jueves, 8 de diciembre de 2011

LA DERROTA COMUNISTA EN LA FECH Y LOS POSIBLES ESCENARIOS

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por Omar Cid
Poeta y Sub Director de
Crónica Digital





La elección de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, luego de muchos años, se transformó en un fenómeno mediático y de interés nacional, debido a dos factores: En primer lugar, el conflicto estudiantil que puso al país de cabeza y en segundo término, porque uno de los símbolos mediáticos del conflicto, la egresada de geografía Camila Vallejo, se presentaba a la reelección.
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Los comicios estudiantiles, dieron por resultado la derrota de la dirigente comunista, por un estrecho margen. Según su Partido, no se trata de un fracaso, sin embargo. Lo concreto, es que la conducción de la principal universidad pública la perdieron, hipotecando en parte uno de los rostros más exitosos del mundo social. En ese sentido, la decisión de la dirigencia de la Juventud Comunista y del propio partido, fue arriesgada y están pagando el costo de su apuesta.

La lista triunfadora, es elegida con un discurso crítico a los partidos tradicionales y en especial a la estrategia elaborada por los comunistas, en el contexto del conflicto estudiantil.


En el relato de los seguidores de Boric, desde el momento que el Partido Comunista ingresa al Congreso Nacional, se produce la “Bacheletización” de su política, o sea, se transformaron en el tubo de oxígeno, de una alianza política moribunda, donde incluso el sistema binominal tiende a reafirmarse. Por tanto su elección dentro de la Universidad de Chile, es un voto político de castigo, porque así fue planteado.

Las primeras declaraciones del nuevo líder de la FECH, tienden a resaltar las diferencias
“los adversarios de la educación pública, están en el Congreso y en el gobierno”
Lo que en parte es cierto, pero lamentablemente las decisiones que involucran al mundo de la educación, están albergadas allí.

Por tanto definir al antagonista estratégico, dentro del amplio abanico de la lógica de representación binominal, no parece ser un camino acertado, excepto que la estrategia de largo plazo, sea hacer estallar el modelo político vigente, para desde las cenizas generar lo nuevo.

De esa manera puede entenderse la grandilocuencia verbal, al definirse como un movimiento que busca “cambiar el país”.

¿Quiénes serán los sujetos del cambio? Los jóvenes, los estudiantes de la enseñanza pública o una convergencia social y cultural fantasma, armados de una buena verborrea revolucionaria.

Cuando se escucha ese tipo de discursos, tan doctrinarios y se coloca en la balanza la existencia de un gobierno de derecha, encabezado por sujetos políticos opositores acérrimos de la vieja reforma universitaria -y desde ese punto de vista- forjadores del modelo educacional, político y económico vigente, resulta casi irrisorio, suponer la posibilidad de una alteración del escenario, casi por pura buena voluntad.

Porque el movimiento social, no cuenta con las herramientas necesarias hoy, para desmantelar la institución dictatorial. Incluso la tesis de la radicalización del conflicto estudiantil o de otro tipo de problemas por venir, sino es bien manejada y no obtiene pequeños triunfos, puede traducirse en la reelección, tranquila y serena de un nuevo gobierno de derecha, por cuatro años más.

Para el Partido Comunista en cambio, conducir el mundo estudiantil y otros conflictos sociales, para horadar las barreras impuestas del modelo, desde el interior del Congreso, es una variante que no descartan, pero todavía tiene que demostrar su efectividad. Porque los acuerdos entre el gobierno y los congresistas independientes, para obtener los votos faltantes y resolver el tema presupuestario de educación 2012, debieron ser una variante del tablero a considerar, sobre todo en las conversaciones con los estudiantes y los demás sectores de la oposición.

Lo absolutamente inoportuno, sería instalar la política de los berrinches, como el anuncio de la ACES en el sentido de atentar contra el modelo de selección universitaria, las derrotas traen desesperanza y frustración, pero los dirigentes tienen que estar a la altura de sus desafíos.

Insisto, se corre el riesgo de establecer como dinámica política, el berrinche autodestructivo, como modo de provocar en el otro, cierto grado de sensibilidad, como si a los sectores de la derecha política, les fuera a importar las pataletas inorgánicas, cortoplacistas y en el mejor de los casos, hijas de la acción directa de un grupo pequeño o numeroso de estudiantes..

A mi parecer, los nuevos rostros de la dirigencia estudiantil, tienen sobre sus hombros, el compromiso de continuidad del movimiento, en ese sentido la sombra de Camila en la vicepresidencia de la FECH y de los otros dirigentes como Ballesteros y Jackson, pueden pesar por ausencia, si los nuevos rostros no tienen carisma y no son capaces de llenar la pantalla, la tarea de control de las autoridades de turno. Será más fácil, porque las variantes de juego de los nuevos actores, son limitadas y el descrédito que dicen tener con el mundo político, será recíproco a la hora de buscar apoyos.

Finalmente, me llama la atención que en la casa de Bello, no exista una expresión de derecha acorde a la realidad del país, ¿Dónde están esos votos? Esa es una pregunta que intriga a cualquier analista.

Porque si la realidad de las elecciones de la Federación de estudiantes de la Universidad de Chile, se extrapolara, Chile sería un lugar muy distinto, entonces,
la ausencia organizada de la derecha, tiene como objetivo estratégico, bajar el perfil a las propias elecciones de la FECH.


Habría que esperar los resultados de las demás universidades, para saber si es una política generalizada. Lo relevante del hecho, es la ausencia discursiva de la derecha, para defender su modelo impuesto desde la dictadura.

Ese a mi juicio, es
el gran logro del movimiento de los estudiantes, derrotaron la idea de concebir la educación como un bien de consumo, para entablar el paradigma de los derechos sociales. Entre ellos, la educación pública y gratuita.
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