lunes, 1 de junio de 2009

El camino de Ganesha o la memoria de los elefantes



por Omar Cid


Elefante” de la poeta y profesora de literatura, Teresa Calderón, es un libro aparentemente simple, se divide en tres partes: Elefante, Palabra de elefante y Hay más.
El lenguaje escogido por la escritora, la ubica dentro de la tradición de la poesía latinoamericana, esa que rescató a Catulo, Marcial, entre otros. El aire conversacional del texto, busca generar un espacio de intimidad con el lector:

“Yo tenía 4 años
elefantita arrastrada
al Liceo de Niñas de la Serena”. (Pag. 16)

Se trata de un discurso unitario, organizado en Epigramas, por tanto abundante en sarcasmos, ironías y humor negro La CIA piensa en Tarzán/ para ahuyentar/a la avanzada musulmana (Pag.33) o El único elefante estúpido/ los hay hasta en las mejores familias/ vive en Disney World (Pag.44).

Sin embargo, su contenido no se agota en la estructura bien lograda, trae consigo una carga significativa, un juego de imágenes donde el elefante como símbolo aglutinador de experiencias -es por una parte- un guiño religioso al mundo hindú, personificado en Ganesha, hombre con cabeza de elefante y símbolo de la sabiduría y la inteligencia, en esa perspectiva el texto es un balance de época un re-encuentro con su propia historia.

“Alicia tenía 22
Yo tenía 23
y habíamos bebido mucho y dormido poco.
Parecía razonable que viéramos elefantes”

Así, la poeta se balancea por las redes de los recuerdos, como ese cántico infantil, que arrulla la piel tantas veces cambiada. Un elefante se balanceaba, sobre la tela de una araña…
En otro registro, el tópico elefante es una alegoría a la memoria personal, familiar y social, en contraposición a una variante de la modernidad que pretende día a día escapar de sus fantasmas. Agobiada por deudas de toda índole, insiste que mirar atrás es un ejercicio innecesario, porque estamos cargados de futuro, frente a esa postura, la autora y el texto reaccionan, resisten el afán avasallador de las calles desaparecidas, los barrios transformados, los muertos olvidados y sus criminales deambulando, por la iluminada noche santiaguina Un hombre/ asesina elefantes/ sin medir consecuencias/ para el resto de la manada/ que se desata en estallidos dolientes.
El paquidermo se transforma entonces, siguiendo a Jakobson, en un código de resistencia, contra la amnesia personal y social que ronda el ambiente, obligando en primer lugar a los cercanos al ejercicio de la reminiscencia En el año 1944 mi padre tenía 14 años. / Miraba catálogos de las editoriales/en el invierno de los Ángeles/ creía saber donde quedaba/ el cementerio de los elefantes. (Pag. 18)

Teresa Calderón, abre la puerta a su diario de vida, acompañada de esta figura animal, que nos guía con su andar pausado por los vaivenes familiares, se asume como una elefanta de mediana edad, dispuesta a realizar su balance de época Y mi niñez/¿dónde quedó?/en qué rincón, luna mía,/tu clara alegría,/veredas que yo pisé?.

Elefante
Teresa Calderón
Ril editores
Primera edición año 2008



Teresa Calderón nació en La Serena, en 1955, e integra una familia de escritores y poetas. Profesora de Literatura en las universidades Católica y Finis Terrae dirige actualmente talleres de poesía, cuento y autobiografía. Ha publicado Causas perdidas (poesía, 1984), Género femenino (poesía, 1989), Imágenes rotas (poesía, 1995), Veinticinco años de poesía chilena (antología, 1996, junto a Tomás Harris y Lila Calderón), No me arrepiento de nada (poesía, 1999), Aplausos para la memoria (poesía, 1999), Vida de perras (cuentos, 2000), Aventuras de Súper Inti y Analfabruja (novela, 2000), Esta mañana llovía a cántaros azules (novela, 2002), El tesoro de la bruma (novela, 2002), Amiga mía (novela, 2003), Súper Inti y el misterio del espejo (novela, 2004), Súper Inti y Serena atrapados en un portal (2008) y Elefante (poesía, 2008). Su obra figura en numerosas antologías de poesía chilena editadas en el país y en el extranjero.
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