sábado, 31 de julio de 2010

PROGRESISMO, DESIGUALDAD E IMPOSTURA


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Por Jaime Lizama




Durante más de una década la elite política chilena y, en particular la elite política Concertacionista, se ha obsesionado con la construcción o la elaboración de lo que han llamado “imagen país”. Algo así como la construcción de una imaginería que nos haga aparecer o visualizarnos como un país que ha avanzado tanto que no tenemos complejos de pretender estar al lado del exclusivo club de los países desarrollados. Esta obsesión, por cierto, se ha elaborado a partir de una explicita alianza del mundo empresarial y el mundo político, construcción que tuvo su mayor apogeo o climax precisamente durante el gobierno o más bien durante la “Presidencia” de Ricardo Lagos, que a la sazón también tuvo la pretensión paralela, estrictamente política y al mismo tiempo fuertemente retórica, de establecer en la agenda pública el discurso o la performance del “progresismo chileno”, es decir, de esa forma diluida, subsidiaria, de seguir habando de la desigualdad y de los derechos ciudadanos ante las audiencias de izquierdas y los grupos sociales alternativos, que pululaban y pululan como mala conciencia por dentro y por fuera del palimpsesto Concertacionista. Es indudable que entre estas dos lógicas opuestas e irreconciliables, la primera fue la hegemónica, formaba parte de la “razón de estado” o, en otras palabras, del detritus más valioso de la alianza político-empresarial establecida en la cúspide de la transición democrática: la bandera finalmente había sido clavada en la cima. El símbolo o el rostro más visible de esa asunción de la santa alianza se llamó Hernán Somerville. Entre Somerville y la Señora juanita, es decir, el rostro o el símbolo de las clases subalternas en el período de Lagos, no había ninguna posibilidad de diálogo, ninguna posibilidad de construir políticas que apelaran a ambos mundos al mismo tiempo, más allá que en la cabeza del primer mandatario pudieran coexistir como translúcidas entelequias. Quizás se trataba simplemente que ser modernos implicaba no olvidarse del mercado, donde la huella del texto de la “igualdad” se borraba mientras reaparecía o repululaba por doquier, entre otros restos de nuestra arqueología política.

En esa lógica que suponía una estratégica alianza en la cúspide social, fue posible también y, en primera instancia, gracias a lo que aquí llamaremos la “ideología de la impostura”. Impostura que está en la base de toda la retórica sobre la llamada “imagen país”. La mercadotecnia nacional ha logrado alinear incluso nuestra política exterior. Es nuestra obsesión mercantil, neoliberal, de cómo queremos que el mundo nos vea, más allá que esa imagen corresponda o no a la realidad, es decir, de esa realidad que necesariamente tiene que ir desde Somerville a la Sra.Juanita, es decir, desde nuestro lado A hasta nuestro lado B, inclusive.

Lo cierto que en medio de la apelación o la insistencia “progresista” sobre nuestro lado B, el que conlleva una genuina vocación democrática, la Concertación se desplazó y se extravió en la impostura. Los ideólogos o los creadores de la impostura no fueron otros que aquellos que lograron establecer que la imagen era posible que se sobrepusiera a la realidad, es decir, que la imagen del país era posible construirla, elaborarla, diseñarla, más allá del país real, no importando siquiera el país real. En otras palabras, lo real pasó a ser un elemento subsidiario de la imagen: un sustituto o bien un subterfugio. De una manera hiperreal o bien hiperbólica todos los servicios públicos se repletaron de periodistas, comunicadores y asesores de imagen: la realidad podía reversarse o bien edulcorarse o reiventarse de una manera amable, de una manera que no provocara molestia, sin visos siquiera de problematicidad. Los padres fundadores de la nueva religión, Tironi & Correa, hicieron de la suplantación una doctrina. La realidad no existe si no hay una imagen sobre ella. Allí reside el origen de la impostura concertacionista. En cambio, para el sujeto común y corriente, para los innúmeros miembros subsidiarios que forman parte del mundo de la Sra. Juanita, la cosa es menos alambicada: la verdadera imagen país es lo que el país es. Para aquellos padres fundadores puede que constatar la realidad sea puro “realismo socialista” o, en el mejor de los casos, un anacronismo propio del tercermundo, el cual dicho sea de paso, gracias a la magia de la globalización, tampoco ya existe. En todo caso el “realismo socialista” fue también una cruel impostura, la impostura mediante la cual el arte fue suplantado por la propaganda, algo no tan distante, no tan lejano a la imaginería propagandística sobre nuestro apoteósico lado A.
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martes, 27 de julio de 2010

Elicura Chihuailaf y el explosivo texto de Ignacio Rodríguez

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Señor Director
Diario “El Mercurio”
Santiago
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Grande ha sido mi sorpresa al leer el explosivo texto “Cazador sin pólvora” del señor Ignacio Rodríguez (Artes y Letras, 11 de julio del presente año) acerca del libro “El Cazador de instantes” del poeta José María Memet. Me parece que una crítica / comentario / opinión respecto de algo, y más aún de una obra literaria (en todo principio estuvo, está y estará siempre la Palabra Poética, dice nuestra Gente), debiera marcar la diferencia entre ver y mirar / oír y escuchar, entre otros aspectos y, más allá de la disquisición académica, teniendo siempre en cuenta la dualidad en el que transcurre el diálogo entre nuestro espíritu y nuestro corazón.
Tuve el privilegio de oficiar de presentador de “El cazador de instantes” en el Centro Cultural de España, en Santiago. Ahora, este ataque ¿al libro? / ¿al autor? / ¿al autor y al libro? ha sido para mí una invitación a la relectura del mismo. En mi modesto juicio: una obra de poesía verdadera de un poeta de verdad (¿para qué sirve la poesía si no se la asume como una cotidiana y trascendente manera de respirar / de vivir?).
Y en la vida erramos y acertamos, escribimos buenos y malos versos, y -para avanzar positivamente- agradecemos a quienes nos ayudan a mirar y a escuchar con creciente lucidez y sentido de la belleza. Una muestra de la poesía que nos regala José María: “El edén es la tierra” // “Esto implica reconocer / las flores y su belleza. / A veces tanto dolor / nubla nuestra mirada / y vemos cosas y acciones / tan diferentes a la realidad / que la ficción no existe. // El jardín está rodeado por el verde / pero otros colores se creen / con la fuerza de agregar / profundas realidades interiores. // En la parte interior del jardín / están nuestros temores más profundos. / En la parte metafórica vuelan abejas, / picaflores, mariposas, incluso moscas / y reparten la vida necesaria. // Nuestras vidas están en el jardín. / La tierra es el jardín, / nosotros los gusanos”.
Agradezco nuevamente al poeta José María Memet por haberme invitado a la presentación de su libro “El cazador de instantes”, y por el privilegio de contar con su amistad.

Elicura Chihuailaf
Poeta, miembro de la Academia Chilena de la Lengua
Temuko, Julio de 2010


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Crítica de Ignacio Rodríguez: Pulsar
Presentación de Elisa Maturana: Pulsar
Nota de Omar Cid: Pulsar
Nota de Ana Montrosis: Pulsar

Elicura Chihuailaf. Premio a la Mejor Obra Literaria en Poesía (1994), otorgado por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile. Entre sus libros figuran: El invierno y su imagen (1977); En el país de la memoria (1988); De sueños azules y contrasueños (1995); Sueños de luna azul (2008); Recado confidencial a los chilenos (1999, ensayo). También: Todos los cantos / Ti Kom vl (antología y versión al mapudugún de la poesía de Pablo Neruda), Canto Libre / Lliz lkantun (antología y versión al mapudugún de la obra de Víctor Jara). Antología XII Encuentro de Poetas Iberoamericanosen homenaje a Elicura Chihuailaf, Ediciones Rústica, mapudugún y español. España, Salanca, 432 pp. 2009.
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lunes, 26 de julio de 2010

Cinco poemas de Hilda Hilst

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Más acerca de la poeta brasileña
Hilda Hilst (1930-2004)

Traducidos al castellano por Leo Lobos*
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De Balada de Alzira (1951)

XVI
O que nós vemos das coisas são as coisas.
(Fernando Pessoa)

Las cosas no existen.
Lo que existe es la idea
melancólica y suave
que hacemos de las cosas.

La mesa de escribir es hecha de amor
y de sumisión.
En tanto
nadie la ve
como yo la veo.
Para los hombres
es hecha de madera
y está cubierta de tinta.
Para mí también
mas la madera protege su interior
pues su interior es humano.

Los libros son criaturas.
Cada página un año de vida,
cada lectura un poco de alegría
y esta alegría
es igual al consuelo de los hombres
cuando inquietos

La idea es infinita
igual que el sueño de los niños.


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De Balada do Festival (1955)

IV [fragmento]
A/ Vinicius de Moraes

En la hora de mi muerte
estarán a mi lado más hombres
infinitamente más hombres que mujeres.
(Porque fui más amante que amiga)
Sin duda dirán las cosas que no fui.
Como entonces con gran generosidad:
No era mal poeta la pequeña Hilda.


Tendré rosas en el cuerpo, en las manos, en los pies.
Son todos tan delicados
tan delicados…


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De Da morte. Odes mínimas (1980)

XIX

Si yo supiese
Tu nombre verdadero

Te tomaría
Húmeda, tenue


Y entonces descansarías.

Si susurraras
Tu nombre secreto
En mis caminos
Entre la vida y el sueño

permanecemos
en respuesta a sus inquietudes.

Las cosas no existen.
La idea, sí.


Te prometo, muerte,

La vida de un poeta. La mía:
Palabras vivas, fuego, fuente.

Si me tocaras,
Amantísima, blanda
Como fui tocada por los hombres


En vez de Muerte
Te llamo Poesía
Fuego, Fuente, Palabra viva
Suerte.


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De Sobre a tua grande face (1986)

VI


Hoy te canto y después en el polvo que he de ser
te cantaré de nuevo. Y tantas vidas tendré
cuantas me darás para otra vez amanecer
intentándote buscar. Porque vives de mí, Sin Nombre,
sutilísimo amado, relincho del infinito, y vivo
porque sé de ti tu hambre, tu noche de herrumbre
tu pasto es mi verso rociado de tintas
donde me pisas hondo. Hoy te canto
y después enmudezco si te alcanzo. Y juntos
iremos a teñir el espacio. De luces. De sangre.
De sangre.

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De Amavisse (1989)

VI


Que las barcazas del Tiempo me devuelvan
la primitiva urna de palabras.
que me devuelvan a ti y a tu rostro
como lo conocí desde siempre: punzante
pero centellante de vida, renovado
como si el sol y el rostro caminasen
porque venía de uno la luz del otro.

Que me devuelvan la noche, el espacio
para sentirme tan vasta y poseída
como si aguas y maderas de todas las barcazas
se hiciesen materia rediviva, adolescencia y mito.


Que te devuelva la fuente de mi primer grito.


* Leo Lobos (Santiago de Chile, 1966) es poeta, ensayista, traductor y artista visual. Laureado UNESCO-Aschberg de Literatura 2002. Realiza una residencia creativa en CAMAC, Centre d'Art Marnay Art Center en Marnay-sur-Seine, Francia, los años 2002-2003 con apoyo Fondo Internacional para la Cultura y la Fundación francesa Frank Ténot. Ha realizado exposiciones de sus dibujos, pinturas y una residencia creativa los años 2003 hasta comienzos del 2006 en el centro de cultura Jardim das Artes en Cerquilho, SP, Brasil. Como traductor, desde el portugués ha realizado versiones en castellano de autores como Roberto Piva, Hilda Hilst, Claudio Willer, Tanussi Cardoso, Helena Ortiz y José Castelo, entre otros. Sus dibujos, poemas visuales y pinturas forman parte de colecciones privadas y públicas en Chile, México, Estados Unidos, Brasil, España y Francia. El 2003 recibe la beca artística del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes del Ministerio de Educación de Chile y el 2008 la beca de creación para escritores profesionales del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile. Forma parte del equipo productor del Encuentro Internacional de poetas CHILEPOESÍA, uno de los principales festivales de poesía de Hispanoamérica. Trabaja en la actualidad como gestor y productor cultural en la Corporación Cultural de Peñalolén en Santiago de Chile.

sábado, 24 de julio de 2010

Desde el norte ariqueño. Opus Brevis, de Nelson Gómez León





por Elisa Maturana Coronel
El microrrelato o microcuento, tan antiguo como contemporáneo, se ha insertado con la precisión de una moneda de cien pesos en las ranuras del ritmo acelerado de la vida moderna y cada vez son más los autores y lectores aficionados a esta técnica.

Nelson Gómez León, artesano, actor y escritor, como él mismo se describe en su biografía, se suma desde Arica a esa tendencia literaria con los 64 cuentos de su más reciente obra Opus Brevis (Herco Editorial S.A., Mayo 2010).

Todo un gesto creativo de este autor nortino, ducho sin dudas en las artes del microrrelato, quien en las setenta y tantas páginas de Opus Brevis expone con una gran capacidad de síntesis y sorpresa, ironía y sentido del humor, una amplia variedad temática a través de la cual se va revelando la visión de un escritor que con irreverencia religiosa deconstruye lo sagrado (“Crítico de Fé”, “Alta Molicie”, “Polillas en la Memoria”, “Confortado Feligrés”, “Milagro”), se desvincula de unas tradiciones occidentales importadas (“Navidad”) a las que contrapone un profundo sentido de arraigo y de reconocimiento de las raíces chilenas (“Un Amanecer Distinto”): -“Con razón me parecieron extraños, ellos cantan en azteca y los nuestros lo hacen en mapuche”, y alza sin tapujos una dura voz de crítica social que se extiende constante en su no tan breve “En un Bosque de Robles, Canelos y Copihues”, en “Insomnio” y en “Aprenda Señor”.

Encontramos en Opus Brevis un escritor enfrentado a sus dilemas existenciales (“Un Día Más un Día Menos”, “Un, Dos, Tres !Fuera¡”), a la muerte (“Viaje por un Tubo”, “Qué somos realmente”, “Terremoto”) y finalmente a un hombre que a veces con ironía, pero más frecuentemente con docilidad, cierta ternura ingenua y una clara nostalgia por el útero materno y el calor hogareño plantea su relación con lo femenino, lo cotidiano y los afectos.

Hacia el final, hay seis o siete relatos cortos en los que la brevedad y la síntesis extrema del resto de los cuentos cambia a una prosa un poco más extensa pero bien articulada sin perder la armonía y cohesión del libro.

Dos aspectos más para anotar: Uno es que llama la atención la escasa presencia del desierto y el mar, pues de un autor ligado geográficamente a un paraje tan extremo como el desierto de Atacama (el más seco del planeta) uno tiende a esperar una presencia más relevante de estos paisajes.

Y segundo, el título. Usar una lengua muerta --excepto por nombres científicos para limnólogos, biólogos y similares y unas cuantas frases instaladas casi irremediablemente en el castellano-- como el latín, viejo ornamento de una clase literaria que a través de ésta se jactaba de supraculta y se distanciaba así del vulgo ordinario e ignorante, está muy lejos del segmento lector de microcuentos que me atrevo a adivinar mayoritariamente juvenil, moderno y más bien seducido por una técnica propia para la nueva era de lenguajes abreviados en las tecnologías de la información, con emoticones y una tendencia progresiva a suprimir las vocales --grcs tkm lov U2 :-) -- con el fin de ahorrar tiempo y comunicar mensajes lo más rápida y brevemente posible, facultad a la cual se ciñe el microrrelato.

En esa lógica, los libros de microcuentos deberían tender hacia títulos irónicos, sarcásticos, incisivos, basados en referentes contemporáneos y probablemente de tono juvenil y urbano, características a las que Opus Brevis no se acerca lo suficiente, en desmedro de una publicación bastante bien lograda en su contenido.


Algunos microcuentos de Opus Brevis:

ResentidoLa noche le cayó encima y nadie le ayudó a recogerla

Insomnio

El ser que robó mis sueños vestía uniforme.

Mejor no

La mujer de sus sueños se hizo carne, y ahí comenzaron sus padeceres.

Alta Molicie
Mientras la arrodillada mujer lloraba sus desgracias, inmutable la contemplaba un cielo ausente de Dioses.

Compañía

De pronto y con su almohada a cuestas, una pequeña pulga, discretamente, se arrimó a su soledad.

Crítico de Fe
Después que Moisés recibió las Tablas de la Ley, Aaron descubrió varias faltas de ortografía, mas guardó un respetuoso silencio


Nelson Gómez León ha publicado: Cuentos y Otras Hierbas y Pequicuentos, en coautoría con Iris Fernández (1990), Ideas sobre el Cuento (1991), Caja de Cuentos (1991), El Buscador (1992), Hacia un Norte, antología (1992), Kuentomancias y Mentíforas (1993), Tres Esperando la Lluvia, antología en coautoría (2002), Opus Brevis (2010). En 1995 la municipalidad de Arica lo distingue como el autor más destacado del año y el Congreso Internacional de Escritores “Juntémonos en Chile” le otorga su medalla Gabriela Mistral.

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jueves, 22 de julio de 2010

Antiparras para don Nicanor. Jorge Cancino


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Ella y él
Subieron al ascensor.
Ella, llegó a la cúpula
El, amaneció en el sótano.

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Los personajes
de las novelas son ficciones del autor.
Los personajes de la vida real
son de autores desconocidos.


El ala izquierda necesita la misma libertad
Que el ala derecha
Para volar.


La música comprometida
no existe.
Los comprometidos
son los músicos.


El hombre
tiene la vida limitada.
La vida
sufre el mismo problema.


A los políticos
puede gustarles el Tango o la Opera.
La tragedia es la misma,
la diferencia es sólo ideológica.


En medio de la globalización
Y la mundialización
Pareciera que el cadáver
De hitler
Aún respira.


El problema de las izquierdas
Es que hay una sola Derecha.


Para hacer el bien
Hay que utilizar la calculadora.


Para qué
Preocuparnos tanto de la otra vida
Si no estamos seguros
que allí seremos ricos ?


El perro
No siempre es el mejor amigo del hombre.
También existen los celulares.


La piedra angular de la Iglesia católica
Es San Pedro
Que era pescador
Y no sabía geometría.


La sien izquierda
Es un buen blanco para la derecha.


El equilibrista
perdió sus lentes de contacto.
La cuerda floja
se puso tensa.


El día tiene horas secretas
Y alguien ha puesto una rosa roja
En mi copa amarilla.


JORGE CANCINO (Viña del Mar): Poeta, escritor, cineasta. Residió en Argentina entre los años 1973 y 1977, fecha en que se establece en Montreal, Canadá. Ha publicado: Juglario, (1985), poemas. Español-Francés. Éditions Omelic, Montréal. 13 Opus 13, (1986), poemas. Español-Francés. Éditions Omelic, Montréal. Exilium Tremens, (1991), cuentos. Les Éditions Omelic, Montreal. Narcosis, (1996) Guión cinematográfico. Coproducción Canadá-Argentina. El Duro Disco de la Memoria, Montreal Tango, Tango Piazzolla, cine.video.- 2003, Montreal Canadá. Narcose, Guión cine-tv, 2002. Miramar Miramor Miramar, (2008) Editions Omelic, Montreal, Canadá.
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lunes, 19 de julio de 2010

Javier Milanca: Escritor y poeta

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En la Casa de la Cultura de Illapel,
se presentó el Libro Kiltros
del poeta y escritor Javier Milanca
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por Gregorio Angelcos
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Javier Milanca, G. Angelcos y A. Lavergne
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Kiltro es una palabra de origen Mapudungun (Lengua original del pueblo Mapuche, al sur de Chile) que significa "perro", vocablo que se expandió con rapidez durante la época pre-independencia, usada con frecuencia para denostar a alguien haciendo alusión a un origen de bajo linaje o desconocido, en aquella época los aborígenes eran considerados como "inferiores" y "salvajes" por los españoles, por lo que su idioma y cualquier término en él era considerado vulgar.
Pero estos Kiltros de Javier Milanca con K y no con Q, son un antecedente simbólico que comienza a perfilar su narrativa, y le da un sello de identidad personal en la que pueden establecerse asociaciones con elementos ideológicos, con las motivaciones temáticas del autor, con subsistemas y subculturas que pululan al interior de un sistema global.
La K en sustitución de la Q no es una renovación arbitraria entre dos consonantes, sino un cambio de representación, que insinúa lo que se propone contar desde un espacio que yace latente entre nosotros, porque es parte de una carga violenta y truculenta de la realidad, que no es percibida por los artificios mediáticos que dan cuenta solo de los problemas superestructurales y los conflictos entre las cúpulas de los grupos de poder que dominan nuestra sociedad.
La experiencia narrativa de estos textos develan el transito estático, la inmovilidad, de situaciones de convivencia de sujetos marginados a perpetuidad, por su entorno de pobrezas múltiples, donde las carencias y el dolor se convierten en anécdotas independientes de su profundidad, de sus crisis, de las limitaciones que les imponen un tipo de relaciones condicionadas por la regresión de sus ejercicios concientes.
Milanka es desde el origen de la reflexión de sus temáticas el Kiltro con K, letra que fue expuesta en los muros de la ignominia por los grupos anarquistas en Chile en los comienzos del siglo veinte, y que establecen una subversión rebelde y agresiva del lenguaje, como una forma de construir una forma de comunicación entre los seres que cohabitan el submundo de las sociedades modernas, fuera de las convenciones sociales y morales que caen con violencia como una lluvia de veneno sobre nuestras neuronas, manipuladas por una cultura insignificante, donde el lucro y la simulación, el estímulo hacia el consumo, instala una cortina de humo, que oculta las precariedades de un contexto masivo, donde las actitudes y conductas humanas, están dadas por lo instintivo inmediato, donde la razón desaparece para imponer una libertad emocional distinta y distante a cualquier propósito moral de carácter religioso o político.


Sus personajes, las de estas narraciones, desdoblan sus complejidades, que sin duda las tienen, y desbordan su naturaleza siquiátrica para sobrevir entre las inequidades de las que son victimas, pero a las que les restan toda clase de importancia.
No hay lucha por un cambio externo o interno, solo vegetan y manejan las circunstancias, con resignación, rabia, o de acuerdo con sus intereses tácticos para darle un cierto sabor al aguante.

La narrativa de Milanca es de marginación la que consiste en la separación efectiva de una persona, una comunidad, o un sector de la sociedad, respecto al trato social; el proceso puede mostrar diferentes grados y mecanismos, desde la indiferencia hasta la represión y reclusión geográfica, y con frecuencia trae aparejada la desconexión territorial. Su carácter definitorio, sin embargo, no es el aspecto geográfico, sino el aislamiento social.

Por otra parte, la discriminación marginal es un fenómeno vinculado con la estructura social, y está asociado con rezagos que se originan en patrones históricos y el desarrollo de un territorio determinado. Sus efectos implican unas repercusiones de tipo cultural, social, educacional, laboral, y económicas, entre otros. La pobreza puede ser un estado de la marginación y viceversa, aunque el hecho de que exista una, no necesariamente implica que exista la otra.

Difiero del prologuista cuando sostiene que estos cuentos son un resultado del proceso post globalización; grave error conceptual de Pérez Santiago, la globalización desdibujó las identidades regionales, trató de aniquilarlas y neutralizarlas a través de la propagación de industrias culturales, que se han encargado de construir una narrativa estandarizada para que funcione en los mercados de los diferentes países, de manera homogénea y con un lenguaje neutral, plano y de alcance masivo. Un caso emblemático de esta seudo literatura se expresa en la novelística de Pablo Simonetti, o en Perú de Jaime Bayle, dos exponentes del vacío por el que transitamos cotidianamente.
En cambio, Milanca es un exponente actualizado de la generación del 38 recordándonos a un Manuel Rojas o a un Alberto Romero.
La literatura actual se emplaza a través de una dicotomía entre las escrituras globalizadas y las regionales, un conflicto subliminal por imponer una subordinación de la primera hacia la segunda, y Milanca, decidido exponente de los microespacios de convivencia y de poder a la manera foucoultiana, repropone a través de sus cuentos a los hombres simples y sencillos con su naturaleza ingenua, dócil, y a veces despiadada de la población, algo que está y evoluciona en el silencio del no hacer como lo definiera el sociólogo griego Nikos Poulanza, pero que nos revelan mundos paralelos con sus propios imaginarios y una dosis de inteligencia que provienen de su experiencia cotidiana, acá no hay academicismos ni procesos concatenadas por las tradiciones del intelecto, hay expansión de los cuerpos, espontaneidad de los sentidos, belleza de las experiencias de convivencia entre seres desheredados de la tierra.
Y en estas experiencias radica la verdad y la credibilidad de sus historias, aquí el pueblo no es una aldea global, es una aldea específica, con sus propias problemáticas.

En Kiltros apreciamos una escritura con fundamentos, y a un creador que mira su pequeño universo como una realidad diferente y distante de la estructura social urbana, estos son historias pueblerinas, plagadas de aciertos y desaciertos, de un realismo efímero pero esencial.
Leer este narrador implica liberarse de los lugares comunes a las que nos tienen acostumbrados los narradores oficiales y funcionales a una estética de la recreación descriptiva y paisajística de los hechos, para acceder a una escritura autentica en sus contenidos, sorprendente en la veracidad con la que interactúan los personajes y determinante en la resolución de los acontecimientos.
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* Javier Milanca: Escritor, poeta y profesor de Historia

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viernes, 16 de julio de 2010

Lito López. “Destacada voz poética de un confeso autodidacta”



por Alfredo Lavergne


La letra de Lito López, si bien es una “poesía abierta” y en nada hermética, nos exige más de una lectura. Hay un alejamiento intelectual artístico con la poesía de sus contemporáneos y coincidencia pareciera voluntaria con la cosmovisión barroca.

Huella bajo el rastro de la sospecha, Cortina de Humo, Santiago, 2009, es en la belleza, sensaciones, apariencias, consideraciones individualistas del hombre de la transición, el afán vitalista, símbolos que representan inestabilidad, desilusión, pesimismo, un amor que toca la realidad y regresa al perfume omnisciente de la experiencia personal del romántico anti-flaneur. Son versos que no aceptan lecturas a medio día en un “Cafe croissant” o “Coffe Shop”, porque cada estrofa es una huella de mesas compartidas después del trabajo… y en su faería recreadora, encuentra aspectos nuevos al contenido, expresión y la noche partida en perros que habitan la misma calle.
López es un poeta no aislado en su mundo de letras, no conjura con él o los poetas de turno que optan por la nostalgia del intelectual, con los de vitalidad irreflexiva, opta por la cercanía a la naturaleza, por mesas con músicos, pintores y artistas de la bohemia social. Por versos, sobre el tránsito de la rabia. Para juzgar por la ausencia y su realidad en movimiento.

En la suma de estos versos esposados que constituyen este libro, se presentan complicaciones amorosas expuestas a un “zoom no globalizado” y en su voluptuosidad, el poeta nos entrega su artificio en un solo poema largo, como guiño a la estética clásica. Esta obra con raíces, está expuesta a todos los temas, como Góngora y enamorado de lo real. Pero, sin aludir al mito del ave Fénix, sin apoyarse en Lucrecio, sin la selecta Cloris y sin culteranismo. Lito sublima una enamorada esculpida para un close up de la felicidad, que huye del verso, la palabra y en la escena siguiente, la película y su productor.

El poeta en éste, su segundo libro, dispone y propone al lector la mención directa de las ideas y un distanciamiento artístico de las vitrinas.

Selectos del poeta

Portapaz del libro Pertenencias Del Aire

La humedad de aquella mujer
bajo la sombra lenta
fragmentada
no mata su latido
restituye el sonido de la luz
mediante el guiño
para recobrar el labio ciego
en el río de la ciudad
que no se detiene
en el aire
y su diario de navegación


Bajo la mesa

Eras la mona Lisa
con mi mano bajo tu falda

buscando

la distancia y el mundo de los iguales

bajo la mesa
los dedos
el aire
tu piel
mientras
todos bebían
y reían

bajo la mesa
eras la mona lisa
cuando dejamos de estar solos
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jueves, 15 de julio de 2010

EL CAZADOR DE INSTANTES

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por Omar Cid
Fuente. Crónica Digital


El cazador de instantes de José María Memet, es un intento de poesía situada, donde el escritor recrea desde la particularidad de su vivencia tanto social como estética al Chile que lo atenaza y embriaga:

“y allí en la plaza
frente al palacio donde cayó Allende
se abrazaron todas
lloraban, reían, corrían como locas,
se desnudaban por millones,
se arrojaban sobre el pasto y miraban las estrellas”.
(La Gran Marcha)

Memet, con oficio utiliza los recursos poéticos que considera necesarios para conseguir su objetivo, no tiene problema en el manejo de la conversación cotidiana:

“Les juro que lo vi,
lo reconocí 10 años después que había muerto”
(Yo vi a Martín Cerda…)

Tampoco al momento de usar la enumeración, la comparación e interrogación retórica.
Se trata de una poesía que recoge una parte de la construcción poética latinoamericana, observando de reojo el “exteriorismo” de Ernesto Cardenal, la anti-poesía de Nicanor Parra, y la poesía coloquial de Roque Dalton, dentro de otras variantes.
Esto que pudiera ser considerado un acierto, sin embargo para Ignacio Rodríguez, en su comentario para La Revista de Libros de El Mercurio del domingo 11 de julio, se reduce a decir que: “De otra manera, sucede lo que con este libro: que desde la práctica experta del oficio repite unos procedimientos retóricos prestigiosos pero manidos, y por lo mismo, falsamente resplandecientes”.
Entonces, con sorpresa descubro que el comentarista, es un lector que exige previamente al objeto a leer; las condiciones necesarias para un duelo de florete, es decir, la búsqueda de la belleza, como si su pesquisa fuera el único y restrictivo modus operandi del ejercicio poético.
Incluso bajo ese parámetro de pretensión, resulta pusilánime el silencio frente al poema El bar de la infidelidad uno de los más logrados del libro:

“En los ojos de nadie que pueble este bar
hay lágrimas. Nadie está desesperado.
El engaño les da la inmunidad que es permanente.
Sangre, cuerpo, semen, lubricaciones y dinero.

En el café de la infidelidad las copas de cristal
no se quiebran cuando caen, son duras como el acero.
Cada mirada, compartida y triunfante, mira
por los amplios ventanales a la calle”.


Hay resabios impresionistas en Rodríguez, en el sentido estético del comentario, que no dan cuenta de modos superiores de análisis, propios de la disciplina crítico literaria, permitiéndose afirmaciones tan ligeras como la siguiente: “Así falto de opacidad y turbulencia, de un mínimo delirio creador, este libro es mentiroso y mixtificador”.
Tal juicio de valor es desproporcionado, porque implica la negación misma en primer lugar del autor, luego del entorno que permite ese tipo de elaboración poética y en tercer lugar, abre paso a la propia inhabilitación de la función crítica, del comentarista en cuestión.
Félix Vodicka, investigador estructuralista checo, perteneciente al círculo de Praga, advierte sobre el oficio de la crítica:

“El crítico dentro del conjunto de personas físicas que participan en la vida literaria y se asocian en torno a la obra, tiene su función definida. Su deber es pronunciarse sobre la obra como objeto estético, aprehender la concretización de la obra, esto es, su apariencia desde el punto de vista del sentimiento estético y literario de la época, y pronunciarse sobre su valor dentro del sistema de valores literarios vigentes, y, al hacerlo determina con su juicio crítico, en qué medida la obra cumple los postulados de la evolución literaria”
(La Historia literaria: sus problemas y tareas, Eutopías, Documentos de trabajo, Vol. 109, Valencia, Episteme, 1995)

Puede entonces preguntarse a un poeta hoy, sobre la búsqueda absoluta de la belleza en su trabajo, no es desconocer, el camino de las corrientes de pensamiento tanto filosóficas como sociales que son expresión finalmente del entorno en que vivimos.

A mi juicio, el texto de José María Memet, contiene dos debilidades, en primer lugar, no se está frente a un cazador de instantes, se trata más bien de un coleccionista de momentos, lo que provoca una cierta dicotomía entre significante y significado, a la hora de la interpretación total del texto. En segundo lugar, el orden de los poemas quita por momentos fuerza a los trabajos más logrados, por ejemplo: ubicar el texto Arte mayor luego de La gran Marcha.
En ese sentido, quisiera precisar que bajo mi perspectiva estética, el mejor Memet, es el que se desocupa de los grandes temas de la poesía, para situarse en un sitio, un himno, un personaje, una fecha y explorar desde ahí la fuerza de latido poético.
Concuerdo con Ignacio, en su apreciación sobre las erratas, faltando al texto un trabajo mayor de edición, lo que en ningún caso puedo compartir son los ataques neuróticos del comentarista mercurial: “…si lo leemos desde su exacta condición, puede ser calificado de libelo apto para tonificar el entusiasmo de una congregación ideologizada de un mitin político”.
Francamente, defrauda leer aserciones tan descalificadoras por el matiz político que contienen; porque la condena es al uso de códigos situados en los márgenes, la reprobación de Rodríguez, no permite descubrir la confección poética ahí, en el corazón mismo de la pesantez cotidiana:

“Cuando el pueblo sube escaleras
dando gritos
se llama revolución

Es decir, las escaleras son un gozne
una bisagra en la historia humana”.
(Escaleras)

* En respuesta al texto El cazador sin pólvora y en Letras.s5.com



José María Memet, Nació en Neuquén, Argentina, en 1957 y se nacionalizó chileno en 1970. Ha publicado varios libros, entre ellos "Poemas crucificados" (1977); "Bajo Amenaza" (1979); "Los gestos de otra Vida" (1985), "Amanecer sin dioses" (1999) y hace poco "El rastreador de lenguajes" (2005).
Es responsable de la creación de Chile Poesía, eventos poéticos que han tenido una importante repercusión en la vida cultural del país.

viernes, 9 de julio de 2010

Francisco Viñuela: Narrador y poeta

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por María Ángeles Maeso



Francisco Viñuela es un escritor de origen chileno (Valparaíso, 1949) que vive en El Quebec desde que en 1973 se exiliara, a raíz del golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende. Nunca ha vuelto a Chile, y esto no quiere decir que viva en el resentimiento, sino más bien en una lúcida memoria que no pacta con las trampas que a muchos como a él les tendió la historia.

Su modo de contár(se)la consiste en encarar los hechos como un entomólogo que observara el proceder de las cucarachas que han entrado en la cocina; sabe que debe poner la suficiente distancia para evitar el asco y el espanto; sabe que debe moverse, ir modificando el punto de vista, para comprobar qué hacen esos bichos o recuerdos desde diferentes planos. Una inquieta separación la suya.

De ahí que sus relatos conlleven una fuerte dosis de ironía y humor, la que ya conocemos desde su novela Doña Alma Errante (1990); un modo de poner distancia entre el ojo y el objeto, que no siempre está al servicio de neutralizar la emoción que pudiera enturbiar la mirada, ya que con frecuencia se revela como mero gozo verbal, pura recreación en el narrarse. De ahí también que su escritura conlleve un movimiento constante de tiempos y de espacio, donde los otros, los recuerdos cucaracha, viven, hablan, se mueren, aman.
En el relato que abre el libro La clave y-griega, Ediciones Celya, Salamanca 2005, 101 páginas, se nos habla del equipo creado por el Juez Garzón para investigar los cargos imputables a Pinochet y acusarle de haber cometido crímenes contra la humanidad. Sabido es que el dictador contaba con la incondicionalidad de Thacher por el apoyo que le prestó Chile a Inglaterra, durante la guerra de las Malvinas. Lo que no es tan conocido es la ayuda del Rey de España, Juan Carlos, a Pinochet, para salvarle de un atentado que iba a sufrir en Madrid.
Una apasionante historia que tiene por contexto los funerales de otro dictador, Franco, del que el chileno, ante los ojos del mundo, recogía su legado político de brazo duro; una trama tan bien urdida que atrapa al lector con los ingredientes de la novela negra y los seductores escenarios de la alta política.
Esta historia que da título al libro, sin duda la mejor de todas, está tan bien contada que el lector traspasa la frontera de la verosimilitud y al acabarla no duda de que los hechos extraordinarios que acaba de leer sucedieron tal cual le han sido revelados, mientras ha escuchado la conversación entre el juez Garzón y la periodista. Como tampoco de las férreas fraternidades trenzadas entre los mandatarios del mundo para asegurar su estabilidad en el puesto.
Personajes de la historia reciente (y no tanto) definidos por un trazo rápido pero rotundo como el que retrata a Pinochet: siempre enmudecía, su sistema vital disminuía al mínimo el consumo de energía. Sin corazón, sin sentimientos, solamente así su cerebro se alimentaba y funcionaba. Y entre todos los nombres de políticos reales, uno de ellos que recorrerá los avatares de otros relatos: Casimiro Montrond, el personaje no humano, que procede del infierno, y que supone el guiño del autor para recordarnos que esto es un relato literario, un personaje de ficción que simboliza fuerzas muy presentes en nuestra sociedad actual.
Historia y ficción separadas por un hilo muy débil en todos los relatos. En alguno de ellos, totalmente fundidas como sucede en Nunca amaneció en Santa Elena, donde un diálogo telefónico, presenta ante el lector dos planos simultáneos de narración con sus propias referencias espacio-temporales: el pasado alcanza el presente y obtiene su espacio en la escritura, frontera cargada de sentido.

Hable de ahora o del siglo XVIII; de Napoleón o de una mujer enamorada de su sombra, Francisco Viñuela estará siempre hablando de lo mismo: la belleza (dionisíaca o apolínea) de la lealtad moral y sentimental en los momentos de peligro; suceda en Santa Elena o en un aeropuerto de Nueva York, su espacio será la frontera donde la memoria íntima se abraza con la historia; el borde de la realidad que se atisba con el deseo y se habita con ser nombrado. Pese a algún que otro galicismo, disculpable por esos treinta años viviendo en francés, pruébenlo: merece la pena.

Poemas Selectos:


Poema XVII

Rasgos raídos y reminiscencias absolutas solubles en la sal de mis míos y no tuyos, ya que nada te doy porque no quiero y en uno de esos no quiero tampoco debo aunque podría ser de ti alma ya entregada en una rada ya que amo el absurdo absidal de tu templo que no me dedicas sacrificándome el altar de todos tus muslos...

¿Rojas ramas rurales? ¿dije eso? ¿Rojas ramas rurales? incendio alfabeta mío de miseria? cálculo miserere? estás ya además entre mi carne templaria temblando ramera que remas? Dije eso? o bien dije que te quiero roja rama rural!

Todas la rameras vinieron remando aquella noche del tiempo, remando pretérito, remando incesto bien amado, alejando la sombra rescatando lo incumplido, soplido, bandido extasiado, ruido de remos en el agua liquidada de la palabra...

Así venías por la noche del río viniendo sin decir agua va o'nova, ramera a buscarme y no supe verte porque no te vi pues no vi a nadie remando a bordo del navío que no veía ni verá ni vio, pediré entonces un novio en lugar de un navío la nave en lugar de el nové...nada ve y vete te vi y nada en nada y mucho en el agua remando mi ramera... Así venías por la noche del río pintando oscura el agua clara en claro oscuro... y nada fui y dejé ser a los que fueron porque más valía chincol volando que mi oscuro pájaro entre tus manos!



Poema XVIII

No todas las Margaritas tienen la voz alta
Aquella mañana de primavera con radical anestesia rancia, en esencia me abandonó Anastasio aclarándome con la epifanía de su rastrillo ecléctico de tipo clásico, que todo no fue sino una conspiración de su abuela doña Caparoja viuda de Lobos..

Se fue simplemente rumiando con los verdes rompiendo olivas y deshidratando fruta jugosa secando palmos de agua, invirtiendo en vertientes puras para luego vender la tierra en botellas..

Todo quedó albo como el alba de un albacea alborozado; me dejó lanzando monedas en la fuente sin pedir los tres deseos sin darme tiempo para desearle la nada, a uno, al otro, y los otros escribieron párrafos aparte llenos de Otrosi y aquello finalmente repletó el contenedor de una memoria...

Fundamentalmente Anastasio había cambiado de color, cambió de color y mientras estaba en el habiéndolo cambiado y conjugándose el pigmento, todo se hizo de repente noche oscura, no se veía nada no se vio nada porque nunca se había visto nada igual a una iguana desigual, como la noche de todas las colas de culebra culebreando que suman siempre un solo gato pardo...

Anastasio extasiado asociaba pozos petroleros quitándole el tapón al fondo de su golfo
dejando vaciar la bañera de su planeta al interior de su lavabo desvariado, rugido occipital, olor a metano, caligrafía de labios deshechos, inabordable ortografía en la palma de sus manos, ostra con ostracismo de silencio, amargo en su corporación pirata de Somalia, socio mayoritario de una exuberante monarquía...

Francisco Viñuela, de la colección:
Estoy al borde de creerte magnolia de invernadero
o agregando una coma
Estoy al borde de creerte, magnolia de invernadero
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martes, 6 de julio de 2010

Leo Lobos: En la geografía Poética del traductor... Brasil, México y Chile

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Con una selección de poemas, traducción al castellano y prólogos de Leo Lobos y Angélica Olaya, el poeta, periodista y crítico literario brasileño Tanussi Cardoso presentará la antología bilingüe “Del aprendizaje del aire”, el próximo miércoles en esta ciudad.Se trata de un ejercicio poético que une a Brasil, con México y Chile, a través de la poesía brasileña contemporánea, destacan los organizadores. La publicación reúne un total de 42 poemas retomados de los libros “Viagem emtorno de”, “A medidas do deserto e outros poemas revisitados” y “Excercício do Olhar”, en los que el autor recurre a sus temas predilectos, como son: La muerte, la infancia, el amor, Dios, la memoria, el quehacer poético y el tiempo. Tanussi Cardoso explicó que esta antología se originó cuando recibió un pedido del poeta y artista plástico chileno Leo Lobos, para publicar algunos poemas suyos, traducidos por él, en páginas de Internet. De esa idea nació la posibilidad de ir a Chile y, posteriormente, la creación de un libro.“En el 2006 fui invitado, junto con el recordado poeta Marcio Carvalho, para representar a Brasil en el Segundo Festival Latinoamericano de Poesía. En aquella ocasión, la poeta mexicana Angélica Santa Olaya me presentó la traducción de decenas de poemas míos (...). Las traducciones chilenas se sumaron a las traducciones mexicanas: Éramos, ahora, tres voces y tres países: Brasil, Chile y México”.“Del aprendizaje del aire” es una muestra de un trabajo de traducción impecable en soluciones verbales y gramaticales, entendiendo lo esencial, modificando el texto cuando fue necesario sin afectar el ritmo, la intención o la armonía de los versos y palabras. En ningún momento muda el sentido ni se desestructura la semántica ni la sintaxis del poema. Con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el libro “Del aprendizaje del aire”, de editorial fivestar, será presentado por Saúl Ibargoyen, Leo Lobos, Angélica Santa Olaya, Carlos Véjar y el autor, el miércoles 7 de julio en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.
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lunes, 5 de julio de 2010

Luis Vitale, historiador y ensayista

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A/ Luis Vitale
Sueña que pasa
furioso el Bío-Bío
y que es verano.
Alfredo Lavergne

por Omar Cid .
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Quisiera referirme a Luís Vitale en su aporte como intelectual, entendiendo el concepto bajo el peso gramciano del mismo. Porque Vitale -fue entre otras cosas eso- un trabajador calificado al servicio de una propuesta política y social, donde sus investigaciones, profundizaciones, son un esfuerzo disciplinado y riguroso por leer los hechos desde una mirada específica como la marxista.
¿Qué aportó esta mirada a la historiografía en lo particular y al proceso intelectual de las izquierdas en lo general? La historia chilena vista desde los ojos de los liberales, los nacionalistas, los positivistas, los hispanistas, tendieron a centrar sus códigos de análisis en las personalidades, los sucesos, las batallas, las realizaciones presidenciales etc. Diego Barros Arana, Francisco Antonio Encina -entre otros-son parte de esa tradición discursiva.
En ese contexto, la mirada económica como factor relevante del proceso histórico, el origen y ascenso de las clases sociales y sus permanentes contradicciones, la reconstrucción histórica del movimiento obrero, del pensamiento latinoamericano y muy especialmente las consecuencias de la interpretación del pasado, en el propio presente, son parte de la obra de Luís Vitale y de la llamada escuela de historiadores marxistas donde destacan (Hernán Ramírez Necochea, Fernando Ortiz, Julio César Jobet) por nombrar algunos y excusándome por los ausentes.
Cómo no valorizar la relectura de la independencia nacional incluyendo elementos como el proceso económico y la categoría de imperialismo, las lecturas e investigaciones que se producen en Chile, luego de esos aportes no pueden ignorar esa mirada, de hecho historiadores como Sergio Villalobos, Rolando Mellafe, Álvaro Jara integran el elemento económico en sus análisis.
Las categorías de dependencia, subdesarrollo, acumulación de capital son integradas al sustrato histórico e ideológico de la izquierda y profundizadas por Vitale, en ese sentido la importancia del historiador apátrida y latinoamericano resultan clave.
En su búsqueda, no se conforma con la consulta de archivos, tiene plena conciencia y cuando se pregunta ¿Para qué? Su respuesta no amerita duda, el trabajo teórico va acompañado de acción por eso no renuncia a su tarea sindical y aporta a la construcción de la Central Única de Trabajadores (CUT) su marxismo tiene las influencias de León Trotsky, políticamente se mantuvo distante del Partido Comunista chileno, lo que nunca impidió el reconocimiento a sus intelectuales, su opción crítica lo mantuvo cercano a organizaciones más pequeñas, donde destaca su aporte a la fundación del MIR.
La muerte, el exilio y por cierto la capitulación teórica de muchos, luego del golpe de Estado de 1973, terminó por desmantelar discursivamente la obra de los historiadores marxistas, en ese aspecto Luís Vitale, a su regreso al país, supo mantenerse y sostener los postulados originarios sin concesiones socialdemócratas, con las consecuencias laborales y de exclusión social, intelectual y política que ello suponía.
Antes de rendirse prefirió re-inventarse, aproximándose teóricamente desde el marxismo a las teorías de género, a los problemas étnicos, en esa perspectiva re-instaló desde el trabajo Historia Comparada de los Pueblos de América la categoría de desarrollo desigual y combinado, específico y diferenciado para entender nuestra particular evolución histórica, su apuesta teórica pasaba por no renunciar a los postulados aprendidos en la juventud, para Vitale, el único pecado posible es la incapacidad de redescubrir las contradicciones y las claves que permitan entender nuestra historia de sometimiento.
Lo hizo con la dignidad de los obreros del salitre, allá en 1907, con la insolencia de los ácratas, en los inicios del movimiento obrero, su consecuencia y porfía lo llevó a explorar nuevos temas, a profundizar en las claves de la historia latinoamericana, en el momento que miradas Pro-globalización, anti-históricas y profundamente conservadoras suponen que la única “integración” posible, es la económica, por medio de los Tratados de Libre Comercio.
Por eso se ganó el respeto de los jóvenes que vieron en él, al portador o heredero de la vieja escuela desmantelada dónde el profesor y compañero seguía con la bandera al tope.
Sin embargo, las pequeñeces y nuestras infinitas divisiones no hacen posible visualizar la tremenda pérdida, para la izquierda latinoamericana, muchos de los llamados intelectuales y dirigentes políticos actuales, tienen muchas tareas que cumplir en diferentes ámbitos, antes de poder acercarse un poco al legado de Vitale, pero insisto, nuestras nimiedades son inmensamente proporcionales a la grandeza de su legado político e intelectual.
Cuando las izquierdas en Chile, se decidan a dar un paso superior de organización, cuando sientan la necesidad de avanzar en el terreno ideológico y formativo, cuando entiendan que la re-construcción de una propuesta va más allá de las insípidas ventajas electorales, cuando dejen de prejuzgarse con la moral pacata de las barricadas y de las condecoraciones ganadas en los cuarteles de detención, tal vez, se decidan a fundar entre muchas otras cosas un Centro de Estudios amplio, fraterno que podría llamarse Luís Vitale.
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Los “Cuentos de autoamor y autopistas” de Camila Reimers: Una aproximación inicial

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por Julio Torres-Recinos
University of Saskatchewan


La escritora chileno-canadiense Camila Reimers, en Cuentos de autoamor y autopistas (Barcelona: La Estrella de San Pedro, 2009), se nos presenta como una narradora en pleno control de sus instrumentos literarios.
Camila Reimers ha logrado darnos una colección sólida de trece cuentos de variada extensión, en la que se le ve con soltura pero al mismo tiempo con pulso firme. Su temática es variada, así como los escenarios, las temáticas, los personajes y las técnicas que utiliza. A todo esto hay que agregar que Camila Reimers ha logrado madurar no sólo la manera de contar sino lo que tiene que decir. Se ve en sus cuentos una madurez que sólo la dan las vivencias, las experiencias y la reflexión sobre la vida. Si se tuviera que caracterizar esta colección de cuentos, podría decirse que hay un eje que atraviesa la mayoría de los cuentos: la necesidad de los personajes de embarcarse en una búsqueda interior, que viene generalmente de hacer un alto en la vida, reflexionar sobre un evento crucial en la vida del protagonista y sacar de esa experiencia una lección que le ayudará a vivir una vida emocionalmente más segura. Los personajes crecen a partir de una experiencia, lo cual muchas veces conlleva a una evolución cualitativa.

Los cuentos mejor logrados de Reimers son los más largos, que son los que aparecen al principio del libro, aunque la mayoría de los cuentos de menor extensión también demuestran un esmero en su elaboración. Los mejores cuentos, como se dijo arriba, son los más largos, tanto por la complejidad como por la facilidad con que se narra, así como por la profundidad del tema, y la seriedad con que se trata. Entre estos cuentos hay algunos que son verdaderas joyas, como por ejemplo “Ana,” “El chakra número ocho” y “El cuervo y los primeros hombres”.
“Ana”, el cuento que abre la colección, narrado desde el presente de la niña y desde la perspectiva limitada infantil, nos narra la historia de una niña quien nos cuenta en primera persona su vida idílica en Chile antes de que su vida cambiara con la irrupción de la política en la vida de su familia, la cual hace que ésta se desintegre, dejando a su padre en la cárcel, y a ella y a su madre en Canadá, su nuevo país. En el cuento se presentan los dos mundos, Chile, visto a través de la nostalgia; Canadá, visto a través de los estereotipos que otros pueblos tienen de él, así como del poco conocimiento general de la niña. El resto del relato tiene lugar en Canadá, donde la niña y la madre tratan de adaptarse a una nueva realidad. Su visión del nuevo país, una visión estereotipada, contrasta con la realidad. El clímax del cuento se alcanza cuando apresan a la madre y a la niña por robar unas prendas en una tienda. La niña cree que le va a pasar lo mismo que le pasó a su padre con las autoridades en Chile (se deduce que su padre “desapareció”). La niña debe ir modificando su idea de cómo funciona la justicia canadiense, ya que aunque la castigan, el castigo no es no tan severo como ella se lo había imaginado. Al final, el cuento termina con una autoafirmación personal de la niña, y una aceptación de Canadá como su nuevo país. “Ana” es un buen ejemplo de cómo se sobrepone a la adversidad y logra darle un nuevo rumbo a la vida. El tratamiento de esta historia es bastante similar a lo que Camila Reimers había hecho en su novela Tres lotos en un mar de fuego (2006), donde tres mujeres, una de Argelia, una de Camboya y una de Chile deben sobreponerse a las experiencias traumatizantes que les tocó vivir en sus países de origen y encontrarle sentido a la vida que les queda por vivir.
“El chakra número ocho,” el segundo cuento de la colección, nos narra la relación entre Andrea y Paul, quienes deciden hacer un viaje en coche desde Toronto a Miami. El pasar tiempo juntos le va ayudar a Andrea a evaluar su relación con Paul, y en definitiva, a evaluar su propia vida, a conocerse mejor. Dice Andrea:
Así me encontré cara a cara con los fantasmas propios, escondidos en la sombra de mi alma. . . Al cerrar esta etapa de mi vida, prometiendo no encarcelarme nunca más en otra relación enajenante. . . comprendí que recién ahora empezaba el viaje verdadero, un peregrinaje por la autopista de mi propio ser, y era yo la única conductora. Tenía que entrar en el vasto dominio de mi alma y recorrer la ardua ruta del autoamor. (33)

“El chakra número ocho” trata de la búsqueda de uno mismo, sobre el autoconocimiento, el respetarse a uno mismo y la aceptación de la vida de uno, sobre la búsqueda de relaciones saludables, sobre la autoestima y la independencia y madurez emocionales. Es un cuento de alguien que ha vivido y que ha aprendido las lecciones de la vida, entre ellas, la necesidad de ser honesto con uno mismo. Dice Andrea, la protagonista: “. . . Tras casi medio siglo de evadir mis sentimientos, llegué a enfrentarlos a plena luz, y a comprobar cómo emergía ante mi vida una necesidad visceral: tenía que vivir cada minuto de mis días con entera lucidez, y sólo lo lograría librándome de las vendas de una larga rutina de autoengaño” (34). “El chakra número ocho” es uno de los mejores cuentos del libro, con una buena historia de un viaje por geografías exteriores, así como por interiores. Además de tener una historia buena que contar, Reimers tiene algo que decir: sus observaciones sobre la vida, las relaciones y el valor de la persona. Reimers nos narra con maestría el drama de estos seres humanos comunes y corrientes que juegan un juego irresponsable de cazador y presa, en el que uno de los personajes, Paul, no sabe lo que quiere. La conducta irresponsable de él hace que Andrea despierte del letargo que ha sido su vida, no sólo la amorosa, sino toda su vida.
El tercer cuento, “El cuervo y los primeros hombres,” es otro cuento largo, también de búsquedas trascendentales. Es un relato no sólo de escenario canadiense, ya que el personaje recorre por segunda vez la geografía desde Toronto hasta Vancouver (la primera vez lo había hecho cuando era joven, la segunda, ahora que ya está viejo y con problemas de salud), sino que les rinde homenaje a los primeros habitantes de Canadá, en este caso los aborígenes de la Colombia Británica. El título, como se sabe, hace referencia a la famosa escultura del mismo nombre del artista canadiense Bill Reid, la cual describe el mito de la creación según la leyenda Haida, y que se encuentra en el Museo de Antropología de Vancouver. En cuento se ancla muy firmemente en la canadienidad: por la aparición de la geografía de Ontario hasta la de la Colombia Británica, pasando por las Montañas Rocallosas, el Parque Banff y las Praderas. También aparecen símbolos importantes de la canadienidad, como el kayak (que aquí invita a la soledad –y a conocer el país—tan necesaria para que el personaje se encuentre a sí mismo) y las esculturas totémicas Haidas de la Colombia Británica. Como el cuento anterior, el personaje se embarca en un conocimiento interior para “encontrarse a sí mismo”. La historia la resume en pocas palabras el personaje:
. . . La historia era algo así: un estúpido que pasado los cincuenta años aún seguía siendo niño, decidió encontrase a sí mismo arrancando de sus amantes. Atravesó la mitad de Canadá con su Kayak a cuestas y cuando decidió acampar, un indio lo encerró en un círculo que no tenía ninguna gracia excepto que el hombre no se atrevía a salir de él. (40-1)

El tono ligero y despreocupado con el que el personaje se refiere a su periplo no hace justicia a la encrucijada existencial por la que atraviesa. El personaje se hace dos preguntas capitales para el ser humano, importantes especialmente cuando se llega a cierta edad donde hay que replantearse la existencia misma: ¿quiénes somos? ¿por qué estamos aquí?, preguntas que este personaje se hace cuando está enfrentado con su soledad en la naturaleza canadiense (42). Este cuento de Camila Reimers combina los dos mundos, el mundo de lo intemporal, de lo sagrado, de lo primigenio y de los mitos, y el mundo de la existencia humana de los hombres y mujeres enfrentados a vivir su propio drama existencial. “El cuervo y los primeros hombres” nos muestra, siempre con una maestría de narradora segura de su arte, otra dimensión de la narrativa de Reimers, donde se le ve con otros intereses, más profunda, alejada de lo político, pero no por eso menos intensa y relevante.
“Azul”, el sexto cuento, es de mediana extensión, y tiene también el tema del viaje. Dos amigas se extravían en una montaña en medio de una ventisca y allí las rescata un joven, Miguel Ángel, quien las protege por unos días. Aquí se da un aprendizaje a la inversa, en el sentido de que aprenden no de una experiencia personal sino de la experiencia vivida por otra persona, Miguel Ángel, en este caso, mediante la cual se puede entender que las mismas ansias de búsqueda que tiene Miguel Ángel las comparten las dos chicas. Hay referencias a la política, aunque no queda explícito, pero se podría suponer que se trata de Chile. En “Capullo de vida,” el séptimo cuento, como “Azul” y “Ana,” el personaje asimila las experiencias y aprende de ellas y así madura. Este cuento hace un cuestionamiento profundo por lo trascendental de la vida. Busca encontrar los secretos de lo portentoso de la vida. El personaje, una niña, aprende que para que el milagro de la vida se realice no debe interferir con los procesos de la naturaleza. Se hace, en este cuento, la pregunta que tiene que ver con el tiempo y el destino de cada uno de nosotros. ¿Por qué hemos venido al mundo? ¿De qué gran esquema somos una minúscula parte? Otra vez aparece el tema de lo vivido para iluminar la vida.
“La Gorda ” y “Atenea” son otros dos cuentos de búsquedas. El primero, cuento narrado en un estilo ligero, pero de una profundidad sorprendente, tiene como tema la relación entre la apariencia física y el verdadero amor. Inés, la protagonista, debe luchar contra el problema de sobrepeso que posee. El final es sorprendente ya que no sólo deja a José, a quien había amado siempre y por quien decidió bajar de peso, sino que vuelve a engordar, ahora a propósito. Otra vez la experiencia con el mundo obliga a la protagonista a detenerse y a cambiar de rumbo la vida. Lo que no se explica es por qué vuelve a engordar, tal vez quiere sugerir con esta acción que quien la quiera debe quererla como sea. En “Atenea” la protagonista se muda a una nueva casa después de haber comprendido que su relación con Francisco, la cual había caído en la rutina, no tenía futuro, y así comienza una vida de renovación. “Atenea” es otro cuento de búsqueda, de detenerse en mitad de la vida y reflexionar sobre ella. Se sugiere que estos altos en la vida, que llevan a un cambio, ayudan al personaje a avanzar en el desarrollo personal de autoconocimiento y superación.

Los cuentos hasta aquí analizados bastan para dejar establecido que Camila Reimers no sólo posee mucho talento literario sino que se toma muy en serio su trabajo como escritora. Sus cuentos son muy elaborados y evidencian mucho trabajo de su parte. Como dije al principio, los cuentos largos de Reimers son los más sustanciosos y son los que le dan peso al libro. Esto no es de extrañar ya que el cuento largo le da más oportunidad para desarrollar personajes, para jugar con el lenguaje y para profundizar en los temas. El cuento largo le da el espacio y la libertad para desenvolverse como narradora. Hay cuentos cortos muy buenos también, como por ejemplo “El dominio anglo-sajón ”, “Cara y sello” y “Las burbujas”, que aunque son cortos, están bien estructurados y bien escritos, y con una temática muy profunda, como las tensiones raciales entre los hispanos y la cultura del país anfitrión, la diferencia entre la realidad y la ficción y el abuso sexual a menores (respectivamente).
A través de estos cuentos vemos a Camila Reimers como una de las voces más sólidas de la literatura hispano-canadiense. Sus cuentos son una contribución muy importante y reflejan a una escritora consciente de los retos que conlleva una literatura seria. Camila Reimers se ha encaminado por un sendero seguro y debemos tener la seguridad de que este valor hispano-canadiense nos va a sorprender, en un futuro cercano, con cuentos y novelas de gran peso.


Camila Reimers nació en Antofagasta, Chile, y salió del país en 1975. Vivió en Caracas, por cinco años y llegó a Canadá el primero de julio de 1980. Durante los ochenta vivió en varias ciudades –Vancouver, Montreal, Sudbury– antes de establecerse en Ottawa con sus dos hijos, en 1990.
Desde el momento que abrió el silabario Hispanoamericano supo que su pasión era escribir cuentos. Esta pasión por la literatura se manifiesta en su vida adulta cuando después de estudiar en el pedagógico de la Universidad de Chile, hace sus estudios de postgrado en ‘Language Arts’ en la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá.
Autora de numerosos cuentos escritos en español, ha sido publicada en antologías, revistas y periódicos de Canadá, América Latina y Europa. Sus dos primeras novelas fueron publicadas en Ottawa, la primera “Hijos de Lava”, en 2005 y la segunda “Tres lotos en un mar de fuego” en 2006 por Art and Literature Mapale & Publishing Inc. La colección de cuentos: “Cuentos de autoamor y de autopistas” en 2009 por La Estrella de San Pedro en Barcelona. Esta colección ha sido traducida al inglés y publicada en Ottawa con el nombre: “Chakra Number Eight: Tales of Humour and Soul” en 2010 por Split Quotation/ La cita trunca.
Tiene también un cuento para niños: ¿Por qué Chile es un país largo y angosto? Publicado en Ottawa en 2009 por la Editorial Qantati Junior.
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Camila Reimers

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de “Cuentos de autoamor y de autopistas” en 2009 por La Estrella de San Pedro en Barcelona / Chakra Number Eight: Tales of Humour and Soul” en 2010 por Split Quotation/ La cita trunca.
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Cara y sello

La despertó el ruido. Susana miró el reloj, era la una de la mañana.
–Abre, puta de mierda –gritaba el hombre que pateaba y golpeaba la puerta con puños de hierro.
Susana se paralizó “cuan diferente sería” pensó ella “si mis hijos estuvieran en casa o por lo menos un marido que saliera a defenderme de este energúmeno amenazando con derribar mi piso”.
Con angustia tomó el teléfono sabiendo que debía hacer dos llamadas. La primera a la policía y la segunda al cuidador del edificio para que tomara acción de inmediato.
La policía llegó antes pues el cuidador como de costumbre estaba durmiendo y necesitó algún tiempo para reaccionar. No era la primera vez que Susana tenía que despertarlo para una emergencia y ella ya conocía su incompetencia.
Se llevaron al hombre que resultó ser un borracho perdido, después que ella le dio toda la información requerida a la policía y amenazó al cuidador con perder su trabajo por no llegar a tiempo.
¿En quién podían confiar los ancianos y las mujeres solas del edificio de departamentos, si ni siquiera el guardia respondía con sus deberes?
A Susana se la había pasado el sueño. Ella tenía problemas para dormir y si algo o alguien la despertaba, no podía volver a la cama.
Se sentó frente al computador y empezó a escribir esta historia:
La despertó el ruido. Susana miró el reloj, era la una de la mañana y pensó en la ironía que justo el único día que había decidido acostarse temprano, un loco se empeñaba en patear su puerta.
Al terminar de despertarse se dio cuenta que la voz era la de un tipo totalmente borracho y en vez de enojarse sintió algo de compasión por el ridículo que ese hombre estaba haciendo porque era evidente que se había confundido de puerta.
Sin saber por qué Susana empezó a reírse, no con la risita nerviosa de la ocasión, pero con una risa de verdad que le salía a gorgoritos mientras pensaba como gozarían sus hijos cuando ella les contara por e-mail, la estupidez de la situación que estaba viviendo.
Se acercó a la puerta para asegurarse que tenía los dos pestillos pasados y luego, en una voz lo suficientemente alta, para despejar las dudas de cualquier vecino que podía estar escuchando, dijo:
–Perdone, pero creo que se ha equivocado.
–¿Está segura? –respondió el hombre asombrado.
–Por supuesto –dijo Susana, empezando a perder la paciencia.
–¿No es éste el departamento 305? –preguntó el hombre
–No –respondió Susana– es el 304.
Después de una larga pausa, el borracho se excusó repitiendo: –Lo siento señora, pero parece que me equivoqué de puerta.
–La una de la mañana no es hora para equivocarse– respondió
Susana enojada.
No hubo respuesta, sólo el ruido de pasos trastabillando por el pasillo.
A Susana se le había pasado el sueño. Ella no tenía problemas para dormir y siempre lo hacía como roca, pero era noctámbula por naturaleza y estaba acostumbrada a escribir hasta altas horas de la madrugada.
Se sentó frente al computador y empezó a escribir esta historia:
La despertó el ruido. Susana miró el reloj, era la una de la mañana...
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