martes, 6 de marzo de 2012

Alejandría: Poemas rescatados por el editor de Eduardo Embry

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1. En otro espacio
Para mi amigo Juan Cameron

Mientras espero que aparezca
tu nombre en el Facebook,
pienso en aquellos monjes
que se aíslan en montañas circulares;
desde milenios y milenios
vienen diciendo
que las cosas existen
en un mundo transparente
donde los asnos y las moscas
son casi invisibles,
por eso mismo la gente no se engaña;
un caballo y un jinete, siempre serán
un caballo y un jinete,
y la tierra, que galopando, galopa
en espacio y tiempo, mirada desde lejos
no es más que una manzana misteriosa
que nunca ha perdido sus estribos,
y nadie lo nota; aquel jinete
que se duerme
en su caballo y no se cae,
sale de mi lápiz diciendo
una roca no es una roca,
es una montaña; no es una montaña,
es una cordillera convertida en balneario;
mientras espero que aparezca
tu nombre en el Facebook, pienso
en esos lugares escurridizos
de la tierra, donde dicen
que los gatos y árboles de gatos que trepan
no son árboles, gatos,
ni personas que habitan
bajo elegidos techos
combinados con vitaminas,
y donde usted ve una mano incrustada
en un manuscrito de piedra
no ve ni oye el grito del hombre
que viene a mi cabeza,
se reproduce en miles de mujeres infinitas;
mientras espero que aparezca tu nombre
en el Facebook, pienso y hablo:
siendo yo mismo uno sólo, me muevo en plural,
multiplico: uno x uno= es uno;
el que pasa por un puente de más de cien años
pasa a la vez por dos ríos;
a la mar le fastidian los ríos, es como
jugar con muchachos menores
que devuelven los peces
monte arriba;
de lo que no existe duda en este mundo
que el puente centenario
desaparece, no resiste más que
un ser humano;
el caballo galopando cae al agua,
sale el sol y no sale; cuando el agua se evapora
con algunos huesos menos,
todo se ilumina de noche,
el caballo se levanta del agua,
se instala en los árboles, viaja
en veloces automóviles;
bastan unas cuantas vueltas en exceso
para que las cosas – regidas por leyes circulares-
vuelvan a lo mismo;
mientras espero que aparezca tu nombre
en pantalla del Facebook,
pienso y hablo de los budistas del Zen,
que desde milenios vienen diciendo
que sin fantasía las manos del hombre
no se mueven; las barcas
que se echan a la mar,
nunca zarpan, ahí permanecen
eternamente en los muelles,
y si esto algún día llegara a suceder
tal como lo dicta mi lápiz:
del punto en movimiento resultaría otra línea;
en otro tiempo, en otro lugar, donde
brillan retrovisores y botones de plata,
los marineros sin barcos,
casi son felices.


2. Poema de los engaños
A la memoria de don Carlos Foresti

Este poema que no escribo
inicia su primer verso
antes de haber sido escrito
en una roca del cerro Cordillera,
“qué bien muchacho”,
alentaba el más sabio;
yo le decía al maestro,
llevándole al origen
misterioso de las letras:
tengo una intuición grande
en mi corazón;
era como una bola de fuego
como una bestia
que impedía el paso
del estrecho camino
de quien viene en sentido contrario
cargando una bolsa de letras,
adjetivos, sustantivos y verbos;
antes, mucho antes
de aquel gran nacimiento,
cuando su autor se hallaba
todavía en viaje
del otro mundo a esta tierra;
cuando las luchas de ayer
(contra la nieve,
contra el lobo y la oveja)
eran las mismas de hoy
- antes que ningún poema
fuera escrito a martillazos:
el maestro de maestros
me extendió la mano
y desde la roca más alta
miramos con agrado
la patria y la ciudad donde
habíamos nacido.


3.
Este infante

Este infante (así llaman
a este pobre diablo que
por estas tierras anda
como un caballero, andando
siempre a pie)
oyendo razones de aquellos sabios
pocos que ha habido

- “quien bien faze nunca muere..” -
tomó nave de un solo remo
de las más antiguas, de un solo esclavo,
se echó a la mar,
pasó muchos peligros,
desde sus primeros pasos,
hasta comenzar sus lecturas
del ojo, de la mano, de la boca,

- de las noventas mujeres que avía,
con mucho humor
a rajatabla,
tuvo cuatro hijos;
y como ya es sabido,
la vida dura poco,
la ciencia, no por ciencia
es tan galla,
ni aspirina para disolver en agua,
aunque mucha gente no se incomoda
la felicidad no es para todos;
nadie aprende sin saber,
cada uno aprende como puede;
arriba de los árboles
los pájaros equilibran sus crías,
nada se caen de sus nidos;
este pobre infante
aprendió a escribir dentro de un zapato
donde el mundo pesa
más que un árbol lleno de pájaros,
más que el parlamento
y sus tejas amarillas,
más que el palacio arriba de un castillo;
así se aprende en esta breve vida;
pobre y feo, luenga barba,
“ahí va el infante”, así le llaman
pobre diablo, sabio y viejo –
andando a pie, como un caballero.


4. Llevo mi país dentro de mi cabeza

Llevo mi país dentro de mi cabeza,
por eso mi cabeza no me duele;
con el peso que llevo en mis hombros
diviso una fogata en el cielo
y para que yo vea claramente
me dirijo a la estrella más chueca,
a la mentirosa, aquella que en vez de unir
hermanos con hermanos -ante verdades
esenciales de niños y ancianos,
esa estrella maldita
más nos dispersa;
somos animales de la sed y del hambre,
aquellos que al salir de un túnel 
andan con un pie más largo que el otro,
así aparecen los extraños,
los perdonables hijos que nacen apretujados
sin oportunidad para que el oxígeno
que deben
les llegue a chorro al cerebro
(a mí me ha nacido una criatura
que es la pura bendición de Dios en mi poesía)
me ha nacido así para que yo sea
famoso en esta tierra, aquel
que luce con orgullo de ser dueño
de una magnífica maquinita de hacer
pequeños envases
vacíos de uvas secas,
es decir, aquí lo digo y no lo repito:
cada vez que sus relojitos
detienen sus pequeños engranajes,
se enciende una luz verde, aparece
el pajarito de tomar las fotos,
mira y piensa
“este es verdaderamente un amigo”,
y ahí se produce el milagro,
y viene la primera pregunta: ¿que número de zapato
calza usted?
y lo que más avergüenza a las damas
es cuando esta herramienta perfumada
pregunta ¿cuántos años tiene usted?
de tanto sentir
en mis hombros
el largo y estrecho país
que llevo dentro de mi cabeza,
mi felicidad sube al cosmos,
es como una alfombra voladora
que me lleva y me trae por todo el mundo,
y a todo esto, mi cabeza
colmada de tanta historia,
no me duele.




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2 comentarios:

  1. Muchas felicidades al poeta Eduardo Embry...Una hermosa lira que ha permanecido en el tiempo,mirando con ojos cósmicos y terrenales, a veces abiertos a otras dimensiones, descubriendo la existencia de las divinidades que habitan dentro del alma. Va todo mi cariño y respeto para el Maestro

    Patricia Téllez.

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  2. Preciosos y sentidos poemas nos endulzan el alma.
    A veces, melancólico tu grito de flechas, a veces, la mayoría alegre.
    Te quiero amigo, por tanto que entregas, sin pedir nada a cambio.

    Besos eternos desde tu Chile.

    ResponderEliminar

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