Sueña que pasa
furioso el Bío-Bío
y que es verano.
Alfredo Lavergne
por Omar Cid .
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Quisiera referirme a Luís Vitale en su aporte como intelectual, entendiendo el concepto bajo el peso gramciano del mismo. Porque Vitale -fue entre otras cosas eso- un trabajador calificado al servicio de una propuesta política y social, donde sus investigaciones, profundizaciones, son un esfuerzo disciplinado y riguroso por leer los hechos desde una mirada específica como la marxista.
¿Qué aportó esta mirada a la historiografía en lo particular y al proceso intelectual de las izquierdas en lo general? La historia chilena vista desde los ojos de los liberales, los nacionalistas, los positivistas, los hispanistas, tendieron a centrar sus códigos de análisis en las personalidades, los sucesos, las batallas, las realizaciones presidenciales etc. Diego Barros Arana, Francisco Antonio Encina -entre otros-son parte de esa tradición discursiva.
En ese contexto, la mirada económica como factor relevante del proceso histórico, el origen y ascenso de las clases sociales y sus permanentes contradicciones, la reconstrucción histórica del movimiento obrero, del pensamiento latinoamericano y muy especialmente las consecuencias de la interpretación del pasado, en el propio presente, son parte de la obra de Luís Vitale y de la llamada escuela de historiadores marxistas donde destacan (Hernán Ramírez Necochea, Fernando Ortiz, Julio César Jobet) por nombrar algunos y excusándome por los ausentes.
Cómo no valorizar la relectura de la independencia nacional incluyendo elementos como el proceso económico y la categoría de imperialismo, las lecturas e investigaciones que se producen en Chile, luego de esos aportes no pueden ignorar esa mirada, de hecho historiadores como Sergio Villalobos, Rolando Mellafe, Álvaro Jara integran el elemento económico en sus análisis.
Las categorías de dependencia, subdesarrollo, acumulación de capital son integradas al sustrato histórico e ideológico de la izquierda y profundizadas por Vitale, en ese sentido la importancia del historiador apátrida y latinoamericano resultan clave.
En su búsqueda, no se conforma con la consulta de archivos, tiene plena conciencia y cuando se pregunta ¿Para qué? Su respuesta no amerita duda, el trabajo teórico va acompañado de acción por eso no renuncia a su tarea sindical y aporta a la construcción de la Central Única de Trabajadores (CUT) su marxismo tiene las influencias de León Trotsky, políticamente se mantuvo distante del Partido Comunista chileno, lo que nunca impidió el reconocimiento a sus intelectuales, su opción crítica lo mantuvo cercano a organizaciones más pequeñas, donde destaca su aporte a la fundación del MIR.
La muerte, el exilio y por cierto la capitulación teórica de muchos, luego del golpe de Estado de 1973, terminó por desmantelar discursivamente la obra de los historiadores marxistas, en ese aspecto Luís Vitale, a su regreso al país, supo mantenerse y sostener los postulados originarios sin concesiones socialdemócratas, con las consecuencias laborales y de exclusión social, intelectual y política que ello suponía.
Antes de rendirse prefirió re-inventarse, aproximándose teóricamente desde el marxismo a las teorías de género, a los problemas étnicos, en esa perspectiva re-instaló desde el trabajo Historia Comparada de los Pueblos de América la categoría de desarrollo desigual y combinado, específico y diferenciado para entender nuestra particular evolución histórica, su apuesta teórica pasaba por no renunciar a los postulados aprendidos en la juventud, para Vitale, el único pecado posible es la incapacidad de redescubrir las contradicciones y las claves que permitan entender nuestra historia de sometimiento.
Lo hizo con la dignidad de los obreros del salitre, allá en 1907, con la insolencia de los ácratas, en los inicios del movimiento obrero, su consecuencia y porfía lo llevó a explorar nuevos temas, a profundizar en las claves de la historia latinoamericana, en el momento que miradas Pro-globalización, anti-históricas y profundamente conservadoras suponen que la única “integración” posible, es la económica, por medio de los Tratados de Libre Comercio.
Por eso se ganó el respeto de los jóvenes que vieron en él, al portador o heredero de la vieja escuela desmantelada dónde el profesor y compañero seguía con la bandera al tope.
Sin embargo, las pequeñeces y nuestras infinitas divisiones no hacen posible visualizar la tremenda pérdida, para la izquierda latinoamericana, muchos de los llamados intelectuales y dirigentes políticos actuales, tienen muchas tareas que cumplir en diferentes ámbitos, antes de poder acercarse un poco al legado de Vitale, pero insisto, nuestras nimiedades son inmensamente proporcionales a la grandeza de su legado político e intelectual.
Cuando las izquierdas en Chile, se decidan a dar un paso superior de organización, cuando sientan la necesidad de avanzar en el terreno ideológico y formativo, cuando entiendan que la re-construcción de una propuesta va más allá de las insípidas ventajas electorales, cuando dejen de prejuzgarse con la moral pacata de las barricadas y de las condecoraciones ganadas en los cuarteles de detención, tal vez, se decidan a fundar entre muchas otras cosas un Centro de Estudios amplio, fraterno que podría llamarse Luís Vitale.
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¿Qué aportó esta mirada a la historiografía en lo particular y al proceso intelectual de las izquierdas en lo general? La historia chilena vista desde los ojos de los liberales, los nacionalistas, los positivistas, los hispanistas, tendieron a centrar sus códigos de análisis en las personalidades, los sucesos, las batallas, las realizaciones presidenciales etc. Diego Barros Arana, Francisco Antonio Encina -entre otros-son parte de esa tradición discursiva.
En ese contexto, la mirada económica como factor relevante del proceso histórico, el origen y ascenso de las clases sociales y sus permanentes contradicciones, la reconstrucción histórica del movimiento obrero, del pensamiento latinoamericano y muy especialmente las consecuencias de la interpretación del pasado, en el propio presente, son parte de la obra de Luís Vitale y de la llamada escuela de historiadores marxistas donde destacan (Hernán Ramírez Necochea, Fernando Ortiz, Julio César Jobet) por nombrar algunos y excusándome por los ausentes.
Cómo no valorizar la relectura de la independencia nacional incluyendo elementos como el proceso económico y la categoría de imperialismo, las lecturas e investigaciones que se producen en Chile, luego de esos aportes no pueden ignorar esa mirada, de hecho historiadores como Sergio Villalobos, Rolando Mellafe, Álvaro Jara integran el elemento económico en sus análisis.
Las categorías de dependencia, subdesarrollo, acumulación de capital son integradas al sustrato histórico e ideológico de la izquierda y profundizadas por Vitale, en ese sentido la importancia del historiador apátrida y latinoamericano resultan clave.
En su búsqueda, no se conforma con la consulta de archivos, tiene plena conciencia y cuando se pregunta ¿Para qué? Su respuesta no amerita duda, el trabajo teórico va acompañado de acción por eso no renuncia a su tarea sindical y aporta a la construcción de la Central Única de Trabajadores (CUT) su marxismo tiene las influencias de León Trotsky, políticamente se mantuvo distante del Partido Comunista chileno, lo que nunca impidió el reconocimiento a sus intelectuales, su opción crítica lo mantuvo cercano a organizaciones más pequeñas, donde destaca su aporte a la fundación del MIR.
La muerte, el exilio y por cierto la capitulación teórica de muchos, luego del golpe de Estado de 1973, terminó por desmantelar discursivamente la obra de los historiadores marxistas, en ese aspecto Luís Vitale, a su regreso al país, supo mantenerse y sostener los postulados originarios sin concesiones socialdemócratas, con las consecuencias laborales y de exclusión social, intelectual y política que ello suponía.
Antes de rendirse prefirió re-inventarse, aproximándose teóricamente desde el marxismo a las teorías de género, a los problemas étnicos, en esa perspectiva re-instaló desde el trabajo Historia Comparada de los Pueblos de América la categoría de desarrollo desigual y combinado, específico y diferenciado para entender nuestra particular evolución histórica, su apuesta teórica pasaba por no renunciar a los postulados aprendidos en la juventud, para Vitale, el único pecado posible es la incapacidad de redescubrir las contradicciones y las claves que permitan entender nuestra historia de sometimiento.
Lo hizo con la dignidad de los obreros del salitre, allá en 1907, con la insolencia de los ácratas, en los inicios del movimiento obrero, su consecuencia y porfía lo llevó a explorar nuevos temas, a profundizar en las claves de la historia latinoamericana, en el momento que miradas Pro-globalización, anti-históricas y profundamente conservadoras suponen que la única “integración” posible, es la económica, por medio de los Tratados de Libre Comercio.
Por eso se ganó el respeto de los jóvenes que vieron en él, al portador o heredero de la vieja escuela desmantelada dónde el profesor y compañero seguía con la bandera al tope.
Sin embargo, las pequeñeces y nuestras infinitas divisiones no hacen posible visualizar la tremenda pérdida, para la izquierda latinoamericana, muchos de los llamados intelectuales y dirigentes políticos actuales, tienen muchas tareas que cumplir en diferentes ámbitos, antes de poder acercarse un poco al legado de Vitale, pero insisto, nuestras nimiedades son inmensamente proporcionales a la grandeza de su legado político e intelectual.
Cuando las izquierdas en Chile, se decidan a dar un paso superior de organización, cuando sientan la necesidad de avanzar en el terreno ideológico y formativo, cuando entiendan que la re-construcción de una propuesta va más allá de las insípidas ventajas electorales, cuando dejen de prejuzgarse con la moral pacata de las barricadas y de las condecoraciones ganadas en los cuarteles de detención, tal vez, se decidan a fundar entre muchas otras cosas un Centro de Estudios amplio, fraterno que podría llamarse Luís Vitale.
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