Por Omar Cid
Luego de los dos últimos debates transmitidos en la televisión abierta, donde el candidato de la Alianza derechista se mostró dubitativo, a la hora de profundizar en su propuesta cultural para el país, resulta beneficioso para los electores, conocer al fin las proposiciones de los artistas e intelectuales que acompañan a Sebastián Piñera.
Los únicos antecedentes aportados al tema hasta el momento, se reducían al punto G, titulado cultura y ubicado en el tercer eje del programa de gobierno llamado “Fortalecer los derechos individuales” donde tres escuálidas ideas, resultaban francamente una mezquindad para tanto cerebro reunido. Dichas propuestas son:
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Programa del Candidato Sebastián Piñera
A. Agrupar a todos los organismos de la cultura en el Consejo de Las Artes y la Cultura.
B. Modificar la ley de donaciones culturales, para que los dueños de patrimonio cultural puedan usar esos recursos.
C. Plan municipal para el patrimonio de cada comuna”.
Es decir, en la concepción de los intelectuales de TANTAUCO, agrupar la cultura dentro del FORTALECIMIENTO de los derechos individuales, supone rechazar cualquier intento del Estado, destinado a desarrollar una propuesta cultural beneficiosa para el país[1].
La supremacía del derecho individual, por sobre la tutela estatal hace que las tres ideas centrales, estén concentradas en el ámbito de la gestión y por tanto destinadas a “ordenar el negocio”. Un segundo punto de interés, es el de los lugares designados como patrimonio cultural, de carácter privado o público. Bastante poco para una candidatura con las pretensiones de la alianza.
Tantauco o Libertad y Desarrollo
Estas tres generalidades, permitieron a las tres candidaturas restantes golpear duramente al representante del empresariado.
A mediados de noviembre, el grupo Tantauco, presenta las quince medidas del candidato derechista, para el mundo de la cultura, lo extraño o paradojal de las propuestas es que las de mayor fuerza, no se condicen con los trabajos realizados por los Centros de Estudio de la Alianza en la materia, en los últimos años.
A. Agrupar a todos los organismos de la cultura en el Consejo de Las Artes y la Cultura.
B. Modificar la ley de donaciones culturales, para que los dueños de patrimonio cultural puedan usar esos recursos.
C. Plan municipal para el patrimonio de cada comuna”.
Es decir, en la concepción de los intelectuales de TANTAUCO, agrupar la cultura dentro del FORTALECIMIENTO de los derechos individuales, supone rechazar cualquier intento del Estado, destinado a desarrollar una propuesta cultural beneficiosa para el país[1].
La supremacía del derecho individual, por sobre la tutela estatal hace que las tres ideas centrales, estén concentradas en el ámbito de la gestión y por tanto destinadas a “ordenar el negocio”. Un segundo punto de interés, es el de los lugares designados como patrimonio cultural, de carácter privado o público. Bastante poco para una candidatura con las pretensiones de la alianza.
Tantauco o Libertad y Desarrollo
Estas tres generalidades, permitieron a las tres candidaturas restantes golpear duramente al representante del empresariado.
A mediados de noviembre, el grupo Tantauco, presenta las quince medidas del candidato derechista, para el mundo de la cultura, lo extraño o paradojal de las propuestas es que las de mayor fuerza, no se condicen con los trabajos realizados por los Centros de Estudio de la Alianza en la materia, en los últimos años.
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El punto número uno, de las ofertas electorales elaboradas por los artistas conservadores, indica que habrá un aumento substancial de financiamiento público para la cultura, cuestión que el medio debería celebrar. Sin embargo, se habla de dos miradas, la primera es del aumento del financiamiento público, pero luego unas cuantas líneas más abajo se dice que:
“…Hoy observamos una desproporción enorme entre el aporte estatal y el privado en materias culturales (90% vs. 10% aprox.) lo que obliga a repensar los mecanismos de participación responsable de la sociedad civil”.
¿Qué significa repensar? ¿El Estado como agente subsidiario de la cultura? ¿Asignar al mercado a través de “la participación responsable” la función de patrocinar o no una propuesta cultural?
La proposición nos habla de un acuerdo inocente entre el mundo público y privado, por una sola causa, el desarrollo cultural, pero existen otros antecedentes a tomar en consideración, un estudio reciente de la Fundación Jaime Guzmán y difundido a través del Instituto Libertad y Desarrollo, hace una fuerte crítica al aumento de recursos fiscales al sector cultura, cuando se habla de los Fondos Concursables el documento dice lo siguiente:
“El presupuesto para esta partida crece un 21% de similar forma en que lo hizo el año pasado.
Sin embargo, es necesario que los programas y proyectos financiados sean evaluados y se entregue un informe a la comisión de Hacienda y Educación con la nómina de quienes se adjudican proyectos y los criterios con los que se entregan”.
(Proyecto presupuesto 2009, Análisis del sector Cultura, LyD.)
El mismo documento propone una serie de medidas para solucionar los vacíos que tendrían los fondos destinados a la cultura, donde se pretende un diagnóstico de las disciplinas artísticas y un seguimiento de los beneficiados de los programas, luego, propone rediseñar los componentes de apoyo económico, es decir, alterar los criterios de fomento de base cultural y artísticos culturales.
Buscan además, abrir una brecha de satisfacción de usuarios, con el objetivo de evaluar las obras financiadas, para finalmente, buscar otros proyectos de “calidad” que no han sido beneficiados en los llamados anteriores.
La pregunta es entonces ¿Se aumenta el presupuesto o no? ¿Cuál es el lineamiento a seguir? Las políticas en beneficio de la transparencia, en el marco de una política cultural donde el Estado, a través del Consejo de la Cultura y las Artes, asume una labor de mecenazgo que requiere ser controlada con mayor eficiencia por la sociedad organizada -o el rediseño- que incluye la decisión de la inversión cultural, con un fuerte componente privado.
Las organizaciones políticas y sociales, poco tienen que aportar en el segundo cuadro, porque los inversionistas determinan finalmente dónde pretenden aportar sus recursos.
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“…Hoy observamos una desproporción enorme entre el aporte estatal y el privado en materias culturales (90% vs. 10% aprox.) lo que obliga a repensar los mecanismos de participación responsable de la sociedad civil”.
¿Qué significa repensar? ¿El Estado como agente subsidiario de la cultura? ¿Asignar al mercado a través de “la participación responsable” la función de patrocinar o no una propuesta cultural?
La proposición nos habla de un acuerdo inocente entre el mundo público y privado, por una sola causa, el desarrollo cultural, pero existen otros antecedentes a tomar en consideración, un estudio reciente de la Fundación Jaime Guzmán y difundido a través del Instituto Libertad y Desarrollo, hace una fuerte crítica al aumento de recursos fiscales al sector cultura, cuando se habla de los Fondos Concursables el documento dice lo siguiente:
“El presupuesto para esta partida crece un 21% de similar forma en que lo hizo el año pasado.
Sin embargo, es necesario que los programas y proyectos financiados sean evaluados y se entregue un informe a la comisión de Hacienda y Educación con la nómina de quienes se adjudican proyectos y los criterios con los que se entregan”.
(Proyecto presupuesto 2009, Análisis del sector Cultura, LyD.)
El mismo documento propone una serie de medidas para solucionar los vacíos que tendrían los fondos destinados a la cultura, donde se pretende un diagnóstico de las disciplinas artísticas y un seguimiento de los beneficiados de los programas, luego, propone rediseñar los componentes de apoyo económico, es decir, alterar los criterios de fomento de base cultural y artísticos culturales.
Buscan además, abrir una brecha de satisfacción de usuarios, con el objetivo de evaluar las obras financiadas, para finalmente, buscar otros proyectos de “calidad” que no han sido beneficiados en los llamados anteriores.
La pregunta es entonces ¿Se aumenta el presupuesto o no? ¿Cuál es el lineamiento a seguir? Las políticas en beneficio de la transparencia, en el marco de una política cultural donde el Estado, a través del Consejo de la Cultura y las Artes, asume una labor de mecenazgo que requiere ser controlada con mayor eficiencia por la sociedad organizada -o el rediseño- que incluye la decisión de la inversión cultural, con un fuerte componente privado.
Las organizaciones políticas y sociales, poco tienen que aportar en el segundo cuadro, porque los inversionistas determinan finalmente dónde pretenden aportar sus recursos.
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El segundo punto se refiere a un repunte de la industria cultural, donde en general los beneficiados más que los artistas propiamente tal, son los dueños de la infraestructura cultural, o sea el empresariado.
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El punto 3, nos habla de un FONDART dónde los criterios de eficiencia y transparencia primarían, lo cierto es que los fondos concursables son eficientes, en la medida que financian las preferencias de un grupo de expertos en diversas áreas, se puede cuestionar el proceso, pero la designación de recursos escasos, siempre dejará heridos, cambiar alguno de los criterios no significa necesariamente abrir las puertas a los marginados, lo más probable es que signifique el traspaso de fondos a otra pequeña elite de sobrinos, primos, cuñados etc. De los que deciden.
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El punto 4, resulta abiertamente sensible tanto para los escritores como lectores de diferentes sectores sociales, se habla de un plan nacional de fomento de la lectura, a través de bibliotecas públicas o bibliobuses, pero no de bajar el 19% al precio de los libros, porque los beneficiados serían los que hoy acceden a ese bien, es decir los de mejor situación económica.
La verdad es que el aumento de bibliotecas siempre será bueno para un país, sin embargo, el acceso a un bien cultural como el libro desde una biblioteca, no suple uno de los elementos determinantes en el desarrollo de la lecto-escritura, como es la relación del niño con los textos y la lectura en su hogar, la biblioteca y el colegio son un apoyo y en ningún caso pueden jugar el rol de sustituir las costumbres cotidianas de una familia, donde el libro pasa a ser un artículo de lujo, extraño para sus vidas. La crisis de lectura y de calidad de la misma, está relacionada entonces con el patrimonio cultural de los propios núcleos familiares, donde la escuela y las bibliotecas cumplen un rol segundario, si se quiere de apoyo, nunca de puntal o columna vertebral de un proceso que se genera en el espacio más íntimo como es el hogar. Una política pública que busque mejorar los índices de lecto-escritura, está ligada con el acceso cotidiano a los libros, al cuento nocturno, a la costumbre de leer desarrollando la necesidad del ocio creativo, por sobre el (ne)-gocio y la producción.
Aumentar las bibliotecas entonces, es una medida decorativa destinada a favorecer a las editoriales y en un segundo plano a los lectores.
La verdad es que el aumento de bibliotecas siempre será bueno para un país, sin embargo, el acceso a un bien cultural como el libro desde una biblioteca, no suple uno de los elementos determinantes en el desarrollo de la lecto-escritura, como es la relación del niño con los textos y la lectura en su hogar, la biblioteca y el colegio son un apoyo y en ningún caso pueden jugar el rol de sustituir las costumbres cotidianas de una familia, donde el libro pasa a ser un artículo de lujo, extraño para sus vidas. La crisis de lectura y de calidad de la misma, está relacionada entonces con el patrimonio cultural de los propios núcleos familiares, donde la escuela y las bibliotecas cumplen un rol segundario, si se quiere de apoyo, nunca de puntal o columna vertebral de un proceso que se genera en el espacio más íntimo como es el hogar. Una política pública que busque mejorar los índices de lecto-escritura, está ligada con el acceso cotidiano a los libros, al cuento nocturno, a la costumbre de leer desarrollando la necesidad del ocio creativo, por sobre el (ne)-gocio y la producción.
Aumentar las bibliotecas entonces, es una medida decorativa destinada a favorecer a las editoriales y en un segundo plano a los lectores.
Quisiera detenerme acá, en cuanto al análisis de las propuestas del candidato derechista, en el tema cultural. Porque lo concreto, son las fuertes contradicciones que existen entre el equipo de asesores del empresario y los centros de pensamiento que sostienen su candidatura, no sólo en este ámbito, se puede consultar los documentos elaborados por Libertad y Desarrollo sobre la píldora del día después y compararlos con el discurso Piñerista, para simplemente terminar perplejos.
Porque al parecer, un gobierno de la Alianza tendrá la marca de los ministros y subsecretarios que sean designados, si el Ministro de salud es ultra-conservador adiós píldora, si el Ministro del trabajo es un economista, afírmense los pantalones los trabajadores. Las transformaciones que sugiere el plan cultural de Piñera, suponen el aterrizaje de un ingeniero comercial al cargo de Ministro de Cultura o un Ministro títere, de un comité asesor económico y de políticas culturales donde todo dependerá si son: Tantauco, Libertad y Desarrollo o Fundación Jaime Guzmán, en ningún caso todas las anteriores.
[1] Así, una política estatal que subsidie la transmisión de programas culturales en televisión e imponga a la vez fuertes impuestos a programas de lucha libre o catch-as-catch-can constituye, según el liberalismo, un paternalismo que interviene indebidamente en nuestra libre determinación (Kymlicka, 1990: 201) (Ver artículo, Crítica comunitaria a la moral liberal , Renato Cristi)
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