martes, 26 de abril de 2011

Gonzalo Rojas. Lebu, 1917 / Santiago, 25 de abril de 2011: Poesía chilena. Dos poemas de un estilo

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MATERIA DE TESTAMENTO

A mi padre, como corresponde, de Coquimbo a Lebu, todo el mar,
a mi madre la rotación de la Tierra,
al asma de Abraham Pizarro aunque no se me entienda un tren de humo,
a don Héctor el apellido May que le robaron,
a Débora su mujer el tercero día de las rosas,
a mis 5 hermanas la resurrección de las estrellas,
a Vallejo que no llega, la mesa puesta con un solo servicio,
a mi hermano Jacinto, el mejor de los conciertos,
al Torreón del Renegado donde no estoy nunca: Dios,
a mi infancia, ese potro colorado,
a la adolescencia, el abismo,
a Juan Rojas, un pez pescado en el remolino con su paciencia de santo,
a las mariposas los alerzales del sur,
a Hilda, l'amour fou, y ella está ahí durmiendo,
a Rodrigo Tomás mi primogénito el número áureo del coraje y el alumbramiento,
a Concepción un espejo roto,
a Gonzalo hijo el salto de la Poesía por encima de mi cabeza,
a Catalina y Valentina las bodas con hermosura y espero que me inviten,
a Valparaíso esa lágrima,
a mi Alonso de 12 años el nuevo automóvil siglo veintiuno listo para el vuelo,
a Santiago de Chile con sus 5 millones la mitología que le falta,
al año 73 la mierda,
al que calla y por lo visto otorga el Premio Nacional,
al exilio un par de zapatos sucios y un traje baleado,
a la nieve manchada con nuestra sangre otro Nüremberg,
a los desaparecidos la grandeza de haber sido hombres en el suplicio y haber muerto cantando,
al Lago Choshuenco la copa púrpura de sus aguas,
a las 300 a la vez, el riesgo,
a las adivinas, su esbeltez
a la calle 42 de New York City el paraíso,
a Wall Street un dólar cincuenta,
a la torrencialidad de estos días, nada,
a los vecinos con ese perro que no me deja dormir, ninguna cosa,
a los 200 mineros de El Orito a quienes enseñé a leer en el silabario de Heráclito, el encantamiento,
a Apollinaire la llave del infinito que le dejó Huidobro,
al surrealismo, él mismo,
a Buñuel el papel de rey que se sabía de memoria,
a la enumeración caótica el hastío,
a la Muerte un crucifijo grande de latón. 

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CIFRADO EN OCTUBRE
(Escrito en 1974)

Y no te atormentes pensando que la cosa pudo haber sido de otro modo,
que un hombre como Miguel, y ya sabes a cuál Miguel me refiero,
a qué Miguel único, la mañana del Sábado
cinco de Octubre, a qué Miguel tan terrestre
a los treinta de ser y combatir, a qué valiente
tan increíble con la juventud de los héroes.
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Son los peores días, tú ves, los más amargos, aquellos
sobre los cuales no querremos volver,
                                                avísales
a todos que Miguel estuvo más alto que nunca,
que nos dijo adelante cuando la ráfaga escribió su nombre en las estrellas,
que cayó de pié como vivió, rápidamente,
que apostó su corazón al peligro
clandestino, que así como nunca
tuvo miedo supo morir en octubre
de la única manera luminosa.
Y no te atormentes pensando, diles eso , que anoche
lo echaron al corral de la morgue, que no sabemos
gran cosa, que ya no lo veremos
hasta después.

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Gonzalo Rojas, nace en Lebu, Arauco, en 1917. Estudió Derecho y Literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Fue profesor de Estética Literaria y Jefe del Departamento de Castellano en la Universidad de Concepción. Ejerció la docencia en Utah, EE.UU., Alemania y Venezuela. Organizó a partir de 1958 los famosos Congresos de Escritores en Concepción, reuniendo lo más selecto de la literatura latinoamericana. Fue diplomático en China y Cuba. Perteneció al grupo surrealista reunido en torno a la Revista Mandrágora, 1938 - 1943.
Recibió numerosos premios internacionales, entre los que se cuentan: Premio Sociedad de Escritores de Chile por «Poesía Inédita» 1946, Premio Reina Sofía de poesía de España, Premio Octavio Paz de México y José Hernández de Argentina, además del Premio Nacional de Literatura de Chile en 1992 y del Premio Cervantes de Literatura 2003. Luego de una corta enfermedad, falleció el 25 de abril de 2011.
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sábado, 23 de abril de 2011

Limoneros y arcángeles, de Claudio Durán, presentación y comentario

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por Jorge Etcheverry 




Habiendo sabido que el último libro de poemas de Claudio Durán había sido publicado y presentado en Chile el año pasado, y que él estaba de vuelta en Toronto, nos apresuramos a ofrecerle la posibilidad de lanzar su libro aquí en Ottawa, en el marco del Taller Cultural El Dorado, donde Claudio ha sido invitado especial y además ha participado, en tanto que poeta chileno y también chileno canadiense, en varios de los simposios Boreal que ha organizado el taller, además de tener trabajos publicados en la revista Alter Vox, de alguna manera anexa a  El Dorado y en la antología Boreal: poesía latinoamericana en Canadá, de Luciano Díaz y Jorge Etcheverry, una coedición de Split Quotation/La cita trunca y Verbum Veritas, de 2002. Dicho sea de paso, Durán participa con poemas en la nueva antología Borealis, editada por Luciano Díaz y yo, y que presenta a autores de poesía y prosa que han sido lectores invitados en las lecturas mensuales del taller. Los poemas del autor que aparecen en la ya mencionada antología corresponden a la quinta parte de su último libro, Limoneros y arcángeles, publicado por RIL Editores, Chile, 2010. La contribución de Durán a esta antología es la parte quinta, los Poemas a Chiloé, el cual presentamos uno, que nos servirá de puente para pasar a comentar este libro:
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Recordando esos años de esperanzas inciertas


Me ha bajado la melancolía de los que recuerdan el tiempo que no llegó
la época desusada abierta a la congoja
aunque en ese entonces los pájaros volaban en los hilos de su propio vuelo
y las flores miraban el paso de las especies sin exigir ni tiempo ni espacio.
En el almácigo creciente de las olas un día llovió sin abuso ni esperanzas.
El tenor de los trenes era como animales enormes, negros, llenos de humo
haciendo el mismo camino de fierro de todas las épocas del año.
No queríamos ver que la gente
enarbolaba las banderas de la tristeza
mientras nosotros escribíamos en el silabario
sobre el futuro de nuestras creencias.

Este libro del autor  se quiere, por así decirlo, más experimental que los anteriores, ya que manteniendo la tónica básicamente lírica de su poesía, y su vena nostálgica, o podríamos decir incluso lárica*, da cautelosa y ponderada cabida a elementos formales diversos, a la parodia y la ironía que lo acercan a la antipoesía. Claro que este neolarismo no se restringe a los ámbitos más ‘naturales’ de la provincia del país de origen, sino también Santiago, además se apropian nuevos ámbitos, transitorios, como pueden ser Europa o Perú, o permanentes, como puede ser Canadá. Esta última ya no aparece envuelta en esa capa amenazante, opuesta y contraria con que la suelen representar otros poetas y autores del exilio o el desarraigo, ya que después de todo y pese a su lugar algo periférico alrededor del núcleo metropolitano occidental, Canadá representa para muchos la megaurbe alienante contrapuesta a las suaves colinas originales paradisíacas de las que se emigró o escapó. No ya en esta poesía de Durán, con su casi amable aceptación del espacio alguna vez extraño como parte de la vida, con sus correlatos objetivos presentes que se despliegan como elementos vitales que se reconocen y rescatan a veces casi con ternura, cuyos aspectos negativos se reconocen con resignación. Así en el poema Lima se dice que “es la Lima que deviene en un tormento culinario/la que llena de gozoso encuentro al mar, al aire y al cielo nublado”. O sino en el poema que abre la Parte II del libro, Poemas de Roma y Sorrento:

En Sorrento todo ha sido señalado
para mirar el mar
desde una ventana:
al frente, la bahía, el Vesubio,
botes de pescadores coloridos,
una calle estrecha a lo largo del mar
y un funeral gris
de pasos lentos
y campanadas.
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O en la misma sección, en
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Ropa Limpia en Italia

Cuelga desde balcones e
entretechos
techos
todo a la vista:
sábanas,
calzoncillos, calzones,
pañales, sostenes,
calcetines,
y a veces,
zapatos y zapatillas.

En lo referente a los elementos ya mencionados cuasi antipoéticos, en todo caso coloquiales e irónicos, veamos su aparición en el poema Pompeya Scavi, que personalmente considero uno de los más logrados de este libro:

Los pompeyanos dedicaban su tiempo
a menesteres como los siguientes:
hacer, vender y comprar pan
fabricar ladrillos y hacer casas
ejercer la justicia y castigar culpables
comerciar y hacer dinero
gobernar la ciudad y politiquear
rendir culto a diosas y dioses
educar a niñas y niños
entretenerse en el teatro
joder la pita y sacar de paciencia
comer meriendas varias
ir a tomar trago a las tavernas
relajarse sexualmente en los lupanares
recibir visitas o ir de visita
dormir de noche (algunos de día)
cuidar la ciudad contra bandidos e invasores
ir de picnic y excursión al volcán Vesubio.

 La enumeración de los ires y venires y tejes y manejes de los habitantes de la ciudad se tiñe de una ironía comprensiva, una distancia sonriente, aceptante. Dado el fin que tuvo esta ciudad, el lector (informado) se pregunta si esta captación de los ciudadanos en las tareas del diario vivir la hizo el emisor poético al observar sus restos petrificados. Si se conoce la historia de Pompeya, el verso final, “ir de picnic y excursión al volcán Vesubio.”, ironiza hacia arriba al poema en una especie de coda iluminante. El autor, pese a su lenguaje en general escueto y esencial, no recurre al didactismo ni a facilitarle las cosas al lector eliminando las alusiones contextuales culturales o históricas. Por otra parte, esta enumeratividad de elementos esenciales (de un paisaje, una objetividad, una tareas o circunstancia, o la misma así llamada ‘condición humana’) se puede hacer manifiesta en relación a la parte más ‘lárica’ del libro, con la misma productividad poética: como
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En el Tavelli

Aquí sentado
siento que hay cosas
que son más sencillas que yo:
el vaso de agua
la servilleta de papel
el sobre de azúcar
el plato vacío
el precio de las comidas
el teléfono celular.

No es que en este libro esté ausente lo negativo, pero se lo considera desde una perspectiva casi taoísta que elimina la acrimonia y el odio. Nos parece que la intención del volumen es de alguna manera la de testimoniar, de hacer la crónica, de una totalidad vital, la del emisor poético y su circunstancia, que de alguna manera tiende a hacernos partícipes de instancias humanas universales. Aunque con elementos básicos de nostalgia, la relación axiológica y temporal se ha invertido. La dimensión temporal básica del libro es ahora la del presente, desde donde se traen a relucir elementos pasados esenciales, reflexiones parafilosóficas no desprovistas de humor, más melancólicas que amargas, que implica casi una aceptación, casi un disfrute tranquilo de las instancias existenciales y de la objetividad, una resignación de la que no están ausentes los elementos negativos del por así decir cosmos, sino que aparecen incorporados como una parte existente e inevitable. Es interesante este nódulo emotivo intelectual, ya de por sí extraño al de la poesía del exilio, el desarraigo y el trasplante, muchas veces amarga y rencorosa, sincera o impostadamente. Es interesante además la forma elegida, que en las variaciones experimentales de su simplicidad y concisión básicas, ofrece el correlato exacto para la expresión de este poeta,  hazaña que se logra sólo con los años de circo pero para la que hay que haber nacido con dedos para el piano.

* “Un primer hecho que estableceremos es el de que los “poetas de los lares” vuelven a integrarse al paisaje, a hacer la descripción del ambiente que los rodea. Se empiezan a recuperar los sentidos, que se iban perdiendo en estos últimos años, ahogados por la hojarasca de una poesía no nacida espontáneamente, por el contacto del hombre con el mundo, sino resultante de una experiencia meramente literaria, confeccionada sobre la medida de otra poesía".
"¿Por qué esta vuelta? No basta para explicarla, creemos, el origen provinciano de la mayoría de los poetas, que atacados de la nostalgia, el mal poético por excelencia, vuelven a la infancia y a la provincia, sino algo más, un rechazo a veces inconsciente a las ciudades, estas megápolis que desalojan el mundo natural y van aislando al hombre del seno de su verdadero mundo”.
La poesía de los lares. Nueva visión de la realidad en la poesía chilena", de Jorge Teillier
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viernes, 22 de abril de 2011

El Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso: Premia al Poeta Eduardo Embry

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Premio de la Crítica Mención Literatura:
Al escritor porteño radicado en Inglaterra Eduardo Embry por su libro "Al revés de las cosas que en este mundo fenecen", editado por la Universidad de Playa Ancha.



 

Profesor Eddie Morales
hace entrega a Eduardo Embry
del libro “Al revés de las cosas
que en este mundo fenecen”.

La Sociedad de Escritores de Chile, comunica con alegría fraterna la obtención del Premio de la Crítica 2010, de nuestro socio y Presidente de la Filial Londres de la SECH, el poeta Eduardo Embry. Este Premio es otorgado anualmente por el Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso.
Distinción que constituye merecido reconocimiento a la obra y trayectoria del destacado Poeta Nacional.
Enviamos nuestras sinceras felicitaciones. Más de Eduardo Embry


Del libro “Cuaderno del bachiller Serpa”

El bachiller Serpa habla de las piedras
que hay en los caminos

No te laves los pies en los lagos,
que son divinidades terrestres,
no des de patadas a las piedras,
porque son personas duras
que están durmiendo en el suelo,
las montañas viajan de noche,
de noche se ponen furiosas,
no te atrevas a decirles una palabra,
deja que pasen de largo, o que sigan
andando detrás de ti,
son gentes inofensivas,
como una palabra que signifique
buenos modales;
cuando pases delante de un río,
sácate el sombrero, es conveniente
que hagas la señal de la cruz, es una
forma respetuosa de decirle
“hola, dígame usted ¿cómo andan
las cosas por aquí?”
los lagos, los valles, las montañas
los ríos, y aún las piedras del suelo,
no son cosas mudas porque alguien
les haya cortado la lengua,
simplemente, no hablan con extraños.


Sermón del agua
  
Para hacer más feliz el paso de los hombres
en esta tierra, voy a fundar
una nueva religión: todos
seremos adoradores del agua;
subiré a lo más alto de los montes,
a mis seguidores les diré
respeten los mares,
tengan más consideración con las lagunas;
con todo respeto llevaré el agua
que sale del chorro de la llave
dentro de un vaso limpio
y lo pondré sobre la mesa,
“miren, hombres sucios de esta tierra”;
así comenzaré mi discurso inaugural,
“vengan y vean cómo se desbordan los ríos,
cómo la mar se levanta con grandes olas,
en pocos segundos
acaba con las poblaciones enteras
que se hallan en la orilla,”
de ahora en adelante, el agua será mi dios
que se enfurece y se envenena
de ver por todas partes tanta payasada.
  

El bachiller Serpa se compara
con el poeta Henry Longfellow
  
El poeta Henry Longfellow, lo mismo
que yo, fue un hijo y un padre devoto
de los deleites del hogar,
en eso fuimos campeones;
pero nuestros matrimonios,
terminaron mal,
tanto su mujer como la mía,
murieron al dar a luz
al primogénito;
la casa de Henry Longfellow, lo mismo que la mía,
estaba al otro lado del río,
la única diferencia entre ambas,
la casa del poeta estaba hecha toda de oro
y la mía, sólo lata y cartones;
y cuando Henry Longfellow conoció
a su amada, se dice escribió
aquellos famosos versos que dicen:
"O my beloved, my sweet Hesperus!
Oh, mi dulce lucero de la tarde
My morning and my evening star of love!
¡en la mañana y en la tarde, estrella de mi amor”; en cambio, cuando por primera vez te vi,
coño, me temblaron las piernas,
perdí el color de la cara,
quedé absolutamente mudo, nunca
he podido escribir para ti
una estrofa de amor.
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Francisco Véjar escribe sobre “La muerte tiene los días contados” de Mario Meléndez

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Por fin un poeta le quita el velo a la muerte y la hace dialogar con nuestro tiempo. En las páginas de este libro el lenguaje fluye sin imposturas, no exento de ironía y cotidianeidad. Es una plática al interior de nuestra cultura que abarca la literatura, lo social y los evangelios apócrifos a través de Juan Bautista. Su lectura no dejará impávido a nadie. En el poema titulado Comunicado de último minuto, escribe: “El examen de ADN resultó negativo / Cristo no es hijo de Dios”.

“¡Caramba! Hace tiempo que no leía un texto que se sostuviera por si solo”, agregó Nicanor Parra, después de leer los versos citados anteriormente, en el balneario de Las Cruces, ubicado en la costa central de Chile donde reside en la actualidad. Sin duda, Mario Meléndez posee la cualidad de transformar ciertos tópicos de la antipoesía, en su propia propuesta, sin perder originalidad. Además, utiliza diversos recursos poéticos que enriquecen el corpus y sentido del poemario, incluyendo personajes que son íconos del quehacer artístico de distintas épocas. Es decir, se pasea libremente por el museo de la historia del arte. Sin ir más lejos, la protagonista de esta obra habla con Michael Jackson, Mario Benedetti, Van Gogh y Jean Arthur Rimbaud, entre otros. 

Y para quienes quieran enternecerse, lean los versos que llevan por nombre Pablo de Rokha. Allí apunta: “A Licantén regresarán tus huesos / Al nicho del que saliste / con los bolsillos hinchados / de eternidad y de tristeza / A la calle donde la noche se arrastra / cargando tu corazón al hombro / A la casa donde tus uñas crecen / como enredaderas / A la habitación donde te parieron / tres hienas riéndose de ti / Al ataúd del que saldrás otra vez / a vivir de la mano con la muerte”.

En fin, La Muerte tiene los días contados es un volumen imprescindible para la poesía hispanoamericana de hoy, pues luego de tanta experimentación con respecto a este tema que según Heidegger resumiría todas las angustias existenciales del ser humano, aquí se le da un vuelco de tuerca, necesario por su desacralización y contingencia.

Francisco Véjar
Santiago de Chile, 2011
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jueves, 21 de abril de 2011

Jorge Teillier: junio de 1935/ 22 de abril 1996

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Poeta Mapuche






El Poeta Jorge Teillier
Óleo: R. Calderón Martínez

Jorge Teillier, su nacimiento está marcado por la celebración de San Juan, un 24 de junio, día en que, adicionalmente, se celebra el “Día de los pueblos originarios” en donde los Mapuche esperan el “Wiñoy Tripantv” donde se renuevan las energías del cosmos, marcado por la traslación del hemisferio sur, pasando de una estación a otra: de otoño a invierno en donde la tierra cumple su ciclo. Es quizá esta renovación de energía que Teillier plantea desde su poesía, exponiendo una nueva lengua en el escenario poético. El vate es oriundo de Lautaro, provincia de Malleco, territorio Mapuche, en el legendario lugar denominado como “La Frontera”, en la actualidad llamada Región de la Araucanía.

La primera aparición en el terreno lírico es con su obra: Para ángeles y gorriones, 1956, en donde va presentando un universo poético cargado de parajes campestre, anexando un discurso cotidiano que trabaja en todas sus obras: Mi abuelo se despierta, / rehecha su condición antigua / y contempla, como ayer, al trigo. / Debe andar mi abuelo por los campos recién arados / hablando con los pinos, espantando gorriones. En estos versos ilustran un personaje de tradición agrícola propias de los campos del sur. Le siguen imágenes nocturnas acompañadas de lluvias, trenes, de los bosques, casas de madera, duendes, otoños, cercos de madera, calles polvorientas, que va configurando la propuesta poética de los lares.

En 1965 el vate fronterizo lanza a la luz pública el ensayo Los poetas de los lares, obra en la que expone sus postulados, trazando el nuevo sendero poético en el mundo literario, enfrentándose a la lengua mayor que venían trabajando los poetas Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral y Pablo De Roca. El poeta no solo es una persona encargada de mantener la palabra, Teillier solía decir que el poeta es el guardián del mito, y debe ser también un testigo de eventos sociales, en su libro Crónica del Forastero, 1968, deja ver episodios que en la actualidad aún siguen existiendo en conflicto social entre las sociedades que conviven en una sola comarca: “Se reúnen los que fueron contrabandistas de ganado, / ladrones de tierra, dueños de hoteles o almacenes, / bandoleros, pioneros de hacha y arados. / Los que mataron mapuches y aprendieron de los mapuches a beber sangre de cordero recién sacrificados.” En estas líneas, el vate va acusando un conflicto que se viene encaminando hasta cristalizarse en la actualidad.  

El discurso poético que Teillier trabajó, ha influenciado en muchos escritores que añoran el vasto manto verde de la flora nativa, que se extendía en toda la comarca. Además habla de personajes tales como los parroquianos, el borracho del pueblo, el loco de la plaza, los contertulianos, campesinos, entre otros, que van compaginando el epitafio lárico. En la poesía Mapuche, existen imágenes y escenarios cargados de vivencias de las comunidades indígenas de las zonas rurales. En la mayoría de estos versos, hay una invitación a cabalgar por la memoria: recordando las vivencias como las siembras, cosechas, las conversaciones alrededor del fogón, tiempos de recolección, los ritos ancestrales; es una invitación a preservar la lengua ancestrales, conductor esencial que nos permite validarnos como Mapuche; se hace alusión a una vida comunitaria, resaltando a personajes tradicionales que van configurando este universo poético, como: el Lonko, la Machi, la papay, el weupife, el ngiñatufe, entre otros. En los versos de los escritores Mapuche, se puede percibir con facilidad la añoranza de los bosques nativos y el conflicto con las plantaciones del monocultivo exótico: llámese pino o eucapitus.    

El diálogo del vate es una invitación a la aldea, Teillier nos invita a recorre la sencillez de la comarca, donde se comparten los recuerdos que aun siguen vivos, nos contagia con sus versos inyectados de vivencias cotidianas que hablan de lugares donde comparten los mitos, donde la palabra es el centro de toda convivencia. Nos ilustró un universo de ensoñaciones viajando en los vagones de la memoria, deteniéndose en pueblos donde las tabernas son los principales escenarios de estimulación poética. Donde lo natural cobra vida en cada página, en cada estación, en los bosques… pero sobre todo en la palabra.


lunes, 18 de abril de 2011

Silviana Riqueros: Escritora y Profesora. Realiza talleres literarios en Español e Inglés

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Del libro El Nuevo Tótem

Chopin
Un piano lejano en el tiempo, perdido en los ecos de mi memoria. Una melodía que urde en mi mente el recuerdo de un tiempo que volverá a repetirse en otras circunstancias y que seguirá girando en el aire de la tarde.
Hoy recorro esas avenidas que un día existieron, rostros que vi tantas veces y donde aún permanezco secreta. Los diluyo, los recreo como un juego siniestro que me permite pasar estas horas de agonía en esta celda oculta de los hombres.
Mi carcelero me recuerda el rostro de alguien; mitad hombre, mitad bestia, me da agua y pan cuando lo requiero. Los dos nos sabemos dos magos distintos y nos respetamos por eso. A veces le hablo pero no comprende mi lengua caduca, mueve sus labios en vano intento, pero nuestras magias son opuestas y no se deben fusionar pues para que yo exista, debe existir él en su perversidad.
En las noches me visitan panteras que se ocultan en lo negro del cielo. Vienen a mi adornadas sus lomos de flores; yo las abrazo, les doy un poco de mi carne y se van silenciosas, eludiendo a mi carcelero que no las conoce.
Esa tarde al obscurecer mi madre lloraba. Desde mi rincón veía sus lágrimas; caían, solitarias, una tras otra. Las manos de mi padre recorrían, hundían el cuerpo en el abismo insondable de aquella melodía. Una bestia jadeante me contemplaba desde el vértice difuso, invertido de un gran ojo. Cíclope maldito que en su vaho exhumó mi ser.
Los rostros de cada noche no están. Veo sólo uno, me da miedo, es como si lo viera por primera vez, pero se pierde en el aire de la noche.
Escucho el viento entre las ramas y me adormezco pensando…, mis manos húmedas tocan una cosa que llaman flor, tiene dentro de sí toda la belleza del mundo y yo, siento su olor frío como mi celda. Mi carcelero me observa desde lejos, tiene en su pasado el secreto de la salida, mis sueños que duermen en sus manos sucias.
Miro el cielo azul, azul. Mis ojos débiles y extinguidos se vuelven a cerrar lentamente. Un gran pájaro me eleva, percibo el mar que lame la arena una y otra vez; el gran abismo azul que se mueve pausa a pausa me seduce. Quisiera ser parte de él para nacer y morir en completa armonía con el cosmos. Mi pájaro remonta el vuelo, se esfuma. Me ha abandonado, sólo un puñado de nada retienen mis manos que esbozan el calor de aquella playa que me espera para existir
Lentamente mis pasos se acercan al claustro, a la soledad. Otra vez prisionera, secreta en este lugar sin horas, sin dioses, sin hombres; nada más la agonía de la espera.
Se fue un día; me dijo que volvería, aún lo espero. Hoy me he vestido de rosa como aquella tarde, porque sé que vendrá a buscarme. Traerá sus labios cargados de amor para entibiar mi piel, traerá sus manos llenas de caricias para aliviar el dolor de mi espera. Sentiré su pecho caliente, su corazón marcando el paso del deseo, me hará suya como esa tarde en que mi gruta fue invadida por su amor, y yo, entre la melodía infinita, y la tarde infinita, volveré a matar a mi padre, infinitamente en esta armonía injusta que se repite cada vez que veo mi cuerpo reflejado en el espejo.


Del libro Cabina Telefónica
 
El Nuevo Tótem
Te amo- dijo- y se acercó  lentamente, rozó con sus labios mi piel aún húmeda, tocó  mis hombros, descendió con la suavidad de una pluma que se estira y encoge en el aire para caer sobre la tierra abierta, sólo para ella .Era en el bar, acondicionado en el subterráneo de un edificio, que pasaba mis noches. Sus luces y su ambiente me atraían como un vértice integrador de diferentes corrientes ocultas, poseídas por las venas de una gran masa amorfa. Siempre la misma gente, las mismas caras expectantes, los mismos cuerpos adornados con talismanes seductores para atrapar en el rito, una palabra, muchas veces, una pesadilla. Entraban por el laberinto de las sensaciones, hombres y mujeres irritados de tantos ojos y de pocas profundidades. Pasaban uno por uno a través de mi óptica cansada de tanta repetición incesante. Fue en ese momento que se produjo el espasmo más doloroso de mi pupila. Supe, en esa precisa visión que sería mío, mi hombre. Entre el humo y las difusas luces que engrosaban los cuerpos, logré perfilar, disimuladamente, sus rasgos de guerrero romano. Imaginé su boca junto a la mía, haciéndonos el amor en algún lugar prohibido que nos mantendría unidos para siempre, amándonos, deseándonos entre espadas y cascos, perdiéndonos en un baño público, lavándonos los pies .Mi madre siempre me da un beso, me dice: cuídate, no te metas con otro neurótico; ya fue suficiente con ese loco que te dejó en los huesos. Ella siempre tiene razón, es una diosa, no sé qué haría sin la Santa Madre que me limpia las heridas cuando llego de esos lugares profanos y me protege de tantas epidemias que merodean mi castidad. Luís no es de esos despilfarradores, abusadores, corsarios en busca de un buen tesoro; él es un dios del reino de los dioses, es tan fuerte, tan hombre. Su cuerpo sudado junto a mi boca, su miembro erecto, duro, penetrando en mis huecos preparados para él, para su flujo tibio, que ya no le pertenece más cuando se funde en mi carne dilatada, abrazada por su olor. En el bar siempre hay alguien que le regale un trago, un cigarrillo, un trozo de cuerpo anhelante, y yo, me estremezco pensando en esa posible guerra de seducciones; quisiera matarlo, encerrarlo para que nadie lo toque. Tener yo, la llave de sus miradas, de sus risas que me pertenecen sólo a mí. Todos los fines de mes arrendamos un pequeño departamento por horas. Ese lugar es nuestro escondite, nuestro hogar ficticio. Como niños corremos presurosos en busca del lecho mágico donde hacemos el amor con un dolor que va más allá de los límites del órgano perturbado por la sensación. Ambos sabemos que nuestro amor es un amor difícil, imposible, pero eso nos da mayor fuerza para sobrellevar esta huella que jamás se borrará. Siempre me gustó Paul Newman, recuerdo que compraba todas esa revistas con nombre de mujer para tener su imagen pegada a mi cuerpo. Sacaba la hoja, me masturbaba tímidamente al principio, para que ese rostro acusador e inquisitivo que me miraba desde el espejo, no supiera qué hacía la mano temblorosa cada vez, más profunda, más veloz. Esa mano corrupta se hundía cubierta por ese papel lustroso y colorido en mi elixir secreto, solitario, vacío. Luís es mi reflejo y por eso lo amo tanto; se parece a mi padre cuando tenía treinta años. Sobre la mesita del dormitorio mi madre aún conserva esa foto que él, en un arrebato, se la regaló dedicada con una bella y estúpida frase de amor. Esa foto es una imagen divina, un tótem que mi madre venera. Todas las noches le prende una vela y la mira fijo, sin pestañear, hasta que sus ojos se humedecen. Después de la ceremonia, se levanta la Santa Madre de su altar y se dirige a mí para saber si he tomado el laxante o si he puesto el despertador a la hora precisa. No sé qué haría sin ella. Este es un tiempo de tránsito y esperas, de bares y hombres que busqué, perdí, enterré, como un viejo sabueso cansado de su olfato mitigador. El clima desvanece, ahora, mis deseos de ir a algún café para desposeerme en el baño con algún cazador furtivo, ardiente, deseoso de tocar un cuerpo esbelto como el mío. Recuerdo, hace muchos años, mi madre me vistió con un traje de Rosita, mi prima. Era un vestido hermoso, sentía los vuelos de seda tocar mi cuello. Me vi como nunca, una reina. Esa tarde mi madre me llevó a tomar helado, pero eso no me importaba; sólo existía la suavidad de la tela en mi piel. Quería que todo el mundo mirara a esa nueva princesa emergiendo de su largo sueño. Un muchacho delgado y alto me miró seductoramente. Por primera vez percibí lo que era el deseo, el amor. Cuando cumplí veinte años logré olvidar esa imagen, esa tarde que recordé tantas veces. Mi padre decía que mi madre era una sucia. Me miraba lacónicamente, inquiriendo en mi alguna sorpresa, para referirme que cada vez que se acercaba a su sexo, ella olía a mercado de barrio en día Lunes. Mi padre se aburrió de su aroma y se fue un día con la Pepa, la gorda ardiente del almacén de la esquina. Desde ese día mi madre lo veneró más aún; todavía lo espera con sus olores de hembra callada y triste .Luís es mi salvador, mi redentor; ambos fusionamos nuestra imperfección en una perfección absoluta. En las tardes, salimos a merodear por los parques, a besarnos, a contarnos nuestras ilusiones y se multiplican, y su esencia es mi esencia, su mano busca mi mano para entrelazar los dedos ansiosos de calor. Nuestro amor vive en la palabra, en nuestra existencia, en nuestras almas agazapadas, en el lenguaje de nuestros cuerpos, de nuestras mentes, de nuestra soledad. Sí, yo amo a Luís y él me ama a mí; por eso salgo en las noches a vagar, por eso se me erecta el sexo entre las piernas y gimo cansado de tanto, envenenado de sentencias y frustraciones. El amor es el sentido que le da al otoño esa luz de vida en la agonía de la muerte. Yo, el más hombre que muchos, el que dejó de ser narciso por amor, el que dejó su centro por el de otro, el solitario e introvertido, hoy se despoja de sus viejas ropas adheridas a la mentira y sale de la gruta protectora quedando frágil y débil, sin defensas, preparado para el amor. 


A 10 Km./hora
Andar en bicicleta, es como si montada sobre el lomo de un dragón, volara por sobre las nubes y me deslizara por un túnel largo, negro, como el túnel que cruzamos cuando vamos de paseo. Mi mamá apaga su cigarrillo, cierra las ventanas para que su niña, que soy yo, no respire ese aire sucio, carburado, denso de motores y sucias bocanadas. La bicicleta me gusta, siento un extraño cosquilleo entre medio de las piernas, una picazón que se agudiza mientras más pedaleo. El viento se rompe en mi cara, la forma perfecta se acomoda en la subida o en la bajada. Mi abuela, el domingo me regaló un pollito. ¿Por qué los pollitos no nadan? se hundía lentamente en el agua. Cuando le quise enseñar a nadar, le amarré dos cordelitos en las piernas, los movía para que él siguiera el ritmo, así como pedaleando, pero todo fue inútil; el pollo tonto no aprendió nunca y se ahogó. Se veía tan rara su carita mojada, era como un ovillo de lana amarilla que hacía ondas y olitas, burbujas que despedían el aire por última vez. No pude hacerle un funeral al pollito, así que lo envolví en un papel y lo tiré a la basura. Ahí estaba mi bicicleta esperándome. Al dar vueltas, vueltas, siempre paso por la casa del tío Benjamín. Me gusta el tío Benjamín porque me regala chocolates, me invita a jugar con Norita. Cuando estoy enferma me viene a ver, sabe todo lo que me pasa, si tengo fiebre, si me duele la garganta. Yo lo miro desde mi cama mientras saca su enorme lápiz rojo y anota los venenos que me sanarán. La otra vez me pasó algo muy raro, fui al baño como siempre pero cuando me baje los calzones había una mancha roja. Pensé que Dios me había castigado por no saberle enseñarle al pollito. Recé tres Padrenuestro y un Ave María, para terminar arrodillada frente a la grutita que mi mamá tiene en el patio de atrás, pero nada, la mancha no se borró, la sangre siguió saliendo como un hilo d agua tibia. El tío Benjamín me explicó después, que todas las niñitas a una edad se transforman en mujeres y menstrúan, ¿menstrúan?, que palabra rara ésa por un poco de sangre. Mi mamá se alborotó entera, me compró unos pañitos especiales que venían hasta perfumados. Yo no sé por qué los grandes se complican tanto. El tío Benjamín le dijo a mi mamá que no se preocupara, que a los doce años es normal que las niñas se enfermen, ¿enfermen?, de qué, si yo lo único que quería era salir con mi bicicleta, pedalear y pedalear. Claro, ya no sería igual con ese bulto entre medio que me separaba de mi asiento favorito .Cristóbal es un tonto, no quería entrar a la iglesia conmigo; "no estoy bautizado", dijo, de un empujón llegó al lado de la fila. Lo tomé de la mano y juntos recibimos la hostia. Me encanta morder la hostia, es más dulce, no se pega en el paladar, además, así, no tengo que rezar tanto en silencio. Su mamá llegó a acusarme, muy enojada le dijo a mi mamá que yo era una mala junta, que lo había hecho comulgar cuando el niño no se qué sacramento no tenía. Si viera esa señora los dibujos que hace Cristóbal en el colegio; a veces habla de que las mamás y los papás se tocan abajito en la noche. En las tardes cuando estoy aburrida, cuando llueve y no puedo salir en mi bicicleta leo el cuento que más me gusta. La caperucita es muy divertida. Anoche soñé que el lobo me comía, salía de su panza luego como una guagüita. uno debiera nacer así, grande, vestida, no tener que aprender a pedalear sino que brincar y montarse en la bicicleta, perderse en la velocidad, que los pedales vayan más rápidos que los pies. El otro día salí a pasear con mi tío Benjamín. Estaba raro, como nervioso. Yo le pregunté qué le pasaba y me dijo que le dolía algo. Puso mi mano sobre algo duro, largo muy raro. Él se quejaba, yo lo quiero tanto a mi tío que le empecé a hacer cariño, pero cada vez se quejaba más. Bajó el cierre de sus pantalones, lo vi: se parecía a un lápiz rojo. Me miró, con un gesto entendí que me sacara la ropa, quedé desnuda pero no sentí frío. Sus pelitos eran blancos, crespos, estaban enredados. Con su mano se tocó, yo me acordé de mi bicicleta, subía y bajaba tan rápido, no sé cómo no se cansaba, hasta que explotó. Salpicó algo medio amarillo, como el pollito, pero éste no se ahogó, así que Dios no me castigaría. Pasamos a buscar a Noria y fuimos a un parque donde vendían algodones grandes, yo me comí dos, quedé toda sucia, pero estaba tan feliz porque a mi tío Benjamín se le había quitado ese dolor.
 

Silviana Riqueros. Narradora, Profesora de inglés y español. Ha publicado 4 libros. El Nuevo Tótem (cuentos); La Celda, (nouvelle); Cabina Telefónica (cuentos); Suerte Entre Gitanas,(novela enana). Ha obtenido premios y la beca Sech-Noruega. Antologada en 'Andar con Cuentos'. Críticas en diversas revistas literarias y diarios nacionales. También ha participado en diversas lecturas públicas y festivales de arte. Su formación literaria la obtiene de dos grandes fuentes, el Pedagógico con la profesora Mónica Blanco se familiariza con los escritores ingleses y norteamericanos. En el año 1990 ingresa a la Universidad Católica donde estudia Magíster en Literatura Hispanoamericana. Actualmente se encuentra dedicada a la creación literaria y la enseñanza del Inglés en la Universidad Católica Silva Henríquez y da talleres de Español a extranjeros en la privacidad de la Sociedad de Escritores de Chile. Realiza talleres literarios en Español e Inglés.

Más acerca de la autora:

Videos: Uno y Dos
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domingo, 17 de abril de 2011

Poeta y Pintor: Alejandro Ananías Saavedra

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“Proyecto de Obras Completas”
Ediciones La silla 2011





FRAGMENTO DE “EL BOSTEZO
Capítulo I
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Ese estilo caballerístico,
de hombres con buen sueldo y casa suburbio pagada,
es un estilo cuidadoso y sigiloso cuando se trata de válvulas de escape;
( las consabidas ventanas de los psicólogos);
ese hombre sigiloso, escogiendo rincones con luz a media luz
para perpetrar su desahogo
con tanta siembra y cosecha en la huerta de una familia que adora,
al igual que quien le ayuda, en los rincones,
a apagar la media luz;
hombre de parcela lo llamo,
con trabajo bendecido y eyaculaciones multilaterales,
se las arregla, de una u otra forma
para que lo sigan saludando respetuosamente
en los clubes socialité,
donde beben Bourbon otros sigilosos
otros trabajadores
otros eyaculadores multilaterales;
es la ley de la ciudad pequeña,
cuando las culpas y los desórdenes maritales
desaparecen en el matrimonio del siguiente sábado,
oportunidad perfecta para seguir apretando manos
para que la abnegada compañera luzca su mejor vestido,
que de seguro,
será comentario obligado en la peluquería de día Lunes.

Sabrán de conciencia o
¿ Serán discípulos de Diógenes?;
sabrán de la preparación de las hostias,
que tragan con los ojos cerrados y caminan de vuelta al banco
donde espera una tranquila esposa, una agradecida mujer
que no se da cuenta de que cada día
la eyaculación disminuye en volumen
a la vez que aumentan las horas de televisión:

este hombre parcela, que entra y sale
( textual )
de cuanta comida aceitosa se le ofrezca,
discípulo obediente de Diógenes
 ( quizás sin saber quién era éste ),
sigue su ritmo de felicidad polietileno
a la vez que su sueldo sigue aumentando
debido, como es natural,
a su eterna sonrisa descansada;

porque la parcela tiene límites,
fronteras que le dan nombre y apellido al super eyaculador,
y por ende a toda su familia (este falo socializador!);

el recinto tiene una puerta en el frente
que generalmente deja junta
en sus noches de vicioso descanso
mientras la señora eyaculada duerme a los niños,
alguna vez eyaculados;

el se desliza como lince entre los faroles
encendidos
de un apetito que lo mantiene ansioso
con un cosquilleo en esa parte inferior del
instrumento,
buscando en la oscuridad
la mano que le quite la sensación de pepita de
oro
incrustada allí abajo,
donde comienza y termina su multilateralidad.

¡Ah!, y esos otros, que son unilaterales
fervientes esposos y padres, con sus libros antiguos
que van cambiando el rumbo y el tono
de pensamientos que insisten
en recordar la pepita dorada,

arrinconada en una virilidad muerta por la
soberbia

de los aspirantes a la superioridad moral;
ese aspirante, que al pasar frente al prostíbulo,
siente entre un miedo y una comezón
en la base de un escroto, acostumbrado ya
a actuar mecánicamente ( por más agüita que le eche a la plantita );

esos prostíbulos, tan desconocidos, que llenan
de imaginación fantasiosa su sistema para-simpático

haciendo de la velada nocturna marital
una suerte de rito sacrificador de deseos muchos más grandes y violentos

que el orgasmo brindado por su mujer;
es que así es el hombre parcela,
siempre dejará la puerta abierta para no sentir
el abismo de mirar a las prostitutas sin maquillaje;

se moriría de vergüenza, se retorcería su hígado
de whisky 12 años,

peor aún,
vería en la trabajadora sexual
el rostro de su mujer aquellas mañanas de lunes
cuando, descansado, sale a regalar su sonrisa Diogeniana
en los clubes socialité.

Y aquellos solitarios, con otro tipo de recintos protectores,
salen en sus noches de hambre y nervios testiculares
en busca de la mina que esconde el oro, aquel oro
convertido en obsesión para un caballero masturbador de eyaculaciones;

son los más caballeros, los mas sonrientes,
con esas máscaras de joven tierno y sensible
pero con dentadura careada de tanto limpiar comida atascada;

son cuidadosos en elegir vagina disponible,
no poseen afán de compromiso más allá de extraer
aquel oro arrinconado al final de su instrumento de batalla;

se les ve caminando por las calles,
buscando palomillas que no saben muy bien
el arte de la danza del pelo;
es que no han reparado en esa venita amarilla
entre ombligo y pubis;

son hombres de parcela heredada,
con doble protección en caso de embarazo embarazoso;

los profilácticos, que tanto molestan a las doncellas,

los utilizan sigilosamente en el preciso momento

cuando una humedad desconocida recorre sus entrepiernas;
una humedad que algún día las convertirá
en una abnegada esposa de un eyaculador multilateral.
El hombre feliz, de parcela feliz y esposa
amargada
es simple-mente un inconsciente,
hijo de su madre
arrancando del incesto con cuanta
lubricación
se le cruce en su camino
de hombre feliz;
este es el caballero simpático
adulador de los pelos femeninos
que se dejan acariciar por estas manos
tan laboriosamente cuidadas por su madre;
no es discípulo de Diógenes, es su
reencarnación,
paseándose por el paisaje de senos y nalgas
que le brinda la levedad de su cuerpo fe-liz;

su trabajo es el eslabón para atrapar
de chincol a jote,
con esa sonrisa encantadora de niño bueno
pero con el instrumento listo para la
metralla aburrida
de tanta amabilidad
de tanta acogida
de tanto suburbio;

es el hombre fe-liz, buscador de adrenalina
mas allá de su gigantesca parcela
buscador del oro aceitoso que lo relaje al
dormir
en las noches de aburrimiento
junto a su mujer
de martes a domingo,
con el televisor encendido.


POEMAS DE ACUARIUS
Capítulo II

Marchan marcialmente las palomas de la paz,
correctamente adiestradas
para convencer al respetable
que no habrá peligro en caso de agresión;

marcialmente marchan.
--
Tejedora de tardes esperadoras,
cuando el abismo entre rosado y negro
anuncia la llegada del jefe fantasma
con la lista de condenados
a levantarse temprano
para ganar pan;

vendiendo pan en las esquinas acomodadas
de los recintos dormidos;
para ganar pan vendiendo
en los recintos dormidos.
--
Un poco de vino reparador para mejorar
el pulso invisible
de quien acompaña un cuerpo cansado
de tropezones y piedras rosadas;

piedras rosadas,
cuando dirán la verdad?;

piedras rosadas; cuándo dirán la verdad?
--
Pretendiendo una marcha blanca,
de blancura
desarchivada con estrategia criminal,
los veteranos de todas las estupideces
mueven al viento sus muletas
mientras otro viento azul moja sus barbas cansadas;

los veteranos de todas las estupideces
prefieren no afeitarse.
--
Ahora son dos los gorriones rosados
que andan atravesándose por los caminos
del viajero nocturno;

uno de ellos se llama voluntad
el otro resistencia;

el otro se llama resistencia.
--
Voluntad trata de enarbolar
una bandera
negra
pero su pequeño cuerpo desfallece ante
la inmensidad
de la ausencia de luz;

resistencia baila en las calles
con tres banderas coloridas
de largos mástiles amarillos.
--
El bostezo como señal inequívoca
que algo anda muy mal
o anda muy bien;
para algunos un miedo rondando
        el contorno de un cuerpo feliz
                    ( hasta entonces ),

para otros, el aburrimiento
de tanta bandera blanca amarilla
en los techos coloniales de los recintos dormidos;

o algo anda muy mal, o bien, algo anda muy bien.

Alejandro Ananías Saavedra. Concepción el 6 de febrero de 1962. Ingresa a la carrera de Ingeniería Civil Química en la Universidad de Concepción, obteniendo el titulo en 1986. En 1990 obtiene un diplomado en Administración y Finanzas en la misma casa de estudios. Hacia el 2002, ingresa a la carrera de Sociología, estudios congelados al día de hoy. Es  además un apasionado pintor surrealista, inspirando su proyecto plástico en la obra de Matta. Parte de su material poético es posible encontrarlo en diferentes portales de la red Internet. Libros Publicados: Linternas del día, Ediciones Escaparate, 2003. Clínicamente probado, Mosquito Comunicaciones, 2006. Mitología Subterráneo, Ediciones Mantra, 2008. Viaje Psíquico, Ediciones La silla, 2009. Proyecto de Obras Completas, Ediciones La silla, 2010.
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