Presentación y diagramación:
Adaptación y selección : Alfredo Lavergne |
En
general, estos poemas fueron recibidos de traducciones y fueron adaptadas al
castellano gracias al porfiado aporte de
mis amigos Gilles Michuad, Mitsuo Horiguku, Jonh Horton y a mi limitado
conocimiento de los idiomas que en esta labor nos permitieron seleccionar no sin
defectos.
.
¿Qué es
un haiku?
La huella
de la historia del haiku remonta a los estudios de la primera antología poética
reunida en el año 760 de la Era cristiana, Poemario de diez mil hojas y a
los de la antología de poesía japonesa Korin-waka, recopilada por orden Imperial el
año 905 del mismo calendario. En esa publicación y específicamente en su sección
titulada Kaikai o “poemas libres”, descubrimos Tankas, la
literatura más antigua del Japón, poema de 31 sílabas (5,7,5,7,7). Estos son
poemas de menor extensión y más simples que la poesía tradicional de la
época.
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El haiku
es un cambio o enfrentamiento dentro de los afilados metales de la tradición
poética japonesa. De la publicación Korin-waka y específicamente de
su sección Kaikai, surgen nuevas formas de expresión poética. Una de
ellas es la “Renga”, que es una variación del tanka. También de 31 sílabas, se
compone de dos partes, la primera de 17 sílabas (5,7,5) y la segunda de 14
sílabas (7,7). En aquellos tiempos eran exclusivas de nobles y cortesanos. Una
vez al alcance cultural de la plebe del siglo XVII la burguesía introduce
cambios, la vulgariza y genera el denominado Kaikai-renga o “renga
humorística”. En la renga un primer poeta crea los tres primeros versos para que
luego otro forme un texto continuo. De esta continuidad de estrofas y del
“collage” de letras adjuntadas al Kaikai-renga, poema de longitud
variable trabajado por dos o más poetas y compuesto de preguntas y respuestas,
poco a poco la estrofa inicial del primer poeta, 5/7/5 sílabas, el Hokku
o Kaikai-hokku, se independiza y se presenta el haiku.
Diremos
que el Haiku es un sector poético resumido de fórmulas antiguas, poema cargado
de elementos de la naturaleza ligados al culto animista shinto, ejercicio
espiritual, suspiro escrito, poesía del deleite, versos del “alma del Japón”,
voluntad de ordenamiento del mundo, la capacidad del poeta japonés que observa y
sintetiza su contacto con la naturaleza, el arte de sugerir un estado interior
sin describirlo, inmediatez minimalista, referente de la estación climatérica
representada y vivida por el poeta, la gran altura del precepto estético del
oriente. Agregaríamos a esas “tradicionales definiciones”, la existencia en la
carne y el beso en la piel del poeta. La palabra cargada de budismo Zen y
caligrafía de cultos peregrinos. El espejo intelectual y el espacio poético
propio del poeta japonés...orientalizando otros estilos.
Apuntemos
del ensayo La occidentalización de la Poesía japonesa de Alfonso Barrera
V., Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana,1970, que nos sugiere; “Salvado el
respeto que merece la tradición (japonesa), que las formas de poesía antigua, no
pueden ocultar, en su juego de preceptos, algo de receta casera o de tarea
escolar”. Y que el haiku sufrió no pocos cambios, tanto en el sentido estético
como en la expresión, con los empujones que la técnica dio al mundillo
metafísico, en las crisis sociales del hombre en Asia y en la occidentalización
por los viajes transculturales del estilo.
Minimizaremos la introducción de “Mujeres en el haiku japonés”, con un
haiku de Chiyo-Ni para introducir el
aporte de estas “haijinas” (poetas que laboran el haiku), al estilo y a la
humanidad… Si por las mañanas se cierran / las campanillas en flor. / ¡Es por el
odio de los hombres!
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Mujeres en el haiku clásico japonés
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Hawai
Chigetsu (1632-1718)
Sola en la cama
Escucho un mosquito
Revoloteando una triste melodía.
Vienen los niños.
Me sacan de la cama
y los años se van.
Para mi trabajo
En el fregadero
El canto del uguisu.
Visité su tumba en Kiso.
De abrir la puerta mostraría al Buda
Brote de flores.
Señalan con la mano.
En puntillas los niños
la luna admiran.
|
Den
Sute-jo (1633-1698)
Discípula de Basho.
En el agua
teme a su reflejo
la luciérnaga.
Mañana nevada.
Por todas partes
huellas de zuecos.
Verano.
A través de la nubes
hay un atajo a la luna.
Ni una sola hoja
No duerme ni la luna
En este sauce
|
Sono-jo
(Shiba Sonome. 1664-1726)
Violeta salvaje.
Incluso antes de florecer
se distingue.
Descontentas
Las violetas han muerto
También las colinas
El niño que cargo
en la espalda juega en mi cabello
¡Qué calidez!
Tropezando
En una roca
El canto del hototogisu.
|
Ogawa
Shushiki
(1669-1725)
También
conocida como Oaki y Ume Shuhuki
Cuidado.
La contemplación del cerezo
embriaga.
Despierta
de este
sueño
veré el
violeta de los iris*
*Poema
escrito poco antes de su muerte. La vida es un
|
Chiyo-Ni
(Kaga No Chiyo.
1703-1775)
Religiosa budista. Se casó muy joven y quedó viuda
Los
caballos al galope
Huelen sus
cuartillas
Un perfume
de violetas.
Roza
El hilo de
la caña de pescar
La luna en
verano.
Como la
nieve
mi pálido reflejo en el agua.
Todo lo
que recogemos
en la
playa de marea baja-
se
mueve.
Sin niño
que se acerque
Las
paredes de papel
Están
frías.
En el
llano y la montaña
Todo
parece inmóvil
Esta
mañana nevada.
Si por las
mañanas se cierran
las
campanillas en flor.
¡Es por el
odio de los hombres!
En las
lluvias de primavera
Todas las
cosas
Son más
bellas.
La rama en
flor del ciruelo
otorga
perfume
al que la
corta.
.
Del
violeta de las nubes
Al morado
de los iris
Se dirige
mi pensamiento.*
* Chiyo-ni, describe la muerte de su
joven madre en
¡Luciérnagas. Luciérnagas!
Por el
río
las
tinieblas pasan.
Muchas
veces
¡Hototogisu, hototogisu!
y
amanece.
Habiendo observado la luna
Parto de esta vida
Con
una bendición.
El agua se
cristaliza
Las
luciérnagas se apagan
Nada
existe.*
*Escrito poco antes de su muerte.
|
Matsumoto
Koyu-Ni
(Haijina del siglo XVIII)
Las flores
caídas
Ahora
nuestras mentes
Están en
paz.
|
Seifu-Ni
(Enomoto Seifujo) (1732-1814)
Religiosa
Quietud.
Una
mariposa fuera de la lluvia
vaga en mi alcoba.
El
bebe
mostrando una flor
abre su
boca.
Fin de la
primavera.
Entre las
medicinales artemisas
las
osamentas humanas.
La
mariposa es vieja.
Pero mi
alma
en
los crisantemos juguetea.
Todos duermen.
No
queda nada
entre la luna y yo.
El
camino estrecho
termina en un campo
de
porros.
|
Tagami
Kikusha-Ni (1753-1826)
Religiosa budista.
Deseo
partir
Peinada de
luna
Bajo el cielo errante.
Todo mi cuerpo
En
este otoño se siente
Crepúsculo
en la lluvia.
Tomando el
fresco sobre el puente
La luna y
yo
Quedamos
solas.
En mi
sombrero
En lejanas
montañas
Sonido de hojas.
|
Oku Michihiko (1755-1818)
La
luna y la nieve.
A
través de la llovizna
la
luz de la mañana.
Dos
casas
con
las puertas abiertas.
Montañas
en otoño.
|
Imaizumi
Sogetsu-Ni ( -1804)
Luego del
baile
El viento
en los pinos
El
canto de los insectos.
Amanece
la
luna y la nieve
de
un color.
|
Akiko Yanakiwara
(1878-1942)
Es recreada en el interesante
trabajo, “Three Women Poets
El bote se aleja
y forma un camino blanco
mi dolor y su huella.
Más rápido que granizo
Más liviano que pluma
Un pensamiento cruzó mi mente.
Vivo el espejismo de estar contigo
Así camino
por un bosque en flor. |
Abe Mirodijo (1886-1980)
Por
el cañaveral marchito
Oscurecidas por las nubes
El
agua duerme.
El
insecto
Luego de invernar
Como
infante trabaja sus patas.
Mariposa de otoño.
Me
dejaste sola
entre los montes.
|
Sugita Hisajo (1890-1946)
De pureza
blanca
arquean
sus pétalos
los
crisantemos de luna.
La
luna cala
entre mi ropa
hasta mi
piel.
Indómito
hototogisu.
Pasas
haciendo ecos
a tu
antojo.
|
Huyemaruko Shizuku (1898-1992)
Soledad.
Las
nubes en el pico de la montaña
Y
el saltamontes salta en el valle.
|
Hashimoto
Takako
(1899-1963)
Bajo la
viva luna
duermo
con un
moribundo.
Después de
mis lágrimas
La
plenitud
De
mi soplo blanco
Hortensia.
La
carta de ayer
se volvió
noticia vieja.
Ráfaga de
nieve.
En sus
brazos
sofoco.
|
Huyemaruko Shizuku (1898-1992)
Soledad.
Las
nubes en el pico de la montaña
y el saltamontes salta en el valle.
|
Mitsuhashi
Takajo (1899-1972)
Adiós.
Más allá
de la neblina
una niebla
más profunda.
Sobre un
trineo sin luz
A la caída
del día
En
la llanura nevada.
El
granizo.
Un
pájaro de fuego
en su
boca.
|
La mujer en el haiku del
SIGLO XX |
NAKAMURA TEIJO
Fundó la revista Kazahama. Es la poeta
La
flor de loto
Su
hojas y las marchitas
Flotando en el agua
Este hombre
Bajo un cerezo en flor
Estaba al fresco
Al
arrozal en primavera
La
mujer afuera
Mirando serenamente
Noche fría.
Si
cubro mi hija
se
me arrima.
|
HOSHINO TATSUKO
Fundó una
revista de haiku exclusiva para mujeres y colaboró
en la prestigiosa Hototogisu.
Blancos los rostros
Que
observan
El
arco iris.
Generoso verdor
El
plato en verano
Tanta verdura.
|
SUZUKI
MASAJO
Noche de
escarcha.
¿Cómo
dormir
si
el mar no descansa?
El color
de fuego
Incendia
nuestra casa
El
crepúsculo
He
robado un hombre
Nada de valor
Enrolló la persiana
Consolándome una vez más
En
la nieve primaveral
Hablando conmigo misma
|
TAKAGI
HARUKO
¡Ser un
oso
invernando
al fondo
de su cueva!
|
NOZAWA
SETSUKO
Otoño en
las montañas.
Tantas
estrellas
y
tantos lejanos antepasados.
La
primera nevada
Comienza en la oscuridad
Termina en la oscuridad
|
IIJIMA
HARUKO
El lirio
de la montaña.
Su polen
sube
y empapa
mis senos.
|
KAKIMOTO
TAE
Hija de
sacerdote budista.
Una
mariposa de invierno cerca de mí
La gran
campana del templo
Se mueve
lentamente
Un
ruido
Cavan una
fosa
Detrás de
las camelias
Una
bandera roja
en un
callejón de Nara
y la luna
del día.
Levantando
la cortina
del verano
que termina.
No veo
nada
Rodeada de
crisantemos
Paso la
mano por mis mejillas
Que son
ásperas
|
KUBOTA
KEIKO
Cielo
nevado.
Yo no
conocí mi padre
en su
cincuentena.
|
NOZAWA
SETSUKO
Otoño en
las montañas.
Tantas
estrellas
y
tantos lejanos antepasados.
La
primera nevada
Comienza en la oscuridad
Termina en la oscuridad
|
SAITO
UMEKO
En mi
palma
no hay
nada.
Relámpagos
en la noche
|
NAGASHIMA
YASUKO
En el
plato de vidrio
el
tintineo de las espinas del pescado.
Una
familia común
|
HIRAMATSU
YOSHIKO
Cortando
la paja
Bajo
estrellas marchitas
Mi guadaña
golpea una tumba
|
FUYUNO
NIJI
Fiesta de
primavera.
Desde el
fondo del agua
las
plantas me llaman.
Aún sin
nombre
Entonces
esta hamaca
Es lisa y
resbalosa
Pavo
blanco
Fiebre
Cuando me
levanto al amanecer
La
primavera reflexiona.
Los brazos
cruzados
en
la velocidad de raíces amargas.
En
el cuarto oscuro de las fotos
dejo una postal
con un
ciruelo en flor.
Ante el
mar agitado
la cuerda
a saltar
abre un vacío.
De
paso
tomo para mí
la
luz del narciso.
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