domingo, 2 de junio de 2013

Eduardo Embry. Poeta Chileno en Londres

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HOMENAJE A RUPERT BROOKE


Si yo retrocediera mil años y mil días,
me gustaría andar mil millas,
escribir mil poemas dramáticos
sobre el crujir de las piedrecillas
que aplastan mis zapatos al andar,
me gustaría recitar mil poemas
al  borde de mil precipicios,
poner melodías a sus versos,
las más feas y asquerosas notas,
quisiera beber mil pintas de cerveza
llenas de arena y flores,
besar y besar a mil muchachas
feas y  hermosas
debajo de mares y mares de ardientes piedras
nado desnudo con Virginia Woolf,
más debajo de la luna que de la tierra,
sentir su alocada risa,
como un tren de carga que pasa
sobre el cuerpo del ser humano,
ah, y un millón cosas más
bajo el cielo azul de mil otoños,
mil vientos y mil lluvias
que arrancan mi cabeza
y mil cosas más que ahora no las digo
para no asustar a mi vecina
que escucha todo lo que digo
detrás de la pared que tiene orejas,
cuando aperrado contra el cielo
amo el amor, amor que muere
mil veces a gritos o a silencio de pañuelos,
cuando mil veces quedo quieto, mil veces
sin decir una palabra, mil veces
sin leer la prensa, con mil ojos mil veces
para que las palabras no se escapen,
palabras encendidas de rojo,
mariposas con cuchillo gordo,
mire hacia arriba, arriba no hay nadie,
sólo para que nadie mire
mi panza mil veces gorda,
piernas mil veces breves,
mil veces me reiré a carcajadas
mil  veces sonreiré de buena gana,
mil veces por tus bellas piernas,
piernas de todas mis amigas,
de sus orejas mil veces pequeñitas,
mil veces grandes,
nariz y boca que matan pajaritos,
cabellera larga que se envuelve en mi cuerpo
de senos achatados
por senos grandes que no hieren a nadie,
como un viejo sabio sonreiré mil veces
y de un amasijo de huesos de segunda mano
bien amados,
dios de piernas cortas que Dios me ha dado,
antes de morir mil veces,
de la nada haré una mujer gigante,
una mujer inalcanzable,
una mujer que se desplaza
en medio de las multitudes,
una montaña de mil pechos alzados
llenos de nieve,
es la montaña que pasa sin mirar a nadie,
frente a tus ojos pasa,
es una silla de respaldo dorado y sin nadie,
como un bergantín antiguo
sin cabellera loca tocando una guitarra,
sin orejas, sin dientes, sin nada
que moleste el camino,
una silla silenciosa debajo la luz de la tierra llena
junto a otras sillas arrimadas a una mesa larga,
sin señores y señoras,
a la hora que en el gran salón de las comidas
ya no queda nadie, a la hora
que se pasa hambre o se come como leones
pollos y vacas,
cuando en el  palacio del rey y de la reina
todos duermen, amor y desamor mío,
con todo eso en la cabeza:
en estos mil años, mil días, mil veces soñados,
bajo trincheras llenas de lodo y muertos,
sueño que estoy contigo.



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2 comentarios:

  1. Una montaña de sueños son tus poemas. Me gustan

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  2. Una montaña de sueños, de querencias... son tus poemas. Me gustan.
    Carmen Berga o María Romero somos la misma persona. Para la cotidianidad soy Carmen, para lo irreal soy María Romero, mi abuela.

    ResponderEliminar

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