por Carmen Cuevas Oyarzun
Mariano Latorre Court nace el 4 de enero de 1866 en Cobquecura, provincia de Maule.Sus primeros diez años los vive en la ciudad de Constitución, que él en sus escritos llama Maule. Fue el origen de su primera creación: Cuentos del Maule y posteriormente Puerto Mayor y On Panta. Posteriormente se traslada a Valparaíso, Parral y Santiago Estudia en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Ejerce la docencia en el Liceo Santiago y en el Instituto Nacional. Publica sus primeros en cuentos en la revista Zig Zag. Es nombrado miembro académico de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. Realiza crítica literaria en Zig Zag y La Información. Fue profesor titular de la cátedra de Literatura Chilena y Americana del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Obtuvo los Premios Literarios Municipal, Atenea, Marcial Martínez, etc. Viajó a Perú, Colombia, Argentina. Bolivia, dando conferencias sobre literatura.
Fallece en Santiago de Chile el 11 de noviembre de 1955, dando lugar a sentidas muestras de cariño y congoja. Once oradores despiden sus restos en el Cementerio General, sobresaliendo sin duda el discurso pronunciado por Pablo Neruda.
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EL ESCRITOR
A Mariano Latorre se le ha tildado como el "maestro del criollismo" y merced a ese título, creó una escuela en Chile, tuvo muchos discípulos y, también, ¡ay! varios detractores de su proyecto literario.
La idea no era mala. Lo malo fue la forma en que la llevó a cabo, según algunos. Su obra, compuesta de novelas y cuentos, especialmente, abunda en la descripción de la natura y oculta a los personajes, dando con textos que provocaban el aburrimiento por su morosidad y carencia de interés dramático. Zurzulita, por ejemplo, es un fiel ejemplo de ello. Muchos críticos literarios apuntaron a esa faceta de Latorre, aunque sus panegiristas retrucaban defendiendo esa posición con argumentos sólidos y asentados en argumentos académicos.( Aparte de Ricardo Latcham y Mario Ferrero, resalta el estudio que le dedica Cedomil Goic en su libro La Novela Chilena: Los mitos degradados (1968), análisis que representa en forma clara el gusto de ciertos académicos por el quehacer de Mariano Latorre).
El lector común lo leía, pero no precisamente por placer. Latorre se propuso mostrar la realidad social de Chile a través de sus paisajes, dividiéndolo en zonas. De este modo sus obras nos hablan del Chile marítimo, del cordillerano, del norte y del sur, además de la urbe. Esto, en tiempos en que campeaba en Chile otras tendencias más bien cosmopolitas y era imposible creer que pudiera crearse una literatura nacional, provocó los comentarios literarios de rigor, además de algún rechazo del público. Además, la querella del criollismo, como se llamó, comenzó a desviarse de su cauce artístico e invadió los territorios políticos. Alone (Hernán Díaz Arrieta), que era algo así como el Supremo Pontífice de las letras chilenas, lo atacó sin misericordia y mucho de su afán fue traspasado al gusto de los compatriotas.
Pese a los ataques, Latorre prosiguió en su tarea, de por sí importante. La literatura chilena en general apreció la gesta de Latorre, galardonándolo con el Premio Nacional de Literatura, máximo laurel literario de Chile. Tuvo la oportunidad de ejercer la docencia en diversas entidades educacionales y académicas, granjeándose el cariño de sus alumnos y, en consecuencia, ayudando a fomentar el amor al suelo patrio a través de una mirada más profunda sobre su naturaleza, paisajes y su habla. Su ocupa, sin duda, un lugar preponderante en la galería de los grandes escritores chilenos.
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LA OBRA
Preferentemente su pluma se fue por el lado del cuento ( Cuentos del Maule, Cuna de Cóndores, Chilenos del Mar, On Panta, Hombres y zorros, Mapu, Viento de Mallines, El Caracol, etc), aunque también incursionó en la novela (Zurzulita, Ully, La Paquera), siendo en éste último género literario donde cosechó acerbas críticas por su tendencia a describir antes que escribir. Sus relatos, si bien no son breves, logran el interés que escasea en su trabajo novelístico. Están bien estructurados, la tensión dramática es manifiesta y los personajes, esta vez, tiene vida superior al entorno natural.
Latorre dividió a Chile en regiones naturales y en pos de ellas escribió sus textos. También editó ensayos y una obra de teatro. Del mismo modo, hizo crítica literaria y apoyó mediante prólogos los trabajos de escritores nacionales.
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LOS LIBROS
1. Cuentos del Maule. 1912
2. Cuna de Cóndores. 1918
3. La sombra del caserón teatro.1919
4. Zurzulita, novela. 1920
5. Ully, novela.1923
6. Chilenos del mar, cuentos 1929
7. La chilenidad de Daniel Riquelme, ensayo.1931
8. Hombres en la selva. 1923
9. On Panta, cuentos. 1935
10.Hombres y zorros, cuentos. 1937
11.La literatura de Chile, ensayo. 1941
12. Mapu, cuentos. 1942
13. Viento de Mallines, cuentos. 1944
14. Puerto Mayor, cuentos. 1945
15. El choroy de oro. 1946
16. Chile, país de rincones, relatos. 1947
17. El caracol, cuentos. 1952
18. La isla de los pájaros, cuentos. 1955
19.La paquera, novela póstuma. 1955
20. Memorias y otras confidencias, ensayos. 1971
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EL CRIOLLISMO
Así como Vicente Huidobro inicia un nuevo período en la creación poética en Chile (El Creacionismo) o como Nicanor Parra quiebra los esquemas con su antipoesía, del mismo modo existen escritores que en la narrativa trataron de marcan rumbos distintos a los tradicionales. Así existen los novelistas que impulsan en su quehacer la denuncia social, por ejemplo, como también los que trabajan la realidad chilena, el romanticismo o el imaginismo, que se contrapone a quienes ponen su pupila en el paisaje chileno y que han sido tildados como criollistas.
En esta corriente sobresale sin duda el maestro de ellos, Mariano Latorre, quien dedicó su vida a escribir sobre su país, auscultando, dividiéndolo en "rincones", estudiando sus paisajes, su naturaleza con acentuado amor. Es lo que más le criticaron. Puesto que, por hablar de la natura, dicen, olvidó los personajes, no le dio importancia a la trama, careció de inventiva. No todos los juicios sobre su obra son certeros y su tarea es realmente importante.
El maestro del criollismo, como se le denominó, instauró una verdadera escuela, con discípulos importantes, que lo tuvieron como fanal. Su afán de mirar al país a través de la naturaleza captó adeptos en un momento en que la literatura chilena estaba demasiado influida por las corrientes extranjeras.
El hizo lo que nadie había hecho: escribir novela y cuento ambientado en nuestro país.
Esto provocó enconados debates, no tan sólo por el altruista propósito nacional, sino porque ciertos críticos literarios encontraron su trabajo aburrido, extenso, devorado por la vegetación. Para combatir la tendencia criollista, se fundó la corriente de los imaginistas, que tendía, como lo dice su denominación, a soltar el magín, a elevarse, a crear historias donde los seres humanos eran figuras preponderantes.
Mariano Latorre tiene grande importancia en el acontecer literario y como líder de una corriente distinta, recibió los embates de quienes no quisieron entenderlo.
PALABRAS DE DESPEDIDA DE PABLO NERUDA EN EL FUNERAL DE MARIANO LATORRE. Este día frío en medio del verano es como su partida, como su desaparición repentina en medio del regocijo multiplicado de su obra. No voy a hacer un discurso funerario para Mariano Latorre.
Quiero dedicarle un vuelo de queltehues junto al agua, sus gritos agoreros y su plumaje blanco y negro levantándose de pronto como un abanico enlutado. Voy a dedicarle una queja de pidenes y la mancha mojada, como sangre en el pecho, de todas las loicas de Chile. Voy a dedicarle una espuela de guaso, con rocío matutino, de algún jinete que sale de viaje en la madrugada por las riberas del Maule y su fragancia. Voy a dedicarle, levantándola en su honor, la copa de vino de la patria, colmada por las esencias que él describió y gozó.
Vengo a dejarle un rosario amarillo de topatopas, flores de las quebradas, flores salvajes y puras. Pero él también se merece el susurro secreto de los maitenes tutelares y la fronda de la araucaria. EL, más que nadie, es digno de nuestra flora y su verdadera corona está desde hoy en los montes de la Araucanía, tejida con boldos, arrayanes, copihues y laureles. Una tonada de vendimias lo acompaña y muchas trenzas de nuestras muchachas silvestres en los corredores y bajo los aleros, a la luz del estío o de la lluvia. Y esa cinta tricolor que se anuda al cuello de las guitarras, al hilo de las tonadas, está aquí; ciñe como una guirnalda su cuerpo y lo despide.
Oímos junto a él, los pasos de los labriegos y pampinos, de mineros y de pescadores, de los que trabajan, rastrean, socavan, fecundan nuestra tierra dura. A estas horas está cuajando el cereal y en algún tiempo más los trigales maduros moverán sus olas amarillas en honor del ausente. De Victoria al sur, hasta las islas verdes, en campos y caseríos, en chozas y caminos no estará con nosotros, lo echaremos de menos. Las goletas volarán sobre las aguas, cargadas con sus frutos marinos, pero ya Mariano no navegará entre las islas. Él amó las tierras y las aguas de Chile, las conquistó con paciencia, con sabiduría y con amor, las selló con sus palabras y con sus ojos azules.
En nuestras Américas, el gobernante de un clima a otro, no hace sino entregar las riquezas originales. El escritor, acompañando la lucha de los pueblos, defiende y preserva las herencias. Se buscará más tarde si nuestras costumbres y nuestros trajes, nuestras canciones y nuestras guitarras, han sido sacrificados, si ha desaparecido el tesoro que resguardaron hombres como Mariano Latorre, irreductibles en su canto nacional.
Iremos a buscar en la enramada de sus libros, acudiremos a sus páginas preciosas a conocer y defender lo nuestro. Los clásicos los produce la tierra o, más bien, la alianza entre sus libros y la tierra, y tal vez hemos vivido junto a nuestro primer clásico, Mariano Latorre, sin estimar en lo que tendrá de permanente su fidelidad al mandato de la tierra. Los hombres olvidados, las herramientas y los pájaros, el lenguaje y las fatigas, los animales y las fiestas, seguirán viviendo en la frescura de sus libros. Su corazón fue una nave de madera olorosa, salida de los bosques del Maule, bien construida y martillada en los astilleros de la desembocadura, y en su viaje por el océano seguirá llevando la fuerza, la flor y la poesía de la patria.
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Interesante historia, muy instructiva, el discurso de despedida, bello, gracias por compartir
ResponderEliminarsaludos
Me gusta mucho el blog, Las historias que cuentas, y más esta de una país como chile.
ResponderEliminarSiempre es bueno recordar, gracias por poner a Mariano Latorre y la genial despedida que le brindó Pablo Neruda
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente post, me gusto mucho como lo escribiste y que bueno recordar esa información.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu pagina, la información, los post. Espero sigas escribiendo.
ResponderEliminarEstuve mirando tu blog y tienes post muy buenos. Saludos.
ResponderEliminarMe parece muy intersante las cosas que se dicen en tu post, concuerdo con mucha de ellas.
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