viernes, 31 de julio de 2009

La cercanía de Borges y Berkeley



por Rodrigo Jara Reyes


La cercanía de Borges y Berkeley data de los primeros años de vida del autor bonaerense, tiene que ver con la formación idealista que recibió del padre y con las experiencias de vida que, desde el principio, fueron las de un observador no participante. Datos esclarecedores nos entregan varios de sus cercanos, señalan que de niño veía pasar la vida tras la verja de su casa y, ya mayor, la escuchaba bullir tras los ventanales de la biblioteca Miguel Cané y más allá de los muros de la gran biblioteca de Buenos aires. El mundo le parecía ajeno, inexistente. Lo único válido era su conciencia y las imágenes que proyectaba ésta, imágenes que se transformarían en su modo de hacer literatura.

Si bien son varios los filósofos que influyen sobre la obra de Borges (Shopenhahuer, Hume, Nietszche), uno de los más importantes es Berkeley. A decir verdad, Los principios del conocimiento humano, del prelado inglés, sobrepasan cualquier otra influencia ideológica. En dicho libro, recogiendo las palabras del mismo Berkeley, se quiere establecer lo siguiente: “Todos admitirán que ni nuestros pensamientos ni nuestras pasiones ni las ideas formadas por nuestra imaginación existen sin la mente” y más adelante reafirma “ Todo el coro del cielo y los aditamentos de la tierra –todos los cuerpos que componen la enorme fábrica del universo- no existen fuera de una mente; no tienen otro ser que ser percibidos; no existen cuando no los pensamos, o sólo existen en la mente de un espíritu eterno”.

Basado en dicho modo de ver el mundo, Borges construye buena parte de su literatura. Ya en 1923, en su primer libro de poemas (Fervor de Buenos aires) escribía: “... si están tan ajenas de sustancia las cosas / y si esta numerosa Buenos aires / no es más que un sueño / que erigen en compartida magia las almas...” y casi cuarenta años después, en “El hacedor”, reafirma con la misma convicción: “El vago azar o las precisas leyes / que rigen este sueño, el universo...”

Estas premisas utilizadas por Borges lo llevan a un idealismo extremo: la realidad en sí misma no existe, en cambio, la poesía y la literatura en general, forman parte de la “genuina realidad”, la del espíritu. Dicha postura no es sólo materia de sus poemas, muchos de sus relatos son la constatación de aquellas premisas: mundos fríos, geométricos, en que los personajes son seres platónicos, moviéndose como piezas de ajedrez para cumplir los designios de alguna fórmula. Al construir de esa manera, escapa a la realidad de carne; aquel planeta imperfecto donde existen menesterosos, traiciones sangrientas, asesinatos, enfermedades, catástrofes cotidianas, orgasmos. El dios de Parménides no lo permita. Prefiere el mundo que se trama en los espejos, el laberinto de una biblioteca y el aleph: pequeña esfera que contiene el universo. No lee los diarios, prefiere hundirse en las profundidades arqueológicas de otras épocas. Allí se mueve a sus anchas, aquellos mundos ya no tienen la complicación de la sangre y, a medida que se retrocede en el tiempo, se parecen más y más a una idea pura, platónica.

Sin embargo, el Borges de carne, aquel que se levanta, pasea por Buenos aires, come y duerme; en ocasiones se opone al “Otro”, al constructor de sueños: “... yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición.” (1)

Más desconsoladoras aún, son aquellas palabras en que tristemente reconoce que aquel mundo de laberintos, espadas, bibliotecas del tamaño del universo, y seres que se mueven fuera del tiempo y del espacio; no es más que un juego de evasión, porque “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.” (2)

El tratamiento que hace Borges de las ideas de otros y especialmente de Berkeley, no tiene un afán plagiario ni de crear una filosofía alternativa, se trata más bien de una utilización netamente literaria, en función de su cuentística y de su poesía. Dejan de ser ideas puras emanadas de ensayos filosóficos, y pasan a formar parte del discurso de un personaje, de un narrador, de un hablante lírico. La misma Alicia Jurado lo señala “... estas ideas, presentadas por Borges adquieren un carácter mágico, un aire de verdad esotérica que seduce inmediatamente al desprevenido lector.”(3)

No está de más señalar la pericia con la que el artista bonaerense trabaja los materiales extraídos del idealismo. En ocasiones, dichas ideas aparecen en forma explícita y sugerente a la vez, en otras, permanecen ocultas, como una legalidad que, desde las bambalinas, rige el curso de la verdad o el destino de los personajes, no obstante, al elegir cualquiera de estas alternativas u otra si se quiere, siempre el trabajo de Borges es macizo, fluye con la eficacia y la naturalidad del verdadero arte.


(1).- Borges y yo, texto en prosa publicado en “El hacedor” en 1960.

(2).- Nueva refutación del tiempo, ensayo publicado por primera vez en un folleto, 1947.

(3).- Genio y figura de Jorge Luis Borges, texto biográfico y crítico publicado por Alicia Jurado en 1964

Rodrigo Jara Reyes nació en Talca, Chile, el 14 de febrero de 1966. Hizo estudios superiores en la Universidad de Talca, en donde obtuvo el título de Profesor de Estado. Publica su primer libro de poemas En los caudales de la memoria, en 1997; en el año 2000, el libro De la memoria al fénix; en el 2003, Dos sur y otros poemas; En el año 2006, auto-publica el libro de cuentos El extravío y otros relatos. Es recogido en las antologías Travesía por el río de las nieblas 2000, Faluchos, treinta poetas maulinos 2003; El lugar de la memoria 2007. Publica artículos, ensayos y cuentos en diarios y revistas nacionales e internacionales. Correo electrónico: thtjara@hotmail.com Sitio web: http://www.caudalesdelamemoria.com/
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