Vámonos patria a caminar,
yo te acompaño
Yo bajaré los abismos que digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz para que cantes.
Yo he de morir para que no mueras,
para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañante en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
Ay, patria.
A los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos de un árbol de rocío agudo,
violento de cóleras de pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.
Nunca estoy solo
De veras, nunca estoy solo.
Nunca estoy solo
De veras, nunca estoy solo.
Tan solo estoy triste
cuando tus ojos
huyendel sitio
en que debimos
encontrarnos
por la tarde.
Ahora
se pudre la espera
debajo del tiempo,
del tiempo que se ríe
de mí, gran amador,
desprovisto de amada
en búsqueda siempre
Los amantes
Se habían
encontrado hace poco.
Y hace pronto
se habían separado,
llevándose
cada uno consigo
su nunca o su jamás,
su afirmación de olvido,
su golpeador dolor.
Pero el último beso
que volara de sus bocas,
era un planeta azul.
Girando
en torno a su ausencia.
Y ellos
vivían de su luz
igual que de su recuerdo.
Intelectuales apolíticos
Un día,
los intelectuales
apolíticos
de mi país
serán interrogados
por el hombre
sencillo
de nuestro pueblo.Se les preguntará
sobre lo que hicieron
cuando
la patria se apagaba
lentamente,
como una hoguera dulce,
pequeña y sola.No serán interrogados
sobre sus trajes,
ni sobre sus largas
siestas
después de la merienda,
tampoco sobre sus estériles
combates con la nada,
ni sobre su ontológica
manera
de llegar a las monedas.
No se les interrogará
sobre la mitología griega,
ni sobre el asco
que sintieron de sí,
cuando alguien, en su fondo,
se disponía a morir cobardemente.
Nada se les preguntará
sobre sus justificaciones
absurdas,
crecidas a la sombra
de una mentira rotunda.
Ese día vendrán
los hombres sencillos.
Los que nunca cupieron
en los libros y versos
de los intelectuales apolíticos,
pero que llegaban todos los días
a dejarles la leche y el pan,
los huevos y las tortillas,
los que les cosían la ropa,
los que le manejaban los carros,
les cuidaban sus perros y jardines,
y trabajaban para ellos,
y preguntarán,
"¿Qué hicisteis cuando los pobres
sufrían, y se quemaba en ellos,
gravemente, la ternura y la vida?"
Intelectuales apolíticos
de mi dulce país,
no podréis responder nada.
Os devorará un buitre de silencio
las entrañas.
Os roerá el alma
vuestra propia miseria.
Y callaréis,
avergonzados de vosotros.
Otto René Castillo. Guatemala, (1936-1967). Poeta guerrillero capturado en la Sierra de las Minas con Nora Paiz, su amor, también combatiente, y quemados vivos el 17 de marzo de 1967, durante el gobierno de Méndez Montenegro. De aquel combate según se cuenta sólo salvó la vida el legendario Pablo Monsanto. Vivió 31 años. Dio a su pueblo su canto y su vida. ¿Qué más puede dar un poeta?
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