hijo no esperado, llega de la manera menos prudente, reconocido y consagrado en el exterior.  Instalado ya en Santiago, tuvo una resistencia metódica, calculada, no sólo contra los fraseólogos de turno, sino contra la actitud mediocre de una pequeña elite literaria,  amparada en la lógica de los contactos, incapaz de abrir puertas a nuevas voces, por temor a perder sus espacios de influencia.

Desde su mirada irónica, con aire cínico, donde el dedo de Diógenes apunta constantemente, generó quiebres necesarios en el Chile pos-dictatorial.  Cuando se refiere a su obra,  lo hace con la lucidez de quién tiene muy clara su propuesta estética, porque su escritura se forja en la contradicción del sueño y la pesadilla, de éxito y la derrota.

“En gran medida todo lo que he escrito es una carta de amor o de despedida a mi propia generación, los que nacimos en la década de los cincuenta y los que escogimos en un momento dado el ejercicio de la milicia, en este caso sería más correcto decir la militancia, y entregamos lo poco que teníamos, lo mucho que teníamos, que era nuestra juventud, a una causa que creímos era la más generosa de las causas del mundo y que en cierta forma lo era, pero que en realidad no lo era”. (Discurso pronunciado para recibir el premio Rómulo Gallegos, en Caracas)

Se sabía incómodo, por eso no dudó en emitir durísimas sentencias, contra la tradición o el canon “Donoso es un escritor con una línea de flotación jodida. Es un autor que tiene libros abominables, malos de salir corriendo.” (“La Tercera” 03/11/1999)

Son declaraciones que a los creadores de La Nueva Narrativa Chilena, hijos entre otros del famoso taller de Donoso, causaron estragos, en su paso por Chile, ninguno de los llamados consagrados se libró de su juicio “Skármeta es un personaje de la TV. Soy incapaz de leer un libro suyo, ojear su prosa me revuelve el estómago…” (“La Tercera” 19/05/2002)

Pocas veces en la historia de un país,  se produce un fenómeno tan particular, como el hecho que un aparecido de la nada, borre con su escritura, el esfuerzo de un conjunto de personas que creyeron fehacientemente, que las hojas de laurel  se encontraban aseguradas.

La navaja de Bolaño

El último libro de Roberto,  2066 terminó por consagrarlo como uno de los autores más cotizados de habla hispana. No era un golpe de suerte, ni un accidente.   Su muerte dolorosa y repentina terminó de cortar de lado a lado, el mapa literario no solo de Chile, sino de América Latina.

Hemos perdido al mejor de nosotros. No sólo a un camarada generacional, sino al que, por derecho propio, se convirtió a poco de irrumpir en la escena editorial en nuestro líder natural.” (Jaime Collyer, “Las últimas noticias” 15/07/2003

El reconocimiento no es de cualquiera, se trata del alma fundante de La Nueva Narrativa, los que  consideraron que su aparición o aterrizaje dentro de la escena literaria chilena, era lo más parecido a la imagen del “huacho” que intenta reclamar algún derecho de familia.

Camilo Marks, crítico literario de El Mercurio, diría  “Se trata de una carrera literaria muy larga, muy persistente y sostenida en el tiempo, con una vocación muy profunda porque él estaba escribiendo desde los ’70. Indudablemente, hubo un crecimiento. Sus últimos tres libros fueron los mejores. Y de seguro que es uno de los pocos escritores hispanoamericanos que hay ahora que se va a seguir leyendo dentro de 50 años más” (“La Tercera” 20/07/2003)

 Desde mi perspectiva,  es imposible referirse a la segunda parte del siglo XX, en el ámbito literario, sin hacer referencia a la obra de este autor que tiende a cubrirlo todo, da lo mismo si su tradición o fuentes literarias se alejan de lo que en Chile se concebía como novela,  lo concreto es que sus cuentos, ficciones, su prosa en general, incluyo el texto Entre Paréntesis donde demuestra ser un eximio lector y crítico literario.

Sus guiños cínicos, el acto reflexivo donde busca la palabra justa, que muchos hubieran querido decir, pero que se la tragaron por falta de osadía, él,  tuvo las agallas suficientes para escribirlas;  trayendo un aire fresco, lo hizo con la voz de quién se sabe escaso de todo, carente de un discurso abarcador, sin convencer ni convencerse, apostó por la literatura, en el territorio donde todos nos hemos vuelto vendedores de algo, con juegos de imaginería hilachenta.

El terno gastado de Bolaño, incomoda.   Su costumbre de comerse las uñas frente a las cámaras, sus ojos risueños y la palabra que intimida, nos hace sentir su ausencia, ante un espacio cultural tan condescendiente, falto de crítica y fundamento, más cercano a la farándula que a una reflexión.  Nos hace falta Bolaño, y por otro lado nos sobran los bolañitos y sus tenaces detractores, unidos todos, de eso no cabe duda, bajo la protección de la academia, escudo salvífico destinado a pontificar las opiniones, de quienes saltan al combate, con la espada pegada a su cátedra.

La navaja de Roberto fue su lápiz,  donde plasmó sus pensamientos, sus sueños, el vagabundear de cada día, de ahí surgieron sus personajes, sus poemas, encerrado en un pequeño cuarto, escuchando rock  y escribiendo con la secreta confianza,  que su trabajo tendrá  validez  para otros, aunque esos otros se tarden años en llegar, Bolaño fue la perseverancia,  el amor desquiciado por el oficio mendicante de escribir.

Sin proponérselo,  sin medir siquiera el impacto de su oficio en las nuevas generaciones, rompió esa afonía estética y social instalada bajo el formato de farándula,  lo hizo con la única herramienta que tenía, su pluma y palabra, abrió con ello las puertas para que nuevas voces críticas se atrevieran a desafiar lo instalado, la llamita que encendiera, este hijo de tantas tierras, impulsa a seguir abriendo nuevos caminos, aunque ello signifique ser acusado de plagio, de inventarnos historias y talleres fantasmas o de dormir con Oscuro de Chile bajo la almohada.
.

Microcuento: Nelson Gómez León

.

FRACASO

El domingo no fui a votar, resultamos tan pocos que ni se notó.

 

 
 

martes, 10 de diciembre de 2013

10 de diciembre: Día Internacional de los Derechos Humanos en Chile y obituarios que evocan a Augusto Pinochet

.




Los asesinos de Siempre
 

 
 
El fascismo presente en Chile

Dos de los anuncios publicados en el diario El Mercurio, que hacen mención al dictador y a los represores condenados por violaciones a los derechos humanos.

 

 
"Recordamos con cariño, admiración y agradecimiento al Capitán General don Augusto Pinochet Ugarte y solidarizamos con los oficiales y suboficiales que sirven injustamente condenas por haber cumplido con su deber". Firma "Mesa 11 de Septiembre"
Cristián Labbé, el coronel retirado que fue uno de los responsables de la seguridad de Pinochet y posteriormente alcalde del municipio santiaguino de Providencia por dieciséis años también expresa sus condolencias.

 






jueves, 5 de diciembre de 2013

Gracias Mandela

.

El 11 de febrero de 1990, el mundo se concentró en el paso firme de Nelson Mandela que salía de la prisión Victor Verster, en una de las más poderosas imágenes de nuestro tiempo, tras haber permanecido 27 años tras las rejas del apartheid (Fue el regimen o sistema de segregación racial en Sudáfrica).

 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Carta SECH a Ministro Ampuero ante irregularidades de funcionarios en el Consejo del Libro. Noviembre, 27 del 2013



.


Los hechos protagonizados por el Sr. Javier Chamas Cáceres, Jefe del Departamento de Fomento de las Artes y la Srta. Paz Balmaceda García-Huidobro, Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional del Libro y la Lectura y que a nuestro parecer constituyen una grave falta, dada su condición de funcionarios públicos que desempeñan actualmente altos cargos en el Consejo Nacional del Libro y la Lectura.

Señor
Roberto Ampuero
Ministro Presidente
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
Presente

 Estimado Ministro:

                Junto con extenderle nuestro cordial saludo, nos dirigimos a usted con el propósito de poner en su conocimiento los hechos protagonizados por el Sr. Javier Chamas Cáceres, Jefe del Departamento de Fomento de las Artes y la Srta. Paz Balmaceda García-Huidobro, Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional del Libro y la Lectura y que a nuestro parecer constituyen una grave falta, dada su condición de funcionarios públicos que desempeñan actualmente altos cargos en el Consejo Nacional del Libro y la Lectura.
                Consideramos que estas prácticas, además de ser ofensivas, dejan al descubierto la falta de valoración y ostensible discriminación hacía nuestro sector, como también la patente animadversión de estos dos funcionarios hacia la Sociedad de Escritores de Chile y sus representantes ante el Consejo y que por cierto de plano contradicen el sentido de las funciones que les conciernen que es brindar “apoyo técnico y administrativo al Consejo y a sus asesores”, como la misión del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes tendiente a “promover un desarrollo cultural armónico, pluralista y equitativo entre los habitantes del país”, máxima consagrada en la ley Nº 19.891.
Todo lo anterior nos hace entender que no están dadas, por parte de los funcionarios mencionados, las garantías básicas, necesarias y mínimas que se requieren para el desempeño de las tareas propias que nos competen en la gestión del Consejo Nacional del Libro y la Lectura.
                Además, cabe subrayar, el menoscabo que en dichos textos se hace a un representante de la civilidad ante el Consejo, situación que no podemos pasar por alto y en virtud de la cual solicitamos a usted una investigación en profundidad y la toma de las medidas administrativas que la ley y los reglamentos correspondientes contemplan.
                El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, así como todas sus instancias orgánicas, fue pensado y creado con una base de participación ciudadana que lo enriquece y potencia como institución. En consecuencia, se espera que una instancia de estas características sea justamente el espacio para la discusión, el análisis y  la diversidad, como marco de un debate generoso en ideas y respeto mutuo que logre contribuir a la construcción integral de un mejor país para todos.  Nuestra presencia y aporte permanente dentro del Consejo del Libro y la Lectura no es sino reflejo de la trayectoria y representatividad, que por más de 80 años, la Sociedad de Escritores de Chile mantiene dentro de la cultura nacional.
                Lamentamos que a menos de dos años de la salida de la Sra. Tatiana Acuña de la Secretaria Ejecutiva del Consejo del Libro y la Lectura (por razones análogas a las que exponemos en esta carta) se vuelvan a producir situaciones, que además de banalizar la cultura, en nada aportan al necesario y urgente crecimiento socio cultural de nuestra nación.
Adjuntamos a la presente, copia del correo del Sr. Javier Chamas a la Sra. Ximena Troncoso.

Esperando que nuestra solicitud sea acogida con ecuanimidad, se despide atentamente.


Víctor Sáez
Presidente
Carmen Berenguer 
Vicepresidenta                                                                                          
Poli Délano
Director