lunes, 3 de octubre de 2011

El Obsceno pájaro de la noche: identidad y clase

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Preámbulo
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La colonia se prolonga hasta nuestros días. El "trauma de la conquista" construyó lo europeo moderno y a la vez destruyó lo autóctono americano, ya que sin los recursos humanos y naturales del Nuevo Mundo, y sin el ingrediente americano en la topología epistemológica europea, la Europa moderna no hubiera existido, ni tampoco existiría el mundo metropolitano contemporáneo[1]. Así, el mundo contemporáneo es fruto de la colonización del mundo por Occidente. Desde ese entonces, 'Metrópoli' y 'Colonia', o neo colonia son términos mutuamente indispensables, dos hemisferios que calzan geopolíticamente con las nociones de desarrollo y subdesarrollo, norte-sur.
Si la dependencia originaria ató a las colonias económicamente a la Europa imperial, la dimensión ideológica y cultural de este vínculo no fue menor. De la capital metropolitana se extendía a la capital virreinal y desde ahí a la aristocracia provinciana en cualquier región perdida de América, a los criollos vástagos de apellido español cuyo centro espiritual se encontraba sin embargo al otro lado del mundo.
Pero no solamente se instaura esta especie de destierro. Los latinoamericanos se quisieran europeos desterrados, y en ese proceso 'aclaran' imaginariamente su piel y adoptan la ideología y cultura de la metrópoli. Los proyectos políticos se barajan teniendo como ejemplo ideologías y condiciones metropolitanas o surgidas de su pensamiento, ciencias sociales o filosofía, que son las que se consideran 'universales'. Pero el feudalismo en América Latina no desaparece para ser reemplazado por un capitalismo lidereado por una burguesía como clase ascendente, sino que convive con una burguesía que nunca deja de ser incipiente. La configuración de dependencia en que se origina, no la hace ser sujeto histórico y social, sino un intermediario con la metrópoli. El excedente económico atraviesa los mares y fortalece el dominio de la naturaleza por parte de la burguesía en tanto tal, y quizás lo origina: sin la concentración de capital producto de la conquista quizás no se habría desarrollado la Europa burguesa moderna [2].
La burguesía, brotada en los albores del capitalismo moderno, sigue siendo la clase motora del mundo contemporáneo—la así llamada ‘clase ascendente—. La novela sería su modo de expresión literario—para Lucien Goldmann, la novela muestra la concepción de mundo de la burguesía[3]. La novela es trasplantada junto a las instituciones y formas culturales traídas por la conquista al territorio dependiente y periférico de la metrópoli que les dio origen. Las clases sociales en la periferia están distorsionadas o son nuevas respecto a su modelo metropolitano, y le están subordinadas. Pensamos que esto es válido para la burguesía dependiente o embrionaria latinoamericana y chilena. La concepción de mundo y la idea del yo ‘modernos’ surgidos en la metrópoli europea, han sufrido modificaciones en la periferia. Lo mismo sucederá con los productos culturales latinoamericanos y por lo tanto con la novela. Latinoamérica, en que la existencia misma de una burguesía en términos europeos ha sido puesta en duda, ha producido novelas por siglos. Es indiscutible que como parte básica de su concepción de mundo, en Latinoamérica las personas se piensan como mónadas: conciencias-sujeto individuales con un núcleo identitario estable. América Latina forma parte indiscutible del así llamado ‘mundo occidental’, pese a sus divergencias, que sin embargo creemos que han tenido consecuencias para el desarrollo de las formas estéticas de la así llamada 'mediación artística'[4]. Pero aquí no vamos a tocar las modificaciones del género de la novela en América Latina, sino algunos aspectos de la representación del ‘yo’, la ‘identidad’, la ‘subjetividad’ también excéntricos respecto al viejo mundo, en el novelista chileno José Donoso, en el marco inevitable y conflictivo de la realidad social, Principalmente en su novela El obsceno pájaro de la noche, de 1970, pero también en toda su obra, con una versión notable en La desesperanza, de 1986.
En ambas, la presencia de personajes míseros, inacabados, precarios, marginales tiene un gran papel. La aparición de personajes marginales o residuales es abundante en la literatura chilena, así como la representación de los sectores desposeídos, en general de manera realista naturalista y dentro de un marco de antagonismo, confrontación o lucha de clases. Lo que no es raro. Lo socioeconómico, lo político y la literatura están entrelazados, y la literatura hispanoamericana y chilena no podrían ser excepción.
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Donoso y El obseno pájaro de la noche
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.La obra del prosista chileno José Donoso (1924-1996) se inicia con Veraneo y otros cuentos, una casi auto publicación de 1955, hasta la novela El Mocho, de 1997. La obra de este prosista (y ocasional poeta) se fue convirtiendo en un fresco literario de la vida en Chile, moldeada por sus determinaciones sociales y culturales. Autor polémico y a veces atacado, le tocó ser el único prosista chileno que participó en ese fenómeno de eclosión de la prosa hispanoamericana que fue el así llamado boom de la novela, que fue también un fenómeno comercial. Pero nunca formó parte del 'núcleo' del boom en términos publicitarios y promocionales, ni tampoco críticos, en la medida en que la crítica, desde la académica y especializada hasta la de los periódicos, es en definitivas cuentas una instancia del márketing. Pero sí continúa siendo un igual a los otros grandes nombres del Boom en lo que respecta a la consideración que goza en ese círculo definitivo de sus colegas. El discurso cultural y estético europeo que despliegan los héroes tan vistosamente argentinos de Cortázar, con una ansia de mostrar su pertenencia de primera línea al 'mundo occidental', o el definitivamente 'mágico' realismo de Gabriel García Márquez, tan exótico y latinoamericano, en la misma medida en que llena la forma novelesca de nuestros mitos, distorsionándola, son productos culturales mucho más asimilables que la obra cumbre de Donoso, El Obsceno Pájaro de la Noche, ya que presentan un foco más adecuado para la identificación, la toma de partido y el simple entretenimiento solitario y divagante que es la lectura.
Se puede afirmar que el lugar de José Donoso en la literatura contemporánea se debe a la novela mencionada, equivalente como obra maestra individual a los Cien Años de Soledad y Rayuela. Un tanto posterior a estas últimas, El Obsceno Pájaro de la Noche (1970), no es una novela tan claramente delineada ni tan atractiva, que calce tan bien como las anteriores con las expectativas de las intelligentsias latinoamericanas y de otras culturas. Se trata de una novela extraña, sorprendente, confusa a primera vista, difícil para muchos lectores, en los que a veces se despierta un arbitrario antagonismo contra este libro, lo que suele ser una marca de la obra cultural verdaderamente innovadora, que al mostrar un nuevo territorio o una nueva perspectiva también asusta. Este libro tiene la apariencia de una novela normal, por así decir, y repite la saga de la familia aristocrática chilena, como una especie de caja de resonancia que representa y encarna la historia del país, como hizo Orrego Luco en el pasado y lo vuelve a hacer ahora Isabel Allende en estos tiempos en que parecen volver los temas clásicos, reconocidos y fáciles. En el aspecto diríamos formal, esta novela esconde una problematización de la perspectiva narrativa y de la forma de la novela en lo que tiene de más definitorio, su narrador, sus personajes y sus acontecimientos. Pero también se problematiza la identidad misma, no solo del 'ser chileno' o latinoamericano, sino, pensamos del 'hombre' en general, si es en que estos tiempos de disolución de los así considerados hombre y cultura universales y su reemplazo por identidades y culturas diversas, delimitadas y concretamente definibles, se puede hablar todavía de 'hombre' en general. Esta novela nos muestra el desgarro escindido, la identidad problemática, y por lo mismo las posibilidades de totalización, de integración, que tiene la cultura latinoamericana, la mayor cultura mestiza. El mestizaje significa distancia respecto al polo que es la metrópoli occidental desarrollada, pero también respecto al de la arcadia indígena, una sociedad que se puede considerar como una utopía originaria. El incierto y fluido ser del individuo enmarcado en un orden social pétreo, aparece manifiesto en la temática y estructura narrativa de El obsceno, que a veces pareciera haber sido un enigma incluso para su mismo autor, en cuya obra posterior siempre creemos percibir un elemento de reflexión y reevaluación de ese monstruo parido en una especie de duermevela creativa.
En el universo donosiano, como en general en las instancias representativas artísticas en que están presentes, la identidad y la diferencia forman una pareja de términos que funcionan juntos, apareados, y que en general tienen una relación antagónica. Lo diferente a la identidad es lo que carece de identidad, pero que desde su misma diferencia da el telón de fondo para que se destaque la identidad, que aparece como demarcada, esencial y permanente, y que se proyecta frente a la amorfa y obscura masa de lo diferente que tiende a la indeferenciación. Lo indiferenciado busca la identidad, la individuación. Existe la tendencia, el movimiento, desde lo indiferenciado y amorfo hacia la identidad. Es un polo que atrae y moldea. Esta pareja de conceptos tan ligados y de alguna manera opuestos y complementarios parecen constituir una categoría del pensamiento y sus alternativas aparecen en las diversas culturas. Pero por su parte, la identidad misma, que en su expresión más acabada tiende hacia la plenitud axiológica—es decir de valores—, ontológica es decir del ser —y social, se ve amenazada por el caos de lo informe e indiferenciado que la rodea, como en este texto del Obsceno:
"una jaula de alambres, adentro se agazapan animales; gordos, chatos, largos, blandos, cuadrados, sin forma...los animales que reposan bajo las formas momentáneamente mansas de atadillos de trapo...se movilizarían para atacarnos (pág. 28)" .

En El obsceno pájaro de la noche, el personaje central, Humberto Peñaloza, es de una identidad maleable, carente de solidez, sin perfil definido. Se trata de un personaje oscuro, de fisonomía vaga y de origen familiar y papel social vagos e indeterminados. Su evolución en esta novela no es la de una persona en germen que desarrolla sus posibilidades de ser, lo que haría de El obsceno pájaro una novela de formación. Humberto carece de los elementos nucleares de identidad básicos que hubieran posibilitado una evolución o madurez y no los adquiere en ese proceso por el que atraviesa, en que se inicia como mudito y finaliza como imbunche incinerado[5]. En el espacio de esta novela, el héroe (Peñaloza) vive en un mundo regido por una jerarquía social inmutable, que sólo permite la promoción social y ontológica mediante el engaño, la asunción de máscaras, o el reconocimiento y/o aceptación de los sectores sociales que otorgan la identidad. Estos sectores, que existen en forma tautológica, es decir por sí y ante sí, de hecho, eran desde los comienzos y serán hasta el fin. Están dotados de 'marcas' físicas permanentes e intransferibles, como la belleza, aparte de la riqueza y del prestigio social. Entonces las aspiraciones sociales y ontólogicas de Humberto Peñaloza están condenadas al fracaso desde el comienzo, ya que lo ontológico, es decir el ser, incluyendo al ser físico, lo otorga el lugar que se ocupa en la jerarquía social, Así, Humberto Peñalosa reflexiona, en diversos momentos de la novela:
"No podemos ser Azcoitía. Ni siquiera tocarlos. Somos Peñaloza, un apellido feo, vulgar" ( p.98).
"Ser alguien. Mi madre supo desde el primer instante que yo jamás iba a ser alguien..." (p.100).
"...yo jamás iba a poder llegar a ser un caballero de veras" (p.100)" 1

Todo desplazamiento 'vertical' es inútil. El aspecto físico se arraiga en la clase social, que define además del lugar en la jerarquía de la sociedad, el nivel de ser, ontológico, que uno tiene. Estas citas se refieren a los Azcoitía, familia poderosa y aristocrática de origen terrateniente, cuya máxima manifestación es Jerónimo de Azcoitía, apuesto y bello, inalcanzable para Humberto Peñalosa, feo, borroso y marginal.

Hay una continuidad desde el inicio de esta temática, en la novela Coronación (1957) hasta el Obsceno pájaro de la noche (1970), pero esta última es una especie de 'salto cualitativo' tanto respecto a la obra anterior como posterior del autor. La novela La Desesperanza (1986), que tematiza la vida santiaguina durante la dictadura militar, retoma estos temas permanentes de Donoso, que allí comenta, reajusta o redirige parte de lo que ya había anunciado en otras obras anteriores, y que había dado tan extraño fruto en El obsceno pájaro. El planteamiento radical sobre la identidad (individual, social) presente en el Obsceno se centra principalmente en el imbunche como la representación de una cierta situación límite social e identitaria nacional chilenas, el carácter mínimo y fluido, cercano al caos de su identidad. Esto se vuelve a presentar en La desesperanza en un marco contemporáneo a la dictadura, pero con más elementos políticos, con más realismo que en el Obsceno y con más desarrollo que por ejemplo en las novelitas de Cuatro para Delfina (1982), en que no está ausente.
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La desesperanza
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En La desesperanza también la apariencia física denota la pertenencia a los sectores sociales de los desposeídos o los poderosos:

Desposeídos: "El humo del cigarrillo se escapaba entre los escasos dientes verdosos de la sonrisa de Lopito, fija y arcaica como la de un huaco. La piel de desollado que le ocultaba el rostro verdadero parecía quedarle estrecha, revelando el rojo crudo de sus encías y del borde de sus párpados" (p. 38)
Clase alta:"Tres universitarios y una muchacha rubia de deslumbrante belleza equina, parecida a Virginia Wolf" (p.28).

Se puede notar que la pertenencia a la clase privilegiada, además de lo físico, está señalado por la vinculación cultural metropolitana prestigiada (Virginia Wolf). Aquí también el físico representa ontológicamente la pertenencia a la clase social y define paralelamente el nivel que uno tiene de ser. Pero en esta novela hay una posibilidad de encuentro entre las clases, posibilitada por estas caracterizaciones físicas, que como punto de contacto o enfrentamiento, hacen retroceder al trasfondo las contradicciones sociales, institucionales y económicas que intentan representar. Lo político-social, fluido y cambiante, se concretiza y cosifica en la oposición conflictiva de personajes cuya pertenencia a clases o estamentos ha pasado de lo social a lo corporal, esencial e inmutable, ha sido 'ontologizada' o 'sustantivada' por características físicas que a la vez que la pertenencia a la clase social, definen su estatus estético y axiológico. Se produce una especie de caracterización estereotípica física que comparte por ejemplo el realismo socialista. Quienes encarnan el poder oligárquico muestran su monstruosidad bajo los rasgos de su clase; color de ojos, piel, cultura. Federico (Freddy) Fox es, el primo de la protagonista desclasada, que abandona su clase por la de los desposeídos, y que la abusa de niña, es:

"Muy alto, muy gordo, muy blando, parecía el proyecto de un inmenso bebé lubricado con aceites fragantes, que cuando saliera del estado fetal y se le formaran las facciones y le crecería la pelusilla del cráneo, quizás llegaría a ser un bonito niño rubio" (p.50).

En esta novela, la degradación social que estaba oculta tras una fachada respetable y bella en el Jerónimo de Azcoitía del Obsceno, se hace manifiesta. Reaparece la temática de los marginales y del Imbunche, en un conjunto de leyendas chilotas, entre las que reconocemos la del Caleuche:
"Sueño constantemente con barcos embrujados, sirenas, enanos voladores, niños con los orificios del cuerpo cosidos..." (p.128).

El tratamiento de los marginales se acerca a la de la obra de teatro Los invasores, del dramaturgo Egon Wolff, de 1963, en el marco de la cosificación, o corporalización, del conflicto de clases.

En La Desesperanza, Donoso vuelve a trabajar con la ontología corporal de clase, es decir una condición social que se manifiesta en el ser físico y que impide el ascenso social, ya que los rasgos sociales aparecen cosificados en la inmutabilidad biológica y del atuendo. Reaparece el tema de la escasez de identidad:

"Tanta gente de identidad apenas abocetada que venía a hacerse presente!" (p.27)

”Algo en la versión de Mañungo del uniforme...lo identificaba con un universo estético inalcanzable para los muchachos nacionales, también barbitas, también jeans, pero en el caso de éstos sólo circunscribían como con grueso lápiz rojo, lo limitado de sus posibilidades" (pp.61-62).

En la novela, Mañungo Vera, el héroe, es un artista folklórico comprometido que vuelve a Chile. Hay una identificación y mezcla entre lo social y lo ontológico. Este proceso da a todo ascenso y apropiación social una dimensión grotesca, al combinar rasgos físicos y axiológicos con los factores socioeconómicos. La única posibilidad de rescate es abandonar la tentación de asumir una identidad que es una encarnación de las condiciones sociales, y que por así decir, viene de afuera, asumiendo en cambio la fluidez:

"Porque sin duda Lopito (un personaje marginal pero vinculado con la clase alta por su relación con la heroína) se desharía completamente, abyectamente, con el primer toque de la picana...por primera vez desde su regreso Mañungo pudo sentir respeto por él, por esta capacidad suya de deshacerse" (p.308).

El Caleuche, buque de arte, aparece como opuesto al Imbunche. Si el imbunche representa la clausura, la cerrazón, el estado fetal, el descanso ante la exigencia para ser que viene desde el exterior, el Caleuche representa la transformación abierta:

"Nosotros, si nos atrevemos a embarcarnos cuando el buque llegue a este litoral con los primeros albores, nos vamos a poder transformar en lo que queramos, como tu padre se ha transformado." (p.327)

Mañungo Vera, personaje principal de La desesperanza, ese cantante comprometido que vuelve a Chile, está alienado en la imagen revolucionario-comercial que difunde y en la cual íntimamente no cree. Es al comienzo un 'personaje inauténtico' que recuerda al Adriazola de El jardín de al lado (1981), novela del exilio en que aparece este pintor ultracomprometido de exilio dudoso que logra en España cierto status social, al aprovechar comercialmente al exilio chileno mediante su pintura. En su caso personal, Mañungo reconoce que la cosificación de su imagen pública esconde un vacío de ser, una identidad precaria. Pero se salva superando las rígidas demarcaciones sociales y de imagen y acepta la fragilidad y fluidez identitarias con una actitud de apertura y autoconocimiento:

"Me trababa estar obsesionado por esa historia que no viví, que me hacía sentirme mutilado e incompleto. Por eso, creo, me vine, para ver si puedo recuperar esas partes mutiladas, y regenerarlas como la cola de una lagartija" ( La desesperanza, p.127).

Reaparece así este tema Wolfiano de la burguesía asediada y culpable, o asediada porque culpable, o paranoica, que calza con el tratamiento de Donoso de esa burguesía social y ontológicamente omnipotente pero a la vez frágil. Esa concepción de lo marginal que amenaza inexorablemente la ciudadela y modo de vida de los opulentos

Esta dialéctica es frecuente en la obra de Donoso: lo frágil, informe, marginal, es a la postre (potencialmente) poderoso y amenazante, por su capacidad de avasallar y aniquilar al orden establecido de las clases altas, que se identifica con el orden social.

En La desesperanza hay una especie de alianza de clases en entre una burguesía o clase media representada por Judith y Mañungo, —que deben despojarse de su pretensión de identidad socialmente codificada—, y el sector ‘invasor’ marginal que porta las semillas del caos (des-orden) y la destrucción. Ambos sectores aparecen iconizados, los rasgos físicos marcan su origen y adscripción social, ontologizando el proceso de confrontación, negando un 'contrato' social definitivo—las diferencias físicas no desaparecen— y ofreciendo una solución de 'convivencia'. Mañungo, un héroe casi realizado, y que accede a una transformación, es definido social y físicamente como un personaje anfibológico:
"Ella, sí quería, con un elogio, o con una pequeña claudicación que consistiría sólo en rogarle a Freddy -a quien no le iba a parecer tan mal su unión con Mañungo pese a ser chilote, pero famoso, rico, bien parecido, que hablaba inglés y francés y alemán correctamente:" (p.295).
Judith, la niña de clase media alta, de ‘buena familia’, para despojarse de su clase mediante su autoinmolación y entregarse a los marginales, sólo puede tener éxito si abandona los componentes concretos de su clase en una transformación. Ella representa una burguesía autoinmolatoria y culpable que se realiza en este acoplamiento con los representantes de la fealdad y lo informe, que encierran una potencia destructiva y natural. Esta autoinmolación es un 'desclasamiento' incluso en términos físicos, que a la vez permitiría 'negociar' la futura salvación de la clase. Mañungo, además de su maleabilidad, anuncia una síntesis entre un espacio originario y positivo que es un Chiloé mítico y el mundo metropolitano (desarrollado).

Estos elementos en La desesperanza intentan una recuperación, digestión y entendimiento, por parte de Donoso, de lo ya presente en El obsceno pájaro de la noche y centrado en la identidad. El imbunche, marginal pero un ser individual en El obsceno, se manifiesta en el conjunto de desposeídos/marginales/seres monstruosos que, desde su fealdad/debilidad, siguen siendo amenazantes desde la perspectiva de los héroes burgueses en vías o buscando su transformación.

Se ha señalado en el Obsceno pájaro la fluidez de la identidad y los personajes
[6], de los espacios y del mismo narrador, fluidez que representa, además del peligro de lo amorfo, lo positivo de la identificación con el otro y la mutación. Esta fluidez lleva a una tensión dolorosa hacia el logro de identidad, incluso en los personajes aparentemente más ontológicamente sólidos, pero cuya precaria realidad necesita sustentarse de la 'mirada' de los personajes carentes de forma y ser que aspiran a convertirse en ellos. Pero a la vez se da a los personajes marginales, que carecen del ser otorgado desde la jerarquía social, la mágica y proteica virtud de la transmutación, que como posibilidad infinita de cambio se opone y cruza con una necesidad o avidez de orden y definición que es axiomáticamente imposible. Aquí hay una ambivalencia básica. La mantención de la identidad (del narrador, del personaje), en el proceso de 'encarnación' en otro, revela otra dimensión de la subjetividad y la identidad en el Obsceno: la posibilidad de incluir dos o más subjetividades en un mismo receptáculo material, lo que es un escándalo para el occidente, por ejemplo las mutaciones del narrador/personaje en la novela, que puede ser vieja, perra, mudito, guagua, imbunche, Humberto Peñalosa, el conjunto de viejas de la Casa de ejercicios espirituales, pero podría abarcara toda la serie de los entes, incluso lo inanimado de la cabeza de cartón piedra del Gigante o una mancha en una pared de la Casa de ejercicios espirituales. Estas máscaras son a la vez entes conscientes y papeles que el narrador/mudito adopta. Seres a medio camino que luchan por mantener este status inestable o por adquirir un nivel ontológico superior, definitivo y definitorio, en un universo marcado la 'escasez’; ontológica, brotado de la colonia en América Latina y Chile, pero sujeto a las trabas de la dependencia, y bajo cuya aparente modernidad circula una vertiente inédita de modos de ser y pensar que la misma conciencia nacional, que se quiere occidental, lucha por mantener oculta.
Las obras literarias son obras artísticas cuya materia es el lenguaje. Una novela y en mayor medida una obra de teatro se realizan en su lectura y representación, en la comunicación significativa para el lector y espectador. Tienen una dimensión refleja, representativa, enjuiciadora y valorativa. En Latinoamérica en general y Chile en particular, las condiciones y enfrentamientos sociales y su manifestación institucional en la política, constituyen un aspecto ineludible de la realidad vivida tanto por autores como por lectores. El lector percibe los aspectos cruciales de la novela y reacciona positiva o negativamente, responsabilizando a los autores de las afirmaciones y eventos presentados. Un análisis especializado de la recepción en una obra literaria no se separa demasiado entonces de la realidad cotidiana de una lectura ingenua.
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Donoso y la burguesía culpable
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Además de Donoso, por ejemplo los dramaturgos Egon Wolf y Jorge Díaz, muestran de diversa manera un tema estrechamente ligado con la identidad, ya que la identidad es en última instancia una categoría social[7]. Se trata del tema de la burguesía culpable y/o amenazada aunque esta burguesía no aparezca como sujeto productor inmediato de estas obras. Se puede afirmar con Juan Villegas que "El discurso teatral chileno hegemónico--el reconocido como "representativo"--ha sido generalmente el discurso de los sectores medios destinado a los mismos sectores medios". Como por otro lado ha sido lo preponderante en la literatura occidental moderna. Esta afirmación puede extenderse hacia los otros géneros literarios, incluso en los casos en que el productor inmediato pertenece, por ejemplo como en el caso del novelista Manuel Rojas, a la clase media baja. En Wolf, Díaz y Donoso nos encontramos con la representación de una burguesía culpable.
En el caso de Los invasores de Egon Wolff, puesta en escena en Santiago de Chile en 1963, la familia del industrial Meyer ve su vida normal alterada por la presencia de signos primero y de acciones abiertas luego, de la presencia de los 'pobres'. Esta invasión la dirige el personaje China, que en la tradición de tantos líderes revolucionarios, es un tránsfuga de la clase media que se ha convertido en "conciencia crítica" y líder de los pobres. A los intentos infructuosos de defensa se suceden cambios en Meyer, quien termina por reconocer ante el personaje China, los crímenes y la utilización de los demás sobre los que ha ido construyendo su opulencia. Pero se ha tratado de una pesadilla de la que Meyer despierta. Es su conciencia culpable la que ha creado el sueño, que al final de la obra comienza a realizarse. No podemos distinguir si el disparador de la obra es la culpa o el hecho de tener que 'pagar' un precio por las acciones y situación de la clase pudiente en la historia. Posiblemente ambos. La invasión de los desposeídos adquiere un carácter político, ya que se establece una suerte de socialismo al que se intenta integrar a la familia Meyer. El auge de la izquierda en los sesenta, antecedido e impulsado por la 'revolución en libertad' de la Democracia Cristiana había de desembocar unos años más tarde en el gobierno de la Unidad Popular, de ahí la solución política de la invasión. En este ambiente a la postre optimista, existe un lugar para la burguesía (familia Meyer), en el nuevo orden de cosas. El mundo propuesto por los invasores y la organización social que implantan obedece a una racionalidad a la postre 'universal' y gira en torno a valores humanistas milenarios que luego de una resistencia inicial hay que aceptar.
En El lugar donde mueren los mamíferos de Jorge Díaz (1963) los elementos del teatro del absurdo se ponen al servicio de una visión paródica de una burguesía no asediada esta vez, sino centrada en torno a sí misma. En esta obra, el Instituto Ecuménico de Asistencia Total es una parodia llevada al extremo de lo que hoy en día podría llamarse una ONG. Este organismo financiado desde el extranjero atraviesa por una crisis porque ya no quedan pobres a los cuales asistir. Al encontrar a un auténtico pobre, Chatarra, lo someten a cuestionarios y exámenes, pero la asistencia no se dirige a la satisfacción de sus necesidades, ya que al hacerlo, cesará de ser pobre y se acabará el instituto y el trabajo de sus miembros. La preservación del cadáver cuando Chatarra muere permite la continuación del Instituto, ya que es "El cuerpo de un pobre que necesita pronta, económica y sencilla sepultura". La aparición de verdaderos pobres en las calles de la ciudad se hace inesencial, ya que "¡No hay que preocuparse! Tenemos a Chatarra embalsamado. Un pobre incorruptible para todo servicio". La obra finaliza cuando el Instituto organiza el "Congreso mundial de la miseria". Los miembros y funcionarios de la jerarquía del Instituto utilizan un lenguaje "desarticulado, absurdo", de "incomunicación", reiterativo y cliché, que impide la comunicación y muestra la inautenticidad. Nos recuerda a los diálogos de La cantante calva de Ionesco. Sin embargo el lenguaje del pobre, Chatarra, se ha descrito como "lenguaje claro, directo, sin sofisticaciones". De forma diferente a Wolff, los elementos del absurdo y la participación del público (incluido por Chatarra en la categoría de los miembros del Instituto) "choquean y provocan a su propio público interlocutor". Así vemos la conciencia del autor dirigida al público que asiste al teatro y para quien se representan obras, y que son llamados a tomar conciencia de la realidad de desigualdad social. La obra finaliza con un provocativo llamado a realizar un foro, convirtiendo a la sala de teatro en la Sala del Congreso del hambre, y a los espectadores en los delegados, con lo que se explicita la intención de identificarlos. Aquí no aparece un proyecto histórico socialista revolucionario como en Wolf. Chatarra, el pobre, desea "volver a la sociabilidad de la que es parte en el basural" en que vivía previamente. En ambas obras la burguesía aparece como culpable no tan sólo de la explotación y manutención de una sociedad de clases y sus implicaciones, sino de un modo de existencia inauténtico, y las semillas de una existencia auténtica y humana se dan, pese a su condición desprovista, en los sectores pobres y explotados.
Se genera así una especie de culpa esencial de la burguesía—que entre paréntesis nos parece inexistente en la literatura chilena actual que conocemos— que se ha extendido hasta su propio modo de vida. Por otro lado se esboza una imagen del desposeído como una especie de "buen salvaje", un ser en el fondo puro y en contacto con la naturaleza y sus semejantes. Otro integrante de esta constelación mítica es la noción implícita y ambigua del redentor. Ausente en la pieza de Díaz, que asume el existencialismo en boga (en un mundo a la postre absurdo no cabe revolución), aparece en la obra de Wolff en el personaje China, teórico y líder de los desposeídos invasores que resulta hermano de un socio de Meyer que este llevó a la muerte. Y que a la postre pertenece por origen y cultura al mundo de la burguesía.
Luego de dos décadas más o menos, en el Chile de los 80 y teniendo como contexto una agudizada confrontación de clases, Donoso escribe La desesperanza, en que retoma y retrabaja núcleos temáticos que habían aparecido en su producción anterior. Lo que es interesante: los referentes sociales e identitarios de base parecen haberse mantenido. Se recurre más intensamente al procedimiento de 'ontologización' o 'sustantivación' de rasgos sociales, atribuyendo a los personajes características físicas que a la vez son indicadores de estatus estético y axiológico. Una cosificación de la posición social. Aquí también la burguesía o parte de ella se muestra todavía como degradada, implícitamente culpable de esa degradación, y tradicionalmente culpable, ya que la historia misma de la novela se confunde con la crítica al modo de vida calificado como 'burgués'. Ya veíamos como Freddy Fox, un potentado y especulador influyente ligado al régimen dictatorial, aparece como:
"Muy alto, muy gordo, muy blando, parecía el proyecto de un inmenso bebé lubricado con aceites fragantes, que cuando saliera del estado fetal y se le formaran las facciones y le creciera la pelusilla del cráneo, quizás podría llegar a ser un bonito niño rubio".
Por otro lado, el marginal (que es la representación del proletariado y los desposeídos en general en los autores de esta generación) aparece amenazante desde el punto de vista de los personajes principales, una pareja de jóvenes burgueses en busca de definición e identidad:
"En las calles más y más solitarias a medida que se acercaba el toque de queda, se hacían más y más atropelladas las carreras de los cartoneros, más fantásticos sus vehículos, más deformes sus rostros, más harapientos sus atuendos...Este era el ghetto verde del privilegio...que aunque emocionante de susurros estaba sitiado por poblaciones veinte veces mayores, cien veces más hostiles...Los jirones de humanidad que hurgaban en la basura eran la sigilosa avanzada que de noche se introducía en esta ciudadela para reclamar los despojos del privilegio...acumulaba fuerza para efectuar la penetración definitiva".
Reaparece el tema Wolffiano de la amenaza informe de lo marginal, que cerca a La casa grande (Novela de Orrego Luco, publicada en 1909). Los invasores de Wolff y las novelas de Donoso parecen ser elementos de una serie de textos que a través de varias décadas representan la estructura social de Chile, sus oposiciones de clase. Da la impresión de que el país es una familia aristocrática, viniendo o venida a menos, con sus relaciones, criados y allegados, y que mantiene respecto a los centros extranjeros privilegiados (Norteamérica, Europa) una actitud ambivalente de deseo de identificación y aislamiento resentido. Las fuerzas que amenazan a este cosmos de centro determinado y perfilado, que se va desvaneciendo hacia la periferia es, en el caso de la obra de Donoso, una masa mutante, extraña e indiferenciada, compuesta de mendigos que acechan la oportunidad de encender la violencia purificadora desde los márgenes de la ciudad, en La desesperanza, o invadir el barrio alto con su presencia inquietante, como en Los habitantes de la ruina inconclusa, o metaforizados como los antropófagos que acecharían la Casa de campo, o los monstruos que conforman los círculos jerárquicos descendentes alrededor de la hacienda La Rinconada en El obsceno pájaro de la noche.
Pero en La desesperanza los rasgos grotescos y negativos de estos seres se mezclan con elementos positivos, ya que aparecen como estando en contacto con la naturaleza y anuncian desde su misma presencia grotesca, la vinculación con poderes ocultos más allá de la imaginación:
"Todos, incluso el Cuchepo que desde la otra vereda se acercó un poco rodando en su patín y se quedó fijo con su mano estirada, miraban anonadados a la Lopita, como si fuera algo admirable o peligroso, perplejos ante la enigmática incitación que ejercía odio y amor y risa y respeto y miedo y agresividad, liberándoles la imaginación trabada, para escudriñar las sombras que nunca son sólo lo que parecen ser”.
Se presenta nuevamente esta dialéctica que recorre la obra de Donoso, ya que lo frágil e informe, lo marginal, se revela a la postre como potencialmente poderoso y amenazante.
La culpa de la burguesía (y por tanto su posible redención si las cosas andan mal en la historia) se expresa en el personaje de Judith, que representa una burguesía autoinmolatoria y culpable que asume la causa de los desposeídos, aliándose con esas fuerzas amenazantes. Pero como veíamos, debido el proceso mencionado de caracterización social por marcas incluso físicas, lo difícil de este proyecto, que recuerda los esfuerzos del joven pequeño burgués radicalizado que aspira a 'fundirse' con la masa. Quizás se insinúe como proyecto de este "desclasamiento" la futura negociación de la salvación futura de la burguesía. Esta es otra versión del personaje 'redentor' que ya veíamos en Wolff, y que en el Chile de los ochenta quizás representaba una burguesía o clase media progresista, ligada a empresas religiosas, caritativas o involucradas en la defensa de los derechos humanos.
Como conclusión podemos afirmar que esta culpa de la burguesía se revela como culpa por el despojamiento y opresión a que somete al resto de la sociedad y como culpa además por llevar una existencia inauténtica. Hay que recordar, como se mencionaba, que la novela misma surge como critica del sistema de vida en la época burguesa. Que la pareja autenticidad/inautenticidad se ve realzada en estos autores por la clara influencia de la filosofía existencialista que en algunos casos se une a inquietudes socialistas. Que la burguesía al experimentar—a través de sus portavoces políticos y literarios de la clase media—un sentimiento de culpa, está implícitamente considerando que la sociedad en general es de su responsabilidad exclusiva. El mundo se concibe como un mundo burgués regido por la burguesía, y la situación de desposesión de otras clases y estamentos se ve como producto de esta burguesía que, a la vez que sentirse culpable, teme que la ataquen y la despojen de sus privilegios. Las clases desposeídas—para no hablar de proletariado, lo que exigiría difíciles precisiones—son vistas como lo otro, el caos opuesto al cosmos, y mitificadas como una entidad con características positivas míticas tradicionales: don de la comunicación, buen salvaje, fuente de redención vital de una sociedad decadente etc. En general, y no tan sólo en estos autores, la clase trabajadora está representada por la figura del marginal y su guía o redentor proviene de un marginal que es un desclasado 'abajista', que abandona su clase burguesa o pequeño burguesa para 'guiar' al proletariado. Estos aspectos no pueden dejar de correlacionarse con instancias políticas, ideológicas e institucionales, y cabe plantearse si esta concepción de la culpabilidad de la burguesía, o siquiera esta preocupación, se encuentra presente en la literatura de las generaciones posteriores de narradores chilenos. Pareciera que no. Donoso nos presenta, fundamentalmente en El obsceno pájaro de la noche, ese elemento de la latente o manifiesta culpabilidad de la burguesía y su sentirse amenazada, a la vez que plantea en La desesperanza, una solución, quizás implícita, que conlleva el abandono de la identidad social, intrínsecamente ligada con la identidad ontológica, en una instancia de maleabilidad que nos permita a todos una suerte de reencuentro. Esto dentro del marco de un cuestionamiento tanto de la forma tradicional de la novela y de una problematización, quizás no siempre intencional o consciente, del concepto de la identidad en términos occidentales y modernos.
 



[1] Aquí se alude a una concepción del desarrollo económico social e histórico que viene de mediados de los 50 y adquiere forma definitiva a mediados de los 60. Sus formulaciones básicas serían:..."a characterization of modern capitalism as a Centre-Periphery relationship between the developed, industrial West and the underdeveloped, agricultural Third-World...the hypotheses of unequal exchange, as well as assimetrical power relations between Centre and Periphery; and the assertion of the relative or absolute nonviability of a capitalist path to development, based on the leadership of the Latin-American nations". Joseph L. Love, The Origins of Dependency Analysis, en "Journal of Latin-American Studies", Volume 22 Part I, Cambridge University Press, UK, 1990.
[2] "Modernity as a category was certainly molded in Europe, particularly from the 18th century onward. It was, however, a result of a complex of changes that occured throughout the totality of the world that was subjected to European domination beginning at the end of the 15 century. If the intellectual elaboration of these changes has Europe as its principal center, this coresponded to the centrality of Europe's position in this totality, to its position of dominance". Aníbal Quijano, Paradox of Modernity in Latin America, en international Journal of Politics, Culture and Society, v. 3, N. 2, Winter 1989, pp.148-149.
[3] "...visions du monde, c'est-a-dire des tranches de réalité imaginaire ou conceptuelle, structurées de telle maniere que, sans qu'il soit besoin de completer essentiellement leur structure, on puisse les développer en univers globaux" Lucien Goldmann, Pour une sociologie du roman, Gallimard, France, 1964, p.348. Según Goldmann, la visión de mundo "ne saurait etre rattaché qu'aux groupes dont la conscience tend vers une vision globale de l'homme", Op. Cit. p. 348, pero "...la question puisse etre posée de savoir si cette affirmation vaut aussi pour les societés non européenes", lo que sería el caso en lo que respecta al referente de la novela de Donoso
[4] La distancia de la obra de arte respecto al mundo cotidiano es llamada por Lucaks mediación estética en el primer tomo de su estética. Heidegger introduce en El origen de la obra de arte la distinción entre 'a la mano' y 'ante los ojos'. La similitud de estos conceptos con el de singularización acuñado por el formalista ruso Viktor Shklovsky es evidente. Este sostiene que la innovación perceptiva tiene que ser reinstaurada para posibilitar una visión de la objetividad gastada por el hábito. Distanciamiento sería el efecto a nivel de la recepción de la alteración de la norma causada por la manipulación singularizadora. Brecht en su teatro emplea el distanciamiento para romper la pasividad del espectador, escandalizando su horizonte de expectativas.
[5] Mito chilote, niño pequeño que raptan brujos, que lo torturan, deformándolo. “Una pierna del niño será torcida hasta dejarla pegada a la espalda y todos sus orificios corporales son cerrados con hilo, excepto la boca, a través de la cual lo alimentarán primero con sangre, después con carne de cabritos y más tarde con carne de cordero”. “Se trata de una metáfora cruel y terrible acerca de todo lo que no puede llegar a ser lo que debe ser, desde el ser humano que no puede llegar a ser persona humana hasta el crecimiento económico que no puede llegar a ser desarrollo... “La famosa novela de José Donoso, El obsceno pájaro de la noche, se basa en este personaje mitológico”... “La cultura chilena (si es que existe tal cosa) ha generado un ser colectivo de carácter triste, quejumbroso, apagado, "achicadito", poco asertivo y abusivo del circunloquio en el hablar y profundamente dependiente del alter, del otro, que sociológicamente fue el padre-patrón de la hacienda y después del intenso y relativamente rápido proceso de urbanización y migración rural-urbana, se transformó en el padre-Estado, llevando al mundo urbano/industrial la mentalidad del inquilino” , en EL "IMBUNCHE" EN LA POLÍTICA DEL ESTADO CHILENO: UNA VISIÓN CRÍTICA DE LA DESCENTRALIZACIÓN TERRITORIAL Y POLÍTICA. LA DIALÉCTICA DESCENTRALIZADORA, EL LENGUAJE SOCIAL Y LA CULTURA CHILENA. (EL NOMBRE NO ES LA COSA NOMBRADA, Y LA LEY SE ACATA, PERO NO SE CUMPLE)Sergio Boisier)
[6] Por ejemplo en la frecuente alusión al tema de la ‘encarnación’: "Bajo el parrón, Inés esperó que don Jerónimo terminara el vaso de oporto que estaba tomando con Don Clemente, remozado con el giro que su vida adquiriría encarnándose en la de jerónimo" (p.179) "...y ellos, los novios, encarnaciones momentáneas de designios muchos más vastos que los detalles de sus psicologías individuales" (misma página) "Tienes que concebirlo no tanto como mi representante en la Rinconada sino como yo encarnado en él..." (p.236) "...quizás la niña-santa misma, la niña-bruja misma se hicieron carne bajo mi peso esa noche para recibir de mí lo que engendró al monstruo" (p. 361) José Donoso, Op. Cit.
[7] Incluso las matemáticas, símbolo de lo universal, están social y culturalmente determinadas. Va de suyo que conceptos tales como individuo, persona, identidad, etc, también lo están “Aunque solo es recientemente que las etnomatemáticas han recibido atención por parte de los educadores de matemáticas, los antropólogos (y antes de ellos los viajeros del mundo) frecuentemente comentaban sobre los usos peculiares de las matemáticas entre grupos indígenas. Algunas otras ramas de la etnociencia, como son la etnobiología, la etnobotánica, la etnoquímica, y la etnoastronomía ganaron aceptación al principio de este siglo y tienen historia de disciplinas reconocidas. El desarrollo formal de las etnomatemáticas puede haber sido retrasado por una visión penetrante de que de alguna manera las matemáticas son universales y libres de cultura. Sin embargo, investigación reciente está revelando que muchas de las matemáticas usadas en la vida diaria, al ser afectadas por modos distintos de cognición, pueden ser bastante diferentes de aquellas que se enseñan en la escuela”. Boletins ISGEmVolumen 3 Número 1, Septiembre 1987, Etnomatemáticas: ¿Que podrán Ser?
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1 comentario:

  1. "La colonia se prolonga hasta nuestros días", es más que una verdad, lamentablemente seguiremos así por otros tantos años.

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