lunes, 18 de enero de 2010

La oscuridad del presente es una señal para actuar y cambiar nuestro modelo de vida

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Un poco más del 50% del electorado convirtió al empresario Sebastian Piñera en presidente de Chile, sus aliados principales, la UDI y RN, y algunos descolgados del bloque histórico que luchó por la recuperación de la democracia en la década de los noventa.

por
..... ...Gregorio Angelcos
...... . ....Vicepresidente
Sociedad de Escritores de Chile


Un ciclo político se cierra, y se produce la alternancia en un sistema político donde el binominal ha marginado a millones de chilenos para que accedan a cargos de representación institucional. Muchos de los que ayer le dijeron NO a Pinochet, esta vez le dijeron sí a sus socios históricos.

Votar implica una responsabilidad cívica mayor, es el único espacio donde el sujeto cotidiano dispone de una herramienta básica, pero poderosa, para designarle un mandato a una coalición para que administre sus intereses sociales, económicos y políticos, esperando de las consecuencias de esa administración, un mejor bienestar ciudadano.

Las cúpulas de la Concertación coadyudaron a este triunfo de la derecha pinochetista después de cincuenta años. Impusieron un candidato que a todas luces iniciaba una carrera sin una verdadera posibilidad de competir.
Frei fue el peor escenario posible, sin embargo, la tozudez de la aristocracia concertacionista y su estilo conspirativo destinado a defender sus privilegios, selló una derrota que todos asumíamos en la primera vuelta en diciembre de 2009.
Escalona se quedó en Alemania Oriental, potenció su defensa del viejo y arcaico muro de Berlín, Latorre jugó a la unidad de las fuerzas al interior de su partido, quiso actuar como garante del sepelio y consiguió su objetivo. El PPD cayó en las manos de un mago sin sombrero ni conejo para que la magia nos alcanzase a ilusionar pero feneció en el intento, la pedantería se apropió de las aspiraciones de millones de chilenos, quienes se abanderizaron para promover a una o a otra elite.

Chile es un país que después de la dictadura se fue oligarquizando, nuestros sueños se fueron desvaneciendo entre cortinas de humo y retórica ideológica anclada en el pasado. Las coaliciones fueron y son un mito de la decadencia, con carencias políticas atrapadas por la nostalgia de una bipolaridad que ya se había muerto en la década de los noventa. Sepultaron el marxismo, el humanismo cristiano, la social democracia fue un remedo de las propuestas inteligentes de Rosa de Luxemburgo cuando refutaba a Lenin.
Pero el capitalismo sobrevivió con su discurso trasnochado, se trasladaron del liberalismo clásico al neoliberalismo, potenciaron una moral victoriana apegada al catolicismo conservador, ofrecieron lo que los propios empresarios son incapaces de cumplir: crear nuevos empleos, mejorar los salarios, dignificar al hombre común.

Ya nadie se acuerda de la retórica de Lagos o del perdón de Aylwin a los chilenos, representando como primer mandatario a los que violaron los derechos humanos durante el régimen militar.
Había que reconciliarse, lo que significaba trascender las muertes de miles de chilenos que creyeron en Allende y su proyecto sustentado en la justicia social y en una mejor redistribución del ingreso.

Mientras tanto la derecha jugaba a la oposición democrática, se oponía a las reformas, intervenía los territorios con su poder económico para construir mayorías, y así se fue consolidando hasta conseguir su objetivo, apropiarse del país contando con la voluntad de millones de chilenos que adscribieron a un fascismo disfrazado de más y mejor justicia y democracia.
Michele Bachelet debe asumir su responsabilidad, más allá del respaldo ciudadano que convoca, porque los que la situaron como una mandataria bien evaluada, le dieron la espalda en un momento decisivo. En síntesis, no le creían, disentían de su gestión a pesar del respeto que le profesaban, y se le dijeron en las urnas.

En esta hora de transición, las elites se retiran consolidadas, vuelven a su bienestar histórico, a sus comodidades materiales, a los centros de estudios a “pensar” un Chile nuevo, pero quienes quedan en la indefensión de la explotación capitalista, deberán soportar durante estos años, el rigor de las persecuciones en sus centros laborales, la restricción de sus derechos.
Han derrotado a una elite con demencia senil, para sustituirla por una alianza reaccionaria: liberales y conservadores unidos siempre serán vencidos, no por un electorado displicente y relajado en estas materias, sino que por sus propias contradicciones.

Los que luchamos por recuperar nuestra democracia nos encontramos con las manos vacías pero limpias, no profitamos, nos marginaron de toda participación, nos derrotaron con la fuerza del poder adquirido y los privilegios conquistados.
Fuimos ignorados, aplastados, destruidos, tratados como un grupo de fracasados, pero nos mantenemos con la frente en alto y nuestras conciencias tranquilas.

Hoy enfrentamos varias encrucijadas, el país quiebra los bloques de la transición que nos legó la dictadura, y se empiezan a formar nuevos referentes, la inteligencia organizada debe comenzar, y de hecho, ha comenzado a crear nuevas rutas de navegación.
Quien esté libre de responsabilidades que tire la primera piedra, pero para hacerlo, hay que disponer de valor y consecuencia para alzar las manos y decir basta, y Chile, a pesar de este letargo, montará en cólera y romperá con su silencio. Un silencio que se construyó con el miedo y se mantuvo por la falta de decisión para abrir el debate y decir que no es posible seguir sosteniendo un país de mentira, donde la mayoría lo pasa mal, aunque enarbolen banderas que no son las propias, porque para avanzar es necesario reflexionar en el estado de situación individual en que cada uno nos encontramos, muchas deudas, peligro inminente de cesantía, y una presunta felicidad que se desvanece cuando la muerte nos acecha sin darnos tregua para reaccionar.

Llegó la hora de la verdad y quien la ignore por conveniencia transitoria o cobardía, se quedará al margen de la historia que nos propone el siglo veintiuno.

No más liberalismo, no más eclecticismo, el país necesita una transformación y hay que actuar para conseguirla.
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4 comentarios:

  1. Por Dios, qué brillante y notable reflexión de un hombre excepcional desde todo punto de vista.
    Gracias a Gregorio Angelcos, por su consecuencia, su aguda observación de la realidad que vivimos y, ya en un plano más espiritual, por recordarnos quiénes somos, qué hemos hecho y mostrarnos para dónde va la mano en este descampado, donde se oye fuerte el tango aquel —con una pequeña errata en la fecha—: Siglo XXI CAMBALACHE... y eso de la Biblia junto al calefón.

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  2. Rosicler Benítez Cea. dijo...
    Interesante análisis, que tiene varias aristas...Aunque no pertenezco a la clase más probre y no fui víctima de muerte y persecución, jamás votaré por alguien que representa a los que fueron cómplices por acción o por omisión en la violación sistemática de los derechos humanos a nuestros conciudadanos durante un periodo de dolor y terror en nuestro País...Si bien la concertación tiene una cuota de responsabilidad en el resultado, no lo justifica y es terrible principalmente para los que tienen menos. creo que simplemente es ignorancia y complejo, creer que a un personaje (creación del marketing), como es el Sr. Sebastian Piñera le pueden interesar ese estrato de nuestra sociedad, aparte de la incapacidad evidente que tiene para escuchar y trabajar en equipo...Nos encontramos más bien frente a una sociedad que tiene una opinión basada en mala información, poco observación y nada de reflexión, en que su referente, fuente de información es el Sr. televisor con el homenaje a la estupidez que allí se hace a diario y que lamentablemente crea opinión...

    Rosicler Benítez Cea.

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  3. Esta Sociedad es de políticos o es una sociedad de escritores ?

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  4. La SECH es el gremio de los escritores de estos muchos Chile.
    Su pregunta huele a censura, a sábana vieja, a la mano derecha escondida en el anonimato, a ombligo cansado...

    La próxima vez firme y exponga. Hasta ahora su ironía es repetitiva y no aporta.

    Besitos. Comité Editorial

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