miércoles, 1 de julio de 2009

"Los Rupertos". Cuento del guatemanteco


Vicente A. Vásquez B.

Ruperta de 35 años de edad y con su belleza rodando cuesta abajo, empieza a sentir sobre sus hombros el implacable peso de la soltería. El espejo no miente y le ha revelado que los años no pasan en balde, y que la lozanía de su piel empieza a menguar.

A través de sus mejores años ha tenido varios novios, pero siempre por corto tiempo, a todos les encuentra defectos. A unos porque beben, a otros porque fuman y tienen mal aliento, a aquellos porque al paso de las mujeres las vuelven a ver, y así, por el estilo. Nadie es bueno para ella. Todos tienen defectos. Pero aún así, sueña con encontrar al hombre perfecto, según sus estándares de perfección.

Por otro lado, para Ruperto de 39 años, no hay mujer mala. Todas tienen su gracia, su vení acá. Pueden ser gordas, chaparras, altas, jóvenes o entradas en años. No importa. Siempre ha sostenido que: mientras tengan por donde, serán bienvenidas y como si fuere carnicero, que todo lo que es carne, al gancho. No hay que hacerle feo a ninguna -afirma-. El hombre es el picaflor que vuela de jardín en jardín y como sólo se vive una vez, ¡a darle se ha dicho! No cree en el matrimonio. Para qué limitarse -dice- si el vergel es basto y florido.

Ambos personajes han vivido, cada quién por su lado. Ella deseando casarse, pero haciéndole feo a todos y él rehuyendo del matrimonio, pero cosechando parejo. Cada persona es esclava de sus creencias y de sus pensamientos.

El destino da muchas vueltas y se toma su tiempo, y aunque parezca que avanza en lenta espiral, siempre llega a su punto culminante. Y un día los dos, Ruperto y Ruperta, se conocen. La primera impresión los hace enrojecer y emitir sonrisas de incredulidad, debido a la coincidencia de sus nombres. Los avatares de la vida son impredecibles y responden a leyes que están fuera del alcance de los humanos. Pero se dan.

Ese día, cupido andaba aburrido, todo el tiempo flechando a diestra y siniestra, pero siempre a parejas que por sí solas hubieran entablado relaciones, sin necesidad de su ayuda. Pero hoy, al escuchar las sonrisas divertidas de los recién conocidos, volvió a ver y también sonrió. Para él, era una oportunidad fuera de lo común, con presteza tomó su arco, colocó la saeta, tensó la cuerda, afinó la puntería y disparó. La flecha dio justo en los blancos seleccionados y unió a dos caprichosos corazones.

Ruperta había oído que el amor es ciego, pero no lo creía. Pues ella, siempre tenía los ojos bien abiertos para descubrir los defectos de sus enamorados y quizás, hasta los magnificaba. Tal vez porque el verdadero amor aún no había echado raíces en tierra fértil.

En cambio, Ruperto haciéndose de la vista gorda, siempre descubría en cada mujer, una oportunidad que no había que desaprovechar. Pero como dice el refrán popular: a cada coche le llega su sábado. Y a ambos les llegó su día.

Tal pareciera que cupido les hubiera arrojado una venda para cegarlos y no una de sus mágicas flechas. Ruperta quedó deslumbrada ante la presencia de su galán y sólo veía lo que quería ver. Ruperto quedó obnubilado ante la estampa de la dama y su vista quedó limitada sólo para la presencia de su amada. La soltería fue echada al bote de la basura. Envejecerían juntos, en mutuas y apasionadas entregas, y desde entonces, fueron conocidos como los felices Rupertos.
.
Vicente Antonio Vásquez Bonilla, ingeniero civil y escritor, nació en La Antigua Guatemala. Ha publicado en antologías, revistas, periódicos y por la vía cibernética. Ha sido premiado en prosa, en los Juegos Florales Estoreños de 1994; en la rama de cuento, en el certamen literario de 1998, del Registro General de la Propiedad de Guatemala; en la rama de cuento en el certamen de los Juegos Florales Nacionales: “Fiestas Julias” 2004. Huehuetenango. Guatemala; en el 1er. Concurso de cuento brevísimo, en Guatemala “Los mil y un insomnios”, categoría experimentados. Guatemala mayo de 2006 y en el XIV Certamen literario, rama Cuento del Instituto Quetzalteco de Cultura Hispánica, Guatemala Enero de 2007.
OBRAS PUBLICADAS. Los cuentos de Chente, Los adultos también gatean (Cuentos), La muerte es un acto prosaico (Cuentos) y La vida es sencilla (Novela).
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La editorial tomará en cuenta tu aporte
El comentario debe ser firmado
Saludamos al lector activo.
Si tienes alguna consulta, escríbenos a:
sociedaddeescritoresdechile@gmail.com