La caída de la libertad es la asunción al poder de los herederos de Pinochet
Matar a la Concertación por todas las diferencias que hemos expresado durante estos años, significa renunciar a nuestra libertad, y dejar que nos envíen a una cárcel tormentosa y represiva, donde nos irán eliminando día a día, paulatinamente.
.Matar a la Concertación por todas las diferencias que hemos expresado durante estos años, significa renunciar a nuestra libertad, y dejar que nos envíen a una cárcel tormentosa y represiva, donde nos irán eliminando día a día, paulatinamente.
Los que ayer destruyeron la democracia, derrocaron al presidente Allende, e instalaron una dictadura, nos señalan que el presidio para el pueblo es nuestro paraíso.
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Siempre hemos esperado mayor y mejor gestión del gobierno de Bachelet, y hemos diferido con ésta, por la falta de profundidad de nuestra democracia, y una escasa participación ciudadana, en fin. Sobre estas falencias ha ido capitalizando la derecha y potenciándose para acceder al poder.
Sin embargo, las encuestas le asignan un respaldo ciudadano único en la historia de nuestra feble y restringida democracia. Detrás del debate mediático y las percepciones ciudadanas sobre su gobierno, Bachelet tiene una obra en materia de seguridad social de alto compromiso con los más desvalidos, obra que se convertirá en inseguridad bajo las normas irrestrictas del mercado.
Sin embargo, las encuestas le asignan un respaldo ciudadano único en la historia de nuestra feble y restringida democracia. Detrás del debate mediático y las percepciones ciudadanas sobre su gobierno, Bachelet tiene una obra en materia de seguridad social de alto compromiso con los más desvalidos, obra que se convertirá en inseguridad bajo las normas irrestrictas del mercado.
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La derecha someterá a sus propios electores a un tratamiento de shok, traumático, como resultado de sus observaciones dogmáticas sobre la economía y lo que entienden por estabilidad social.
Una cosa es el discurso público que encanta y enajena las conciencias de quienes reciben su mensaje, y otra diferente, es la propuesta subliminal que se vendrá con la presencia de Piñera en una eventual presidencia nacional.
La cultura histórica de la derecha se expresa claramente a través de la gestión de la dictadura, de la cual formaron parte en forma activa, mucha represión, persecución de los artistas e intelectuales, reducción de los presupuestos para las políticas públicas culturales.
Todos recordamos el denominado “apagón cultural” durante esos años críticos y dolorosos, la infiltración del activo cultural con sujetos de inteligencia provenientes de la CNI, para neutralizar la coordinación activa de los gremios de la cultura para recuperar nuestra democracia.
Cultura y derecha en Chile son antagónicas, vender y crear son excluyentes, las decisiones técnicas del mercado siempre arrastran una lógica selectiva de marginación del pueblo y por tanto es deshumanizada.
Es razonable ejercer el derecho a la duda, y discrepar con los gobiernos actuales, pero en un análisis comparado básico, los principios que fundamentan a ambos conglomerados son radicalmente antagónicos, la Concertación es el referente que en alianza con el Juntos Podemos, le devolvieron a Chile nuestra democracia, se podrá argumentar que es insuficiente como sistema, que se ha distanciado de la sociedad civil, pero un hecho es el que describo, y otro es que, por reacción y por rabia frente a algunas medidas contradictorias con las aspiraciones sociales de la población, esta última decida castigar con su voto, transfiriéndoselo a Piñera y a la derecha chilena, sector que se ha caracterizado por impedir medidas de apertura y participación social.
Derrocaron a Allende cuando vieron que estaban en riesgo sus inversiones y privilegios, avalaron a la dictadura durante diecisiete años, y hoy nos dicen con la demagogia que los caracteriza, que garantizarán los derechos ciudadanos y que mejorarán la calidad de vida de los chilenos.
En esta hora crucial, la dicotomía no es entre los perfiles de los candidatos Frei y Piñera y las imágenes que proyecten a través de sus campañas o en la televisión.; sino que nos enfrentamos a dos proyectos de país, o regresamos a una realidad que destruya el recorrido de una cruenta y difícil transición apoyando a Piñera, o avanzamos en un conjunto de reformas que representan al conglomerado más democrático del país y que hoy encabeza Frei.
Piñera es el representante político de la UDI y RN, partidos políticos de raigambre pinochetista, que gozaron del amparo y los privilegios del dictador, y Frei de los millones de chilenos sometidos, exiliados, perseguidos por los primeros, desde sus cargos de gobierno durante el régimen militar.
Decidir es una responsabilidad ciudadana mayor, nos exige pensar, mirar nuestra historia, mirarse a si mismo, y evaluar la realidad en la que vivimos hoy, y compararla con la que vivimos en el oscuro pasado de diecisiete años de dictadura.
Por tanto lo que se resuelve en el futuro inmediato es, avanzar en libertad tras un proyecto más humano, afincado en las tradiciones republicanas de Chile, proyecto que representa a la Concertación y al Juntos Podemos, o entregarle el poder en forma discrecional a algunos liberales en estricta alianza con los conservadores, amigos y aliados en el pasado del golpe militar, pero con una máscara de demócratas.
La democracia nos entrega una posibilidad igualitaria: ricos y pobres disponen en equidad del derecho al voto para elegir. Un hombre un voto, el mercado y el capitalismo nos dan la posibilidad de elegir en relación a nuestros ingresos, por tanto en los espacios económicos se expresa la desigualdad, que tanto aprecia Piñera, y que no va a reformar democratizando la economía. Solo más medidas de control administrativo, mucha burocracia y un poder discrecional para someternos en un contexto donde apreciaremos nuevamente la mano de hierro del pinochetismo.
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La derecha someterá a sus propios electores a un tratamiento de shok, traumático, como resultado de sus observaciones dogmáticas sobre la economía y lo que entienden por estabilidad social.
Una cosa es el discurso público que encanta y enajena las conciencias de quienes reciben su mensaje, y otra diferente, es la propuesta subliminal que se vendrá con la presencia de Piñera en una eventual presidencia nacional.
La cultura histórica de la derecha se expresa claramente a través de la gestión de la dictadura, de la cual formaron parte en forma activa, mucha represión, persecución de los artistas e intelectuales, reducción de los presupuestos para las políticas públicas culturales.
Todos recordamos el denominado “apagón cultural” durante esos años críticos y dolorosos, la infiltración del activo cultural con sujetos de inteligencia provenientes de la CNI, para neutralizar la coordinación activa de los gremios de la cultura para recuperar nuestra democracia.
Cultura y derecha en Chile son antagónicas, vender y crear son excluyentes, las decisiones técnicas del mercado siempre arrastran una lógica selectiva de marginación del pueblo y por tanto es deshumanizada.
Es razonable ejercer el derecho a la duda, y discrepar con los gobiernos actuales, pero en un análisis comparado básico, los principios que fundamentan a ambos conglomerados son radicalmente antagónicos, la Concertación es el referente que en alianza con el Juntos Podemos, le devolvieron a Chile nuestra democracia, se podrá argumentar que es insuficiente como sistema, que se ha distanciado de la sociedad civil, pero un hecho es el que describo, y otro es que, por reacción y por rabia frente a algunas medidas contradictorias con las aspiraciones sociales de la población, esta última decida castigar con su voto, transfiriéndoselo a Piñera y a la derecha chilena, sector que se ha caracterizado por impedir medidas de apertura y participación social.
Derrocaron a Allende cuando vieron que estaban en riesgo sus inversiones y privilegios, avalaron a la dictadura durante diecisiete años, y hoy nos dicen con la demagogia que los caracteriza, que garantizarán los derechos ciudadanos y que mejorarán la calidad de vida de los chilenos.
En esta hora crucial, la dicotomía no es entre los perfiles de los candidatos Frei y Piñera y las imágenes que proyecten a través de sus campañas o en la televisión.; sino que nos enfrentamos a dos proyectos de país, o regresamos a una realidad que destruya el recorrido de una cruenta y difícil transición apoyando a Piñera, o avanzamos en un conjunto de reformas que representan al conglomerado más democrático del país y que hoy encabeza Frei.
Piñera es el representante político de la UDI y RN, partidos políticos de raigambre pinochetista, que gozaron del amparo y los privilegios del dictador, y Frei de los millones de chilenos sometidos, exiliados, perseguidos por los primeros, desde sus cargos de gobierno durante el régimen militar.
Decidir es una responsabilidad ciudadana mayor, nos exige pensar, mirar nuestra historia, mirarse a si mismo, y evaluar la realidad en la que vivimos hoy, y compararla con la que vivimos en el oscuro pasado de diecisiete años de dictadura.
Por tanto lo que se resuelve en el futuro inmediato es, avanzar en libertad tras un proyecto más humano, afincado en las tradiciones republicanas de Chile, proyecto que representa a la Concertación y al Juntos Podemos, o entregarle el poder en forma discrecional a algunos liberales en estricta alianza con los conservadores, amigos y aliados en el pasado del golpe militar, pero con una máscara de demócratas.
La democracia nos entrega una posibilidad igualitaria: ricos y pobres disponen en equidad del derecho al voto para elegir. Un hombre un voto, el mercado y el capitalismo nos dan la posibilidad de elegir en relación a nuestros ingresos, por tanto en los espacios económicos se expresa la desigualdad, que tanto aprecia Piñera, y que no va a reformar democratizando la economía. Solo más medidas de control administrativo, mucha burocracia y un poder discrecional para someternos en un contexto donde apreciaremos nuevamente la mano de hierro del pinochetismo.
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Por estas razones, la decisión es clave, entre un país libre, un poco desordenado, o un país vertical, intervenido como en el pasado, con riesgos como el que aumente la represión y la persecución a los adversarios, quienes volveremos a ser tratados como enemigos de la patria, cada vez que, discrepemos frente a una medida política de los dictadores de turno.
Entre continuar siendo libre y que me garanticen la libertad de expresión para disponer de las herramientas críticas necesarias como escritor, o me proscriban o me releguen por mis ideas, votaré por Frei en espera de un referente de mayor progreso para el año 2014.
Entre continuar siendo libre y que me garanticen la libertad de expresión para disponer de las herramientas críticas necesarias como escritor, o me proscriban o me releguen por mis ideas, votaré por Frei en espera de un referente de mayor progreso para el año 2014.
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Estamos de acuerdo, Gregorio.
ResponderEliminarNo. La paciencia se acabó. hace rato que vivo en una cárcel. FREI NO!
ResponderEliminarPablo.
Gregorio es muy inteligente, y brilantes sus reflexiones. Felicitaciones a la SECH por tener intelectuales como él en su directorio.
ResponderEliminarPero yo votaré por Piñera, porque me cansó una larga (des)Concertación que con el tiempo se fue llenando de vicios, malas prácticas y funcionarios políticos, más que expertos en las materias necesarias para construir un Chile que queríamos y soñábamos.
Me gusta mucho que aquí se respeten las opiniones diversas y no se ofenda a las personas, recordando que ese es precisamente el principio de toda decmocracia moderna.
Cariños y notable artículo.
Teresa Calderón