Primera Inmersión
“A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba…”
La divina Comedia. El Dante
Desde hace un tiempo Javier del Cerro poeta Coquimbano (1970) viene jugando vertiginosamente con la poesía, entendiéndola siempre como un movimiento total, proponiéndonos viajar intensamente, alejándose de la quietud y lo estacionario. En su anterior entrega “Serpiente” (2006), el hablante se mueve, ondula, repta, zigzaguea buscando encontrarse a sí mismo, pisarse la cola, en un viaje tautológicamente explícito, hondamente espiral. Hoy, en su último trabajo inédito “Abisal” (2011) nos invita a viajar al Mar en un viaje Dantesco (en la acepción poética de ese adjetivo y no periodística). Del Cerro nos lleva a las profundidades más absurdas del mar, a las mismas fosas abisales, fronteras donde nuestro entendimiento se pone a prueba, hasta que nos vemos sumergidos o devorados por esa oscuridad absoluta, aquella que sólo la profundidad abisal puede explicar.
El viaje de “Abisal” entonces es un sumergirse ontológico en las cavernas de la existencia del ser humano, en un estilo Alegórico- Dantesco, en donde lo oscuro es el antónimo dialéctico del imperio cultural de la luz: En el principio de todo un dios ordenó hacer la luz. Cuando nos atiende la razón decimos que vemos la luz, cuando llegamos a este mundo es porque nos dieron a luz. Lo opuesto debiera ser la estulticia, el infierno o la muerte. Pero Del Cerro nos propone terminar con esta dictadura lumínica y aceptar sin miedo que también pertenecemos a la oscuridad. Y lo hace utilizando a seres “Intramarinos” existentes o inexistentes, o mitológicos, o cretácicos, o detenidos desaparecidos sepultados en la ignominia y en el Mar. Estos hablantes corales van pidiendo la palabra, uno a uno, como un oleaje para contarnos la historia del mundo, atemporalmente, desde el futuro al pasado, en un orden que no existe porque realmente nada va primero ni después, por que los seres “Intramarinos” no tienen periodos como los nuestros pues no los dirige el sol en su carrera estancada de 365 días, sino que se mueven alrededor de una oscuridad que no tiene edades, ni produce ciclos ni estaciones.
“Envejezco,
tiene sentido
mi cuerpo es el verdugo.
Un Celacanto
tiene violencia
en su espíritu”.
Del Cerro también muestra otra constante de su poesía en este trabajo y que tiene que ver con el manejo de los tiempos. Es la forma de dar respiro, de darle un tiempo a la pausa. Desde algunos años a esta parte nos bombardea una poesía frenética y enervante que insiste en escribir y seguir escribiendo. Se agradece en este caso esa delicadeza de tener continuidad con pausas y que las potentes imágenes vayan apareciendo lentamente pero impregnándose definitivamente, como en los cordeles de los cuartos oscuros de los antiguos fotógrafos.
“En la creación del primer océano
Metamorfoseado
entre dioses terribles.
El espectáculo del frío.
Hielo, vapor.
montes, taludes.
Seres extraños
en los requeríos,
y en un abismo.
Mi canto”.
Pero en esta oscuridad total, en este hipertiempo, en esta nueva cosmogonía, al igual que en la obra del Dante los personajes van explicando el devenir revelándolo a través de interpretaciones místicas, confundiendo y confrontando violentamente realidad e irrealidad, pero principalmente construyendo y deconstruyendo. Esa es la voluntad poética del texto de principio a fin. Y para ello usa el verbo de la dicotomía: La lucha entre la Mitología y la Ciencia. Los seres respaldados por la ciencia, los que tuvieron que ver con la evolución, hasta llegar a nosotros, piden tribuna, se expresan, los mitológicos también saben, adivinan y acusan de la suma de nuestros dolores, de nuestros enigmas, ambos al mismo nivel.
“Semiramis levantó un templo
a su madre Atargatis.
La diosa
gusta de holocaustos,
del fulgor de las piedras negras
y con un tridente
atiza el fuego.
!Usureros
en la geografía de Chile!
En Delos solo ruinas”.
En “Abisal” la Mitología y la Ciencia, esas explicaciones del mundo que satisfacen esa ambición ilusa de saberlo todo, son el batiscafo de esta exploración, una linterna que va guiando a estas profundidades. No sólo mitología clásica sino que también la de otros mares y otros tiempos aparecen pidiendo la palabra. Los seres mitológicos que hablan desde sí y para todos, porque han vivido mucho, se aparecen reales, únicos, solitarios que extraen su energía de la sabiduría que entrega el tiempo y la oscuridad total. En definitiva porque la Ciencia será la mitología del futuro.
“Mi hija es una hermosa pez
frente a su espejo de hielo
pinta azul el reflejo.
Dice padre
para sumergir
mis sueños antárticos.
Amiga de Albertonia
y sus tristezas.
Hacen la música de Las Sirenas
en el Círculo de Fuego.
Agudos acordes en la tierra.
Trágicos sones en el mar.
Agudos sones en el mar”.
Es esa oscuridad de que nos habla Polhammer, le tememos como a la noche porque creemos que es la nada “ ¿O será que fuimos hechos en un paraíso de luz? Nos dice Erick desde su sonrisa. Concedemos y Coincidimos.
Al final de este viaje no salimos inmunes, en estas profundidades abisales está la poesía.
“Mi madre es un hermosa Aya de tres pechos
Viaja con su arpón de oro
Y canta hermoso como diez sirenas”
Selectos de Abisal
.
Gracias Javier Millanca, me ayuda tu aporte importante, me condeno, voy a sumergirme en "La Divina Comedia", espero sobrevivir, al menos vivir para terminarla y comprenderla en otra vida.
ResponderEliminarInteresante introducción al libro de las profundidades abismales.... felicitaciones Milanca, por invitarnos a entrar a la poesía de Javier del Cerro...
ResponderEliminar