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por Elisa Maturana Coronel
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En la Feria del Libro de La Serena José María Memet presentará el próximo 16 de febrero un nuevo libro: El Cazador de Instantes.
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por Elisa Maturana Coronel
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En la Feria del Libro de La Serena José María Memet presentará el próximo 16 de febrero un nuevo libro: El Cazador de Instantes.
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Con más de doce libros publicados, tres traducidos al inglés; decenas de poemas llevados al francés, ruso, alemán y checo; una colección de premios entre los que destacan Mistral, Neruda, Edwards Bello, Viña del Mar y Metropolitano de Poesía Joven; menciones en decenas de antologías; participaciones en innumerables lecturas, ferias, encuentros literarios nacionales e internacionales y la organización del Festival Chile Poesía, Memet no necesita mayor presentación. Ha demostrado ser un trajinado militante de la literatura latinoamericana con suficientes “Años en el cuerpo” para ofrecernos otra obra de alta factura.
El título no pudo ser más acertado. El hijo de Hikmet ha demostrado a lo largo de su carrera creativa, y así lo registra su antología personal “Años en el cuerpo”, que más que poeta es un camarógrafo, un artífice detrás del lente fotográfico. Uno que se desliza por la Suite de los Espejos y las mesas del Cinzano bar y con ojos de poeta vagabundo se pasea por las aceras de la realidad y la ficción entrando al jardín de Sor Catalina o se instala en las bancas de la Plaza de la Soledad para traernos luego una larga concertación de imágenes expuestas en recuadros de palabras que van sucediéndose dentro de su propio celuloide de papel.
Publicada en 2005, “Años en el cuerpo”, obra en la que reúne 30 años de trabajo poético, Memet llevará al lector por los pasillos que anteceden y predicen al “Cazador de Instantes“. Es decir, el reencuentro con un lenguaje auténtico que articula las propuestas de un discurso creíble, más allá del propósito único de las figuras retóricas y los recursos literarios. Un texto que nos permite obtener más trazos de la vida de quien se originó allá donde el barro/ es el único sendero hacia los pueblos y que le permite al lector seguir siguiéndole los pasos a un fraguador duro, a veces irónico y hasta cruel o despectivo como cuando en “Amanecer sin Dioses” nos dice: Y aunque las mujeres/ aún se acercan a mi vida como abejas/ ésta valdría realmente la pena/ si lo hicieran en silencio. Pero que es también capaz de sorprendernos con un gesto de ternura inesperada como en el cierre para la muchacha sensual del striptís en el Boite Zeppelin quien tras los aplausos: Sola en la mañana se encamina al paradero,/ viaja años en la micro que la lleva/ llega a su mediagua empobrecida,/ abre la puerta, la cierra y envejece.
Entre los adelantos sueltos del “Cazador de Instantes” que, a fines del 2009, le escuchamos leer a José María en la Universidad Católica, en la Feria del libro de Linares y en varios eventos más, está El Héroe. Sin negarle méritos a Himnos ni mucho menos a La Gran Marcha, o el Asesinato en Barao de Limeira, El Héroe reafirma esa dimensión que a mi criterio es la más potente y auténtica en Memet: la del Teiwás o Thir, el guerrero espiritual que vuelve la mirada hacia el interior de la conciencia para reflexionar sobre los grandes compromisos de la existencia, sobre la validez de una rebeldía permanente, sobre la verdad como esencia de la palabra y no sólo como mero recurso literario o licencia poética.
En el poema El Héroe, Memet nos devuelve los códigos y valores que ya nos había dado en Praxis, El Torturado, Cobardía o en el legendario La misión de un hombre. Una reformulación de los símbolos que hicieron de este poeto chileno -sí, poeto, porque poetas somos las mujeres como bien dice Teresa Calderón- una de las voces más destacadas en la generación de los ochenta, esa que desde la literatura y desde la lucha cotidiana protestó en las calles contra la infamia y la injusticia que le tocó vivir en el seno de una sociedad sometida y bajo amenaza de una de las más terribles y oprobiosas dictaduras militares de América Latina. Acción y palabra hechos uno. Compromiso desde la poesía y desde la acción. Teoría y discurso que alzan los ojos desde la mirilla que apunta contra el enemigo.
A través de su obra, este hombre de antaño y de hoy, nos ha dicho ya que las utopías son posibles y que hay que asumirlas, que tenemos las llaves de la caja de herramientas de los hombres que no cejan en el sueño y que hay quienes están dispuestos a relevarlos: Miguel vivía en una casa/ con vista a la esperanza./ Ahora, cuando ya se ha marchado,/ nosotros debemos habitarla.
Por eso, recorrer a Memet a través de sus “Años en el cuerpo” y recuperarlo desde los adelantos del “Cazador de Instantes” es re-creer que sigue siendo válida su propuesta, que en un mundo gobernado por la indiferencia y la disparidad aún es posible seguir soñando la isla de Moro. Al menos desde la poesía.
De El Cazador de Instantes. (c) José María Memet, 2010.
Himnos
Esta tarde de diciembre
la he pasado escuchando himnos de países.
Trabajo en el crematorio del Cementerio General
de Santiago de Chile
y quemo cuerpos ya muertos.
Al escuchar el himno de Alemania por ejemplo
me siento muy alegre. Ese sí era un trabajo.
En los campos de concentración de Dachau
o de Auschwitz-Birkenau
mi padre quemaba cuerpos vivos.
Por eso escucho himnos de naciones
y recuerdo las hazañas de mi padre.
A mí me quedó esta realidad de país pobre,
apenas un 11 de septiembre
con unos centenares de cadáveres.
Una vez mi hijo menor me pidió
mirar como arde un cuerpo a 800 grados
y le abrí la mirilla. Maravillado exclamó:
es como el infierno. Sí hijo, respondí,
nuestro oficio por generaciones son las llamas.
Sólo las naciones tienen la grandeza
y por eso son perennes.
Porque da igual que uno sea bueno o malo,
vil o delator. Sólo el poder de una nación
es ecuménico y sagrado.
Por eso escucho himnos de naciones,
para reconfortar el espíritu
y sentir la gloria.
El título no pudo ser más acertado. El hijo de Hikmet ha demostrado a lo largo de su carrera creativa, y así lo registra su antología personal “Años en el cuerpo”, que más que poeta es un camarógrafo, un artífice detrás del lente fotográfico. Uno que se desliza por la Suite de los Espejos y las mesas del Cinzano bar y con ojos de poeta vagabundo se pasea por las aceras de la realidad y la ficción entrando al jardín de Sor Catalina o se instala en las bancas de la Plaza de la Soledad para traernos luego una larga concertación de imágenes expuestas en recuadros de palabras que van sucediéndose dentro de su propio celuloide de papel.
Publicada en 2005, “Años en el cuerpo”, obra en la que reúne 30 años de trabajo poético, Memet llevará al lector por los pasillos que anteceden y predicen al “Cazador de Instantes“. Es decir, el reencuentro con un lenguaje auténtico que articula las propuestas de un discurso creíble, más allá del propósito único de las figuras retóricas y los recursos literarios. Un texto que nos permite obtener más trazos de la vida de quien se originó allá donde el barro/ es el único sendero hacia los pueblos y que le permite al lector seguir siguiéndole los pasos a un fraguador duro, a veces irónico y hasta cruel o despectivo como cuando en “Amanecer sin Dioses” nos dice: Y aunque las mujeres/ aún se acercan a mi vida como abejas/ ésta valdría realmente la pena/ si lo hicieran en silencio. Pero que es también capaz de sorprendernos con un gesto de ternura inesperada como en el cierre para la muchacha sensual del striptís en el Boite Zeppelin quien tras los aplausos: Sola en la mañana se encamina al paradero,/ viaja años en la micro que la lleva/ llega a su mediagua empobrecida,/ abre la puerta, la cierra y envejece.
Entre los adelantos sueltos del “Cazador de Instantes” que, a fines del 2009, le escuchamos leer a José María en la Universidad Católica, en la Feria del libro de Linares y en varios eventos más, está El Héroe. Sin negarle méritos a Himnos ni mucho menos a La Gran Marcha, o el Asesinato en Barao de Limeira, El Héroe reafirma esa dimensión que a mi criterio es la más potente y auténtica en Memet: la del Teiwás o Thir, el guerrero espiritual que vuelve la mirada hacia el interior de la conciencia para reflexionar sobre los grandes compromisos de la existencia, sobre la validez de una rebeldía permanente, sobre la verdad como esencia de la palabra y no sólo como mero recurso literario o licencia poética.
En el poema El Héroe, Memet nos devuelve los códigos y valores que ya nos había dado en Praxis, El Torturado, Cobardía o en el legendario La misión de un hombre. Una reformulación de los símbolos que hicieron de este poeto chileno -sí, poeto, porque poetas somos las mujeres como bien dice Teresa Calderón- una de las voces más destacadas en la generación de los ochenta, esa que desde la literatura y desde la lucha cotidiana protestó en las calles contra la infamia y la injusticia que le tocó vivir en el seno de una sociedad sometida y bajo amenaza de una de las más terribles y oprobiosas dictaduras militares de América Latina. Acción y palabra hechos uno. Compromiso desde la poesía y desde la acción. Teoría y discurso que alzan los ojos desde la mirilla que apunta contra el enemigo.
A través de su obra, este hombre de antaño y de hoy, nos ha dicho ya que las utopías son posibles y que hay que asumirlas, que tenemos las llaves de la caja de herramientas de los hombres que no cejan en el sueño y que hay quienes están dispuestos a relevarlos: Miguel vivía en una casa/ con vista a la esperanza./ Ahora, cuando ya se ha marchado,/ nosotros debemos habitarla.
Por eso, recorrer a Memet a través de sus “Años en el cuerpo” y recuperarlo desde los adelantos del “Cazador de Instantes” es re-creer que sigue siendo válida su propuesta, que en un mundo gobernado por la indiferencia y la disparidad aún es posible seguir soñando la isla de Moro. Al menos desde la poesía.
De El Cazador de Instantes. (c) José María Memet, 2010.
Himnos
Esta tarde de diciembre
la he pasado escuchando himnos de países.
Trabajo en el crematorio del Cementerio General
de Santiago de Chile
y quemo cuerpos ya muertos.
Al escuchar el himno de Alemania por ejemplo
me siento muy alegre. Ese sí era un trabajo.
En los campos de concentración de Dachau
o de Auschwitz-Birkenau
mi padre quemaba cuerpos vivos.
Por eso escucho himnos de naciones
y recuerdo las hazañas de mi padre.
A mí me quedó esta realidad de país pobre,
apenas un 11 de septiembre
con unos centenares de cadáveres.
Una vez mi hijo menor me pidió
mirar como arde un cuerpo a 800 grados
y le abrí la mirilla. Maravillado exclamó:
es como el infierno. Sí hijo, respondí,
nuestro oficio por generaciones son las llamas.
Sólo las naciones tienen la grandeza
y por eso son perennes.
Porque da igual que uno sea bueno o malo,
vil o delator. Sólo el poder de una nación
es ecuménico y sagrado.
Por eso escucho himnos de naciones,
para reconfortar el espíritu
y sentir la gloria.
La Gran Marcha
Anoche tuve un sueño, un gran sueño
Las putas de Santiago y de provincias
en una gran marcha
avanzaban por Vitacura
en dirección a La Moneda
Tacones, medias caladas, diminutos vestidos,
culos al aire, tetas enhiestas y caídas,
todas con rumbo hacia el palacio
Decenas y centenas y miles
salían de locales nocturnos, diurnos,
de cafés con piernas, prostíbulos,
night club’s, tiraderos, oficinas,
casas y mansiones
Otras columnas convergían a Mapocho
viniendo por San Pablo, avanzando en Recoleta
Por Vicuña o Gran avenida o Puente Alto
la consigna era la misma
Se iba vaciando el Minotauro, el Rugantino,
el Maeva’s, el Lucas Bar, el Passapoga, los saunas
ante esta ola incontenible
si todas somos putas y nos tratan como putas
entonces somos mayoría
gritaban por las calles
y ya frente al palacio
millones de chilenas coreaban
queremos ser gobierno, queremos el poder
y desperté sudando
-junto a mí dormía otra:
plácida, bella, eterna y joven-
pero era otro sueño, eran capas de sueños
que como olas llenaban mi cerebro
y allí en la plaza
frente al palacio donde cayó Allende
se abrazaron todas
lloraban, reían, corrían como locas,
se desnudaban por millones,
se arrojaban sobre el pasto y miraban las estrellas
Nunca se es más libre que en un sueño
Los sueños no tienen moral ni ética, son sueños,
y las estrellas son hermosas.
El Héroe
Se colocó él mismo un círculo rojo en su camisa,
que indicaba exactamente el corazón.
Miró al pelotón de fusileros
y gritó con voz firme, clara y decidida:
¡apunten, fuego!
...y el cuerpo fue hacia atrás,
cayendo brutalmente sobre el polvo.
En su mente se desvanecieron rostros,
personas que amaba, atardeceres,
noches estrelladas, los ladridos de su perro
en la casa de infancia.
Los fusileros permanecieron impávidos largo rato
-aún en formación de ejecución-
tenían claro que eran hijos de otra demencia.
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Asesinato en Barao de Limeira
......................A Rodrigo Petronio
La casa, casi invisible por la neblina y la lluvia.
El viento atravesando la imaginación.
Un frío erizante te recorrió la espalda y la nuca
cuando la electricidad se cortó.
Era como si el viento dejara de empujar
aldabas y árboles, y todo quedara en tu mente,
detenido.
Se escuchó tu grito, pero sólo un breve instante.
La tormenta sobre San Pablo y el trueno potente
lograron silenciar los latidos de tu corazón.
Sacaste los fósforos de tu bolsillo
-era la vez primera que ser fumadora te ayudaba-
y a tientas en la alacena rescataste esa vela,
rígida en su palmatoria.
Tenías solo un fósforo y tu temblor y el miedo,
quebró el cerillo. Otro rayo iluminó en el dintel
al asesino. El color negro no se ve en la noche.
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......................A Rodrigo Petronio
La casa, casi invisible por la neblina y la lluvia.
El viento atravesando la imaginación.
Un frío erizante te recorrió la espalda y la nuca
cuando la electricidad se cortó.
Era como si el viento dejara de empujar
aldabas y árboles, y todo quedara en tu mente,
detenido.
Se escuchó tu grito, pero sólo un breve instante.
La tormenta sobre San Pablo y el trueno potente
lograron silenciar los latidos de tu corazón.
Sacaste los fósforos de tu bolsillo
-era la vez primera que ser fumadora te ayudaba-
y a tientas en la alacena rescataste esa vela,
rígida en su palmatoria.
Tenías solo un fósforo y tu temblor y el miedo,
quebró el cerillo. Otro rayo iluminó en el dintel
al asesino. El color negro no se ve en la noche.
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Notable! Elisa muchas gracias por este anticipo necesario.
ResponderEliminarun abrazo,
Leo Lobos
Claro hasta para el no literato como yo. Gracias Elisa por tu angulo de alguien y de su algo - hasta da ganas de leer.
ResponderEliminarSalvador
De habitud nunca leo mas de un poema cuando llegan a mi correo electrónico, me hago una idea facilmente del universo y la calidad del poeta (mi opinion subjetiva claro esta) Con este poeta fue diferente, imágenes y estados de alma transmitidos con poderosa finura, un verdadero artista... Nota de lamentable; La elección de la fotografia del poeta, bastante pueril y con falta de poesia... La poesía es también imagen y en Chile el arte de portrato fotografico cuenta con grandes valores.
ResponderEliminarSiempre grande mi amigo, con esa mirada de esperanza y de futuro, espero no olvide que juntos entramos en la casa de Neruda en el 79 y mientras leia el poema de Miguel yo lo filmaba. Abrazalo y Gracias Elisa..Osvaldo Torres
ResponderEliminarMás que un poeta, es un narrador de existencias e historias...
ResponderEliminarMe gusta su escritura, es sencilla y clara...sin grandes pretensiones logra captar al menos mi atención...
Sí, me gusto bastante...Carolina
José María, felicidades admirado Poeta. Un gran abrazo desde Canarias.
ResponderEliminarIntersante, poeta, escritor,
ResponderEliminarrescato estas palabras :
"El Héroe reafirma esa dimensión que a mi criterio es la más potente y auténtica en Memet: la del Teiwás o Thir, el guerrero espiritual que vuelve la mirada hacia el interior de la conciencia para reflexionar sobre los grandes compromisos de la existencia, sobre la validez de una rebeldía permanente, sobre la verdad como esencia de la palabra y no sólo como mero recurso literario o licencia poética.
Un saludo
Gracias
Aunque ya había tenido la suerte de escuchar un anticipo en Concepción y "el héroe" por teléfono de voz del mismo Memet, no puedo dejar de decir que el Cazador de Instantes sorprenderá y estremecerá varias conciencias.
ResponderEliminarun saludo Elisa y gracias por mostrar un poquito de Ese CAZADOR DE INSTANTES.
SALUDOS MEMET.
Erik Varas.
Leer a J. M. Memet es cómo sentarse a hablar con el más sabio y sencillo de los vecinos cotidianos; despedirse y descubrirse fosforescente
ResponderEliminarGracias a todos por sus comentarios, cada uno leido y disfrutado.
ResponderEliminarElisa
Los sueños no tienen moral ni ética, son sueños
ResponderEliminary las estrellas son hermosas.
Cazador de instantes, no podía ser mejor el título de este libro.
Precioso J.J Memet.
Gracias por la publicación. Primera vez que leo algo de este autor. La verdad me gustaría leer sus libros, para tener una visión más completa de cómo escribe.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Alejandra Carmona.
Muy buena poesìa. Auguro los mejores èxitos al autor de Cazador de instantes.Saludos, Martha Grondona
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