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Por Marcelo Mellado
La estrategia electoral es una posibilidad cierta del movimiento social en cuanto instrumento que puede usarse para consolidar situaciones políticas. Ahora bien, el movimiento social es una cosa y otra muy distinta un gremio pequeño y algo abultado por el voluntarismo intelectual o por múltiples imposturas que lo caracterizan históricamente. Hace un rato que corren vientos de cambio en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), menos mal, sería horroroso que no pasara nada. Todos sabemos de la crisis de representación que padece el sindicalismo, las organizaciones vecinales y los viejos partidos políticos. La SECH no ha estado ajena a esta crisis. Tenía que venir el movimiento social y estudiantil para inyectar entusiasmo, buen augurio.
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En lo personal, desde regiones, he estado involucrado en la SECH, y con el grupo de tareas en el que participo decidimos hacernos cargo del tema gremial, para evitar que fuera copado por impostores o especuladores políticos concertacionistas o poderes fácticos machistoides que usaban el recurso poético etílico, fundamentalmente, como una extensión del hueveo y las fiestas y, de paso, como trampolín municipal. Es decir, la SECH, para nosotros, se transformó en una estrategia ética que tuvo consecuencias estéticas, porque parte de la táctica de superación del conflicto era mejorar nuestra performance escritural y sustentarla en vindicaciones territoriales, tanto en el ámbito de la cultura como de lo político. Por eso San Antonio puede exhibir una productividad potentísima a nivel nacional e internacional. Sin aspavientos, con humildad, con muy poco copete y celebración. Nuestra capacidad productiva se diversifica en el ámbito editorial, bibliotecario, teatral y musical, y en las nuevas organizaciones políticas del tipo asamblea que han proliferado a nivel nacional.
Para todos nuestros logros, nunca publicitados más allá del momento propio de la obra, hemos tenido la ayuda de la superestructura de la SECH, me refiero al compañero Reynaldo Lacámara y a Víctor Sáez, que validaron nuestra pega como operadores literarios y culturales de nuestra comunidad. No puedo dejar de mencionar, también, a la compañera Ximena Troncoso, constante colaboradora y cómplice.
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Justo ahora que viene esta corriente renovadora con zapatillas, ¿Converse o Nike con resortes?, sería bueno puntualizar algunas cosas. Nosotros no usamos zapatillas -no sólo porque son muy hediondas-, somos más bien abototados, nuestro suelo territorial es refractario al zapatilleo pendejístico, a esa soberbia de grupo de interés fáctico. Y aquí no hay un tema generacional, sino de diseño político. Personalmente, soy muy respetuoso de las jerarquías legítimas, sobre todo a nivel conceptual, y me carga apelar a la calidad literaria, porque toda esa zona es muy fangosa, creo más bien en el profesionalismo y las productividades. Estoy de acuerdo con muchos de los planteamientos de David Bustos, y es muy probable que lo apoye, aunque también lo haré con el Poli y la Ximena. Y aquí hay un tema de justicia. Yo le agradezco a los compañeros del PC (a pesar de la torpeza de aliarse con el perraje concertacionista en las municipales, si bien los compañeros del frente cultural no tienen que ver con eso) que han estado en la dirigencia el hecho, preciso, de haber estado ahí, en momentos no muy propicios políticamente.
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Por eso yo en varios momentos de mi vida política he trabajado con ellos, porque hay un capital de gestión y organización que es y era necesario mantener en momentos de reflujo del movimiento social, cuando había que puro sembrar sin tener muy clara la cosecha. Uno ha estado en la periferia política, siendo útil para la promoción de ciertas políticas, como el tema territorial, por ejemplo. Hoy hay un buen suelo, pero no hay que ser arrogantes. Se necesita humildad, porque esta pega es enorme y de gran responsabilidad política. Muchos de los que vivimos en regiones sabemos que este es un tema metropolitanizado y que el trabajo acá tiene otras características. Aquí quiero mencionar a colegas clave a la hora de hacer texto y patria territorial, como Óscar Barrientos en Patagonia, Claudio Maldonado en Temuco y todo ese movimiento chilote tan potente que conocí en los 80. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay que repensar el tema SECH en nuestro largor territorial, porque todavía es un gremio santiaguino con filiales. Eso hay que rediseñarlo generando autonomías y modelos de gestión locales. Tenemos más pega que la chucha, compañeros.
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