por Jorge Etcheverry
Habiendo sabido que el último libro de poemas de Claudio Durán había sido publicado y presentado en Chile el año pasado, y que él estaba de vuelta en Toronto, nos apresuramos a ofrecerle la posibilidad de lanzar su libro aquí en Ottawa, en el marco del Taller Cultural El Dorado, donde Claudio ha sido invitado especial y además ha participado, en tanto que poeta chileno y también chileno canadiense, en varios de los simposios Boreal que ha organizado el taller, además de tener trabajos publicados en la revista Alter Vox, de alguna manera anexa a El Dorado y en la antología Boreal: poesía latinoamericana en Canadá, de Luciano Díaz y Jorge Etcheverry, una coedición de Split Quotation/La cita trunca y Verbum Veritas, de 2002. Dicho sea de paso, Durán participa con poemas en la nueva antología Borealis, editada por Luciano Díaz y yo, y que presenta a autores de poesía y prosa que han sido lectores invitados en las lecturas mensuales del taller. Los poemas del autor que aparecen en la ya mencionada antología corresponden a la quinta parte de su último libro, Limoneros y arcángeles, publicado por RIL Editores, Chile, 2010. La contribución de Durán a esta antología es la parte quinta, los Poemas a Chiloé, el cual presentamos uno, que nos servirá de puente para pasar a comentar este libro:
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Recordando esos años de esperanzas inciertas
Me ha bajado la melancolía de los que recuerdan el tiempo que no llegó
la época desusada abierta a la congoja
aunque en ese entonces los pájaros volaban en los hilos de su propio vuelo
y las flores miraban el paso de las especies sin exigir ni tiempo ni espacio.
En el almácigo creciente de las olas un día llovió sin abuso ni esperanzas.
El tenor de los trenes era como animales enormes, negros, llenos de humo
haciendo el mismo camino de fierro de todas las épocas del año.
No queríamos ver que la gente
enarbolaba las banderas de la tristeza
mientras nosotros escribíamos en el silabario
sobre el futuro de nuestras creencias.
Este libro del autor se quiere, por así decirlo, más experimental que los anteriores, ya que manteniendo la tónica básicamente lírica de su poesía, y su vena nostálgica, o podríamos decir incluso lárica*, da cautelosa y ponderada cabida a elementos formales diversos, a la parodia y la ironía que lo acercan a la antipoesía. Claro que este neolarismo no se restringe a los ámbitos más ‘naturales’ de la provincia del país de origen, sino también Santiago, además se apropian nuevos ámbitos, transitorios, como pueden ser Europa o Perú, o permanentes, como puede ser Canadá. Esta última ya no aparece envuelta en esa capa amenazante, opuesta y contraria con que la suelen representar otros poetas y autores del exilio o el desarraigo, ya que después de todo y pese a su lugar algo periférico alrededor del núcleo metropolitano occidental, Canadá representa para muchos la megaurbe alienante contrapuesta a las suaves colinas originales paradisíacas de las que se emigró o escapó. No ya en esta poesía de Durán, con su casi amable aceptación del espacio alguna vez extraño como parte de la vida, con sus correlatos objetivos presentes que se despliegan como elementos vitales que se reconocen y rescatan a veces casi con ternura, cuyos aspectos negativos se reconocen con resignación. Así en el poema Lima se dice que “es la Lima que deviene en un tormento culinario/la que llena de gozoso encuentro al mar, al aire y al cielo nublado”. O sino en el poema que abre la Parte II del libro, Poemas de Roma y Sorrento:
En Sorrento todo ha sido señalado
para mirar el mar
desde una ventana:
al frente, la bahía, el Vesubio,
botes de pescadores coloridos,
una calle estrecha a lo largo del mar
y un funeral gris
de pasos lentos
y campanadas.
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O en la misma sección, en
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Ropa Limpia en Italia
Cuelga desde balcones e
entretechos
techos
todo a la vista:
sábanas,
calzoncillos, calzones,
pañales, sostenes,
calcetines,
y a veces,
zapatos y zapatillas.
En lo referente a los elementos ya mencionados cuasi antipoéticos, en todo caso coloquiales e irónicos, veamos su aparición en el poema Pompeya Scavi, que personalmente considero uno de los más logrados de este libro:
Los pompeyanos dedicaban su tiempo
a menesteres como los siguientes:
hacer, vender y comprar pan
fabricar ladrillos y hacer casas
ejercer la justicia y castigar culpables
comerciar y hacer dinero
gobernar la ciudad y politiquear
rendir culto a diosas y dioses
educar a niñas y niños
entretenerse en el teatro
joder la pita y sacar de paciencia
comer meriendas varias
ir a tomar trago a las tavernas
relajarse sexualmente en los lupanares
recibir visitas o ir de visita
dormir de noche (algunos de día)
cuidar la ciudad contra bandidos e invasores
ir de picnic y excursión al volcán Vesubio.
La enumeración de los ires y venires y tejes y manejes de los habitantes de la ciudad se tiñe de una ironía comprensiva, una distancia sonriente, aceptante. Dado el fin que tuvo esta ciudad, el lector (informado) se pregunta si esta captación de los ciudadanos en las tareas del diario vivir la hizo el emisor poético al observar sus restos petrificados. Si se conoce la historia de Pompeya, el verso final, “ir de picnic y excursión al volcán Vesubio.”, ironiza hacia arriba al poema en una especie de coda iluminante. El autor, pese a su lenguaje en general escueto y esencial, no recurre al didactismo ni a facilitarle las cosas al lector eliminando las alusiones contextuales culturales o históricas. Por otra parte, esta enumeratividad de elementos esenciales (de un paisaje, una objetividad, una tareas o circunstancia, o la misma así llamada ‘condición humana’) se puede hacer manifiesta en relación a la parte más ‘lárica’ del libro, con la misma productividad poética: como
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En el Tavelli
Aquí sentado
siento que hay cosas
que son más sencillas que yo:
el vaso de agua
la servilleta de papel
el sobre de azúcar
el plato vacío
el precio de las comidas
el teléfono celular.
No es que en este libro esté ausente lo negativo, pero se lo considera desde una perspectiva casi taoísta que elimina la acrimonia y el odio. Nos parece que la intención del volumen es de alguna manera la de testimoniar, de hacer la crónica, de una totalidad vital, la del emisor poético y su circunstancia, que de alguna manera tiende a hacernos partícipes de instancias humanas universales. Aunque con elementos básicos de nostalgia, la relación axiológica y temporal se ha invertido. La dimensión temporal básica del libro es ahora la del presente, desde donde se traen a relucir elementos pasados esenciales, reflexiones parafilosóficas no desprovistas de humor, más melancólicas que amargas, que implica casi una aceptación, casi un disfrute tranquilo de las instancias existenciales y de la objetividad, una resignación de la que no están ausentes los elementos negativos del por así decir cosmos, sino que aparecen incorporados como una parte existente e inevitable. Es interesante este nódulo emotivo intelectual, ya de por sí extraño al de la poesía del exilio, el desarraigo y el trasplante, muchas veces amarga y rencorosa, sincera o impostadamente. Es interesante además la forma elegida, que en las variaciones experimentales de su simplicidad y concisión básicas, ofrece el correlato exacto para la expresión de este poeta, hazaña que se logra sólo con los años de circo pero para la que hay que haber nacido con dedos para el piano.
* “Un primer hecho que estableceremos es el de que los “poetas de los lares” vuelven a integrarse al paisaje, a hacer la descripción del ambiente que los rodea. Se empiezan a recuperar los sentidos, que se iban perdiendo en estos últimos años, ahogados por la hojarasca de una poesía no nacida espontáneamente, por el contacto del hombre con el mundo, sino resultante de una experiencia meramente literaria, confeccionada sobre la medida de otra poesía".
"¿Por qué esta vuelta? No basta para explicarla, creemos, el origen provinciano de la mayoría de los poetas, que atacados de la nostalgia, el mal poético por excelencia, vuelven a la infancia y a la provincia, sino algo más, un rechazo a veces inconsciente a las ciudades, estas megápolis que desalojan el mundo natural y van aislando al hombre del seno de su verdadero mundo”.
La poesía de los lares. Nueva visión de la realidad en la poesía chilena", de Jorge Teillier
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