lunes, 19 de marzo de 2012

Granada, España: Poemas de Luis García Montero

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PREGUNTAS A UN LECTOR FUTURO

¿Está lloviendo?
¿Tal vez en los tejados
confundes la verdad con la belleza,
y un bienestar antiguo
duerme la sombra líquida del tiempo?
¿O es un día de sol,
de los que ruedan por el mundo
sin esperar la primavera,
hasta caer hermosos y rendidos
al pie de tu ventana? 
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¿Estás fumando?
¿Has conseguido respirar la nube
de tu tranquilidad,
el pacto de los cuerpos con el humo?
¿Has servido la copa
que te devuelve a la razón más tuya,
a la barca que sabe descansar en su orilla?
¿Pesa ya en la madera de tu edad
 el oleaje de lo que se pierde? 
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¿Estás solo?
¿Alguien lee a tu lado,
en la otra butaca de la noche?
¿Esperas a que suene
el portero automático
para dejar el libro
y compartir las horas
con el amor que manda en los relojes,
para sentirte libre y excitado,
por un momento libre,
sin ambición ni deuda? 
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Y no voy a negarlo desde hoy:
agradezco el azar de esta ocasión
en la que tú me salvas del olvido. 
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Pero no me consuela,
si yo no puedo recordar la vida.
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MEMORIA DE LA FELICIDAD
(PLAYA DE ROTA)                              
                               A Silvia y Felipe

No es injusta la vida
por estar condenada a cambiarte despacio
como yo te desnudo. 
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Si no fuese una pobre amistad temblorosa,
un íntimo abordaje,
el tiempo debería permanecer callado
y detrás de la puerta,
para guardar así
la verdad de tu piel y la luz de la tarde. 
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Desde el jardín, a voces,
los amigos nos piden que bajemos.
Quieren ir hasta el pueblo por la playa. 
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A las olas que llegan
no les faltan misterios que poner a tus pies,
ni arena que borrar entre tus pasos.
Mi libertad, que todo lo padece
y navega entre dudas posesivas,
al verte caminar va comprendiendo
que si tú te quedases
así, tal como eres,
salvada de las horas,
con tu cabello negro, y con tus ojos,
y con la fe de la madera limpia
que flota en tu mirada,
yo me iría alejando de ti,
cada vez más hundido,
como una luz se aleja por el mar
de una verdad robada por el tiempo. 
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La vida no es injusta,
aunque esté condenada a cambiarte despacio
como yo te desnudo. 
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Vente conmigo al frío del invierno.
Deja que todo pase
como pasa una mano por la piel,
como corre la lluvia
por el cristal de un dormitorio.
Allí se puede ser feliz. Incluso
volveremos un día,
descalzos y abrazados en la niebla,
a caminar por esta playa
cuando seamos viento.
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LA TRISTEZA DEL MAR CABE EN UN VASO DE AGUA
                                                                            No hay pues mujer más sola,
                                                                            más tristemente sola,
                                                                            que la que quiere amar a un hombre triste.
                                                                                                           Piedad Bonnett 
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                                                                            y hermosas muchachas solas que dan miedo
                                                                             —pues uno no sabe bailar, y es triste—
                                                                                            Rubén Bonifaz Nuño
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Los hombres tristes,
que tienen en sus ojos un café de provincias,
que no saben mentir como quien dice,
que se esconden detrás de los periódicos,
que se quedan sentados en su silla
cuando la fiesta baila,
que gastan por zapatos una tarde de lluvia,
que saludan con miedo,
que de pronto una noche se deshacen,
que cantan perseguidos por la risa,
que abrazan, que importunan hasta quedarse solos,
que retornan después a su tristeza
igual que a su pañuelo y a su vaso de agua,
que ven cómo se alejan las novias y los barcos,
esos hombres manchados por las últimas horas
de la ocasión perdida,
se parecen a mí.
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A VECES UNA PIEL ES LA ÚNICA RAZÓN DEL OPTIMISMO
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Debería llover
y hace falta ser lluvia,
caer en los tejados y en las calles,
caer hasta que el aire ponga
ojos de cocodrilo
mientras muerde la tierra igual que una manzana,
caer sobre la tinta del periódico
y caer sobre ti
que no llevas paraguas,
que te llamas María y Almudena,
que piensas como abril
en hojas limpias bajo el sol de mayo. 
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A veces una piel
pudiera ser la única razón del optimismo.
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PLANTEAMIENTO, DESNUDO Y DESENLACE 
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La juventud se llena con botellas vacías.
Hace falta beber y hacen falta botellas
para escribir mensajes
que den sentido al mar. 
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Todo nos pertenece,
porque todo es asunto de mañana,
la luz solar, la luz conspiradora,
el sueño de los sueños incumplidos
y la ley de las cosas irreales. 
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Es normal lo que pasa. Pasa el tiempo.
Lo que es envidiable suele ser envidiado. 
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Porque bebí hasta el fondo de mi alma,
escribiendo mensajes de letra impertinente
para agotar la tinta que me dieron,
soporté enemistades, ojos turbios
parecidos al óxido,
el frío de los barcos que no salen al mar,
aparejos que viven para infectar heridas. 
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Me consoló el desnudo de tu cuerpo.
Me consuela el amor
cuando la ausencia arde lo mismo que unos brazos
y el pensamiento es vida porque tiene
el sabor de una piel.
En tu desnudo viven realidad y deseo. 
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Mientras pasan los años
cultivo tu desnudo. Admito que el amor
es una impertinencia que desafía al tiempo.
Nada nos pertenece, ya lo sé,
ni siquiera la letra envejecida
que se cansa en los últimos mensajes,
ni siquiera el ejército de botellas oscuras
que ahora huelen a frascos de farmacia. 
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Si no soy mi enemigo,
si mi rencor no envidia más que nadie
todo lo que yo era,
todo lo que se pierde
en la raya de luz del horizonte,
todo lo que me falta
cuando pienso en mí mismo con los pies en la tierra,
es porque tu desnudo dignifica
una tarde de invierno,
el óxido que quema
y el cuerpo que envejece entre mis manos. 
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La vida no compensa de la muerte
si no es porque el amor le dio sentido al tiempo.
A pesar de mi edad
no consigo cuidarme.
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Luis García Montero nació en Granada, en 1958. Es Catedrático de Literatura Española. Entre sus libros de poemas pueden destacarse Y ahora ya eres dueño del Puente de Broklyn (1980), Tristia (en colaboración con Álvaro Salvador, 1982, Hiperión 1989), El jardín extranjero (1983, Hiperión 1989), Diario cómplice (Hiperión, 1987), Las flores del frío (Hiperión, 1991), Habitaciones separadas (Visor, 1994), Completamente viernes (Tusquets, 1998), La intimidad de la serpiente (Tusquets, 2003), Vista cansada (Visor, 2008) y Un invierno propio (Visor, 2011). Su poesía juvenil fue reunida en el volumen Además (Hiperión, 1994). Ha reunido también una selección de su obra en Casi cien poemas (Hiperión, 1997), Antología personal (Visor, 2001), Poesía urbana (2002), Poemas (Visor, 2004) Poesía. 1980-2005 (Tusquets, 2006), Cincuentena (2009) y Ropa de calle (Cátedra, 2011). Se le han concedido los Premios Federico García Lorca de la Universidad de Granada (1980), Adonais (1982), Loewe de Poesía (1993), Premio Nacional de Poesía (1994), Premio Nacional de la Crítica (2003), Premio de la Crítica de Andalucía (2008) y Premio Poetas del Mundo Latino (2010). Se le ha concedido también la Medalla de Oro de Andalucía y el título de Profesor Honorario y Académico Ilustre de la Universidad de Mar del Plata.
Como ensayista ha publicado El teatro medieval. Polémica de una inexistencia (1984), Poesía, cuartel de invierno (1987, 1988, Seix Barral, 2002), ¿Por qué no es útil la literatura? (en colaboración con Antonio Muñoz Molina, Hiperión, 1993), Confesiones poéticas (Diputación de Granada, 1993), El realismo singular (Libros de Hermes, 1993), Aguas territoriales (Pre-Textos, 1996), Lecciones de poesía para niños inquietos (Comares, 1999), El sexto día. Historia íntima de la poesía española (Debate, Madrid, 2000), Gigante y extraño. Las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer (Tusquets, 2001), Los dueños del vacío (Tusquets, 2006), Inquietudes bárbaras (Anagrama, 2008) y ediciones críticas de Federico García Lorca (Poema del cante jondo, Espasa Calpe, 1992), Rafael Alberti (Obras completas, Aguilar, 1988), Luis Rosales (El náufrago metódico, Visor, 2005) y Carlos Barral (Cuaderno de Metropolitano, Cátedra, 1997).
Es también autor del libro de prosa narrativa Luna del sur (Renacimiento, 1992) , de la novela Impares, fila 13 (Planeta, 1996), escrita junto a Felipe Benítez Reyes, y de Mañana no será lo que Dios quiera (Alfaguara, 2009), una biografía novelada de Ángel González a la que se concedió el Premio del Gremio de Libreros al mejor libro del año 2009. Colabora como columnista en el diario Público. Ha recogido selecciones de sus artículos en los libros La puerta de la calle (Pre-Textos, Valencia, 1997), La casa del jacobino (Hiperión, Madrid, 2003) y Almanaque de fabulador (Tusquets, 2003).
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