CINCO AÑOS Y UN DÍA
PRIMER AÑO
Esto no es Alcatraz, amor, pero se le parece; estamos atados a morir, nudo ciego, ovillo enmarañado, aire que exhalo y que aspiras sediento entre las paredes húmedas de tu prisión. Vendrás, encontrarás la manera de engañar al cancerbero de turno, llegarás a gatas si es preciso, lamiendo los pasillos, sintiéndome, loba en celo entre los altos barrotes de nuestra complicidad. Alguien mira desde afuera, camina en zig-zag su propia sombra. Disimulo, me alejo de la escuálida ventana con cierto temor. ¿Y si no vienes?, ¿si no vienes jamás?, o ¿alguien descifra aquello que murmuramos bajo las sábanas?
El enrejado de hierro parece siempre infranqueable, lo observo y me preocupa una posible fuga. No lo hubiese querido, tú tampoco, lo sé, pero hay delincuentes afuera y estamos nosotros, ajenos a los ajenos que tanto nos conocen porque actúan del mismo modo y con la misma pasión. La pasión que te obliga a traspasar las barreras y encontrarme en secreto por enésima vez: tus pupilas brincan mi cuerpo jugando a las escondidas, reímos, nos deslizamos anguilas silenciosas, por las mismas paredes hasta el mismo rincón, así olvidamos el mundo que ayer nos olvidó.
Ven, siénteme tuya, gato de mil tejados resbalosos, experto domador de fieras, campeón de salto alto y tantas cosas, que es preferible reír en atadura a respirar los vientos de la libertad.
SEGUNDO AÑO
Te espero y tejo como hacía mi abuela, tejo esperanzas verdes en punto cruz para los condenados a presidio perpetuo y todos los que olvidaron la luz del sol. Miro sus rostros y te veo, condenado mío, mercenario de riñas callejeras, capitán de un puerto sin nombre en donde me encontraste un día escuchando caracolas de mar, toda desgreñada, apodada “la loca”, con un pan robado en los bolsillos y el filo de un cuchillo en la mirada.
Ya había echado a andar a esas alturas, abandoné a mis padres por placer, sólo bastabas tú sobre el asfalto caliente, sobre la arena movediza de mis sueños, sobre el barro, sólo bastabas tú sobre mi cuerpo y toda tu artillería pesada oprimiendo mi instinto criminal, para volverme aquella que encontraste metida entre mi redoblada personalidad. Cómo no agradecerle al Dios de mis plegarias crucificado en el templo de la desolación. Dejo el tejido y veo el calendario sobre la pared adormecida; las horas corren la maratón del tiempo recordándome lo ajeno que estás últimamente. Temes venir, el miedo a la sanción parece un maleficio del grupo de reclusos que sueles amedrentar. Ya se, fui como ellos, pero ¡cuánta diferencia!, la droga es sólo droga y el resto es lo demás. Recuerdas nuestro pacto, puedo sentir tus manos enlazando las mías hasta hacerme llorar. No quisiera imaginarte delirando entre las garras inmundas de alguna aprovechada. Sacudo mi cabeza para no arañar mi rostro, camino de esquina a esquina sólo para aturdirme. ¿En qué estaba?, no lo olvido, me acomodo sobre el suelo en el mejor almohadón y sigo tejiendo esperanzas verdes en punto cruz..., mañana tal vez firmes aquel libro y consigas permiso para venir hasta mi.
TERCER AÑO
Mi mameluco a rayas posee la elegancia de quien duerme la mona tumbado en las esquinas. Friego los pisos, qué quieres. Enhebro tu pantalón, aspiro su hedor a riña y perfume de burdel. Has dejado de verme, no vienes en semanas y cuando llegas me buscas el hombro para llorar. Basta de lamentaciones; la comida es mejor en tu cocinería, tienes suerte en cierto modo, mucho más suerte que yo. Seríamos tan felices contigo pan y cebolla, no estoy llorando, ¡no grites! Baja el tono, por favor. Yo era la niña de papi hasta que caí en picada ...,me estrellé contra mis sueños. ¿Y tus sueños? tú sabrás. Mira mis manos, mi rostro, mi cabello despeinado, la sombra del pensamiento que quiso aferrarse a ti. Poco importa, Dios lo sabe, pude morir mil veces, no me amas como antes, eso es más fuerte que yo. Estás inquieto, es muy tarde, debes volver a lo tuyo, el metro cuadrado en que existes tiene tu numeración. Es el destino, la suerte, la voluntad de los dioses, si tuvieras vida propia volverías a reír. Deja tu ropa, tus quejas, deja todo alborotado y cuando vuelvas, si puedo, me encontrarás para ti.
CUARTO AÑO
Sin quererlo comienzo a olvidarte, a inventar nuevas historias en donde tú no existes. Cierro las cortinas, el ambiente carcelero aún me agobia. Respiro, sabiendo que alguien más respira desde el fondo de mi abismo y se cubre el rostro con las manos como espantando los males, luego palpita una y otra vez hasta que su ritmo me lleva al pequeño océano en donde navega, despacio, despacito, sin saber de gritos ni motines. Y ocurrir justo ahora que te daba por muerto y me había acostumbrado a dormir con mis fantasmas, a restregar mis deseos en sus espaldas ficticias. A veces te lloro, cuando pienso que has cambiado hasta adoptar un nuevo estado, infrahumano tal vez. No es mi culpa, tampoco es mi Karma de traficante arrepentida o algo así; es el amor que se escapó por la celosía un día cualquiera en busca de libertad, dejándome unos latidos en tu nombre, sólo para fastidiar.
QUINTO AÑO
El centinela no sabe que lo miro, miro su mirada de perro amaestrado, el negro de su arma, el uniforme gris. Hasta percibo el miedo que le provocan las fugas, las manos empuñadas y su fragilidad. De pronto siento piedad. Hace ya tanto tiempo que recorro su imagen desde el salón de esta casa colindante al penal. Lo veo entre las rejas que cruzan las ventanas y siento que mi alma deambula junto a él.
Vivo en tu ausencia, no vienes, quizá nunca regreses. Alguien desconocido se apoderó de ti. El centinela lo sabe, es ajeno a este mundo, ajeno como el niño que juega en el jardín y se refugia en mi vientre marchito de promesas, vacío del amor que encontramos ayer. El centinela intuye mis pensamientos, las palabras emergen desde el fondo del fin, ni el beso de la tarde sobre su piel dormida despertará la estrella que habita su interior. Juntos emprendimos un camino sin retorno; el centinela respira mi dolor, el centinela eres tú.
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UN DÍA
Tu vida, la mía, un niño jugando sobre una cuerda floja, los sueños fugitivos que jamás capturamos deambulan para siempre en la estratósfera, al ritmo de una música espectral.
Nos miramos de reojo en la oficina gris como tu uniforme del penal, un juez nos apresura, tiene prisa, es hora de firmar el divorcio de una vez. Cojo el bolígrafo vigorosamente, escribo a ojos cerrados. Haces lo mismo sin dudar. Luego nos vamos, por distintos caminos, tras la ninfa indómita de la libertad.
Roxana Heise Venthur, nació en Victoria (Chile) el 20 de abril de 1964. Sus textos han sido publicados en la revista "Escribir y Publicar" de Editorial Salvat, REVISTA PERIFÉRICA (Portugal), Repertorio Latinoamericano (Argentina), Revista Nitecuento, Gibralfaro.org, El Escribidor, Revista ADES, Divague.com, ALMIAR, Revista Libre Internacional, Los Nóveles, Mis escritos.com, Revista Expresiones, Boletín de literatura Aledaños, Culturízate.com, Bestiario, REVISTA DE CONTOS. etc.
El año 2001 obtuvo mención de honor en concurso de cuentos breves "Alfred Hitchcock". Seleccionada para antología “Los magos del cuento”, ediciones El salvaje refinado, U.S.A 2001. Finalista año 2004 concurso “Civilia, todos somos diferentes”, publicada en antología “Libertad bajo palabras”. Traducida al portugués por Fernando Gouveia para REVISTA PERIFÉRICA (octubre 2004). Seleccionada en concurso del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura. (Chile - junio 2006) con novela “Frenético Sosiego”, la cual fue publicada en formato tradicional y distribuida en bibliotecas públicas del país. Radicada en Concepción, forma parte de la Historia de la Literatura Hispanoamericana de Polonia año 2008. La selección y traducción fue realizada por los investigadores literarios Doctores Mieszko A. Kardyni y Pawel Rogozinski.
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Hermoso, felicitaciones.
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