Es posible hacer otras orillas
donde los sonidos tienen velocidad infinita
entre la ausencia y lo imperceptible.
Carlos Cociña,
de “A veces cubierto por las aguas”
donde los sonidos tienen velocidad infinita
entre la ausencia y lo imperceptible.
Carlos Cociña,
de “A veces cubierto por las aguas”
Foto: Héctor González de Cunco
3C
Nadie tiene derecho a morir antes de tiempo; todo el cuerpo se revela ante el acto que cercena reacciones, desde el origen establecidas a nivel genético por la savia del fornicio y la revelación de milenios de órdenes transcritas en la más inverosímil coordinación de los detalles posibles de la existencia.
El violentamiento de las expectativas, que a nivel de estructuras moleculares está descrito, atenta contra la más elemental humanidad genética, y la descripción de estos movimientos sólo es con las palabras que revelan el posible transcurso que llevarán los líquidos particulares de un cuerpo en el momento en que el reflejo de luz es absorbido en las alteraciones de conos y bastoncitos.
Nadie tiene derecho a quebrantar la reelaboración de las células y las nuevas epidermis que van emergiendo desde el mismo tiempo en que se produjo la combinación genética, ni negar la posibilidad de la eyaculación en la mujer que conocerá mañana.
Nadie tiene derecho a morir antes de tiempo, porque el espacio del cuerpo se proyecta hacia el próximo momento, y tiene el espacio su espacio en cada rostro y cuerpo conocidos y es un espacio ya dado y posible en el cuerpo de los hijos, del hermano, de la mujer y cada uno de los que van haciendo espacio a ese cuerpo que no puede violentarse hasta el momento en que sea preciso quebrantarse porque el aire es expulsado por el mismo cuerpo que se disuelve en sí mismo.
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* Aguas Servidas, Santiago de Chile. Talleres Editorial Granizo, 1981. Segunda Edición: Santiago de Chile. Ediciones del Temple. Colección Amarcord, 2008
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Se acerca el tren;
sus luces van sobre las lomas.
No son los carros del tren,
es un gran gallinero extendido sobre los árboles
del cerro.
Ese tren va a las tierras cardinales.
En sus ventanas iluminadas se refleja
el gran transatlántico,
entre los valles de maíz, encendido
entre los insectos que vibran en vuelo.
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* Tres canciones. Santiago de Chile, Autoedición del Bío Bío, 1992
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2c
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Dentro de sí, ves el aire que inspira y la vibración de este cuando entra alternativamente, sin orden, por las fosas nasales o la cavidad bucal y adquiere una presencia tan nítida que la voz retrocede, aún conservando su intensidad. La respiración, el aire que se acoge en el cuerpo y luego retorna, tiene la forma sonora de una única presencia. Ya no escuchas, estás inmóvil en el aire y eres la respiración que escucha como otro oye las palabras que se forman en la voz.
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* Espacios de líquido en tierra. Santiago de Chile. Intemperie ediciones, 1999
Si la realidad es el mundo que nos rodea, sin realidad no hay conciencia. El cerebro existe pues es parte de ella. La conciencia puede existir sin que el mundo externo module su actividad. Cuando lucubramos, recordamos o soñamos no se requiere necesariamente una entrada sensorial. El mundo sólo se puede captar con el cerebro; captar es, en sí mismo, una función cerebral. El cerebro simula la realidad. Tiene que hacerlo porque el tamaño de la cabeza y del cuerpo es pequeño comparado con el tamaño de la realidad. Allí sólo caben descripciones. Si por conciencia se entiende construir una imagen, entonces la realidad es ésa. Tan cercana está la realidad de lo que vemos. Por eso cuando cae un árbol en la selva, y no hay quien lo oiga, no produce sonido. El sonido es una interpretación que hace el cerebro de las vibraciones del aire producidas por el árbol que se derrumba. Las vibraciones en el aire son el amor.
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* afecto 05
Ref. Rodolfo Llinás. Entrevista de Javier López R.
Plagio del afecto, Santiago de Chile, Editorial Tácitas, 2010
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Versión 4
Un hombre está completamente quieto cuando siente que su cuerpo repiquetea por dentro. Ese presentimiento es el que habla, por él se percibe la carne. El sueño habla con falsedad, como cosa que engaña, pues las cartas están en el cuerpo.
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Una vieja herida, en un hombre, se siente como un vibrar en el lugar de la herida, mientras que ésta siente que el hombre mueve su cuerpo.
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Busca a su alrededor lo ausente, pues parece que se acerca; es por esto por lo que siente el lugar de la vieja herida en su cuerpo. Mira pues tiene la sensación de la loba que viene con el sol y por el monte que se encuentra allá, en lo alto. Allí podrá ver todo el territorio, mirar entre los árboles... pues los árboles son numerosos, y los pequeños lechos de río también están ahí. Son a los cuales las lobas suelen ir a comer, pues los pequeños lechos de río se han vuelto verdes.
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Se tiene una sensación en las rodillas cuando la sangre de la loba va a correr a través de ella. Se siente la sangre cuando está a punto de aparecer la loba; una sensación en la espalda a través de la cual suele correr cuando está ahí. Se espera en silencio cuando la percepción es así, cuando se sienten cosas venir, mientras las cosas se acercan. Es una vibración en las piernas mientras se escucha hacia adentro el crujido de la loba y de los arbustos, con los que ésta se acerca. Se suele sentir así cuando las cosas caminan, cuando se percibe las cosas venir mientras mueven sus piernas. Es una ausencia en los huecos debajo de las rodillas, sobre las que cae sangre mientras se carga la herida. También es en la cara, causada por lo negro en la línea de la cara de las lobas; en los ojos por las marcas negras en los ojos de la loba. Por ello, temprano, cuando el sueño del mediodía, se cruza la huella que las cosas dejan.
Versión 5
El problema entre la voz y el propio oído parece hacer olvidar que en su origen villano es aldeano, que no se tiene la visión de los peces, que nadar es hacer lo que se hace, lograr una individuación colectiva, que permite oír lo que antes no se sabía que se oía, que cuando se deja de ver ese árbol, ya no es el mismo.
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* La casa Devastada (libro en escritura, textos definitivos)
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Videos de Carlos Cociña:
Entrevistas:
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Carlos Cociña. Concepción (1950- *), Chile. Reside en Santiago desde 1981. Aguas Servidas, Santiago de Chile, Talleres Editorial Granizo, 1981. Segunda Edición: Santiago de Chile, Ediciones del Temple, Colección Amarcord, 2008. Tres canciones, Santiago de Chile, Autoedición del Bío Bío, 1992. Espacios de líquido en tierra, Santiago de Chile, Intemperie ediciones, 1999. A veces cubierto por las aguas, Internet Poesía Cero, 2003. 71 (setentay uno), Poesía Cero, 2004. Plagio del afecto, Internet Poesía Cero, libro en proceso desde 2003 a 2009. DOS, Felipe Cussen, Kurt Folch, Enrique Morales y Carlos Cociña, Santiago de Chile. Colección Foro de Escritores, 2004. Plagio del afecto, Santiago de Chile. Editorial Tácitas, 2010 (Versión impresa, ampliada y definitiva de la edición en Internet).
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...Todos tenemos derecho a morir antes de tiempo, en cada madrugada, en cada amanecer, antes del alba, antes de la aurora, luego de haber orado para ayudar al sol a levantarse...
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