lunes, 16 de mayo de 2011

Selección de poemas de Rodrigo Jara Reyes

 de “BARRIO HONDO”, Libro inédito, 2006


LAS MUJERES DE CALLE BALMACEDA
(A mi abuela, que vivió cien años)

Las niñas de Balmaceda no arrullan muñecas Barby
no promocionan pañales de papel
ni van a la catedral los sábados
a compartir la hostia de los ricos
Las niñas de Balmaceda mecen a sus hermanos
tejen coronas con ramas de sauce
y son inmensamente felices
tanto que se olvidan del hambre y del olvido
Las muchachas de Balmaceda se casan en abril
con hombres que conocieron en marzo
hombres de manos ásperas
que las doblan en edad y en tristeza
Las mujeres de Balmaceda crían hijos en el polvo
y para el polvo
crían los suyos
los de otras
y los lanzan al mundo como plumas al río
                                         /que va a ninguna parte
Las mujeres de Balmaceda aman a hombres de piedra
aman como van al mercado           en bicicleta
y luego envejecen alrededor del brasero
cebando mates al anochecer
mates que humedecen e iluminan
las historias simples de la cuadra
Las mujeres de Balmaceda no conocen los espejos
se peinan con esqueletos de pescado
y lloran   lloran    lloran
para que sus lágrimas renueven los surcos
                                                /resecos de la cara
Las mujeres de Balmaceda no saben de letras
de  filosofía ni de liberación
se queman las pestañas zurciendo calcetines
son especialistas en química de ollas
y Mesías para repartir un plato vacío
entre veinte chiquillos hambrientos


LAS CALLES

1)
Las calles dejaron su antigua morada
su inocencia de polvo y pies descalzos
Abortaron sus alamedas y sus plazas de tierra
donde los enamorados se amaban mirándose
                                                    /a los ojos verdes
no de hambre sino de gozo
Ahora se maquillan como putas viejas
se adornan con semáforos y otras joyas de neón
Ahora los perros orinan sin ganas el cemento
y la lluvia mezquina
no llega a la raíz del mundo

2)
Las calles recogen pasos que pesan y brillan
pasos con la codicia de oficinistas
y sus desmesurados sueños de grandeza
Pasos que pisan a los débiles
a las mujeres solas en casas solas
a los ancianos del abandono
Pasos que delatan a pobres asaltantes
de poca monta
buscadores de tesoros o lo que fuere
Pasos que olvidaron las fugaces calles
terrosas de infancia
la ternura materna en los primeros años
Pasos sin brújula
sin la bulla alegre del clandestino
sin la putita que todos amamos
y hundimos al río oscuro del olvido

3)
Territorio de feriantes
pozo que ahoga los sueños de la tribu
frontera que cierra el paso al soñador de La Mancha
olvido que borra a la usurera y al joven estudiante
Acaso la bella durmiente sea una niña muerta
que nadie besa por temor al contagio
Acaso la Cenicienta quiso vender su inocencia
a las caravanas de mercaderes que asolan los pueblos
  

LA TARDE DEL CLÁSICO

1)
Esa tarde se hincha hacia los costados
es brisa que sopla semanas antes
por las esquinas
Voces de vecinos que murmuran y apuestan
los últimos pesos del día
El clásico es marea que inunda con sus nobles
banderas de antaño
es horda maldita para los reaccionarios
y bálsamo para los rebeldes
Aparecen las manos callosas de los fundadores
con sus machetes de tiempo
Nos recuerdan los orígenes en la barbarie
de campos iletrados
Muy hondo en la memoria
los fantasmas de los primeros niños
continúan pateando pelotas de trapo
Acaso descalzos
disfrazados de inocencia
quieren burlar a la muerte insobornable

2)
La tarde que no se olvida es la del clásico
un domingo que bulle en cancha del Quintas
Flamean las banderas del este y del oeste
Vuelan insultos de galería a galería
El hambre      las   traiciones    borracheras
amigos     amores
todo estalla y da bote
y tranca        y corre        y suda
El viento teje remolinos sobre el suelo terroso
y la tarde se arrebola en los ojos
en las gargantas resecas
en las amistades retorcidas por los vaivenes del marcador
y por los ánimos revueltos y esparcidos
en el campo de de mil una batallas
  
3)
Horas desangradas del crepúsculo
los contrincantes a las manos
a los pies
pero los más a las copas
Hordas de sedientos asaltan cervecerías
barcitos y sartenes de sopaipillas
La vecina del Pata de gallo
vende el boliche entero
La cerveza anega calles cubiertas de papel picado
Los muchachos cantan hasta el amanecer
himnos a los héroes de batallas olvidadas
gestas que ni los viejos más lúcidos recuerdan
Los policías beben en sus gorras de servicio
acaso disfrutan y no se atreven
a estropear la fugaz alegría de un barrio triste


NOSOTROS LOS PEORES

Los que aplanamos calles jugando a la pelota
y fuimos amigos a morir
los que rompíamos vidrios a los vecinos cuicos
y espiábamos a las muchachas púdicas
los que instauramos la competencia de pajas
premio a quien escupe más lejos
Nosotros          los cómplices
los que luchamos contra el código
y sus dragones custodios
los que hicimos de la noche nuestra aliada
en contra del demonio de la virtud
Nosotros          los peores
los que sembramos las calles de bellas
barricadas sin rostro
los que vomitamos nuestra adolescencia
como tiros o flores de pólvora y acero
Nosotros      los peores
los que amamos la libertad extrema
nos quitamos la niñez como pijama sucio
y ahora somos hombres de bien
La vida nos ganó la mano
sacó los triunfos de la manga
y aquí estamos         
peinando huevos
de porteros en algún motel de lujo
emperifollados y viejos
nos latean las trifulcas de los estudiantes
y la rebeldía de los hijos
nos escupe a la cara nuestros mejores años


EL HOMBRECITO SIN NOMBRE

El tonto Alejo nunca estuvo aquí
no existió su rostro anónimo
ni el sombrero doblado por la lluvia
ni su barba a medio pelar
ni esos ojillos como uvas atascadas
al cuello de un embudo
Soñé que una madre sin rostro lo abandonó
a crecer como planta silvestre
prendada al terruño de la casa grande
Nunca encendió braceros al amanecer
ni lustró zapatos desagradecidos
ni cargó las carretas del agravio
ni cepilló los caballos
ni a los caballeros dueños de los caballos
El tonto alejo no tenía nombre
ni siquiera su cara enrojecida por el agua ardiente
y por cierta vergüenza de estar vivo
le perteneció
Ni siquiera la muerte cirrótica
ni el funeral vacío
ni la familia postiza y ausente
ni la lluvia que imitó a las lágrimas
reconocieron su cara


RODRIGO JARA REYES. Talca,Chile. Hizo estudios superiores en la Universidad de Talca, donde obtuvo el título de Profesor de Estado. Publica los libros de poemas En los caudales de la memoria, 1997; De la memoria al fénix, 2000 y Dos sur y otros poemas, 2003. Además, publica cuentos, artículos y ensayos en revistas nacionales e internacionales. Trabaja en el equipo editor de Iridec, en donde construye y corrige libros de capacitación a distancia. En el año 2006, auto-publica el libro de cuentos El extravío y otros relatos. Es recogido en las antologías Travesía por el río de las nieblas, 2000, Faluchos, treinta poetas maulinos, 2003; El lugar de la memoria, 2007. Mantiene dos libros inéditos de poesía (Piedra erótica y Barrio hondo), un volumen de cuentos (Hombres de niebla) y una novela breve (El lector perfecto).
.

2 comentarios:

  1. Buenísima la poesía de Rodrigo Jara, sin duda poesía que persistirá, perdurará y se irá arraigando entre sus lectores.
    Gracias al autor y a la SECh por publicarla

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  2. es bueno encontrar sitios donde aun se escribe con letras rebosantes de sensibilidad.
    Saludos desde Ecuador

    Jheovany
    http://miltonromatro.blogspot.com/

    ResponderEliminar

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