Raymond Lévesque
Selección de:Quand les hommes vivront d'amour
Cuando los hombres vivirán de amor.
Despilfarro
El drama no es la muerte,
Sino la vida.
La suerte cruel
Que nos destinamos,
El derroche de todas
Las posibilidades de amor,
De compartir, de felicidad.
Es el inmenso despilfarro de la luz
Y del tiempo.
Las cosas son sólo un instante
Y derrochamos todo eso.
No es la muerte
El drama,
Sino lo que hacemos con la vida.
Poema
Recordar que el mundo es inmenso
Que todo es transitorio y sin gran importancia
Y, en el tiempo, mucho no pesa,
Ante todo hay que saber ser feliz.
Hay que amar la vida por lo que ella tiene de hermoso
Y escogerla, no soportarla,
Perdonar sus penas y sus males
Como una amiga que se equivoca.
Saber perdonarse sin avergonzarse
Sino la vida se transforma en una prisión.
Cada día tiene su pena
Nada es perfecto, y quién entonces tiene la razón.
Locura
La locura industrial
Quedará en la historia
Como el más grande río
Que conoció la humanidad
y su secuela
Se extenderá por los siglos.
Raymond Lévesque nace el 7 octubre de 1928 en Montreal, Québec.
Estudia piano y arte dramática. Poeta, hombre de teatro y cantautor. Raymond
Lévesque triunfa en el Paris de fines del 50 junto a sus compatriotas
Jean-Pierre Ferland y Claude Léveillée. Se conoce además, porque en
Latinoamérica se musicalizó su poesía.
Bibliografía del autor. Le
p'tit Québec de mon coeur, cuaderno de canciones, prefacio de Fernand Robidoux,
Outremont, Québec, VLB, 1990. D'ailleurs et d'ici, Montreal, Leméac, 1986. Au
fond du chaos, Montreal, Éditions Parti Pris, 1971.
Quand les hommes vivront
d'amour, prólogo de Bruno Roy, Montreal, L'Hexagone, colección. Typo: Poésie
35, 1989, 378 p. (edición original en Éditions de l'Arc, 1968). Au cabaret avec
Raymond Lévesque, dix nouvelles chansons, Montreal, Éditions Archambault, 1959.
El canto de las serpientes
Comienzo a enamorarme de los harapos del cielo
Que nos aúllan azules podridos desde el hueso de las nubes
Y de esas estrellas muertas que brillan en vano
También de las lluvias ácidas que tanto se parecen a nosotros
De este asfalto que se desmenuza en desesperanzas interiores
Y de los metros y los taxis y los reactores que saturan el espacio
Donde el ozono agujereado es un expreso hacia la muerte
Comienza a gustarme la decadencia de nuestra suntuosa inutilidad
Y todas las recetas que entregan al alma una falsa cirugía plástica
Comienza a gustarme lo que no sirve estrictamente para nada
Sino para pagar impuestos a las estrellas del momento
¡Pero cómo nos gusta ofrendar a dioses estúpidos
El candor de nuestros tormentos!
Como el de ese hermoso país de la flor de lis adúltera
Y como todo el mundo desea amar entonces amémonos
En una letanía idiota hagamos saludos a nuestros fracasos
Aplaudamos la bravura de una noche alrededor de baboseadas
¿No decimos que somos descubridores de castores, osos y tribus?
¿O no somos cosmonautas de un planeta incomprendido?
Comienza a gustarme ese final que se burla de nosotros
Lo más rápido que llegue mejor será
Sé que a veces el amor es un tarro de basura
Y que las sonrisas de los cosméticos están repletas de ácidos concentrados
Vayan pues a escribir a vuestro espejo los besos de lápiz labial
Vayan a vuestras casas a educar a los futuros monstruos
Del próximo milenio para una ficción de cartón
Comienza a gustarme el no tener nada más que hacer
Duerman gente de bien porque en estos tiempos
Se prepara todo un espectáculo
Y las poesías sonoras de los agu-agu antológicos
Y los afrodisíacos anales de los miembros ejecutivos
Como comienza a gustarme todo el resto contaminado
Lo que ya escribí
El Apocalipsis hace tap-dance sobre el planeta
Is it Tango or rock n'roll or Heavy Metal
o el descuento de las uniones
AM FM de una oreja a otra no es más que un problema de cerumen
Pero siempre me gustaron los ojos instantáneos
Las caricias miopes y las pieles safari de las noches
Sobre todo aquellas de lecturas que parecen tan sofisticadas
¡Ah! sin duda comienza a gustarme el imposible
Lo que sucede después de las rebajas en las saunas
Lo de los baños de los bares con sus historias de ferias públicas
Pero quizá apenas comienza a gustarme
El lirismo de un payaso gótico
No tengo nada que perder después de la del país
Verdaderamente no me arrepiento sino de uno o dos amores
O quizá tampoco
O quizá comenzamos a amar quizás
No tengo fronteras ni tabú natural
Y todo cuerpo capaz de provocar erección al papa bienvenido sea
En realidad no tengo más que la palabra como una herida abierta
Me gusta el sonido del hielo de la noche en el cristal de un vaso
El fulgor ahogado de una estrella polar al fondo de pozo llamado luz
Podemos amar el ser bárbaro del otro
Tengo la lengua afilada lista e escalpar cerebros
Tengo el ojo de lince apto a ubicar a perdidos de sentimiento
Tengo la boca desdentada del lobo hambriento pero aún eficaz
Tengo los brazos descarnados por culpa de lazos programados
Comienza a gustarme tener que decir de nuevo las cosas olvidadas
Y parece que ahora son proscritas
Porque sepa usted que hay ideas fétidas como las iglesias
Clases de cadáveres en gestación que aún se permiten flagelar
Escucho el morado ronquido de una garganta apenas muerta
Inmediatamente agarro el alma con una cuerda y la suelto
Sobre la pista de baile de un campus universitario
Empiezan a gustarme las películas de horror literario
Los profesores desgarrados por sus tontas preguntas
Y sin el menor gesto con sólo un simple fruncir de acento circunflejo
La circuncisión de la nariz del lector de buenos libros en pijama
Todos tenemos muchos demonios que quemar
Tomémonos todo el tiempo eso hace durar el infierno
Empiezan a gustarme las ficciones de fantasmas
De lentejuelas con palabras travestidas y orgullosas de serlo
Empieza a gustarme el viento en las ventanas térmicas
Los movimientos de las polvaredas de nieve que recuerdan poemas
Y cómo olvidar tus labios vivaces de besos
Sobre todo cuando golpeaban a mi puerta tal un viento indecente
Por todo eso y por muchas otras cosas un poeta
Llegó a serlo y les dice a otros que ama
En aquel tiempo el poeta más decadente que lo permitido
Aprendía a silbar el canto de la serpiente
Decadencia
La poesía nace y muere
Durante nuestra existencia
Parásita resplandeciente
Sobre la civilización que agoniza
Cuando los labios de los amantes
En sus respiraciones cómplices
Dejan a los Narcisos violar
El agua de los sueños
Que se pierde en el bosque durmiente
Como una brújula que se volvió loca
El tiempo lanza el sol
En pétalos gastados
A los perfumes metálicos
De reflejos de ciudades
Cuando hacer el amor son deseos
Que lanzamos a aguas contaminadas
De ríos largos y anchos
Como brazos de enamorados
Que se están ahogando
En la sangre de las caricias
Cuando las horas caen
Como faldas sin joyas
Cerca de ángeles colgados
De alas empolvadas
Que probaron el fuego de lágrimas
Cuando escucho tus palabras
Cerca del rojo de tus labios
Que de dientes muy blancos
Dejan malhumorado y morado
Entonces a pesar de los cabellos rubios del cielo
Llueve de golpe
Rocas sin cristal
Perlas sin alma
Sobre la suntuosidad de nuestra decadencia.
Jean-Paul Daoust
nació en Valleyfield, Québec, en 1948. Cumplió en la facultad de letras de la
Universidad de Montreal con un Bachillerato en literatura y luego una Maestría
en Letras. El poeta también cuenta con dos novelas, es profesor, crítico
literario y desempeña la función de director de la revista de poesía Estuaire. En 1990 recibió el Premio
Nacional de Literatura de Canadá, por la obra Les Cendres Bleues.
Jean Royer
El lapidario
Notre désir d´appréhender la source du monde
en visage brouillé.
Anne Hébert
Pregunta, para ver.
La nieve, es tu rostro.
El agua, es tu cuerpo de poesía.
Responde a la noche
En el mar tu deseo.
¿Qué música te habita?
Observa adelante.
La luz te anticipa.
El poema te traspasa.
_____ * _____
Sale fuera de ti.
Escucha el viento.
El eco se te parece.
Reconoce tus soledades.
Escarba tu sillón.
Es la tierra que quema.
Tu vida es amor.
Las palabras se abren.
El grito te calma.
Como arquera
(Poema de Faim souveraine)
Il fair un temps de chateaux
tres tard dans la braise
Gastón Miron
El relámpago del iris
la manzana que rueda
bajo la palma la caricia
el calor salvaje
en el mástil de la fuga
pero en la cama de la fosa una extranjera
Como Arquera encendida tu alma encierra
Jean Royer
nace en 1938. Periodista, fue responsable de la sección Artes y Letras del
periódico Le Devoir, fundador de la
revista de poesía Estuaire publicada
desde 1976 y director de la prestigiosa editorial l'Hexagone.
Publica
entre muchos Jours d'atelier,
Saint-Lambert, Editions du Noroît,
1984 y Faim souveraine. A estos
dos trabajos pertenece esta selección.
Claude Beausoleil
Migración
( I )Todo huye todo regresa
Hay versiones infinitas de lo real en migración
La escena recomienza a desbaratar la multitud encorvada
Los argumentos del tiempo son las únicas fronteras
Qué huracán de sangre de arena o de viento blanco
En las nieves insólitas y los paisajes ardientes
Ha depositado el germen del cambio que persiste
A renacer a rehacer la línea del destino perfilado en cada uno
A los límites de un silencio del cual la ciencia o el olvido
Son las explicaciones las más débiles en la duda
Ya que es necesario proseguir las vagancias inagotables
En la acogida o la perdida la fiebre y los desgastes
Tira su voluntad al pavimento negro de los sueños
Sólo territorios tumultuosos se distinguen al horizonte
Nuestra palabra aún es un escalofrío del éxtasis
Una manera de habitar la huella de choques toscos
El tumulto del día como la paz de las materias
Un tiempo lleno de secreto repleto de desorden en todo
Se va solo y altivo en el polvo de la época
Las sacudidas de la mirada cambian las alianzas
Para que de un lugar profundo en el mismo ajustado
Surja la pulsión de nombrar esta figura de territorios
Insinuando en el espacio una arquitectura de sombras.
Todo subsiste todo se desvanece
( II )
Saqueos de esperanzas a los destellos de otras voces
Se escuchan en la noche más opaca que la angustia
Más sorda de tentación a la vez fuego y hielo
Hasta tal punto las quimeras arremeten al abrazo
De la única autorización que el día dejó
Filtrar en cada cuerpo cada lugar cada mano
Todo se enmaraña en distancias de tierra y de aire húmedo
De zonas resecas donde los invencibles vientos
Dan del duro tormento el canto el más exacto
Hay paisajes que invaden el alma de la tierra
Los envuelven al alba ellos se descubren cuando anochece
De pie en los declives de una salva de ilusiones
Vamos hacia dramas con aspectos de un mito
Qué otro desatino qué conciliación celeste
Qué máquina descabellada qué poder lúgubre y glauco
Pero también qué esperanza qué rostro o ternura
Imaginan la continuidad al alcance de todos los ojos
De tan alto de tan lejos del más vasto de los azares
Las líneas retoman su aliento en la migración
Ellas inventan los suelos los signos y los cielos
En las formas ocupadas en el corazón por la pasión
Repitiendo que existen versiones infinitas de lo real
Todo habla todo transita
( III )
En la deriva absorbemos el arrebato de los suelos
Los traslados humanos trasvuelan lentamente
Los estados contrarios al mundo que cambia
En la complejidad de desmoronamientos y de rabias
Al borde de la palabra maciza apretada en letras de arcilla
Negras como el zozobro de las mentiras oscuras
Que un fragor de gestos tornan su quiebre en fiebre
La última traición es la de abandonar su cuerpo terrestre
El de la única salida que permanece en la memoria de la edad
En los rumores del siglo de la ciudad donde el tiempo
Persigue el frente de todos los espectáculos interiores
Avanzamos sin rencor con el manantial en la frente
Una calle se hace una huella se convierte en rostro o curva
Un lugar desaparece bajo las cabezas indagadoras
Mientras el sonido grave de los alrededores se expande
En otros tantos fragmentos que las manos son atadoras
Las horas las aglomeraciones los cantos y las lenguas
Están en los talleres negros de inefables razones de ser
De permanecer al centro del vértigo tan fraternal
Cuyos densos acentos reflejan el dolor íntimo
En una migración abierta a los ecos del paisaje
Tomando en sus impulsos la audacia de la conciencia
Todo canta todo se dispersa
(IV)
Caminan golpeados por la profusión de los deseos movedizos
Con el sufrimiento en la frente se aventuran en el allá
Todo el peso de los choques y de las fisuras intensas guía
En la migración las figurillas surgidas de la realidad
Los límites del lugar imaginan los infinitos del trazado
Una vía y otra y un desvío de repente oscuro
Libertan aires lejanos ligados a los cuerpos que se encorvan
Entre ellos el hilo de los caminos avanza lazo interior
La tierra las manos las espaldas toman el color de la hora
Piensan en los gestos de perseguir y de divagar sin fin
Una herida inicia la esperanza secreta de un canto más denso
En el ardor y la aplicación del ajedrez a la deriva
Sismógrafo inventando el diluvio irrevocable de los signos
Más allá de los obstáculos de esta esfera humana
De norte a sur dejan el instante de las eternidades
Los hemisferios dictan gravemente una coreografía
Un vértigo de los cuerpos se descubre anónimo y caliente
Como el absoluto oscuro de las miradas inquietas por ir
Así al principio del espejismo donde surgen
Las travesías inauditas los puntos del día las marcas
Imbricadas en los trazados en el sentido del descifre
En ademán de los escombros de un viaje en el presente
Montreal tú te vas
A/ Monique LaRue
Montreal te vas y la nieve me lleva
mi ciudad agujereada de tiempos mi ciudad de noches invernales
de blancos de memoria de trabajos inseguros
Montreal tú te vas todas tus calles me abandonan
por un poema en descenso por nada
sólo como para ver por suerte
un pesar la ilusión un rodeo o bien el fin de las alegrías
sin orgullo en las vitrinas imposibles
nadas que mueren y que renacen de ayer
Montreal tú me pierdes Montreal eso eres tú
en esas calles desnudas en los bloques de vidrio
esas imágenes y libros te cuentan historias
los mentirosos sin fondo de una callejuela adonde nadie va
más lejos eres todavía tú más adelante en el vacío
tu edificas pobre ciudad pobre infancia infinita
la memoria y los textos de forma irregular
de las avenidas nacientes imprimen sin razón
las otras dimensiones de las auroras y de los bullicios
el alba es blanca tu cielo naranja y tus ojos azules
yo reconozco tu aire tu manera de hablar
las mezclas de tu sueño nacido del lugar para durar
Montreal tú no sabes si tus bares están cerrados
ni si perseveras cuando la escarcha te nombra
si los aleros del hielo recuerdan poemas
la gran sainte-catherine street los neones cansados
........................................los estruendos
Montreal tu revelas tesoros que los marinos profanos
jamás sabrán decir la ilusión o la amplitud
o la ley bajo el yugo del hielo que nos engulle
pues qué decir de una ciudad que surge de ella misma
atravesando su leyenda iniciando sus relatos
al borde de un soplo frío en el abismo sin tregua
ciudad de soledad ¡OH! ciudad de mi única esperanza
Montreal de mi vida Montreal de mi alma
tus recuerdos me desgajan frente a los olvidos
tus terrores me fulminan tus faltas me seducen
Montreal anulada Montreal triturada desatada
qué red de tempestades te entregará tu visión
Montreal de mi tiempo visitando séquitos
y hablo de ti cuando la noche se escapa
y hablo de un poema escrito sobre tu paso
tu ibas ese día en una mañana sin fin
Si dar la respuesta al vacío "nial"
Claude Beausoleil nació en Montreal, Québec, en 1948. Es poeta,
crítico literario, traductor y profesor de literatura; director de la revista Levres Urbaines.
En 1980 recibió el premio
Emile-Nelligan (Prix Emile-Nelligan)
y en 1989 fue condecorado con la Orden Francófona de América (L'Ordre des francophones d'Amérique).Selección de su libro La 2e avenue
En pleno corazón de Noranda en la tarde
El sol lanza sus rayos sobre nuestros cabellos
Françoise me lleva a su casa
Las moscas verdes están instaladas
En los olores de mierda y de basuras
Las mejillas encendidas corremos
Entre los rieles
En pozas de aceite
Huele a arena grasosa el remanente en la nariz
Es el norte del verano
Los tábanos zigzaguean en el trébol
Los capturamos en frascos
El gas de la mina nos envuelve de un golpe
Nos agarra la garganta.
«El sol volvió arrugado
Al patio de arena bruta
Las piernas colgando del balcón
La espalda clavada en el papel ladrillo ardiendo
Contemplamos las chimeneas
Rectas disparejas en el cielo
Eternas y sólidas
Llegan como ladronas
A la hora que menos lo esperamos
Arrojan su nube azufrada
Sobre nuestros cabellos sobre nuestra piel
Yo atrapo un saltamontes
Trafico la eternidad
Para que haga un poco de melaza
En la palma de mi mano»
Ella es un paisaje de verano
Con un poco de rosado
Alrededor del enrejado
Las moscas paran de volar
Sus alas están atrapadas
En un pliegue del cielo
Las dientes de león
Le sirven de sol
Las voces en el columpio
Le dicen Anda afuera está bonitoPero ella se estira en el invernadero
Con cintas
Alrededor de su cerebroSelección del Poemario: Ce que je suis devant personne
Lo que soy frente
a nadie
Nadie, pronto, nadie, en otra parte. Entonces, voy donde no hay
camas para dos, donde no existen palabras inútiles. Por
supuesto, a veces envidio al enamorado que se desviste sin
pensar, que se desliza cerca de su próxima catástrofe, que
no se equivoca traicionando la luz o la materia de su propia
realidad. Imagino, conmovido, sus pequeñas vestimentas
dobladas o tiradas sobre la silla, en la pieza, en la vida.
Prefiero las cosas abandonadas. Están ahí para nuestros cuerpos
cesantes, para nuestros cansancios de obreros. Ellas nos
llevan de regreso al cero, ellas reflejan la unidad del ser
y del mundo, ellas se quiebran por nosotros, ellas se quiebran
muy bien; se alejan, pues, de los que piensan en los libros o
que se ven como verdades.
II
Tantas miserias, de dolor me absorben, me interrogan, me invaden
que me es imposible ser exacto. Ellas me devuelven a mis
zapatos desolados, a inviernos interminables, a pasos en el
centro de la borrasca, a la soledad que creada por frío, al
desdoblamiento del ser. Pensar, morir, llorar no me pertenecen
más. Los sueños se apagan por si solos, ningún resguardo
es conveniente.
III
Sucede que inadecuado en lo real, me enamoro de una silla, de una
cama, o de un teléfono público.
Los ojos, cuando son verdaderos ojos, ojos enloquecidos, ojos de
profundas necesidades, me vigilan, me siguen y toman lo que
arrastra...lo poco que me queda. Mis hermosos ojos irrespon-
sables no conservan nada; ni el movimiento, ni la blancura de
las aves, ni la fachada de los monumentos, ni el movimiento
de la blancura de las aves sobre la fachada de los monumentos.
Me alejo de la forma humana como huyo de mi persona
insuficiente. Frente a la ventana, veo el marco, frente a la
suma de necesidades, de las urgencias absolutas, sano
el hambre y la sed.
IV
El hablar me complica y me destruye. Entonces, lo digo todo sin
gravedad: Tengo escalofrío, acelero el paso, agarro un catarro,
acomodo mi bufanda, bajo las pupilas, tengo calor, tengo
frío, soy una pequeña mecánica espiritual atrapada por la nieve.
Después del paso de los veinte últimos siglos, después de todas
esas voces sin unidad formal, después de tantos otros
corazones malditos, después del amor esparcido fuera de nosotros,
después de nuestros poemas destructores de poemas,
comprendo que nada me sana, que nada me consuela.
V
Dominado por un dolor que me irrita hace dos días, dominado
también por esta luz de atardecer que entorpece y que me
recuerda un día en que amé a alguien, tengo el ritmo lento de
los buques de carga, doy mi voz al ser de la soledad, de
memoria, aprendo los poemas que transportan el agua,
el abastecimiento adonde la existencia es frágil
y sin contemplación.
Seamos concisos, materiales, indiferentes, perfectos: La realidad
es nuestra monstruosidad; Ella nos deja a merced de nuestro
rechazo al inmediato. Sin embargo, nada que se derrumba, nada
que no continúe su trayecto, nada impensable, nada sorprendente.
El agua corre, el fuego penetra la madera, las llamas
suben hacia la nieve, la nieve se establece en nuestros
hombros, somos del vértigo, nacemos como chispas e iluminamos
momentáneamente las noches que atravesamos.*
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* El calor me desgasta. Un libro sobre una silla me atrae pero no
tengo ganas de leer. Algunos pájaros grandes, a lo lejos, se disputan
y acompañan mi alcohol que vuela, que resbala, me enamora.
Nuevamente veo el invierno y una vez más caminando
contra el viento. Me digo que en las noches de invierno,
parecemos animalitos emboscados. Pienso en alta voz
en los momentos en que todos estamos muy cansados. Pienso
que faltarían ángeles para trabajar por nosotros. Pienso como se muere.
El vientre del invierno, el pesado abrigo colgado para que se
seque, la mano sobre la mesa, la otra imitando el vuelo de
las aves, algunas palabras tan materiales que calientan mi
cama, la manada corriendo sobre el banco de hielo en un
sueño, una casa aislada en el frío, la embriaguez frente a la
actualidad del día, los astros que caen y los que aparecen
frente a nuestros ojos, los seres transformándose en piedras
y poniéndose inescrutables, las tristezas que duran hasta el
día siguiente, todo el agua de la sed, el silencio guardado
sobre ciertas cosas para no ir demasiado rápido a la muerte,
el cuerpo como lugar privilegiado de la tierra negra.
Eso se envuelve bajo mi propio nombre.
Jean-Marc Desgent. Poeta quebequeño, nació en Montreal el 15 de
septiembre de 1951. Después de estudios universitarios en literatura y
antropología, trabaja como profesor de poesía y lingüística. Colabora como
crítico literario en diversas revistas literarias.
Su
primer título publicado en Herbe Rouge
en 1981, Faillite sauvage, fue
finalista en el Premio Emile-Nelligan. Luego, produce seis poemarios más y una
novela corta. Su libro, On croit trop que
rien ne meurt, publicado en Ecrits
des Forges en 1992, queda como finalista en los premios literarios
UNEQ-Journal de Montreal y de la Fondation
des Forges. Publica en 1994: Ce que je suis
devant personne y Les quatre états du
soleil. Sus poemas aparecen publicados en más de una veintena de revistas de Quebec, de Méjico, francesas y belgas. Algunos críticos describen a Jean-Marc Desgent como autor de "tonalidad que golpea, delirante, sensual, llevado por un lirismo atormentado". El amor, la angustia, la soledad y los efectos de la cultura, son los temas que frecuentemente brotan en sus actualmente publicados. Su poesía narrativa, a flor de piel, sin concesión, siempre ha sido marcada por la lucidez. Hace algunos años, Jean-Marc Desgent publicaba un poema cuyo título resume muy bien el conjunto de su obra: "Mi vida será bella y violenta o no será".
CUARTETOS de Acquelin
El ave respirable (fragmento)
darse un gusto no es olvidarse
causarse sufrimiento es no poder olvidarse
anda hacia la ventana y mira la noche
aquella que quedó sentada sobre tu silla
*
Nadie es el amo de nadie
porque vivir es pasar y ver que no se es nadie
entonces nadie es amo de nadie
ya que nadie es amo de todos
*
gota a gota escucho el cielo
que cae haciendo guiños
a todos los que miran sus pies
en los charcos de los caminos
*
soy el ojo colgante en el lóbulo del silencio
floto en el más lento arroyo de viento
cada gorrión levanta mis pupilas con sus alas
sé que soy cuando no existo
*
las aves se van a descansar cuando la luz se va
me siento bajo una estrella y pregunto su nombre
soy todavía un hombre y todavía amo los sonidos
mismo si nos elevamos mejor cuando el aire está quieto
*
hace mucho tiempo que es el crepúsculo de la nada
cada alba trae el viento de los bosques a la ciudad
nuestras palabras son pequeñas nubes en el fuego del azul
qué queda por hacer cuando se está con razón o sin ella
*
el viento juega sobre la luz
el sueño juega sobre la verdad
por ese poco de piel que hace
que no nazcamos sin pupilas
*
el viento es un ave inmóvil que ilumina la noche
el viento penetra en ti para soplar sobre el umbral:
lo que te levanta hasta las estrellas no es tu ojo
porque si tú ves tu ojo es que ya una estrella que escapa
*
al alba se calma esa sangre
se redondea y se arregla en fruta
en el árbol lácteo de las raíces de los tiempos
donde algunas piedras vuelan sin ruido
Gastón Miron
Selección de: L'homme repaillé
Montreal, Les presses de l'Université de Montréal, 1970.
En una sola nutrida frase
Pido perdón a todos los poetas que pirateé
- Poetas de todos los países, de todas las épocas -
no tenía otras palabras, ni otras letras
que las vuestras, pero de alguna manera, hermanos
es un homenaje a ustedes
pues hoy, aquí, de un hombre a otro
hay una palabra entre ellos, que son
vuestro propio hilo conductor del hombre
muchas gracias.
Lugar común
Nadie puede nada
pero los objetos pero las cosas
nadie nadie
pero érase una vez todas las veces
nunca siempre y sin embargo
oceánicos
tu nosotros
mi nosotros
VII
a partir de la blanca agonía de padre en hijos
a la consigna de la carne y de almas
a todos me uno
hasta el estado del detrito si es necesario
en la resistencia
a la amarga descomposición visceral y étnica
de la muerte de los pueblos desecados
donde la muerte no es la muerte de alguien.
Las obras más conocidas de Miron son L'Homme rapaillé, una epopeya de voz íntima describiendo un pueblo alienado que descubre y reivindica la libertad y La marche à l'amour, bello canto de esperanza desde el corazón de la palabra del poeta.
En México Marco Antonio Campos nos presenta El hombre redivivo (2001), poesía reunida del poeta quebequeño.
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