jueves, 30 de julio de 2009

Comentarios de una nica en Santiago

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La generación de Los Ernestos en Nicaragua y la vuelta al mundo de la poesía nicaragüense, a propósito del Premio Neruda a Ernesto Cardenal.

Elisa Maturana Coronel



A propósito de la visita de Ernesto Cardenal a Santiago para recibir el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y la lectura que hizo de algunos de sus poemas –principalmente del Cántico Cósmico--, en el homenaje que le rindió la Sociedad de Escritores de Chile, discutíamos con algunos amigos poetas y escritores-as chilenos-as sobre Ernesto, su poesía, su posición política actual, su rol en la poesía nicaragüense, los gustos y des-gustos de cada uno por su poética y sus méritos para optar al Nobel.

Separándonos del plano nada discutible de los gustos ante la poesía de Ernesto (a quien siento cercano desde siempre por ser nicaragüense y por recuerdos de él que van hasta mi infancia), Cardenal tiene el mérito indiscutible de haber cumplido con su propósito de llevar la poética nicaragüense otra vez al mundo, silenciosa desde Darío, y me refiero al mundo en el sentido del público amplio, no al mundo de los escritores acuciosos ni de los expertos en literatura y poética latinoamericana, que sí la conocen.

Benedetti reproduce en su artículo “Poeta de dos Mundos”, en Letras del Continente Mestizo, de 1972, las palabras con que Cardenal ya en 1949 apelaba a una ruptura del silencio:

“(…) el huir de la publicidad literaria ya se ha hecho casi una tradición en Nicaragua (…) y casi todos los mejores poemas nicaragüenses, dichos al oído de la patria, no han salido de nuestra intimidad todavía. Es éste un silencio necesario a las obras verdaderas; pero creo que ya ha dado sus frutos ese silencio, que es ya mayor de edad en la poesía nicaragüense y ha llegado ya la hora de las publicaciones”.

Efectivamente, quedaron en la intimidad, después de Darío, tres grandes post-modernistas nicaragüenses, con voces poderosas como la de Alfonso Cortés (¿Tiempo, dónde estamos/ tu yo, yo que vivo en ti y/ tú que no existes?), Pallais y Salomón de la Selva; los rupturistas de la Vanguardia como Cabrales, Coronel, Pasos y los dos Cuadra. Y en esa misma intimidad los post vanguardistas, excepto Cardenal, de la epigramática Generación del 40 o de Los Tres, y las siguientes generaciones de la poesía de Nicaragua con la excepción quizá también de Gioconda Belli.

La Generación de Los Tres es la Generación de Los Ernestos: Ernesto Cardenal, Ernesto Mejía Sánchez y Carlos (Ernesto) Martínez Rivas. En ellos coinciden sólo el nombre, él haber compartido las aulas de clase en el colegio Centroamérica, de los jesuitas, y la rebeldía a las formas. Tres poemáticas diferentes, “cada uno distinto, pero todos inclinados hacia el abismo” dice Octavio Paz en Las Peras del Olmo (México. 1954). Por una parte, la “antipoética” --como la llama Erick Aguirre-- coloquial, simplista, cargada de jerga oral del padre Cardenal; por la otra, el tormento existencial de la soledumbre (Ezequiel D’Leon. 400 Elefantes. 2008) que inventa exorcismos (Paz. 1954) del profesor de la Universidad Autónoma de México, Mejía Sánchez; y finalmente el hermético y desbordado, intenso y profundo Martínez Rivas: “el más favorecido por la gracia poética: preparado como pocos en Nicaragua después de Darío para trasmitirla” (Jorge E. Arellano. Ocho Poetas Mayores de Nicaragua. 1984).

Sin embargo, no la transmite.

“No soy el mejor poeta. Ni el segundo. Ni el tercero. Ni siquiera el mejor de mi generación en la que sólo éramos tres. El mejor de los tres, a mi juicio, es Carlos Martínez Rivas. América lo conocerá algún día”, dijo Cardenal, en 1964.

Pero Carlos, con toda su armadura poética no trasciende los límites de la intimidad de los expertos y se queda escribiendo en las paredes de su casa -llenas hasta el más diminuto espacio con las citas de sus libros más apreciados-, mientras que Cardenal vuela al mundo con su palabra llana.

Varios factores conspiraron con el poeta trapense de Solentiname para que lograra su cometido de hablar en voz alta y sacar a esta poesía de su silencio necesario. Las investiduras temáticas: la revolucionaria, la religiosa, la social, jugaron en un contexto histórico político y de boom literario latinoamericano para catapultar la poética de Cardenal, quien supo a su vez exportar -como ninguno, desde Darío hasta él-- la poesía de ese potente pequeño pueblo y llevar a Nicaragua, talvez no en la voz de su mejor poeta -como él mismo dice- pero indiscutiblemente en la de su máximo expositor público, publicado, editado, traducido, reconocido y galardonado.

Cardenal tiene el mérito de haber reabierto la puerta, haber colocado un tapete de Bienvenida para invitar al mundo a ingresar en la intimidad de la alcoba de la poesía nicaragüense.
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* Elisa Maturana Coronel es periodista. Nació en Nicaragua, de padre chileno y madre nicaragüense. Por varios años reportera parlamentaria de los diarios Barricada y La Tribuna. Corresponsal en Nicaragua para las agencias de noticias Reuters y Notimex y articulista en varias publicaciones. Trabajó en radio, televisión y realizó dos programas propios de análisis político y social. En los últimos años ejerció en el campo de la Comunicación para el Desarrollo, a cargo de la oficina de Comunicaciones del PNUD en Nicaragua y de Oxfam América, en Perú. Nieta del poeta nicaragüense Jose Coronel Urtecho. Se vinculó a la intelectualidad nicaragüense desde temprana edad y encontramos huellas de su labor en "Ediciones en Nicaragua, Perú y Chile". Actualmente radica en Chile.
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2 comentarios:

  1. Hola, estoy preparando una antología de Poesía y he leído con gran interés tu artículo. He descubierto a grandes poetas mujeres en Nicaragua e incluído en la antología. realmente es un pueblo de grandes poetas, de gente muy especal y gentil, Adoro a Cardenal y su estilo exteriorista, en lo personal. Un abrazo para ti hija de esa hermosa tierra.

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  2. Gracias América por tu comentario. Estoy de acuerdo con vos en que hay mujeres estupendas en la poesía nicaragüense: Gioconda, Michelle, Claribel, Daysi, Vidaluz, Gloria, Milagros y otras varias etc. con que la lista puede seguir... Ojalá nos llegue tu antología ¿es de poetas latinoamericanos? - Slds. Elisa M

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