Saber leer los
signos de los tiempos, parece ser una labor destinada para quienes reciben la
ayuda celestial del espíritu santo -que dicen rondó en Roma, hace un par de
días atrás- con la designación de un cardenal argentino como sucesor de la
silla de Pedro.
Para quienes
no tenemos tan monumental ayuda, dilucidar las claves del momento histórico se
vuelve un trabajo cargado de tropiezos y puertas que conducen a ninguna parte.
Poderoso
caballero don dinero
Conviene entonces agudizar todos los sentidos, para intentar entender la coyuntura social y política. Estamos a mediados de marzo y la vieja Europa, continúa asediada por una crisis económica que pareciera no tener fin, Vittorio Corvo ex -presidente del Banco Central ve con preocupación el año 2013:
“Así, es muy
probable que el 2013 sea el año más difícil de esta crisis para Chile y el
mundo. La fuerte expansión que realizó el BCE hacia fines de 2011 hizo que se
corriera cerca de seis meses el mayor deterioro de Europa. De esa forma, lo más
probable es que el PIB chileno en 2013 crezca menos que este año y frente a eso
se va a requerir una respuesta de política monetaria. El BC cuenta con espacio
para bajar la tasa, lo que ayudará a amortiguar la desaceleración”. (La Tercera 22 de julio 2012)
Mucho más
crítica es la opinión del economista Manuel Riesco, quien manifestó su
preocupación por un tema más de fondo, el llamado “mal holandés” que afectaría
a la economía Chilena porque las inversiones no se han dirigido a contratar
mano de obra, con el objetivo de producir bienes y servicios competitivos. La
economía nacional se caracteriza por exportar materia prima en especial cobre a
un alto precio, pero corre un serio riesgo porque si la economía mundial se
contrae, la ganancia por los altos precios desaparecerá, generando una
situación donde la economía se enfrentaría a su realidad.
Para el
ciudadano común sin embargo, las dimensiones teóricas de la macro-economía,
parecen áridas e inentendibles, tanto como la escala humana para quienes viven
entre variables de todo tipo y olvidan el rostro humano de la pobreza, la
indigencia, un sueldo mínimo etc.
Los que
miramos la realidad desde el parámetro de la panadería y la feria, lo único que
hemos constatado es el exagerado precio de una serie de productos entre ellos
el pan, las frutas, los cítricos, sin contar el combustible. Aun así por alguna
inexplicable razón no se expresan de manera más rotunda en el IPC. Cuesta creer
que la variación de precios haya llegado solo al 1,3% durante el año 2012.
Entonces una
primera clave de análisis, es si la economía chilena continuará como si no
existiera la crisis internacional y el bolsillo de los que viven de un sueldo
(o de dos mínimos) resistirán las fuertes alzas, sin siquiera levantarse de su
asiento excepto para aplaudir la llegada de algún bono.
El
impacto de la muerte de Chávez
Sin duda la ausencia de Chávez, en América Latina, es una pérdida para el proceso de unidad del continente. Recién ahí, ante el impacto internacional por su desaparición los chilenos sintieron el peso de su figura, los años de críticas y deformaciones entregadas por la prensa uniforme, se confrontaron con una realidad poderosa, el mandatario más vilipendiado por los medios oficiales chilenos en la última década, es querido en su país de una manera que emociona y su figura adquiere un peso inesperado para nuestros “analistas políticos” en el concierto mundial.
Chávez sin
embargo -no es solo eso- puede ser entendido como la voz de todos aquellos que
fueron silenciados por defender los recursos naturales de sus naciones. Y que
luego de su exterminio, tales riquezas se entregaron de manera inmisericorde a
las empresas transnacionales, en una verdadera operación de saqueo global,
amparada por el derecho y las armas de los vencedores. Chávez se atrevió a
levantar la bandera del socialismo, en momentos en que este parecía muerto y
enterrado. Un socialismo democrático, con sentido nacional, abierto a
reconocerse en los pueblos originarios. Un socialismo con errores, en camino…
Un socialismo abierto a entender y dialogar con su pueblo, además de dispuesto
a defender sus pequeñas conquistas.
Chávez
entendió con mucha lucidez que América Latina se encuentra entrelazada por dos
fuertes tradiciones políticas: por un lado las democracias nacionales y
populares como la propia Venezuela y las democracias liberales tuteladas al
estilo de Chile y Colombia,
Quienes de
manera incesante, han venido sosteniendo que los populismos serían un riesgo
para la democracia en la región, olvidan con mucha facilidad que las grandes
transgresiones a la democracia producidas en nuestro continente, se han hecho
en nombre y defensa de las prácticas neoliberales, Honduras, Paraguay son
ejemplos recientes, para no recurrir a los archiconocidos golpes de estado en
la década de los setenta,
No es Chávez,
Correa o Cristina Fernández, quienes han puesto en peligro sus democracias,
tarde o temprano sus contradicciones se resuelven en las urnas. Quienes son un
peligro para la democracia son los que viven de espaldas al escrutinio popular,
los que se resisten a cualquier profundización democrática; como el libre y
soberano derecho a voto de los compatriotas en el extranjero o tiemblan ante
cualquier intento de alteración de la sacrosanta carta fundamental. Ellos, los
que sudan de solo pensar en la revocación popular de cargos, esos son y serán
el mayor peligro para las democracias del continente.
Una
sociedad líquida y casi viscosa
En Chile conviven hoy dos fuerzas que se contraponen. Por una parte los que pretenden lograr cambios significativos en el ámbito en la arquitectura política; y quienes consideran que tales alteraciones son nocivas para la convivencia -por tanto, aspiran a conservar lo existente- suponiendo por añadidura que la ciudadanía con dudas y arrebatos, desde el silencio los apoya.
Tales fuerzas
no pueden ser vistas de manera tradicional, como dos masas que chocan, buscando
destruirse una a otra o sencillamente anularse. Tampoco se puede recurrir al
ejemplo hegeliano de las autoconciencias que finalmente se repelen, son más
bien líquidos casi viscosos, que tienden a mezclarse y adquirir colores
distintos, de acuerdo a los niveles de conflicto o pasividad.
Solo de esa
manera puede entenderse, lo movedizo y desconcertante del momento político,
porque quienes pretenden aislar a las fuerzas conservadoras, se encuentran con
la indesmentible realidad que esas corrientes se encuentran diseminadas en un
amplio espectro del mapa político, de ahí que las alianzas de cualquier tipo,
se vuelvan por momentos incomprensibles para la ciudadanía.
Los intereses
cruzados, en temas como educación, salud, construcción y otros nos hablan de
este conjunto de viscosidades, difíciles de tragar, por una ciudadanía que no
acepta de buenas a primeras, cualquier líquido, por buen aspecto, olor y sabor
que tenga.
Las corrientes
conservadoras, por otro cauce o en el mismo de las progresistas, no escapan a
la lógica de la liquidez verbal y conceptual, basta recordar la reciente
elección de alcaldes y concejales, donde de modo muy curioso y salvo
excepciones, los candidatos parecían sostenerse únicamente en sus propias
imágenes, sin pasado o presente político, rostros puestos ahí, como simples
artículos de consumo y deshecho.
De la fuerza
arrolladora de la UDI, poco queda. Su carta electoral es el llamado “candidato
de las tiendas comerciales” lo presentan como independiente, una especie de
Moisés rescatado de las oficinas de CENCOSUD y dispuesto a liberar a los
consumidores, de las riendas de ciudadanía.
En tanto desde
el extranjero, se nos informa que Michelle Bachelet, pronto arribará a Chile,
se trata de la carta más segura de la oposición, según las encuestas. Ella trae
el nuevo cáliz, uno que viene destinado a sellar la nueva alianza entre
ciudadanos y clase política, El líquido casi viscoso es nuestro y la mezcla es
parte de una vieja receta, macerada en pleno concubinato.
Por Omar Cid
Poeta y Director
Crónica Digital
Santiago de Chile 19 de marzo 2013.
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