lunes, 17 de diciembre de 2012

Poeta de doble nacionalidad: Eduardo Embry

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Chile / Inglaterra
 

 


¿Es usted una silla?
Para mis amigos en todo el mundo
 

Hay poemas que son
como perritos falderos,
de corte tradicional, muy cabezones,
y a veces también casi sin cabezas,
pero más pálidos que un cisne en el agua,
hay poemas que mandan, permiten
o prohíben,
de lenguaje normal,
llevan afirmaciones falsas
o negaciones que no calientan a nadie:
se oponen con cara dura
a todo aquello que dice “todo es desigual”,
como una manzana mirando para el norte,
donde un conejo no tiene patas ni orejas,
hay poemas que entran
a los recintos con una silla en el ojo,
se instalan
como silla en el cerebro humano
¿es usted una silla?
sí, señor, soy una silla;
es como decir, pan por pan, vino por vino;
como si leyéramos la vida en la vida;
si esto sucediera realmente
en la otra vida,
más vale dar un salto, “detente, canalla”,
o romper en mil pedazos el cuaderno,
o dar de patadas en las teclas
 del procesador de palabras,
 hasta destriparlo, pieza por pieza,
 para recomenzar su lectura
 de atrás para adelante
 con signos de escritura china,
 un calentador de agua hecho
 con pinceladas toscas y finas,
 un tomate y una escalera,
hay poemas mal educados
 como sillas con tres patas,
 todos hablando a la vez,
 se instalan cómodamente
en mi cerebro,
 encienden el televisor,
 se arranan en el sillón
con patas de elefantes,
 se quedan dormidos,
 pero también hay poemas que son
como perros salvajes
que andan por la calle
mordiendo a todo el mundo.
 


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